Un panorama poblado por la depresión y el desconcierto el de la oposición. En esta primera nota sobre los que están en la vereda de enfrente de Macri, se hace foco en el kirchnerismo que, mientras intenta hacer pie, sigue arrastrando viejos problemas.
Algo así como a los doce minutos de que Mauricio Macri dijera “Sí, juro”, la franja más intensa y politizada del kirchnerismo entró en un cuadro de depresión prolongada y grave para el que no se conocen fármacos. Siendo el que escribe un kirchnerista crítico –lo que conduce al alto riesgo de convertirse en plateísta cómodo refunfuñante- el cuadro lo atravesó a él también, así que no hay desdén en estas líneas si no psicodiagnóstico social y ejercicio ilegal de la psiquiatría. El cuadro colectivo en esa franja K lleva un año y pico: incluye honda tristeza y desasosiego; sensación de vacío; mucha, muchísima rabia y –al menos en las más visibles capas medias- una autocrítica incipiente (horizontal, nada que parezca ascender orgánicamente a las dirigencias) que en realidad comenzó cuando se designaron los candidatos para las elecciones, sapos o no sapos a tragar.
Desde que se disparó el cuadro de la depre nació y medio agoniza el fenómeno respetable y durito de Resistiendo con Aguante, se discutió un tiempo si era útil o riguroso apelar al algo remoto imaginario de la Resistencia, si se puede decir Macri=dictadura. Desde hace unos cuantos meses la depre va cediendo, un cachito (o acaso sea el “Mal, pero acostumbraos” de Inodoro Pereyra). No tanto porque el kirchnerismo haya iniciado un proceso de recomposición y autocrítica (en una orgánica que no existe) sino porque alegra la vida y sienta bien cada macanazo que se manda el gobierno de Cambiemos, cada mal paso que lo hiera o desgaste.
Algo así como a los quince días del “Sí, juro”, esa franja kirchnerista y algún zurdaje (gracias, Mirtha), muy seguramente mucho antes de que los que más padecerían las políticas macristas comenzaran a enojarse con el presidente, se reiteró con mucho enojo la pregunta de “dónde estamos”, “qué onda”, “por qué no existimos como oposición”, “qué pasa con la CGT-Alais”. Hubo bocha de movilizaciones a todos lados y bocha de críticas a esas movilizaciones por ser dispersas. Cosas como esas se vieron y siguen viendo en las redes sociales y seguramente los expertos en comunicación del macrismo –que saben- las miran con risa sobradora, si bien destinan a la vez jugosos presupuestos para su propia comunicación y para herir en las redes sociales al kirchnerismo u otras oposiciones, jugando muy sucio.
Lo que hablé hoy en terapia
Cuando el que escribe sale de las sesiones con su terapeuta-politólogo ve las cosas con mejor serenidad. Las sociedades son algo lentejas a la hora de reaccionar, les dice a sus amigos/as más exaltados y/o compungidos. Enojarse con la sociedad por haber votado a Cambiemos no sirve de mucho. Mirémonos p’adentro, qué hicimos mal. Antes (con Néstor y Cristina) decías “pueblo” y ahora decís manga de pelotudos hijos de puta. Tenés que ver qué pasa con esos altibajos, man, le dice el que escribe a sus amigos amargados y luego llora en la almohada.
Pero, miren ustedes, de veras uno cree que hay que bancarse, entender e interpelar mejor a la sociedad, no putearla si no hacerle mimitos si se la quiere para la causa. Hay que entender también que –como en muchos países re-serios del mundo, miren a Trump, miren lo desabrido y conserva de las antiguas socialdemocracias europeas que se suceden sin emoción alguna, para no hablar de las derechas duras, miren la xenofobia-, hay que entender que las identidades políticas fuertes están lejísimo de ser lo que fueron. Hay que bancarse (no en un sentido pasivo) que en Argentina lo que existe en política son algo así como entidades gaseosas en el espacio. Cuando surge un centro gravitatorio –como lo fueron Néstor y Cristina para buena parte del peronismo, como lo fue la excepcionalidad de Alfonsín para la UCR y Mauricio Macri para la presunta salvación del radicalismo y de ex grupos progresistas- allá van esas masas gaseosas y se acercan y se adhieren al centro gravitatorio, sin proyecto, sin identidad, con poca ética política, a la bartola, a la deriva, buscando preservar pedacitos de poder o sobrevivencia.
