Un guionista pierde la batalla de la ficción contra la realidad. Y no le queda otra que aceptar que en el mundo paralelo de Macri un ministro deje, a la vista de todos, sus anotaciones, que no descartan (¿anuncian?) la catástrofe. El poder tiene ese no se qué.

Imaginen una película sobre una crisis política. El guión, escrito por mí, digamos, dice:

Escena 3:

* Día de asunción del nuevo ministro de Economía. El auto oficial se detiene frente a los periodistas para una breve charla y un fotógrafo clickea un paper dejado sobre el asiento.

* Que resulta ser un informe confidencial para ser discutido con el presidente en medio de un despelote infernal.

* Allí se plantean dos escenarios posibles (ganar – perder) y un tercero tremendo, catastrófico, apocalíptico.
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(una palma se estrella con violencia sobre la mesa, gestos de fastidio)

Productor: –No Asch, ¡no….! Una idea así es ridícula. Nadie, ¿me entendés? Nadie, en ningún país del mundo va a asumir dejando un papel así a la vista de cualquiera y especialmente si se detiene para hablar con los periodistas. Seamos serios. Eso no es creíble. No me arruines la película.

Asch: –No, pará. Mirá que la historia pasa en Argentina. ¡En la Argentina de Macri!

Productor: –Pucha, tenés razón… Mmm… A ver, ¿Cómo sería la cosa?

La cosa es que Hernán Lacunza, el ministro de la exitosa gestión de Vidal que llegó a la Nación con la única misión de ser un buen agente de tránsito para que el tráfico de dólares del carry trade de los Fondos de Inversión dejen la comarca llevándosela toda pero sin producir embotellamientos ni desbordes, efectivamente paró a charlar dos palabras con la prensa con el dichoso paper escrito a mano, de puño y letra ahí, a tiro de cualquier flash.

El paper presenta, entre otras cosas que pueden ser leídas con claridad, tres escenarios posibles:

1) Ganar

2) Perder

3) Por la ventana.

Ops. Este curioso ítem: “Por la ventana”, imagina variables bastante perturbadoras. Agárrense fuerte:

* Tasa: 100%

* TC (tipo de cambio, dolar): 200

* Pobreza: 50%

El ya célebre escenario “Por la ventana” puede referirse a un default, a un estado de hiperinflación o a una corrida imparable de capitales fugaces que, se sabe, es el animalito de dios más cobarde que existe, y huye desesperado ante la menor sospecha de peligro.

También puede tratarse de una fantasía catastrófica como para que de allí hacia arriba todo escenario sea digerible.

¿Que podría uno imaginarse de una charla entre un ministro que deja sus papeles a la vista de cualquiera mientras va a entrevistarse con un presidente que cree que vive en el día anterior?

También pueden leerse algunas fórmulas y alguna frase esperanzadora como “En 10 días veremos”.

(“Veremos”, dijo Stevie Wonder, puso primera y aceleró a fondo).

Consultados por periodistas económicos, el equipo de voceros del flamante ministro aclaró que solo habrá comentarios sobre medidas o declaraciones oficiales.

Es decir: no hubo desmentida. Nadie dijo que era una broma pesada de sus amigotes del club, una travesura de uno de sus tres hijos, un chiste que le dejó Dujovne. Silencio atroz.

Nada para descorchar, está visto. Todo para repetir, por enésima vez, compatriotas:

Estamos vivos de milagro.

 

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