El presidente dijo que habían tenido que cancelar cuentas de Internet de un geriátrico porque los internos consumían porno en forma desmedida. En medio de las risas, nadie reparó en la naturalidad con la que Mauricio Macri alude al espionaje y la censura como metodologías de gobierno.
Un amigo pampeano solía decir “acá lo único que la gente tiene en la cabeza es seso”, en una versión coloquial del pensamiento de cierto psiquiatra vienés. Con mayor profundidad y sin la tonada que uno puede imaginar, el poeta César Vallejo, escribió en 1922 el poema XIII del Trilce:
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso. (…)
Con toda certeza Mauricio Macri ignora la existencia poeta peruano, y ni siquiera sospecha su adhesión al marxismo, su cercanía con Alvaro Yunque y José Mariátegui o su defensa de la República española. Eso no le impide coincidir con Vallejo, aunque en otra tonalidad y otros tonos, en el interés por el sexo. Al menos es lo que se deduce de aquella delicada alusión al piropo del 22 de abril de 2014, cuando todavía era Jefe de Gobierno porteño: “A todas las mujeres les gustan los piropos, aunque les digan qué lindo culo tenés”
Por eso resulta extraño que ayer 25 de abril, apenas pasados un año y tres días del elevado pronunciamiento, y ya como presidente, haya asegurado en tono burlón que habían tenido “problemas” con las cuentas de Internet y que tuvieron que “cancelar algunas cuentas porno porque batían records de pornografía (SIC). Sí, en los abuelos. Tremendo, tremendo”.
El sexo es una pulsión que, al menos en el caso de los humanos, todos o casi todos compartimos, aunque no necesariamente todos lo practiquen, por convicciones o limitaciones varias. Su mención suele generar sonrisas de complicidad y que un presidente hable de personas mayores visitando páginas porno es una tentación a la que ningún medio puede resistirse. De entrada, tiene destino de letras de molde.
El ojo de la cerradura
Valdría la pena, sin embargo, dejar un poco el sexo de lado –vamos, un esfuercito nomás- y repensar la frase presidencial, luego matizada por Gustavo Ciappia, director del Hogar San Martín -ubicado en la calle Warnes y donde en 2014 hubo una huelga por las malas condiciones de vida a la que eran sometidos los internados- quien dijo que las cosas no habían sido exactamente como dijo Macri sino que sólo algunos octogenarios que nunca habían abierto una computadora luego tuvieron acceso a información y entretenimiento.
Lo extraño de la frase presidencial es que con total naturalidad habló de que los caballeros –y damas, se supone- del geriátrico aludido eran espiados por alguien y controlados y cuantificados en sus consumos culturales -que la pornografía lo es- y cuando los espías entendieron que no consumían lo que se considera “correcto” -de acuerdo a sus propios cánones-, suspendieron las cuentas. Nuevamente, Ciappia desmintió delicadamente al presidente y dijo que nunca se detectó quiénes consumían porno y mucho menos se suspendieron cuentas.
Los gobiernos suelen caer ante la tentación de espiar a sus adversarios reales o potenciales. Lo notable del asunto es que para Macri, espiar, intervenir y actuar en la vida privada de los ciudadanos es algo natural que forma parte de sus atribuciones. Es más grave aun cuando se trata del mismo dirigente que fue procesado por espionaje a su propio cuñado y a una larga lista de personajes políticos y sociales que no coincidían con sus ideas y sus decisiones de gobierno. Luego, a poco de asumir como presidente los jueces, en un acto de independencia republicana, tuvieron la deferencia de declararlo libre de culpa y cargo.
Es difícil eludir también ciertos mitos urbanos que surgieron de la imaginación de algún experto en marketing y diseminados ampliamente por los medios independientes y los honorables troll. No hace mucho, los medios que suelen recurrir al señor Se Dice como única fuente, sugerían que la tarjeta SUBE había sido urdida Cristina Fernández y Florencio Randazzo para registrar datos de los ciudadanos. Hasta se propusieron estrategias para engañar a los supuestos espías. Fue allá por 2012, aquí cerquita, cuando el espionaje era malo y toda iniciativa tenía un objetivo: ingresar de prepo en la vida privada de los ciudadanos honestos. Afortunadamente esos tiempos ya pasaron y ahora sólo se habla de seso.