Una crónica que transcurre dentro y fuera del estadio de Arsenal de Sarandí, con “los hombres y las mujeres de carne y hueso” que se concentraron para escuchar a la expresidenta y apoyar el lanzamiento de Unidad Ciudadana. (Foto: Horacio Paone).
Vinimos a acompañar el proyecto nacional”. “Vinimos por Cristina”. “Los que creemos en el proyecto estamos acá para apoyarla”. “Entre el pueblo y la oligarquía hay un abismo”. “La grieta le conviene a los grupos de poder económico”. “Está todo mal económicamente”. “El pueblo no está dividido, lo quieren dividir”. “Con Macri cada vez estamos peor, por eso necesitamos que vuelva Cristina”. “Subieron los impuestos, la SUBE y no tenemos trabajo”. “Los pobres vamos a seguir siendo pobres y los ricos cada vez más ricos”. Estos y otros tantos testimonios parecidos pudo reunir Socompa en apenas un puñado de horas en las inmediaciones del estadio Arsenal de Sarandí.
El motivo que agluti
nó este 20 de junio a Diego, Juan José, Cecilia, Ramona, Delia, Carlos, Agustina, Brenda, Mónica y Raúl, entre otros miles de ciudadanos que se trasladaron en la jornada más fría del año hasta ese punto del mapa bonaerense, fue el lanzamiento de “Unidad Ciudadana”, el frente que lidera la ex presidenta Cristina Fernández para competir en las próximas elecciones legislativas. Ninguno de los consultados mencionó la palabra “candidatura”, ninguno aludió a Florencio Randazzo, ninguno habló de “traidores” ni de “listas”, ni de partidos políticos. En cambio, parecía movilizarlos a todos la “esperanza” de recuperar parte de lo perdido en medio de una sorda preocupación colectiva por el presente. Llegar a fin de mes, poner un plato de comida en la mesa todos los días, llevar a los pibes a la escuela, comprar un par de zapatillas nuevas cuando las viejas ya no dan más.
Apenas pisó el escenario, Cristina demostró estar en sintonía con las principales preocupaciones de las familias de trabajadores que se movilizaron y colmaron el estadio de Arsenal desde antes del mediodía. “Muéstrenme sus banderas”, exhortó a la multitud. Miles de banderas celestes y blancas se agitaron al grito de “Argentina, Argentina” y “a volver, a volver”. De inmediato, la ex presidenta aseguró: “Hoy lo impo rtante es escuchar las voces de todos, escucharse el uno con el otro, sentir lo que le pasa al otro, mirarnos a los ojos”, en el primer llamado a la unidad de la tarde. “Cristina te amo”, “Cristina volveeeeé”, se escuchaba en cada pausa desde distintas zonas del estadio.
En un discurso directo y sencillo, CFK se mostró atenta a los problemas comunes de la gente y permeable a las frases solitarias que le iban llegando en el momento. “Sé lo que está pasando y ustedes también lo saben, lo sufren en carne propia, porque no hay un argentino que hoy no tenga problemas de trabajo. Nuevamente ha caído sobre la Argentina el fantasma del desempleo, pero ahora con precios impagables, precios por las nubes”, afirmó en una de las tantas menciones a la coyuntura social. Desde la tribuna ubicada a espaldas del escenario, Máximo Kirchner y la primera línea de dirigentes e intendentes del Frente para la Victoria y el peronismo bonaerense seguían con atención el discurso.
El intendente de Avellaneda y anfitrión, Jorge Ferraresi, fue uno de los primeros en llegar al estadio. Antes de las 12.30 ya estaba ubicado en la primera fila de la tribuna. Cerca y también temprano se ubicaron el ex ministro de Trabajo Carlos Tomada, el ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, el ex ministro de Defensa Agustín Rossi, el diputado y canillita Omar Plaini y el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Daniel Scioli se sumó media hora antes del arranque. Poco a poco, alrededor de las 14, las tribunas y el estadio ya estaban colmados. A tal punto que el discurso de Cristina, que estaba previsto para las 15.30, se adelantó unos cuantos minutos y arrancó a las 15.15 cuando ya no entraba un alfiler y el sol de invierno empezaba a languidecer.
“Convoco a la unidad ciudadana porque estoy profundamente convencida de que esta etapa de agresión neoliberal no es una cuestión de partidos políticos, lo vengo diciendo desde el año pasado. Los telegramas de despidos o las suspensiones, no son partidarias, las suspensiones y los despidos vienen con nombres y apellidos. De eso se trata Unidad Ciudadana, de representar los intereses de los hombres y mujeres de carne y hueso”, siguió Cristina, en los primeros minutos de la presentación del nuevo frente electoral. Una presentación en la que eludió las definiciones, no habló de candidaturas, evitó las críticas personalizadas a dirigentes de Cambiemos, no confrontó con los grupos concentrados de medios y le recomendó, en dos ocasiones, a los presentes no insultar al Gobierno. “Gastemos energías en organizar y movilizar a los ciudadanos. El insulto y el agravio dejémoselos a ellos”, aconsejó cuando desde las tribunas lo insultaban a Macri apenas ella mencionó la deuda que el país acaba de contraer a 100 años.
