La filtración de los Suisse Secrets que circula por estos días pone en foco el papel del Credit Suisse en operaciones de lavado de dinero de delincuentes de cuello blanco, políticos corruptos y traficantes. Poco conocido es su papel antes y durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se llamaba Schweizerische Kreditanstalt y fue el destino final del oro expoliado por los nazis a los judíos en una triangulación que pasaba por la Argentina. El papel del ministro argentino de Hitler.
Después de los Panamá Papers y los Pandora Papers, llegaron los Suisse Secrets, que están las primeras planas de los medios de todo el mundo por estos días. En el centro de la escena de estas últimas revelaciones quedó el poderoso banco Credit Suisse, señalado por gestionar cuentas secretas cuentas relacionadas con el lavado de dinero de dictadores, políticos, empresarios corruptos, empresas fantasmas traficantes de armas y narcotraficantes.
La filtración de estos datos pone en evidencia que el Credit Suisse mantiene con coherente fidelidad prácticas bancarias que datan de décadas, incluso desde antes de que adquiriera ese nombre, cuando se llamaba Schweizerische Kreditanstalt y, entre otras actividades, era el distino final del dinero de los jerarcas nazis triangulado desde Alemania y pasaba por la Argentina en las décadas del ’30 y del ’40 del siglo pasado.
Los Suisse Secrets
La investigación internacional conocida recientemente, encabezada por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung y el Proyecto de Información sobre la Delincuencia Organizada y la Corrupción (OCCRP, por sus siglas en inglés), sobre 18.000 cuentas que, en total, capitalizaban más de 100.000 millones de dólares, que estuvieron abiertas desde los años 40 hasta bien entrada la última década, aunque la gran mayoría corresponde al período entre 2000 y 2016.
Involucra a 30.000 titulares de esas cuentas, tanto personas como empresas, con domicilios en más de 120 jurisdicciones y representan a más de 160 nacionalidades.
Los años con más aperturas de cuentas fueron 2007 y 2008. El año de mayor cierre de cuentas fue 2014, lo que coincidió con la introducción de nuevas regulaciones en Suiza para intercambiar automáticamente información fiscal de clientes con residencia en el extranjero.
Los autores de la investigación – de la que participaron más de 150 periodistas de 39 países, entre ellos la Argentina – señalan que los datos que se conocen hasta ahora son parciales, por lo que tanto la cantidad de cuentas y el monto total podría ser mucho mayor.
Corrupto desde la prehistoria
Antes de adquirir su nombre actual, el Credit Suisse se llamaba Schweizerische Kreditanstalt y era una de las instituciones financieras más importantes de Suiza y ya a fines de la década del ’30 del siglo pasado se lo señalaba como el destino final del dinero que los nazis expoliaban a los judíos de Alemania y más tarde también de los países ocupados por las tropas del Tercer Reich.
Antes de llegar a sus arcas para quedar celosamente guardado – y lavado – en las cuentas secretas del Schweizerische Kreditanstalt, una porción muy importante de ese dinero pasó por la Argentina, como parte de la maniobra de triangulación necesaria para lavarlo y ocultarlo. Para realizarla con éxito, los jerarcas nazis contaron con la activa colaboración de empresas y particulares alemanes radicados en Buenos Aires. El hombre que coordinó la operación fue el único argentino que fue ministro de Hitler, Richard Walter Darré.
Existen tres documentos, originados en otros tantos países, que ponen al descubierto el papel que jugó la Argentina en las inversiones de los jerarcas de la Alemania nazi y el papel jugado por Darré en la triangulación de ese dinero mediante una ruta financiera que se iniciaba en Berlín, pasaba por Buenos Aires y terminaba en el Schweizerische Kreditanstalt.
Se trata de tres listados de inversores, con sus correspondientes inversiones en dólares, elaborados en distintos momentos en la Argentina, los Estados Unidos y el Centro Wiesenthal, que muestran cómo nuestro país fue el destino transitorio de alrededor del 15 por ciento del dinero expoliado por los nazis a los judíos alemanes y a residentes de los países ocupados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
El cálculo que surge de la comparación de los tres listados es de 341 millones de dólares fugados en la primera mitad de la década de los ‘40, que equivalen a alrededor de 6.000 millones de dólares de la actualidad, si se compara el poder adquisitivo de entonces y de ahora de la moneda norteamericana.
