Un acto de discriminación ideológica  que se quiere explicar por un irrisorio ajuste económico y que en realidad se parece a un ajuste de cuentas. Hace rato que Lombardi le viene apuntando al pluralismo informativo, pero ese es un valor de toda sociedad democrática que los trabajadores de la agencia oficial están decididos a defender.

El “sobra gente”, soltado así, genérico, injusto y cruel, viene a reciclar el “algo habrán hecho” de la Dictadura. Eso pienso y digo, mientras trabajadores de la agencia TELAM y periodistas de sesenta medios de todo el mundo se apiñan en la planta baja del edificio de la avenida Belgrano. Acá no sobra ni espacio, pienso pero no digo, y veo que el mar de gente es ahora el mar Rojo. A Hernán Lombardi le gustaría apropiarse de la metáfora: todo lo que sea de color rojo es de una potencial ideología que su gobierno y él rechazan. Pero el recurso literario apela a la figura de Nora Cortiñas, pequeña gigante, a cuyo paso se abre la multitud como aquellas aguas bíblicas. Cada palabra suya será una bienaventuranza, y por eso la conferencia de prensa lleva ya una hora y media de sólidos argumentos y valiosos discursos hasta que esa mujer pronuncia una frase que vuelve posible cualquier milagro: “Acá no sobra nadie. Estamos avergonzadas con lo que pasa en Télam, con el Inti, con los hospitales… Este gobierno no sabe valorar el valor humano que tenemos en Argentina. Queremos que la patria vuelva a ser lo que era. Sabemos que la metodología para despedir es perversa e hipócrita. Queremos la reincorporación, ya”.

Suena el hit del verano y su versión ¿otoñal? dedicada al ministro. Una gacetilla da cuenta de la presentación de un proyecto parlamentario que tiende a transformar TELAM en una empresa de servicio público bajo control de una comisión Bicameral del Congreso. Se anuncia una marcha de todos los trabajadores del país para el jueves, del Obelisco al Centro Cultural Kirchner. Y este martes, el plato fuerte: si es que Lombardi cumple su promesa, será la primera vez que los despedidos y el despedidor se encuentren cara a cara, en la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados. El delegado del SiPreBA, Mariano Suárez, no da rodeos, y califica a la sangría laboral como “un proceso de disciplinamiento”. Su colega, Carla Guaudensi, contextualiza los despidos seriales y dice que “este es un conflicto bisagra para los trabajadores, somos los primeros ajustados tras el acuerdo con el FMI”.

Comienza la danza de las cifras, esas que tanto enamoran a  los devotos de la planilla Excel. El relato M del desguace es falaz. Cuando Lombardi comunicó los despidos –en Radio Mitre, entrevistado por Jorge Lanata- habló de una plantilla que se duplicó en la gestión kirchnerista, de unos 450 a los 900 de hoy en día. Los trabajadores recordaron que la cuenta debe partir de 700 empleados. Esos eran los que había en TELAM en 2000, cuando la agencia solo prestaba servicio de cables y fotografías. Con retiros voluntarios inducidos, Rodolfo Pousá -entonces director, como ahora- se desprendió de 300 personas. Hoy el medio público no tiene el incremento que las voces oficialistas promocionan. Y si hay más personal es porque los servicios ofrecidos a los abonados aumentaron exponencialmente.

¿Qué es mucho y qué es poco? Hay que empezar por lo que se sabe es poco y nada. De los 6 trabajadores que se ocupaban de las redes sociales, quedó uno. Del equipo de multimedia quedaron cuatro cronistas, cuatro editores y cuatro camarógrafos. Les tocará –si pueden- cubrir 24 horas de noticias los siete días de la semana. El archivo pasó de 22 personas a 2. Vaciaron seis corresponsalías enteras, y provincias como Catamarca, Formosa, Chaco, Misiones y Chubut ya no tienen presencia de la agencia pública. Otras localidades quedaron solo con un periodista. Uno en Bariloche, uno en Mar del Plata, uno en Jujuy. A eso le llama el Gobierno una apuesta federal. Y si de prioridades se trata, Lombardi y Pousá despidieron a la única persona que TELAM tenía para cubrir la temática de Derechos Humanos.

Preguntan cronistas del diario El País (España), de Telesur y de las agencias ANSA (Italia), DPA (Alemania), AFP (Francia). Parece que “el mundo” sí quiere saber de qué se trata. Asisten colegas de la TV Pública, Canal 13, Telefé Noticias y C5N. Todos y cada uno, locales y extranjeros, manifiestan su solidaridad con las víctimas del conflicto antes de hablar. Se cantará a la unidad de los trabajadores, con su recomendación sobre lo que pueden hacer los que eso no les guste. Y otro de los conferencistas aportará un dato irrefutable: Dujovne y el mejor equipo de los últimos cincuenta años presumirán que con los despidos se ahorran 250 millones de pesos de presupuesto. Parece mucho, pero es lo que sale de las arcas públicas para pagar intereses de Lebacs durante…cuatro horas. La última partida presupuestaria anual de TELAM fue de unos 23 millones de dólares. El pasado viernes, durante la corrida cambiaria, las autoridades económicas gastaron veinte años de agencia pública para frenar en cincuenta centavos el billete con la cara de Washington. Acá el problema no es la plata. Y lo define muy bien uno de los despedidos, Orlando Ferro, del sector Expedición, cuyo testimonio cierra la reunión: “A mí me llegó la liquidación pero no la carta de despido, no toqué nada porque esa plata no es mía. Quiero mi puesto, no dinero; entré a los 17 años, hoy tengo 50 y me corren como a un perro”. Por más que algunos sigan moviendo la cola, debieran prestarle atención a que son muchos los que ladran. Ojo la rabia.