Por un pasaje enfrente justo de la sede de Télam, editoriales ofrecían sus libros y lxs escritorxs traían los suyos como una manera de demostrar la solidaridad con casi 400 laburantes despedidos en medio de una caza de brujas. Hasta Vargas Llosa se mandó por ahí.

El hombre de barba levantó  el ejemplar de La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa.

-Sé que acá a Vargas Llosa muchos no lo quieren, pero esta es una buena novela.

-Dámela a mí –dijo otro-.  Mirá vos: Vargas Llosa ayudando a Télam. Si se llega a enterar, se muere…

Este diálogo sucedió el sábado 21 de junio a la hora de la siesta. La gente de Télam, en colaboración con un grupo de editoriales independientes, armó el Librazo, una suelta de libros en la cortada 5 de julio, justo frente al edificio de la agencia de noticias de la avenida Belgrano. Entre las 13 y las 17 la calle se pobló de mesas de libros de editoriales independientes y de un par de espacios donde los libros se regalaban, dos por persona. Julián López supervisaba el movimiento de los libros. Selva Almada hacía comentarios  junto a una mesa. Martín Kohan llegó con su bicicleta (y su campera y su bufanda Adidas) para acompañar. Pablo Méndez (director de Solo Tempestad, sitio web de reseñas de libros y trabajador de Télam) conversaba en un rincón.

Cada libro entregado gratuitamente llevaba el sello de Télam en su primera página. Y un volante que decía: ”El martes 26 de junio, 354 trabajadorxs de la agencia Nacional de noticias Télam fueron despedidos sin causa. El titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos Hernán Lombardi dijo que la agencia era ‘una usina de propaganda política’ y que sus trabajadorxs estaban ‘muy ideologizados’. Mientras tanto, los jefes gerentes y directivos no aparecieron por ninguno de los dos edificios de Télam, donde lxs trabajadorxs permanecen pacíficamente desde el 26/6 a la espera de volver a trabajar. Frente a este atropello a la libertad de expresión y la libertad de prensa, los escritorxs, editorxs, librerxs y periodistas culturales decimos:

No a los despidos de Télam

No al vaciamiento cultural

No al silenciamiento

#somos Télam

Las otras mesas eran de editoriales como Tinta Limón, Punto de Encuentro, Notanpuán, Conejos, Evaristo, Vox, La Carretilla Roja y muchas, muchísimas otras; fue una virtual feria del libro independiente, un sector que ya lleva dos años en caída libre. Hace unos días Damián Ríos, de la editorial Blatt y Ríos, confesaba en su Facebook: “Economía de subsistencia. Todas las editoriales (…) estamos complicadas económicamente. Los lectores, también. (…) El panorama es oscuro y todos dicen que se va a poner peor. Vengan y charlemos. Estamos a favor de la fantasía y en contra de la inflación. Que no nos pasen por arriba. Por favor, compartir.” Los trabajadores de Télam y los editores independientes -los editores, digamos, porque las editoriales grandes también están empezando a despedir gente- tienen en común la necesidad de luchar por su supervivencia. Había ediciones piratas de libros inconseguibles de Jack Kerouac por la editorial de Rey Larva, uno de los gestores de la FLIA (Feria del Libro Independiente). Y de libros de Patti Smith y David Lynch. Cuando la economía se cae, las ediciones piratas florecen.

Durante la semana pasada los “trabajadores de la palabra” entre los que se cuentan Marta Dillon, Gabriela Cabezón Cámara, Guillermo Saccomanno, Alan Pauls, María Moreno, Ignacio Iraola, Eugenia Zicavo, Horacio González, Ángela Pradelli, Fernanda García Lao, Horacio Verbitsky, Juan Sasturain, Tununa Mercado y Guillermo Martínez entre más de 300 escritores y periodistas, publicaron esta carta:

“Lxs trabajadorxs del campo literario manifestamos nuestro repudio a las medidas adoptadas por el gobierno nacional en relación a la Agencia Nacional de Noticias Télam y exigimos la inmediata reincorporación de lxs 357 trabajadorxs despedidxs.

Consideramos que atacar en forma directa, sin causa alguna y masivamente los puestos de trabajo de compañerxs periodistas, en el marco de un proceso de concentración de medios, no sólo afecta la libre circulación de la palabra sino que esta decisión arbitraria encubre, además, la voluntad de disciplinamiento al conjunto de lxs trabajadorxs. Al mismo tiempo se demuestra que solo por medio de un ajuste brutal, que tiende a dejar más trabajadorxs en la calle, son viables este modelo económico y sus compromisos contraídos con el FMI.

Si la cultura es la arena donde se disputan los sentidos de una sociedad, queda claro que implementar políticas públicas tendientes a su desprotección y desfinanciamiento de las instituciones y proyectos culturales y educativos, en pos de la desregulación del mercado, conspira contra la pluralidad de voces, el acceso equitativo a las distintas expresiones culturales y a la participación de todxs lxs habitantes de este país.

Los despidos en Télam, en Radio del Plata, la crisis de la industria editorial, el cierre de centros de formación docente, el ataque a las bibliotecas populares y centros culturales, el vaciamiento del CONICET y la criminalización de lxs artistas callejerxs dan cuenta de una estrategia destinada a silenciar voces disidentes con el propósito de imponer una mirada única sobre la realidad nacional.

Como trabajadorxs de la palabra hacemos público nuestro rechazo al avasallamiento que impone este gobierno, restringiendo el derecho a la información y acceso a los bienes culturales, acorralándonos a la precarización de nuestras prácticas cotidianas.”

Acá no se trata solo del lugar de trabajo sino, además, de defender la palabra; toda palabra es política. Frente a la amenaza del discurso único, encontrarse, reunirse, pensar en estrategias de supervivencia.