Una larga serie de fallos o decisiones judiciales –fundados en razones harto diversas- tiene en alerta al macrismo y al establishment mediático. Cambiemos queda un poco culo al aire sin sus monstruos predilectos en las cárceles. (Foto de portada: Claudia Conteris).

Cuando el Gato Sylvestre comenta este tipo de noticias las da como una suerte de bendición, la de un país que se regenera. Da a entender por ejemplo el Gato- cuyo programa, aclaro, sigo con respeto- que Carlos Pagni, en La Nación, por señalar inconductas de ciertos jueces  es algo así como un corajudo transparente. Eso dice, con tal de insuflarnos optimismo o de medio sostener sus propias posiciones, también cuando Pagni denuncia entramados de los que en realidad formó o forma parte, y sistemática. O cuando cuestiona a jueces o agentes de inteligencia de presunta autonomía que en rigor de verdad funcionan en sistema con el Ejecutivo. Carlos Pagni fue procesado, luego sobreseído, y procesado nuevamente vía apelación por la causa de pinchaduras de mails junto con agentes de la ex SIDE, espías “alla Stiusso”, y otra gente linda como Juan Bautista Yofre, Héctor Alderete, Roberto García, y su otro colega (en doble sentido, el segundo es parecido a extorsionador) Edgar Mainhard.

Hay quienes creen que estamos viviendo un momento bisagra en el Poder Judicial. Se trataría de un fin de época, creo que más o menos dijo algún ex funcionario kirchnerista y luego massista, o también lo dijo el Cuervo Larroque. Con tal de brindarnos esperanzas u oxígeno o pruebas de republicanismo hay quienes entienden que, también, por una sola acordada, la Corte Suprema –parte de la cual casi fue designada por decreto presidencial, la del casi 2×1, la del fallo en contra de los metrodelegados- se está regenerando o volviendo a los viejos tiempos de prestigio que tuvo cuando el primer kirchnerismo. O porque patalea contra tribunales subordinados (caso sorteo Tribunal Oral Federal 9), o más bien impone algo tan simple y vertical como su poder jerárquico.

Carlos Zanini sale en libertad (Foto: Carlos Brigo).

Estamos hablando, por supuesto, de la retahíla de bolonquis judiciales que esperanzan o desorientan a varias puntas. De la puesta en libertad en serie de ex funcionarios kirchneristas; de la bendición judicial algo opaca que recibió Guillermo Moreno como ex responsable del INDEC; del fallo Supremo por ese sorteo mal hecho que dejó en el aire provisional las causas más emblemáticas contra Cristina Fernández de Kirchner; de desmentidas definitivamente oficiales: ni Máximo Kirchner ni Nilda Garré tenían plata en el exterior como denunciaron los medios demonizadores del kirchnerismo; en fin, de más liberaciones resonantes como las de Cristóbal López, Carlos Zannini, Luis D’Elía.

Otras cosas suceden más sordamente. Al mismo tiempo que se hace por un lado lobby a favor de la libertad de Astiz, gracias a la movilización popular, incluidos puntos geográficos impensados, Etchecolaz vuelve a prisión. Y la Plaza de Mayo se vuelve a llenar el 24. Pero antes, mientras comenzaban a escribirse estas líneas, Luis Caputo, ministro de Finanzas, conseguía una postergación de una semana para estudiar mejor todas las bolillas de su presentación ante Diputados.

Monstruos afuera

En las redes sociales comenzó a circular –suponemos que, como es habitual, a modo de prueba o ensayo- una convocatoria que dice así “No existe en Argentina ningún incentivo para ser honesto. Ni premio para el decente ni castigo para el inmoral. LA JUSTICIA NOS ABANDONÓ. #12AYOVOY”. Es una presunta autoconvocatoria para marchar a Tribunales y otras plazas del país, supuestamente bajo la inspiración de un humilde tuit de Juan José Campanella. En Google aparece un apoyo a la iniciativa con esta finísima firma: Mujeres del Cambio (@FemmesdelCambio). De acuerdo, esos son los activos o activistas del macrismo, ¿qué pasará con los tibios o los neutrales o los dudosos o en transición?

