Mientras el dólar seguía escalando, el presidente anunció que pedirá “una línea de apoyo financiero” al FMI, y los fantasmas del blindaje y el megacanje se corporizaron de inmediato.
El mensaje grabado del presidente Mauricio Macri tuvo la duración de una estrella fugaz o, para decirlo más cerca de sus efectos, de un meteorito. Eso le llevó comunicar que el gobierno argentino está “trabajando” para obtener “una línea de apoyo financiero” del Fondo Monetario Internacional para salir de una crisis que, este mediodía y entre otras cosas, había llevado al dólar al precio record de 23,50 pesos.
Dio la impresión de que había pasado un siglo desde que el viernes el gobierno lanzara un paquete de medidas –que ya demostraron su ineficacia – para frenar la suba de la moneda norteamericana. En aquella conferencia de prensa, los ministros Caputo y Dujovne también habían ratificado los aumentos tarifarios.
Ayer hubo reuniones en la Casa Rosada con los aliados radicales, que también salieron a respaldar el rumbo económico y los tarifazos. No alcanzó.
Hoy a mediodía, hubo una reunión febril de la que participaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, los secretarios de coordinación Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y el senador Federico Pinedo. Allí se decidió que Macri grabara el mensaje fugaz que hoy escucharon todos los argentinos.
Se trata de un mensaje que compromete ya de por sí oscuro futuro del país y que puede volverse aún más caótico el presente. También de un mensaje cuyo contenido había trascendido en rumores en mismo viernes, poco después de que hablaran los ministros. En esos rumores se barajaba también una cifra: 30.000 millones de dólares.
Al meteorito discursivo del presidente se lo puede dividir en dos partes. La primera fue un típico producto Durán Barba: la culpa, siempre es del otro o, en este caso de los otros. Uno de los culpables, por supuesto, el gobierno anterior que, con su populismo, demagogia y mentiras, dejó la pesada herencia que llevó a la Argentina a esta situación. El otro culpable es ni más ni menos que el mundo, donde el valor del dólar y la circulación de dinero se mueven por fuera de la voluntad del gobierno argentino.
Esas últimas son, según Macri, las “circunstancias que cambiaron” después de dos años durante los cuales las cosas fueron maravillosamente bien para el país.
¿Por qué ese cambio de circunstancias, entonces, provoca una crisis? Bueno, el presidente lo admitió sin eufemismos: la Argentina es uno de los países del mundo más dependientes del financiamiento externo. A confesión de parte, relevo de pruebas.
La solución del gobierno es, entonces” obtener esa “línea de apoyo financiero” del Fondo Monetario Internacional.
Al cronista no le cuesta encontrar la traducción de ese anuncio eufemístico, le basta con repasar el pasado reciente. Alguna vez se lo llamó “blindaje”, ese engendro que terminó provocando el “megacanje”.
El anuncio no sólo duró lo que tarda en caer un meteorito, sino que amenaza con producir sus efectos. Las consecuencias se pagarán con más ajuste, hambre, violencia y exclusión durante años.
Apocalypsis Now.