Columnista de Majul y de Lanata, defensor acérrimo de los créditos UVA y del acuerdo con el FMI, Martín Tetaz emprendió, de la mano del radicalismo, el duro camino de la política. Un pronosticador desencaminado que hizo una carrera de la mano de la obsecuencia y el error.
Hubo un tiempo en que las candidaturas de los partidos políticos eran producto de la militancia, del trabajo académico, de la formación de cuadros. Esa lógica se quebró en la Argentina. Primero, con la dictadura militar, que redujo la actividad política al simple reparto y manejo de cajas. Después, por obra y gracias del menemismo, la política entró en su etapa de espectacularización y en eso tuvo mucho que ver el arribo de nuevas figuras que no venían de la actividad militante: Palito Ortega y Carlos Reutemann fueron los primeros casos. Martín Tetaz es uno de los más recientes.
Es cierto que el economista tiene afiliación a la UCR desde joven, pero no es menos cierto que su visibilidad en la arena política se la debe a la presencia en los medios. No es el primer caso de un economista mediático que salta a la función pública. Tampoco es el primero en las huestes del macrismo: Nicolás Dujovne estaba un programa de televisión como coequiper de Carlos Pagni y de allí pasó al ministerio de Economía.
Los pronósticos y la realidad
Loa análisis económicos de Dujovne no solían ser particularmente enjundiosos, si bien tenía noción de la realidad. Allí está, por ejemplo, el video de una charla que dio antes de ser convocado por Mauricio Macri, en la que admitió como gran mérito del kirchnerismo tener un muy bajo nivel de endeudamiento en dólares. Ponderó una virtud que, es sabido, se encargó de convertir en una gigantesca piedra de Sísifo para los argentinos gracias el préstamo del Fondo Monetario Internacional.
Por aquella época, primeros meses de 2018, Tetaz era un enconado defensor del macrismo en materia económica. Conviene recordar que, para entonces, cuando el dólar se comenzó a disparar, se venía de la inédita decisión de cambiar la meta de inflación con el presupuesto ya acabado. De un diez por ciento pasaron a proyectar un quince por ciento. La realidad desmintió cualquier optimismo respecto de la segunda cifra, con un 47,6 por ciento en todo 2018, un número récord desde 1991, cuando la convertibilidad de Menem y Cavallo redujo los índices a la mínima expresión. El optimismo panglossiano de Tetaz lo llevó a pronosticar que, con cierto margen de error, si no cerraba en 15 llegaba al 17. Le erró por apenas 30 puntos. Fue más allá y pronosticó una cifra a la baja, del 12 por ciento, para 2019. Se equivocó por un poquito más de 40 puntos, porque la cifra fue del 53,8 por ciento. Errar es humano.
El 7 de mayo de 2018, mientras se generaba la corrida del dólar, Tetaz firmó en su página web un artículo titulado “Sí, el dólar también está en tu mente”. Allí se lee esto: “Es muy importante entender que, en la demanda de activos financieros, como el dólar, no importa el pasado. O, mejor dicho; importa, pero solo en su capacidad para aportar información que pueda iluminar el futuro. Por ejemplo; cualquiera que tenga pesos corre al dólar si se espera una devaluación la semana que viene, pero paradójicamente si el gobierno devalúa fuerte hoy, ya no tiene sentido comprar dólares, por más que la devaluación te haya hecho perder el 50% de tu riqueza. Solo se justifica comprar dólares después de una devaluación si existe la sospecha de que no fue la última, de que el Banco Central se quedó corto, y que volverá a devaluar”. Y agrega: “Es justamente en este sentido que la expresión “el dólar está en tu mente” se torna 100% cierta, porque el precio del día de mañana depende de las expectativas futuras y no de la historia”. Resultó una descripción permanente de la Argentina de Macri de ese momento y de los siguientes tres meses, con una corrida que llevó el tipo de cambio de 22 pesos a 30 en cuestión de días en el mes de mayo, y que luego, en agosto, cruzó la barrera de los 40. En el medio, el mejor equipo de los últimos cincuenta años le fue a pedir escupidera al FMI.