Luis D’Elía con su nieta Charo (Foto: Carlos Brigo).

Especulación fácil: si las cárceles macristas comenzaran a vaciarse de monstruos el electorado ídem y más duro se quedaría sin una de las pocas alegrías que les dio el Gobierno. Y si electorado blando o semiduro –ese que se viene distanciando y crítica la marcha de la economía, o comienza a sospechar que este Gobierno curra de lo lindo, solo que de un modo más que exquisito- comenzara a maliciar que la Justicia estaba manipulando causas… entonces se supone que el macrismo tendría un problema de opinión pública grave. Pero no; o no necesariamente. Porque no creemos –con escepticismo durán barbesco- que haya porciones extensas del electorado que repechen la cuesta de la historia de estos últimos años de política, intoxicación informativa y de cultura política de siempre hasta concluir: nos engañaron con el slogan de “se robaron un PBI entero”, no eran tan malos los K, muchos de los denunciados eran inocentes y los denunciantes eran los malos. La información y las causas judiciales pueden sufrir modificaciones de coyuntura, pero la propia cultura (o incultura) política viene de antes y el odio instalado ya hizo su trabajo eficacísimo; ahí quedó: sólido, ciego, impertérrito. Con escepticismo, uno se inclina a creer que de parte de ciertos sectores sociales que votaron macrismo el desencanto no se traduciría en positividad sino en escepticismo, furia, anomia o anemia o anorexia.

Lo que sí puede convertirse en un problema para el Gobierno es que ante esta suerte de “Uy, nos quedamos sin Budúes que encanar y los que teníamos adentro salen”, queden más expuestos los problemas de la economía y que no alcancen ni las cortinas de humo de la corrupción K, ni la herencia recibida, ni el debate sobre la despenalización del aborto, ni matar pibes para que el sector más facho de la sociedad, apenas satisfecho, babee sangre por las comisuras.

Lo que está cayendo a pedazos (por ahora)

Las novedades judiciales que enfurecen al Gobierno –según sinceran los títulos de La Nación o Clarín a modo de violación de la privacidad de lo que se charla en terapia- comienzan, si hay que tomar  alguna de las últimas, con el bruto reto de la Corte Suprema al Tribunal Oral Federal 9. El TOF 9 fue una creación artificial extrema del Ejecutivo –un brutal dedazo sin acuerdo del Senado mediante el cual tribunales ordinarios se hicieron mágicamente federales- para entre otras cosas enmerdar a CFK por la insostenible causa de encubrimiento del atentado a la AMIA. La Corte Suprema dejó al TOF 9 colgado de la palmera (y a Cristina sin jueces, tradujo Clarín) con el simple trámite de decir que un sorteo fue irregular. Es muy fuerte esto de impugnar una decisión súper trascendente de la Justicia (o mejor, corregiría Mario Wainfeld, del poder Judicial) por un asunto de sorteos, como si los honorables magistrados jugaran con procesados y con la sociedad del mismo modo que se juega a la ruleta o se hace (¿hacía?) el pan y queso en los picados de fútbol.

Fiscal Germán Moldes.