Este asunto de –con perdón- la gaseosidad- en nuestro país tiene su especificidad todavía reciente. Lo primero en desagregarse y ponerse mustio fue el radicalismo tras la salida anticipada de Alfonsín. El menemismo –una encarnación del peronismo- también hizo mella y destiñó a lo pavo otros peronismos u proyectos políticos posibles; la mera idea de que la política ayudara en algo a “la gente”; éramos tan cínicos y fuimos progresistas del Frepaso. (Hay que apurar este paréntesis: son las transformaciones sociales y culturales las que pegan, más allá de la política pura). Para más pior luego vino la experiencia horrible de la Alianza y los muchos presidentes en pocos días y Rodríguez Sáa con su juramento sobre la deuda externa y las Madres y muchas muertes. La tesis: mucho antes del estallido del 2001 veníamos medio ayunos de identidades y mucho más huérfanos de un sistema de representación sólido y estable (como sucede en países re-serios y desarrollados).
Luego vino –agarrate Catalina- la larga experiencia kirchnerista. Primer modo de valorar lo sucedido: doce años de gobierno en elecciones libres y limpias no se explican por azar (“No fue magia”, si les parece).
Qué será de ti lejos de casa (el Estado)
Uh, el kirchnerismo. ¿Lo reivindicará la historia o al menos la malaria macrista? Por ahora solo puede arriesgarse que acaso suceda un poco de lo segundo, de modo discreto y seguramente no con la intensidad de lo vivido en los mejores años K, que fueron de verdad bonitos. Uh, el kirchnerismo como la “anomalía histórica” –para usar la debatible expresión que acuñó hace mucho Ricardo Forster- que recompuso una identidad más que interesante, de muchas capas y a la vez –paradoja terrible- expulsivo de su propia riqueza o de lo que pudo sumar (esta es la parte del plateísta: desde la platea reclamar y pegar gritos es una delicia de fácil). En los últimos años quedó el kirchnerismo un tanto anquilosado en sí mismo. Muchos, indiscutibles logros, remontando un país que era infinitamente más bravo de gobernar que el que le tocó al gran amigo Mauricio. Pero también el encierro, la tendencia a la épica autocelebratoria, el tonito de voz elevado al pedo. Todo eso se juntó para el propio desgaste junto al amesetamiento económico, el sistemáticamente brutal ataque mediático, los casos de corrupción reales o de mentirita, el centralismo de la conducción, que tejió poco y mal tras el fallecimiento de Néstor Kirchner o hizo apuestas opinables para funcionarios y candidatos.
Desde Miradas al Sur (peligro de panfleto), donde se compartió redacción junto al compañero periodista y socompero Daniel Cecchini, el que escribe intentó aprovechar los márgenes de libertad que le dieron o se ganó para preocuparse (en los años finales del gobierno K) por la crisdependencia, la inflación, los macanazos comunicacionales. Cuando pintaron feas las cosas uno se preguntó públicamente si el kirchnerismo en caso de derrota –ante la que muchos cerraban los ojos- se replegaría en orden o la desbandada. Juzguen ustedes, amiguitos, cómo se fue el kirchnerismo del poder y qué sucedió con él cuando no contó con el Estado como herramienta de disciplinamiento (la misma que usa el macrismo). Caramba, si hoy, hasta el piantovotos de Guillermo Moreno se distancia del kirchnerismo –cuando fue un fiero adalid de los amantes de lo presuntamente durísimo- y hasta defiende a César Milani.
En el mapa intergaláctico de los espacios políticos gaseosos, ¿qué es hoy el kirchnerismo? No lo sabemos, o sí reconocemos una identidad fuerte pero no una estructura partidaria o de poder. En términos de cómo se discute, si se discute, dentro del kirchnerismo, es como si no lo hubiéramos sabido nunca. ¿Cristina conversaba/conversa con más de un (ex) ministro a la vez? ¿Cuánto escuchaba? ¿Se juntaba con líderes de los movimientos sociales, en lindo grupito de boy-scouts? ¿Lo hacía con los legisladores propios o ajenos? ¿Charlaba gratamente con todos como lo hizo con –jejejé- los dirigentes sindicales? Hoy sabemos de ella por las redes sociales, cuando postea (demasiado a menudo levantando información periodística antes que documentos de trabajo más jugosos) o si vamos a un acto a escucharla y quererla de nuevo. Uno se caga en los medios pero… ¿y si diera algunas entrevistas en radio y televisión ya que se supone que larga su campaña?
