Hombre cercano a Ricardo Alfonsín, dice que el radicalismo no es una agencia de colocaciones y que no le van a pedir más cargos al macrismo. Desde su lugar en el Congreso, sostiene que el trabajo de la UCR es hacer que Cambiemos sea algo más que la fuerza política que derrotó al kirchnerismo. (Fotos y video: Rafael Calviño)
Miguel Bazze es un radical clásico, un producto genuino del radicalismo post dictadura, formado en la política, con aciertos y errores, de Raúl Alfonsín. De hecho, Bazze es aliado político de otro bonaerense, Ricardo Alfonsín, hijo del histórico presidente. Es verdad que su sector perdió la convención de Gualeguaychú, donde la UCR definió aliarse con el Pro para las elecciones presidenciales del 2015, y hoy se encuentran ante la disyuntiva de acompañar desde el Congreso medidas que no forman parte de su propuesta política. Al menos no lo eran antes de la reunión en aquella ciudad entrerriana. Socompa entrevistó al diputado radical Miguel Bazze para saber cómo es acompañar la gestión macrista desde el Congreso y cuál es la táctica que más le conviene a la UCR para mantenerse como una opción política viable, aun después de Cambiemos.
–¿Cómo ve al radicalismo en esta etapa en que le toca acompañar, como aliado, la gestión de gobierno?
–Lo veo asumiendo las responsabilidades de ser parte de una construcción política que surgió de la demanda de un sector importante de la sociedad que quería que se produjera un cambio en el gobierno nacional y provincial. Acompañamos esa construcción política y ahora hay que garantizar una gestión que dé respuestas a las expectativas de ese sector de la sociedad. Desde ese punto de vista, tenemos el compromiso de influir todo lo posible para que desde el gobierno se dé respuesta a las necesidades de la gente. Después tenemos el problema de ser parte de una alianza de la que no somos la principal fuerza. Tenemos y hemos hecho un aporte considerable, pero está claro que la fuerza más importante de Cambiemos es el Pro, entre otras cosas porque el presidente y la gobernadora bonaerense pertenecen a esa fuerza.
–¿Cómo influye eso hacia adentro del partido?
–Se producen demandas de muchos radicales para que militantes de nuestro espacio ocupen más cargos, tanto en el Ejecutivo nacional como en el provincial. La verdad es que la pretensión es absolutamente lógica porque el radicalismo tiene cuadros muy importantes que podrían desempeñarse en cargos ejecutivos con toda solvencia. Pero también es cierto que no somos una agencia de colocaciones, somos un partido político. Lo importante es lo que podemos aportar, lo que pretendemos es que se nos escuche a la hora de tomar decisiones, es decir, nuestra demanda no está tan vinculada con los puestos sino en que se considere la opinión del radicalismo, sobre todo en cuestiones fundamentales.
–¿Quién es la voz radical que conversa con el Gobierno nacional?
–A nivel nacional, en lo formal, el presidente del Comité Nacional, que es José Corral, que tiene que asumir la responsabilidad de transmitir las posiciones del partido. Y por otro lado los dos presidentes de bloque de las cámaras, el senador Ángel Rozas y el diputado Mario Negri. De hecho, en muchos temas importantes de la tarea legislativa nuestra voz se hizo sentir.
–Y si usted fuera esa voz, ¿qué le marcaría al gobierno?