El último domingo los tres pesados de Clarín –Eduardo Van del Kooy, Ricardo Kirschbaum (quien habló de “lodazal juicial”) y Julio Blanck- dedicaron sus columnas a los bolonquis judiciales de los que venimos hablando. Fue un esfuerzo evidente y más que sintomático del diario a la hora de intervenir en el asunto, escrachar a unos, salvar a otros. El que escribe, antes, se había detenido en lo escrito hacia el fin de la semana pasada por otro periodista del mismo, llamémosle, órgano de prensa, Claudio Savoia. Con el periodista obviamente disgustado con la noticia, la suya era la típica nota antojadiza sobre la liberación, pero seudo intelectualmente honesta, y a la vez mala leche, muy sibilina. De hecho alcanza con citar el remate: “Esta mañana ocurrió lo que medio mundo esperaba, y quizás haya sido una decisión correcta. A simple vista, nunca se advirtieron movimientos de Zannini, D’Elía o los otros detenidos que pudieran entorpecer el caso. Para ellos, es una gran noticia. Para la sociedad, absorta ante las idas y vueltas inexplicables, es otro poderoso motivo para repudiar a todo el poder judicial”. En síntesis: “quizá” la decisión judicial fue justa, pero la sociedad repudia –eso seguro- a “todo” el poder judicial. Análisis mal intencionados como estos nos llevan al Que se Vayan Todos Walking Dead.

Menos mal que a la fiscal Gabriela Baigún, la que dispuso la liberación de Zannini y D’Elía, no le pueden decir mucho (o sí, da igual; cuando se trata de inventar un “pertenece a Justicia Legítima” por acá o “maneja un coche de alta gama” por allá) porque, como ella misma dijo, fue la que pidió y aun pide la prisión del segundo por la toma de una comisaría, amén de haber tenido en cuenta principios tan elementales como la presunción de inocencia o la constatación de que ni uno ni otro tenían algún tipo de poder residual (doctrina Irurzun) como para poder fugarse.

Decíamos que el domingo pasado los Tres Grandes del Buen Humor de Clarín volcaron su poder de fuego sobre el asunto de la crisis relacional entre poder Judicial y Ejecutivo. Kirschbaum habló de “lodazal” (y de que la candidata de Macri para reemplazar a Gils Carbó, Inés  Weinberg de Roca, es esposa del ex embajador de la dictadura ante la ONU durante la última dictadura). Julio Blanck, así como de pronto, dijo que todo el mundo en el Gobierno (Gobierno que por definición bate la justa) sostiene que tras el fallo de Eduardo Farah y Jorge Ballestero que permitió la liberación de Cristóbal López hubo coimas. Pero que no hay pruebas. Pero que hubo coimas, “quizás dos veces millonarias en dólares”. Pero quizás; pero las hubo. Y así, todo recontra chequeado y periodismo de guerra dignísimo.

Por favor, socompeiros, lean esto otro, el nivel de salvajada y de mala intención de Julio Blanck, en este párrafo: “A esa altura Farah ya había recalentado la polémica, cuando en un llamativo reportaje por televisión dijo: “Yo no recibí un solo peso y resolví lo que tenía por resolver. No somos todos lo mismo” (antiguas negritas didácticas de Clarín en el original, más bastardillas para más honra del periodista). Son declaraciones curiosas. ¿El no cobró pero otro sí? ¿A eso alude cuando dice que no son todos lo mismo?”.

Mucho asco. Siempre es más liviano Eduardo Van der Kooy con su despliegue de potenciales. Pero esta vez, este domingo, no fue tan así. Uso un término kirchnerista, bien 6,7,8, para hablar mal del poder Judicial en oposición al Bien del Ejecutivo (“La ‘Corpo’ judicial descoloca a Macri”) y dijo esto que parece dolerle: “El Presidente cosechó en el campo judicial, en los últimos días, tres derrotas” (reto de la Corte al TOF 9, Cristóbal, liberación de D’Elía y Zannini).

Camaristas Farah e Irurzun.

La Nación también operó el domingo pasado a lo pavo en el mismo terreno judicial. Están del tomate con el asunto. Cero referencia, pero 000, al actazo por el 24 de marzo y en cambio este título principal en la edición en papel: “En plena tensión con la Justicia, Macri acelera la designación de jueces”, lo cual no suena del todo republicano.