Poco después, los militantes comenzaron a gritar “senadora, Cristina senadora”. La ex presidenta respondió: “He tenido todos los cargos, vengo ahora a sumarme como una más”. Desde las tribunas entonaron, de inmediato, el clásico “una más y no jodemos más”. Cristina recogió el guante, pero prefirió no hablar de candidaturas. “No me parece justo que nos hayan desorganizado la vida así. Necesitamos ponerle un límite a este gobierno para que pare el ajuste. Con ellos no tenemos futuro. Ese es el problema, el futuro y este presente de angustia, de no llegar a fin de mes”, destacó la ex mandataria mientras la multitud agitaba banderas celestes y blancas.
Nadie se atrevió a romper los códigos. Ni una bandera partidaria, ni un cartel fuera de libreto. Todos los presentes participaron del lanzamiento de este nuevo espacio sin subrayar su pertenencia a uno u otro sector del campo nacional y popular. Cristina pidió que la unidad se materialice en una sola bandera, la bandera argentina. Y así fue. Tampoco se cantó la Marcha peronista adentro del estadio ni se elevó ninguna consigna sectorial. Incluso, el Himno Nacional fue el broche emotivo que se eligió para el cierre.
Cuando la multitud arengaba al grito de “Presidenta, Cristina presidenta”, ella respondió, sin vueltas: “No, no nos confundamos, estas son elecciones de medio término”. Luego, en alusión al enfrentamiento con el sector que encabeza Randazzo, el ex ministro de Transporte, subrayó que “muchos se la pasan especulando con el 19 y no se dan cuenta que si esto sigue así no sé de qué 19 nos están hablando”. “Yo quiero que lleguen los argentinos al 2019, no un dirigente. No sé qué ganaríamos con la especulación”. En cuanto a su futuro, confesó “los años pasan para todos” y agregó “muchas veces alguien parece fuerte, pero todos tenemos nuestros golpes, dolores, angustias y yo quiero, en base a ese cariño que nos tenemos, decirles que yo voy a estar siempre junto a ustedes”.
Las palabras de Cristina Fernández fueron interpretadas por los presentes como una promesa de participación. “No dijo que va a ser candidata, pero prometió estar siempre”, le dijo a esta cronista Marina, “una laburante de Lanús”, tal como se presentó, que fue hasta Arsenal con su cuñada, Noelia y su abuela Nita. Las tres, en dos minutos, interpretaron lo que dijo Cristina sin necesidad de leer editoriales. “Fijate que no dijo nunca la palabra compañeros, dijo compatriotas. Ella quiere que estemos todos unidos, le está hablando a todos”.
Poco antes, casi al cierre del acto, CFK había invitado a subir al escenario, montado entre dos pantallas led gigantes, a varios damnificados directos por las medidas económicas y sociales del Gobierno encabezado por Mauricio Macri. Desocupados, docentes, familiares de víctimas de la dictadura militar, ex beneficiarios de pensiones por discapacidad, empresarios Pymes que se están fundiendo, comerciantes que no pueden pagar los servicios y tienen que cerrar. Una postal desoladora de los problemas cotidianos de millones de personas. Entre ellos, Ema, del centro de Jubilados Primavera de los abuelos, quien le contó cómo “los jubilados se acuestan temprano porque no tienen para prender la estufa”. O, el caso de María, a cargo de un comedor, que le contó a Cristina que “las mujeres van con el taper porque a los hombres les de vergüenza” acercarse. También presentó a Verónica del frigorífico Pilar, que en 2012 exportaba y tenía 50 trabajadores y hoy sólo conserva 17. Entre los presentes se escuchaban todo tipo de comentarios: “son insensibles”, “son crueles”, “no tienen respeto”.
CFK eligió hacer foco en los problemas de la vida cotidiana de los argentinos de un tiempo a esta parte y exhortó a “ponerle un freno a tanto dislate”. Para sorpresa de muchos, sobre todo de los más politizados, Cristina decidió no hablar de candidaturas. “Algunos dirigentes creen que son más importantes y lo importantes es el pueblo, los que sufren, los que necesitan”, dijo. La falta de definiciones que para los más politizados fue como un balde de agua fría en medio de la tarde más fría del año no cayó tan mal entre los militantes. Incluso, más de uno se podría pensar que fue un discurso inusual, con poca arenga y pocas críticas puntuales al Gobierno. Pero también para eso, los trabajadores movilizados tenían un as en la manga. Un hombre bastante corpulento comentó mientras se desconcetraba entre micros, banderas y chori: “Qué grande la gente, me emociona”. Otro, un poco más escéptico y esmirriado, con pinta de haber leído a Lacan, le contestó: “Estuvo muy bueno el acto, pero me voy con gusto a poco”. El más corpulento le preguntó: “¿Pero, qué esperabas?”. Y el flaco le espetó: “Que le dé más a Macri”. Y entonces, el grandote le dio una lección: “Lo que pasa es que hay mucha bronca. Vos y yo somos grandes, pero si Cristina les da máquina, los pibes salen a romper todo”. Sabiduría popular, a secas.