–Durante el 2016 nosotros hicimos una tarea importante a partir de la construcción de consensos. En este punto debo también destacar la actitud de los otros bloques, con quienes discutimos bastante, pero con quienes hemos arribado a consensos importantes. Pero arribamos a consensos a partir de la modificación de proyectos que venían del Poder Ejecutivo y que fueron modificados en esta cámara a partir de aportes del radicalismo y de los otros bloques de la oposición. Por ejemplo, había que terminar con el cepo, porque imponía una limitación importante al ingreso de insumos que eran imprescindibles para el desarrollo de la industria. Eso generaba un desequilibrio muy importante…
–Pero no generó ese efecto, porque la actividad industrial no ha parado de caer…
–Exactamente. Había que hacerlo… pero hubo un primer efecto negativo que nosotros no consideramos, y el gobierno tampoco. En ese momento Prat Gay decía, y me parece que con razón, que cuando viniera la eliminación del cepo el dólar se iba a instalar en un nivel superior que el que tenía en ese momento pero que no tenía que producirse un incremento de precios porque los precios ya estaban calculados a un dólar con valor de Mercado. Sin embargo se produjo un incremento importante en los precios, que generó un sacudón inflacionario, y esto se produjo por algunos grupos empresarios que viven de la especulación. Lo que decía Prat Gay era correcto, pero el aumento se produjo igualmente y hubo una transferencia de recursos fenomenal de los consumidores a algunos grupos empresarios vinculados con la alimentación. Eso no se consideró adecuadamente. Con las tarifas pasó algo parecido, que generó un costo político importante. Fue un golpe al bolsillo de la clase media y de los sectores más vulnerables. También, en los primeros meses de gestión, señalo como un error del gobierno prometer una fecha para resolver una cuestión económica. No se puede decir en tal semestre resolvemos esto, es muy poco serio, muy irresponsable. No hay programa económico garantizado para ningún país del mundo. Eso generó falta de credibilidad en el programa económico.
–¿Usted realmente cree que son errores? Porque todas las medidas que se toman indican que no hay una apuesta a la producción. Por el contrario, funciona a full la bicicleta financiera y las inversiones no llegan…
–Es que tiene que haber una apuesta a la producción, no hay otra. Nosotros hablamos con el Gobierno y ellos dicen que sí, que apuestan a desarrollar la producción y la industria. Lo hemos hablado con Dujovne, Macri lo afirma públicamente. Hay algunos otros funcionarios del gobierno que desde el punto de vista de su formación nos dan absoluta garantía.
–¿Por ejemplo?
–Y, por ejemplo, Javier González Fraga, que es un economista con una formación humanista importante y absolutamente vinculado con la producción.
–¿Alcanza para decir que el programa económico apunta a generar empleo?
–Creo que si el Gobierno no apuesta por la producción estaría cometiendo un gravísimo error, y ahí los radicales vamos a estar señalando esa situación. Porque en la Argentina tenemos que apuntar a mejorar ostensiblemente los niveles de producción y de inversión para la producción. Por ejemplo, las economías regionales, que tienen una situación compleja desde hace muchos años, desde la década del 70 por lo menos. Mejoran la situación por un tiempo y después vuelven a caer. ¿Cuando se da la mejora de las economías regionales? Cuando se da una devaluación. Con esto no propongo de ninguna manera una devaluación, porque esto produce una fenomenal caída del salario real. Pero, por ejemplo, el productor de manzanas de Río Negro no alcanza a cubrir sus costos, sin embargo el consumidor paga un precio altísimo por esas manzanas. Y eso pasa con casi todas las economías regionales. Eso es un tema importante a resolver. No puede ser que el transporte de la producción sea tan caro, hay que resolver el tema de los trenes. La energía también es un problema estructural que se lleva miles y miles de millones de dólares porque no hemos hecho la inversión correspondiente. Otro tema es la política impositiva, el que menos tiene paga muchísimo más, proporcionalmente, que el que más tiene en concepto de impuestos…
–Bueno, la reforma impositiva es una deuda histórica de todos los gobiernos…
–Es histórico, sí, pero que se ha agravado mucho en la década del 90. Yo no sé si en aquel momento Menem era un neoliberal convencido de que había que terminar con los ferrocarriles y con todo; lo que sí creo es que le ofrecieron un programa económico de coyuntura, que le iba a resolver la situación política. Y él tomó ese programa económico para resolver ese problema coyuntural. Y me parece que los argentinos estamos permanentemente resolviendo problemas coyunturales. Y así hemos llegado a esta situación.
–Se vienen las elecciones, teniendo en cuenta todo esto que acaba de mencionar, ¿cómo tiene que posicionarse el radicalismo?
