En estos días, la mediatización de la disputa terrateniente de la familia Etchevehere y de la ocupación de tierras en Guernica volvieron a poner en primer plano el latiguillo de la “propiedad privada”, una fórmula que se olvida cuando se trata del bolsillo de los trabajadores o de los abusos de las empresas. (Foto de portada: MarianoCampetella)
Cada vez que resulta posible que se toquen intereses de los sectores con mayor poder económico, ya no resulta sorprendente que tanto la oposición al gobierno como las bandas de trolls que contaminan las redes sociales salgan a decir que en la Argentina corre serio riesgo la propiedad privada, y que por eso vamos camino a ser Venezuela o Cuba.
Por desdicha para algunos- inclusive de quien escribe- tanto la propiedad privada como el capitalismo están presentes hasta en el último recoveco del planeta, y todo a lo que la derecha tilda de no capitalista no deja de ser una variante más de un mismo modo de acumulación económica. Claro que para justificar lo que dicen meten en la misma cacerola, a Keynes y Marx, y el denominado Estado de Bienestar viene a ser lo mismo que el socialismo y el comunismo y por qué no el nazismo. Para ellos no importa qué clase social tenga el poder sino hablar de la prepotencia del Estado, aunque la derecha cuando llega al gobierno nunca se desprenda de este aparato – aunque no se canse de hablar del déficit fiscal-, ya que fue diseñado por los mismos capitalistas para preservar sus propios intereses.
La propiedad privada es una cualidad generalizada. La billetera del trabajador también es propiedad privada, aunque cuando las grandes empresas de servicios le meten al pueblo las manos en los bolsillos no dicen nada. Los tarifazos de luz o de gas durante el gobierno de Macri no eran atentar contra la propiedad privada, sí lo era si no se aumentaban las tarifas, ya que eso era meterse con la propiedad de las grandes empresas. El cuidado patrimonial de los pequeños comercios o industrias nunca les interesó a los grandes defensores de la propiedad. En tal sentido la defensa que hace la derecha no deja de ser parcial y relativa, defienden nada más que a los más poderosos.
Ante la ocupación de tierras en Entre Ríos por parte del movimiento que encabeza Juan Grabois con el consentimiento de Dolores Etchevehere, comenzó una hostil propaganda contra el gobierno debido a que éste auspiciaba ir contra la propiedad privada.
En 2017 cuando Mauricio Macri nombró a Luis Miguel Etchevehere al frente del Ministerio de Agroindustria, su hermana Dolores denunció que el flamante funcionario contaba con causas abiertas por lavado de dinero, evasión fiscal y contar con mano de obra esclava. Obviamente que para aquellos que consideran que fugar divisas hacia paraísos fiscales es lícito -porque cada uno hace con su plata lo que quiere-, lo del titular de la Sociedad Rural no era un problema. “Mis hermanos realizan maniobras fraudulentas en las empresas familiares de Entre Ríos. Fueron llamados a indagatoria, pero interpusieron una nulidad para que no se conozca la verdad sobre la información aportada por la AFIP” dijo por ese entonces Dolores.
Ante el lanzamiento de un plan de tierra y vivienda el gobernador bonaerense Axel Kicillof sostuvo que “La mayoría de los barrios privados y countries no están habilitados, entonces no pagan impuestos. Son prácticamente ocupaciones de tierra. Hay que regularizarlo”. Esto en el marco de ocupaciones de tierra que movimientos sociales realizan en Guernica. La oposición no tardó en lanzar dardos envenenados contra esas declaraciones. “Primero la inacción en Guernica. Ahora el gobernador pone en duda la propiedad privada. Estas ideas atrasan y fracasaron. De esta crisis salimos si cumplimos la Constitución y respetamos la iniciativa privada. Ese es el camino para recuperar la inversión en la Argentina”, expresó Ricardo López Murphy, mientras que el diputado macrista Cristian Ritondo dijo: “Kicillof cruzó la raya de la racionalidad política. Avalar la toma de tierras con argumentos extraviados solo genera más incertidumbre y promueve inseguridad legal. Defienda la propiedad privada, gobernador. ¡Póngase del lado de la ley!”. El titular de ARBA Cristian Girard salió entonces a explicar que hay unos 230 barrios privados que representan el 25% del total de ese tipo de construcciones que no está registrado formalmente y que por ende no pagan impuestos. Para la derecha meterse con la propiedad privada es lo que hacen los movimientos sociales pero no ciertos emprendedores inmobiliarios y habitantes de barrios Vip. En 2008 se descubrieron en las cercanías de Rosario varios barrios privados enganchados de la corriente eléctrica, lo que representa un consumo considerable por la utilización de aparatos de aire acondicionado, calefacción eléctrica y diferentes equipos que se utilizan para mantener grandes piscinas. Seguramente estos casos señalados no son una excepción a la regla.