En portada también, el aporte de la columna de Joaquín Morales Solá dando por natural y no por autoritario ni por discutible o extorsivo el hecho de que apenas salió el fallo “el oficialismo, en el Consejo de la Magistratura, resolvió llevar a Ballestero y Farah al enjuiciamiento político para ponerles fin a sus carreras judiciales”. El pálido calvo de la barba alquitranada escribió también con preocupación que Lorenzetti “ha dejado de ser previsible para el macrismo”, lo cual debería ponerlo chocho, porque quién te dice: acaso imprevisibilidad es sinónimo de independencia, ese valor tan querido por los republicanos como Morales Solá y tan machazo. Por citar un tercer punto cualquiera de la hipocresía que recorre la columna de Morales Solá, merece citarse esto otro: “La difusión de conversaciones privadas, cuando no significan la confesión de un delito, es una grave anomalía de la vida democrática”. Eso escribió el empetrolado nacido en Tucumán, siendo que La Nación se la pasa difundiendo esas escuchas, sobre todo si Cristina llama por celular a Zannini, pelotudo.

Por supuesto, el editorial institucional del diario fundado por Bartolomé Mitre fue dedicado a los jueces Farah y Ballesteros con este título objetivo y sencillo: “Un fallo vergonzoso”.

Hacete amigo del juez

¿Cuál debería ser la lectura alternativa (no la impostada por los medios conservadores) sobre las broncas cruzadas que atraviesan al poder Judicial, a parte del Judicial con el gobierno macrista, a la Corte Suprema a veces con el Gobierno o con tribunales inferiores? Primero vale reiterar como siempre lo obvio (para cualquier lector socompeiro pero no para otros): que en la agenda pública sobre el tema impuesta por los medios conservadores se destacan de lejos los Cristóbal López y los Zanninis y hasta las presuntas coimas fantasma cobradas por jueces mientras se siguen escamoteando a lo pavo los casos  Arribas (¡por Dios! ¡Inquilino de Macri!), Caputo, Panama Papers, Iron Mountain (ver en Socompa https://socompa.info/cronica/cristina-sabia-que-el-incendio-fue-provocado/) y tantos otros.

Lorenzetti inaugura el año judicial.

Lo otro es previsible o compartible o conjeturable: crujen grietas y emergen sordos ruidos porque ciertos fiscales o jueces, del tribunal que sean, perciben a un gobierno algo debilitado o menos diestro con el látigo (aunque les siguen pegando abajo). Hay jueces o fiscales que quizá y al fin se animan a firmar fallos más dignos, o lo fueron siempre, como pudieron. O que resisten un poco. O quizá más y mejor: magistrados que necesitan hacer demostraciones amenazantes o defender su viejo poder. O acaso todo es mucho más simple pero a la vez más confuso y secreto: por cada causa en particular, hay un infinitamente opaco juego de tahúres, de viejas y nuevas complicidades en posible crisis, y mucho operador de la AFI metiendo cuchara, más oscuros asuntos financieros y/o impositivos que salpican parejito sin análisis de orina previo.

El juego de los grandes medios conservadores, mientras tanto, es conocido: nos hacemos los boludos ante todas las conductas oficiales que avasallan la calidad institucional que se le exigió al kirchnerismo. Si hay que co-inventar a la RAM o proteger a Gendarmería lo hacemos gustosos. A los jueces de Comodoro Py los presentamos como mártires o como vieja rémora de truchos según se trate de las necesidades coyunturales del Gobierno o de seguir dejando clarísimo para la Historia dónde reside el origen de todos los males, lo que tanto nos ofendió, lo que amenazó con poner nuestro poder en riesgo, el kirchnerismo eternamente odioso.

Así sigue el juego de Defensores de la República versus The Barbarians, con el feo detalle de violar lo que el macrismo habla en privado, en terapia. “El Presidente está enojado con el fallo, sí. No vamos a hacer nada porque no nos corresponde, pero el enojo está”, dice La Nación que confió un alto funcionario, siempre innombrado, porque será republicano pero no corresponde. O sí, Macri dijo del juez Eduardo Farah, a Luis Majul, “Es un cachivache”. A nadie se le ocurrió meter aquel viejo verbo mediático antikirchnerista: “embatió”.