Un aporte más al debate iniciado por David Blaustein y seguido luego por Federico Lorenz, Daniel Rosso y Marcos Mayer. Con un eje muy peruca de antes, el que decía “Sólo la organización vence al tiempo”.
David “Coco” Blaustein, haciendo un ejercicio de análisis crítico, lanzó a la militancia nac & pop una pregunta que, poniendo el tiempo como excusa, hunde el cuchillo en la llaga kirchnerista abierta en el año 2015.
Sin entrar en el ping-pong propuesto por los 10 puntos con el que Coco resumió su planteo y a diferencia de la enfática afirmación con la que respondió Federico Lorenz, reproducida por este medio; me tomaré la licencia de ampliar la idea aseverando que la realidad político-social-cultural-económica argenta no debería ser reducida a un tiempo medido desde el apuro de enfrentar un año electoral.
Soy de los que, tal vez tardíamente, intentó (bastante en soledad, lo confieso) comprender al macrismo y sus formas de hacer política. También me incluyo entre los que desde el espacio de la Comunicación en el año 2008, justamente en el parteaguas de la resolución 125 decidimos profundizar el apoyo al kirchnerismo con una idea que veníamos trabajando, organizada y autónomamente desde el año 2003: los 21 Puntos por una Nueva ley de Radiodifusión.
Un recuerdo de un hecho no muy casual del mismo año 2008 me permitirá encastrar con el texto de Blaustein y es el que tiene que ver con “la ausencia de una organización (palabra maldita)”, según Coco.
Angustiados, convulsionados, temerosos de que el poder real se llevara puesto al gobierno de Cristina Fernández, una serie de funcionarios kirchneristas nacidos a la política en el setentismo, que en los años 90 nos habíamos encontrado militando orgánicamente en la CTA, la FTV u otros movimientos sociales, obtuvimos una reunión con Oscar Parrilli. Fue en la sede de la Biblioteca Nacional y Oscar asistió en carácter de vocero político de la presidenta. Ante la pregunta de si no era momento de darle una forma organizativa al kirchnerismo, el solícito emisario, respondió: “organícense ustedes porque ellos (Néstor y Cristina) nunca lo van a hacer.”
Poco tiempo después el propio Néstor se dio a la tarea de construir la “fuerza propia” y tal como lo describe la periodista Sandra Russo, con el fervoroso apoyo de Cristina nació La Cámpora.
Luego de más de 10 años de aquellos álgidos, convulsivos y creativos momentos de acciones gubernamentales que para la época se convertirían en verdaderos actos revolucionarios, algunos nos encontramos haciendo la misma pregunta sobre cuándo llegará la hora de la organización.
Como decía el General…
Dos frases muy cortas pero contundentes de Juan Domingo Perón definen las respuestas que nunca encontramos: “Sólo la organización vence al tiempo” y la que reza que “No se puede conducir lo que no se organiza.”
Es en el hiato que dibujan esas dos frases que podemos resumir lo que actualmente padece el proyecto nacional, popular, revolucionario, federal, latinoamericano y desde hace poco feminista. En la falta de organización está la madre del borrego y la ausencia de un lugar que canalice el fuego encendido durante 12 increíbles años.
Una organización participativa, de origen popular, verdaderamente democrática estaría en condiciones de procesar las diferencias; de dirimir cursos de acción; de sortear la trampa de las redes sociales; de ordenar la selección de candidatos; de enfrentar la ofensiva neoliberal a nivel planetario definiendo alianzas internacionales, priorizando siempre la Patria Grande.
Gobernar no es organizar, o para decirlo más claro no se puede esperar ganar el gobierno para darle al pueblo y a sus organizaciones sindicales, sociales, culturales, comunicacionales un formato de articulación intersectorial, plural, transdisciplinario, transversal, que sin desconocer particularidades permitan lanzar verdades como puño.
La organización es un movimiento dialéctico que permite enfrentar al enemigo aún desde la derrota, como supo hacerlo el peronismo en los 18 años de proscripción. La organización a la que aspiramos no es verticalista, sin descuidar la disciplina que construye colectiva y solidariamente.
La organización puede enfrentar y defender a sus cuadros sometidos a cualquier tipo de persecución política, sea a través del Lawfare o el linchamiento mediático como sucede hoy en día o del secuestro, desaparición y muerte como se inició en 1955 con su recrudecimiento en el 76.
La organización no es infalible, pero ensanchando los espacios de participación popular, el relato, el programa y hasta la representación surgirían del encuentro persona a persona y no de la referencia mediática.
La organización no es infalible pero tiene más reaseguros que la discusión política a través de los medios, o las redes, o las candidaturas que nacen (y mueren) a través de la rosca entre los dirigentes más publicitados o mejor rankeados en el raiting mediático.
El tiempo de la organización no es tan finito como la agenda electoral, pero si alguien se atreviera a plantearla como solución los tiempos de las derrotas seguramente se reducirían y la dispersión individual o colectiva sería mucho menor.
Lo que hay de incipiente
De todos modos y para no sacarle el cuero a esa jeringa que provocativamente blande Coco Blaustein, quiero reconocer algunos incipientes formatos que podrían compensar la falta de una organización de grado superior.
- El Frente Sindical por el Proyecto Nacional que tuvo su bautismo de fuego el 20 de octubre en Luján. Nació con un planteo interesante de unir al sindicalismo desde la acción política trascendiendo la reivindicación sectorial. En esa línea, todos los jueves del mes de enero de 2019 este espacio se propuso para sumar su fuerza a la lucha social contra los tarifazos, con marchas en Capital, Santa Fe, Rosario, Mar del Plata.
- El PJ provincia de Buenos Aires tuvo durante los dos años de mandato de Gustavo Menéndez una avance importante abriendo un proceso reorganizativo que incluyó a todos los sectores y que supo promover la discusión ante el problema que plantea la comunicación a través de las redes sociales que con destreza despliega el macrismo.
- El PJ Nacional, si bien no logró unificar la agenda electoral del año 2019, no sólo enfrentó con éxito una ridícula intervención judicial sino que se dio a la tarea de abrir sus puertas a diferentes sectores. En el caso del sindicalismo congregó en una misma mesa a Hugo Moyano, Ricardo Pignanelli, Héctor Daer, Omar Plaini, Horacio Ghilini, para nombrar algunos dirigentes que no siempre coinciden en sus planteos sectoriales.
- Unidad Ciudadana, sin demasiados mecanismos participativos, desde el Instituto Patria, a través de sus principales referentes viene trabajando para zanjar las diferencias entre kirchnerismo y peronismo. Con el aval implícito de CFK.
Aunque son todos movimientos de cúpula, no es poco para la salud de la democracia argentina.
Seguramente ni el capitalismo surgido hace más de doscientos años ni su etapa neoliberal (actualmente en crisis) tendrán en la Argentina 2019 una respuesta contundente ni surgirá una alternativa con pretensión universal; pero según como se acomoden las fichas, las mujeres, los trabajadores, los desocupados, los jubilados argentinos, así como los pueblos y gobiernos de Uruguay, Bolivia, México, Nicaragua y Venezuela estarán menos aislados y hasta en el mismo Brasil podrán volver a cantar que no todo está perdido.
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