En 2019 cuando Fabián de Souza, socio de Cristóbal López quedó en libertad tras haber estado 2 años en prisión reveló que el Grupo Indalo sufrió una sistemática persecución administrativa y judicial para que se desprenda de la empresa y se la entregue a otros propietarios. En septiembre de este año la Justicia reconoció los manejos espurios de la Afip macrista. Nunca vale olvidar los diferentes aprietes mafiosos de ciertos empresarios de medios durante la última dictadura cívico militar para quedase con Papel Prensa SA. Los defensores de la propiedad privada de todo esto nunca dicen nada.
Las guerras que propicia hoy el imperio estadounidense no dejan de ser acciones de rapiña para quedarse con recursos naturales. Hoy uno de los principales modos de acumulación económica es el saqueo al igual que el lavado de activos que surgen de la delincuencia económica. De todo eso no habla la derecha y si lo hace es para culpar a todos aquellos que no comparten su visión. El economista José Luis Espert dijo que Venezuela es un “Estado narco terrorista” aunque no cuente con ninguna prueba al respecto. Hubiera sido más sincero si eso lo hubiese dicho de Colombia. Durante los 90 la CIA ubicó a Álvaro Uribe como el número 82 de los buscados internacionalmente por narcotráfico. Luego lo apoyó para ser presidente de ese país por dos mandatos. El actual presidente neogranadino es del riñón del hoy senador Uribe.
Los últimos días circuló por las redes sociales un meme en el que puede verse al General Roca conquistando el “desierto”. Allí decía que las tomas de tierras están bien o mal según quién las realice.
El mito comunista
Hubo en otros tiempos un mito sobre la propiedad privada y el comunismo que era repetido por muchos. La base de ese mito es parte del actual discurso de la derecha. Se decía por entonces que en la Unión Soviética, China o Cuba; si tenías una casa o un auto te lo sacaban y eso era para el estado. Esto no ocurrió nunca. Vayamos por partes.
Cuando desde el marxismo se plantea ir contra la propiedad privada no se trata de la ropa que se lleva puesta sino de los grandes medios de producción, las grandes propiedades que obstaculizan el desarrollo económico. Ya la burguesía revolucionaria llevó adelante expropiaciones para que el capitalismo supere al modo de producción feudal. En la Argentina no nos enteramos de ello porque siguen existiendo grandes terratenientes y latifundios hoy sojizados y la derecha defiende esas propiedades. Es imposible tanto en los EEUU como en Europa la existencia de una Sociedad Rural. No tendría socios, a menos que lo hagan los monárquicos nostálgicos.
La reforma agraria que llevaron adelante algunos gobiernos socialistas, hablando con cierta exactitud, no es socialista; es transformar resabios feudales para que la economía agraria tenga una mayor productividad. Por otra parte hay que decir que en ninguno de los países llamado socialistas se tocó la propiedad capitalista del campo. Mientras que las fábricas eran controladas por sus obreros, la tierra era para quien la trabajara. Es más la colectivización de la tierra como una perspectiva a futuro, fue uno de los grandes obstáculos y tal vez algo que el marxismo aún hoy debiera teorizar.
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