La inminente creación de una Fuerza de Despliegue Rápido de las Fuerzas Armadas para actuar dentro de las fronteras de la Argentina es otra apuesta del gobierno para aplastar las protestas sociales.
Un proyecto que está en carpeta en el Ministerio de Defensa que conduce Oscar Aguad (a) El Milico prevé la creación urgente de una Fuerza de Despliegue Rápido (FDR) de las tres fuerzas armadas para colaborar con el accionar del Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich (a) Pato o La Piba, en operativos contra el narcotráfico en zonas de frontera, la defensa de los recursos naturales y la represión de supuestos grupos extremistas mapuches. El proyecto establece que esta Fuerza de Despliegue Rápido solo podrá prestar apoyo logístico, pero en el paso de la letra a la acción significa lisa y llanamente la participación del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea en tareas de represión interna.
A pesar de que desde el gobierno se asegura que esta nueva fuerza actuará en el marco de las leyes de Defensa y de Seguridad Interior, que prohíben expresamente la actuación de las Fuerzas Armadas en el interior de la Argentina, en la práctica su accionar, aprovechando las zonas grises que existen en los límites de las leyes o encubriendo un objetivo ilegal con otro legal, habilita la violación de una normativa que forma parte del andamiaje legal fundamental de la democracia recuperada en 1983.
Para dar un ejemplo. De acuerdo con la ley, una comunidad mapuche que resiste el desalojo en sus territorios ancestrales es un caso que queda por fuera de las atribuciones que tienen las Fuerzas Armadas para intervenir, pero si desde el gobierno –o desde su justicia adicta – se los acusa de poner en peligro los recursos naturales de ese territorio la intervención quedaría justificada.
No se trata de una hipótesis descabellada. En el Ministerio de Seguridad sostienen que durante el año pasado hubo más de 15 ataques a zonas de “alto riesgo” e impacto en el cuidado de los recursos naturales. En casi todos los casos, siempre según los colaboradores de Patricia Bullrich, esas acciones fueron perpetradas por la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), una supuesta organización extremista cuya existencia no ha podido ser comprobada más allá de los discursos oficiales.
La escalada macrista
La creación de esta Fuerza de Despliegue Rápido es un paso más de la escalada del macrismo para “devolver” a las Fuerzas Armadas atribuciones que les permitan, llegado el momento –léase: la necesidad del gobierno -, ocupar un lugar central en la represión de la disidencia política y social.
El primer paso concreto en este sentido fue el decreto 721/2016 del 31 de mayo de ese año, mediante el cual el presidente Macri modificó el N° 436 del 31 de enero de 1984, que establecía una delegación de “facultades en el titular del Ministerio de Defensa” con respecto al manejo de las fuerzas. De esta manera, las Fuerzas Armadas volvieron a tener atribuciones para decidir ascensos, traslados, designaciones, premios, incorporación de retirados como docentes en los espacios de formación, entre otras cuestiones, que habían sido pasadas a control político desde 1984. En otras palabras, se les dio una autonomía inédita desde la recuperación de la democracia.
En agosto del año pasado, en el contexto de la estrategia gubernamental –fogoneada por los grandes medios de comunicación – de construcción de un “enemigo interno” para justificar la represión, altos funcionarios del Ejecutivo sostuvieron casi al unísono que se evaluaba otorgar “un nuevo y moderno rol” a las Fuerzas Armadas: trabajar conjuntamente con la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura en la lucha contra el narcotráfico.
En aquel momento, poco después de la desaparición de Santiago Maldonado, este cronista escribió en Socompa: “El retorno de la teoría de los dos demonios y la negación encubierta del genocidio vienen pisando fuerte desde la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada: funcionarios que ponen en duda el número de desaparecidos, una Corte Suprema que intenta beneficiar con el 2×1 a los represores, desestimación del gobierno a seguir siendo querellante en causas por delitos de lesa humanidad, campañas mediáticas –encabezadas por el diario La Nación– para la liberación de genocidas devenidos en pobres viejitos enfermos. Son pasos necesarios para construir un nuevo enemigo y habilitar que no habrá persecución judicial para quiénes se presten a destruirlo”.
En los meses que siguieron, el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel a manos del Grupo albatros de la Prefectura, el progresivo aumento de la violencia en la represión de la protesta social – que alcanzó, hasta ahora, sus puntos más altos con el accionar de gendarmes y policías contra quienes se manifestaban contra la reforma previsional en la zona del Congreso -, y la obscena felicitación de Mauricio Macri a un policía que mató por la espalda a un delincuente que huía sin representar ya peligro alguno para nadie, mostraron que aquella apreciación no estaba errada.
Ahora, la incorporación encubierta de las Fuerzas Armadas a la represión interna muestra que el gobierno no se detiene sino que va por más. En ese sentido, la creación de la Fuerza de Despliegue rápido no sólo implica una monstruosa compra de armamentos –entre ellos helicópteros, aviones y buques de patrullaje – que se solventará con la venta de bienes del Estado, sino el entrenamiento en el exterior de personal de las Fuerzas Armadas asignado a la nueva FDR.
Esta semana, los ministros Oscar Aguad y Patricia Bullrich tendrán una nutrida agenda en los Estados Unidos. El bueno del Milico participará de reuniones con altos jefes del Comando Sur; la dulce Pato visitará a jerarcas del FBI, la DEA, la Homeland Security y el Departamento de Estado. Al final de esa maratón de reuniones, los dos confluirán en Miami para darle los toques finales a la estructura de la Fuerza de Despliegue Rápido de las Fuerzas Armadas y definir la capacitación de sus hombres.
El fantasma de la siniestra Escuela de las Américas vuelve a recorrer la Argentina. Un fantasma que en algún momento puede llegar a encarnarse en milicos armados recorriendo sus calles para “mantener el orden y combatir al extremismo”.