–Así como digo que el radicalismo no es una agencia de colocaciones, y no vamos a ir a golpear las puertas al Ejecutivo para que nos den más cargos, también digo que el partido radical tiene muchísimo para aportar, por ejemplo desde el Congreso de la Nación y la Legislatura provincial. Que el radicalismo tenga presencia en el Congreso y en la Legislatura me parece fundamental para aportar al debate. Porque nos sentimos absolutamente responsables de qué es lo que le pasa a la gente con este Gobierno. No queremos que haya sectores defraudados, no queremos salir de este proceso como que fue un proceso que terminó con el kirchnerismo en el gobierno pero que sirvió sólo para eso. Es necesario que se pongan en marcha reformas estructurales.
–¿Cuál sería el límite para el radicalismo si el Gobierno no pone en marcha todo lo que, según ustedes, hay que hacer?
–Es una pregunta interesante, pero no hemos definido un límite aún. Probablemente sea toda una discusión, un debate, que tal vez tenga que darse en determinado momento. Por ahora seguimos presionando para que las cosas se hagan bien. Nosotros transmitimos casi semanalmente nuestra preocupación por la economía, desde nuestro punto de vista el tema más urgente a resolver. Tenemos un monitoreo constante de la situación y estamos preocupados. Por ejemplo, con el tema del 2×1; a los pocos minutos del fallo de la Corte ya éramos varios los radicales que habíamos dado postura contra el fallo, más allá de que somos respetuosos de la independencia de poderes. El radicalismo sentó postura independientemente de lo que hubiera dicho el gobierno, que después se manifestó, pero nosotros no le vamos a consultar a ellos qué les parece lo que opinamos. Inmediatamente reaccionamos de acuerdo a lo que pensábamos.
–Antes de la convención de Gualeguaychú en 2015 existían dos posturas dentro de la UCR, una pro Unen y otra pro Macri. ¿Puede reflotarse la discusión interna en el radicalismo si el gobierno no cambia su rumbo económico?
–No sé si hay un límite definido por el partido, eso en definitiva va a depender de cómo va evolucionando la realidad social. Si nosotros percibimos que la pobreza va en aumento, que la situación económica se deteriora y las medidas del gobierno no están orientadas a resolver esa situación, bueno, iremos planteando nuestra posición cada vez con más fuerza. Espero que no llegue, pero habrá un momento que estableceremos un límite.
–¿Existe riesgo de ruptura?
–No creo. Yo pienso que en términos generales la mayoría de los radicales pensamos, en este sentido, parecido. Todos los radicales somos conscientes de que debemos trabajar para darle respuestas a la sociedad. Pero el radicalismo tiene otro desafío: recuperar su capacidad de transmitirle a la población un modelo de sociedad. Los partidos políticos tienen que ser capaces de diseñar un modelo y proponérselo a la ciudadanía. Eso deberían hacer todos los partidos y que el pueblo, en definitiva, termine eligiendo. Los partidos antes funcionaban así y dejaron de funcionar de esa manera, y no solo acá sino en muchos lugares del mundo. Por eso es que hacen campaña electoral casi sin propuestas. De esa manera los partidos políticos hemos cedido esa responsabilidad hacia determinados grupos de poder. Que se dedican a manejar los medios de comunicación, manejan las encuestadoras y las campañas electorales y eligen los candidatos, porque también manejan las internas de los partidos. Por eso digo que la debilidad electoral del radicalismo es la debilidad política del radicalismo, porque dejamos de hacer política en estos términos.
-Una última pregunta: ¿cómo se siente con que sea un gobernador radical quien tenga una presa política? Gerardo Morales, en Jujuy, mantiene presa a Milagro Sala, cuando hay tantos organismos internacionales que piden su libertad y que, en todo caso, espere el juicio en libertad, que es lo que debería pasar…
–Yo no tengo exactamente esa evaluación… creo que es una situación compleja… me parece que el gran error fue que se generara la detención de Milagro Sala a partir del acampe, por ocupar el espacio público; ahora, también me parece que hubo hechos de corrupción, gravísimos, que han sido denunciados. Y la verdad que a mí me parece que hay que ponerle límite a eso. De verdad, igual, yo hubiera preferido que esto no pasara, pero también comprendo que hay una construcción de una estructura que podía condicionar bastante el funcionamiento del gobierno de Jujuy, y que podía condicionar el funcionamiento de la Justicia. En el fondo, Milagro Sala no va a terminar siendo una presa política, sino que va a terminar acusada de hechos de corrupción.