La nota de Tetaz se cierra así: “A Jorge Lanata le gusta decir que la Economía es una rama de la Psicología y la verdad que, en materia de activos financieros, eso es absolutamente cierto. La batalla de la confianza se juega en la cabeza del público”. Un economista admitiendo que la ciencia para la cual se preparó durante cinco o seis años en una facultad es una rama de otra disciplina, que no es ni una ciencia exacta ni una ciencia social. Una tercera posición entre liberales y marxistas, tal vez. Lo cierto es que en los meses de la corrida, el “egresado de la Universidad Nacional de La Plata, especializado en Economía del Comportamiento, la rama de la disciplina que utiliza los descubrimientos de la Psicología Cognitiva para estudiar nuestras conductas como consumidores e inversores” (así se presenta en su web) se excusó vía Twitter (una de las plataformas hacia su carrera política incipiente) porque debía entregarse a la escritura de un libro y la red social le quitaba tiempo.
En consecuencia, nos quedamos sin sus sesudos análisis mientras el macrismo generaba el brutal endeudamiento que llevó a una crisis cuya consecuencia ineludible pasa por evitar el default. Aquí se usa el vocablo “ineludible”; el economista gusta de abusarse de “ineluctable”. El autor suele seguir a Borges, que decía que a la hora de buscar sinónimos no todas las palabras del diccionario son útiles. Habrá quienes siguen a Tetaz. Hablando de dólar y expectativas, el Tetaz en versión de Twitter escribió en septiembre de 2015: “El gobierno que asumió con un dólar de $3 y entrega uno de $15, denuncia que Macri llevaría el dólar a 50”. No le faltó visión.
Otro de los aportes tetazianos fue la defensa cerrada de los créditos UVA, una de las marcas de la economía macrista. La actualización por inflación convirtió a esos créditos de acceso a la vivienda en un enorme lastre. Desde su nacimiento en abril de 2016 hasta que Macri entregó el poder los salarios subieron un 133 por ciento, pero la inflación fue por ascensor hasta el 227 por ciento. La realidad habría desmentido el aserto de Tetaz: que los UVA eran la mejor medida de política económica en 70 años. Sí: usó la misma referencia temporal del macrismo para referirse a los años de decadencia argentina, que coinciden desde esa óptica con el nacimiento del peronismo.
Propuestas de campaña
Columnista de Jorge Lanata en Radio Mitre, el hombre decidió pasar al barro de la política en la lista de María Eugenia Vidal, apadrinado por la UCR de la ciudad de Buenos Aires. En tiempos de feminismo y deconstrucción, su entrada a las lides electorales fue con tono de barricada, pero fuera de lugar, al señalar que acompaña a la ex gobernadora “porque Vidal tiene los huevos bien puestos”. Ya en campaña, ha ofrecido un recetario de propuestas levemente a la izquierda de la derecha más fanatizada de Javier Milei. Si el economista de cabellos revueltos propone literalmente quemar el Banco Central, Tetaz sugiere que hay que garantizar por ley del Congreso la autonomía del BCRA y que ese artilugio frenará la inflación.
También ha propuesto que jóvenes en edad escolar vayan a trabajar. Lo hizo de este modo: “Cuando nosotros éramos pibes, en un taller mecánico un tipo que quería invertir su capital, si venía un pibe de 14 años le daba su primer laburo y era de aprendiz. El pibe aprendía el oficio, y después tenía una carrera”. Trabajo infantil y mano de obra barata cuando a los 14 años, se supone, un chico debe estar en la escuela.
La frutilla del poste se vio en los últimos días en su debate televisivo con Carlos Heller, reducido a la chicana de la remera “Ah, pero Macri” que el candidato macrista ofreció al final de ese cruce. Es cierto que las argumentaciones de Heller suelen caer en el voluntarismo, pero también hay que decir que un análisis político y económico precisa un punto de referencia, y que no se pueden soslayar los cuatro años de Macri (¡y qué cuatro años!). Con lo que Tetaz directamente cae en la negación del debate. Menudo aporte, que coronó con el sorteo de la remera. En Twitter se presenta como “economista, investigador, docente, divulgador y speaker” (sic) y cita el lema de la Revolución Francesa: Liberté, Égalité, Fraternité. Curioso: quizás no se podría debatir con Tetaz sobre la Francia de 1789, por aquello de que niega la referencia y no habría mayores diferencias entre el Antiguo Régimen y lo que vino después, porque ah, pero Luis XVI.