Perdón: nos volvimos a poner en el lugar del plateísta hincha pelotas (o Síndrome del Tano Pasman).
Que será de ti (toma 2)
¿Qué es hoy el kirchnerismo? ¿Qué queda? Cuenta con una ventaja discutible, eso que decía Perón de que los otros son peores. Otra más: Cristina sigue siendo un cuadro incomparable en este país y con una fuerza propia (social, cultural) todavía muy respetable, aunque le peguemos con cariño desde nuestro Tano Pasman interior. Se sabe que en términos generales algunos de sus adultos mayores –ex setentistas, buenos cuadros, buena gente- se llevan bien pero no sabemos si hablan con Cristina o qué construyen. Surgieron algunos buenos cuadros “jóvenes” en doce años, muchos menos de los necesarios. La Cámpora inició un proceso de menos grito y más maduración –tardío, para el plateísta que llevamos dentro- y es conmovedor que hoy militen en los barrios llevando ayuda en casos de emergencia, a la vieja usanza. En el sindicalismo se trabajó siempre poco –no es fácil, nada fácil- y se cosechó eso mismo, poco. El Movimiento Evita, que como tantos espacios no es homogéneo, se atrevió a cuestionar con buenos ademanes el verticalismo de Cristina e hizo público (para los pocos que hayan accedido a él, Socompa publicó sólo una parte) un muy buen documento de discusión. Pero es curioso, claro, porque el Evita (como La Cámpora) también fue cuestionado por su verticalismo y prácticas medio fieritas y quedó resentido por los espacios que no le dio el cristinismo en su momento. El modo cuidadoso (acaso hipocritón) con que el Evita toma distancia de Cristina podría resumirse en esta fórmula: “No, pobre Gilda, ya dio mucho de sí”.
Parte de lo más (tristemente) sustancioso de lo que sucede con el kirchnerismo y los límites o potenciales de su proyección futura tiene relación con lo que fueron sus periferias y nombres propios satelitales y otros que fueron funcionarios o candidatos: Sergio Massa, Florencio Randazzo, Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis, por tirar algunos nombres bonaerenses. Algunos de ellos, los intendentes que forman el grupo Esmeralda y Randazzo mismo pintan con hacer rancho aparte o acaso lo digan como para negociar el día supuesto en que haya confluencia peronista y se discutan las listas electorales.
Llamativo: Cristina casi que inventó las carreras políticas de unos cuantos de ellos. ¿Cuál es hoy su estructura, cuál su mesa chica? ¿La mesita de luz de siempre? (volvió el Tano Pasman). El portal La Política Online atribuyó hace pocos días a la fundación Patria un video de “lanzamiento de campaña” de la Cris, no sabemos si con su aprobación (pista: ella solía levantar o bajar el pulgar por cada pieza comunicacional). El Tano Pasman lo vio y se agarró la cabeza con ese video larguísimo que comienza con una añeja invocación a los tiempos de la Resistencia, banda sonora de Beethoven que se lleva a las patadas con una cantidad insoportable de niños y bebeses que desfilan en pantalla (quizá los que lo hicieron pensaron que esa ternura catch-all era una astuta apelación emocional tipo Durán Barba), mucho párrafo de discursos de Cristina mal seleccionados y peor articulados, mucho Cristina, mucha autoreferencialidad, ella, su carisma indudable, como para sus seguidores más estrechos y un loop evidente de una de sus últimas frases públicas: “Me siento con mucho orgullo y con mucha fuerza para…”.
Como diría Nelson Alegría Castro, con todo respeto, señora presidenta, pero es lo mismo de antes.
A lo que el Tano Pasman –con mucho, muchísimo Rivotril encima y pareja nueva- agregaría: Cris, compañera, bonita, hablale a los otros, a la mayor porción de sociedad posible, ¿con qué sociedad y con qué dirigentes vas a articular de cara al futuro?