Hace pocos días comparó a RAM con Sendero Luminoso y habló de una rara enfermedad que él se propone erradicar, el “protomontonerismo”. Miguel Ángel Pichetto siempre ha estado cerca de donde se cocina el poder y ahora, liberado de Cristina, se pone del lado del gobierno y le vota casi todo lo que le mandan.
Miguel Angel Pichetto, el jefe del bloque del PJ en el Senado de la Nación, declaró fuerte durante los últimos días como para que quede en claro que sigue siendo lo que fue siempre: un reaccionario. Hasta el propio senador se sentiría incómodo si alguien lo tildara de progresista.
La libertad de no tener que responder a ningún oficialismo peronista en el poder permite que aflore su verdadero perfil político detrás de la imagen de legislador componedor, amigo de los poderosos y hábil para las alianzas.
Según informa Infobae: “Durante la exposición que brindó ante los miembros del Rotary Club de Buenos Aires (Pichetto) se refirió a ella como “la señora” y solo circunstancialmente como la ex presidenta. Habló también de un peronismo que atraviesa ‘una crisis muy parecida a la etapa post 83’ y calificó de ‘dirigencia muy esclarecida’ a quienes emprendieron en aquel momento la renovación, con especial énfasis en la figura de Antonio Cafiero, aunque nombró también a Carlos Grosso, Carlos Menem y José Manuel de la Sota. Recuerdo la imagen de Cafiero en el balcón con Alfonsín”, dijo sobre la Semana Santa de 1987.
Lejos de aquella crisis militar y más cerca de las políticas neoliberales puestas en marcha por su jefe político, Carlos Menem, Pichetto reeditó estos dos últimos años aquella alianza con el oficialismo gobernante. Claro que uno (Cafiero) lo hizo para salvar a la democracia y el otro (Pichetto) para salvar vaya a saber a quién.
Pero, en tren de recordar (ya que al senador le gusta remontarse a viejos tiempos), digamos que el rionegrino Miguel Angel Pichetto fue primero legislador provincial, luego diputado y, con el comienzo del milenio, senador nacional. Desde su banca, respondió a Carlos Menem, a Eduardo Duhalde, a Néstor Kirchner, a Cristina Fernández y, ahora, con matices, a Mauricio Macri.
Hace pocos días, en la presentación de una revista peronista, en el hotel Castelar, Analía Argento, en Infobae, señalaba : “ (Pichetto) instó a los presentes a debatir líneas de pensamiento en el partido, recuperar a las Fuerzas Armadas (mencionó valores del Ejército, de la fuerza Aérea y de la Marina y habló incluso de ‘reconciliación’ y de ‘perdón’ y de presencia ‘disuasiva’ en la Patagonia); qué hacer con los RAM y el reclamo mapuche (‘hay un tufillo a senderismo’ dijo y se ganó el aplauso de la mitad del salón que estaba lleno y hasta mencionó que ‘hay mucho promontonerismo, algo que no existía hace diez años’).”
No es cuestión de caerle porque sí al senador nacional por Río Negro. Recordemos, entonces, la coherencia de este hombre, que en pleno gobierno kirchnerista se despachó desde el Senado, al defender el pago de la deuda externa, con una declaración políticamente incorrecta para los tiempos que se vivían: “tenemos que pagar la deuda externa, no podemos caer en el default como Correa en Ecuador. No somos un país bananero, tenemos que pagar.” Además de no saber lo que verdaderamente significa “bananero” ni en qué contexto se hablaba de ello, Pichetto metió en problemas diplomáticos al gobierno que decía defender.
(Para saber más sobre el significado de “bananero”, leer la nota de Atilio Borón publicada en 2008, a propósito de aquellas declaraciones http://www.atilioboron.com.ar/2008/12/repblica-bananera.html )
Las declaraciones aludidas y otras perlitas ya forman parte del impecable currículum pichettista. Ahora bien, esas palabras también están hablando de otra cuestión: que la interna del justicialismo apenas empieza. No es casual que junto con estas declaraciones se conozcan las intenciones de Sergio Massa de volver al peronismo, lugar del que Florencio Randazzo, por ejemplo, nunca se fue.
En cambio, para Pichetto, dueño del peronómetro, Cristina Fernández sí se fue del peronismo. No importa las políticas que se apliquen. Lo que importa es preservar al peronismo para disputar poder desde el poder.
Ese fue el verdadero rol de Pichetto y la tan mentada “gobernabilidad” que, por otra parte, jamás estuvo en discusión, si se tiene en cuenta que el gobierno implementó, por ley o por decreto, todas las medidas que quiso ejecutar. Lo que propone el senador rionegrino es precisamente eso: volver a ser un peronismo “confiable” para los dueños del poder económico, esos que todos los días hacen negocios a caballo de distintas medidas de gobierno.
Desde el cristinismo, uno de los primeros en contestarle a Pichetto fue Hugo Yasky: “Es un burócrata aburguesado en el Senado con ojos en la nuca”, dijo uno de los líderes de la CTA.
No fue el único. Desde un sector del PJ rionegrino emitieron un comunicado para criticar al senador y pedirle que restituya la banca: “Devuélvanos el voto”, le dijeron, porque no fue elegido para legitimar “las políticas de saqueo, la represión, la persecución, el endeudamiento y la desaparición forzada de personas”.
El detalle, no menor por cierto, es que Miguel Ángel Pichetto lleva muchos años como jefe de la bancada peronista en el Senado de la Nación, la mayor parte de ellos con el kirchnerismo en el gobierno. No será en estas líneas que se podrá exculpar a Nestor Kichner y a Cristina Fernández por la responsabilidad de haber mantenido a Pichetto y a otros tantosque como él que viven tan cerca del poder real.
Pero hoy CFK es víctima de aquella decisión. Si Pichetto, Massa y compañía pueden levantar la voz, por algo será. Se vienen tiempos duros para el peronismo. Y eso nunca es una buena noticia.