La lista argentina
El hallazgo del listado argentino fue producto de un golpe de suerte del investigador Pedro Fillipuzzi cuando, a principios de la década de los ‘80, recién recuperada la democracia, revisaba antiguos papeles en el sótano del viejo edificio del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE), muy cerca de la Plaza de Mayo. Estaba en eso cuando se topó con un documento con un encabezado que decía “Congreso de la Nación Argentina”.
Al leerlo, Fillipuzzi supo que había encontrado, casi literalmente, oro… oro nazi. El documento era parte del informe que había elaborado la Comisión Especial de Investigación de Actividades Anti-Argentinas a fines de la década de 1930 y detallaba relevamiento oficial sobre las transferencias que empresarios y simpatizantes del Tercer Reich radicados en la Argentina habían realizado a bancos suizos.
No es que no se supiera de la existencia de aquella investigación oficial, pero se creía que los documentos relacionados con ella habían sido destruidos en 1943, poco después del golpe dirigido por el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) que derrocó al presidente Ramón Castillo. Fillipuzzi, sin querer, había dado con la única –y olvidada– copia que había escapado al fuego. Enseguida se dio cuenta de su importancia.
En los archivos encontrados, impresos por la Cámara de Diputados escasos años antes de que fuera disuelta la Comisión Especial, se detallaban los nombres de unos 12 mil empresarios alemanes radicados en la Argentina y que habrían triangulado dinero proveniente de Alemania hacia Ginebra.
Además de las transferencias, también figuraban los listados de los miembros de la sección exterior del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, de la Unión Alemana de Gremios y de otras organizaciones nazis.
Por aquellos años, las simpatías en la Argentina por el Tercer Reich de Adolf Hitler no eran cosa secreta, al punto que sus militantes hacían actos públicos, como el multitudinario que colmó las instalaciones del Luna Park en 1938. Lo que no se sabía –o se había “olvidado”– era la magnitud del flujo de dinero proveniente de Alemania que circulaba en la Argentina a principios de la década de 1940.
El documento norteamericano
Otro documento “olvidado” es un antiguo informe de la Administración de Economías del gobierno de los Estados Unidos. Fechado el 3 de abril de 1945 –es decir, casi coincidentemente con la rendición de Alemania– señalaba que los nazis poseían en la Argentina bienes e inversiones por un valor de entre 200 y 341 millones de dólares.
Las cifras que figuran en el documento no sólo demuestran que la Argentina había recibido alrededor del 15 por ciento de todos los activos nazis en el extranjero, sino que el monto de esas “inversiones” era aproximadamente la misma cantidad de dólares que sumaban los dineros nazis en el resto de América Latina.
El informe, muy detallado, desglosaba también cómo estaban repartidos los activos nazis en el resto de la región: Brasil, 40 millones; Chile, 20; Uruguay, 12; Colombia, 11,5; Bolivia, 8; Venezuela, 6,9; y Perú, 3,5.
Los datos del informe –que incluye nombres de personas y de compañías– volvieron a salir a la luz en marzo de 2020, cuando los publicó la agencia de noticias española EFE luego de que el Centro Simon Wiesenthal hiciera un reclamo formal al banco Credit Suisse para tener acceso a una serie de cuentas en las que se sospecha que fue a parar parte de ese dinero.
El reclamo del Centro Wiesenthal
En abril 1997, 23 años antes del reclamo al Credit Suisse para que revelara las cuentas destinatarias del dinero nazi, el Centro había intentado que las autoridades argentinas investigaran un listado -que entregó al Banco Central – de 334 jerarcas nazis y empresas relacionadas con ellos desde mediados de la década de los ‘30 hasta casi el final de la Segunda Guerra Mundial.
La hipótesis del Centro Wiesenthal era que el dinero, expoliado a los judíos perseguidos por el régimen de Adolf Hitler, llegó a la Argentina para financiar negocios de empresarios pronazis quienes a su vez devolvieron parte de esas “inversiones” a Europa, más precisamente a Suiza, donde fue depositado en cuentas anónimas del banco Schweizerische Kreditanstalt, antecesor del Credit Suisse.
En aquel momento, el gobierno de Carlos Menem prometió investigar el caso, pero nunca dio respuesta.
Quien sí aportó información al Centro fue Fillipuzzi, que a principios de 2020 le entregó una copia del listado que había encontrado en el Banco Nacional de Desarrollo. El Centro, a su vez, reclamó al banco Credit Suisse que abriera los archivos de esas cuentas, que se supone que están “latentes”.
Se estima que en esas cuentas habría, a valores de hoy, unos 33.000 millones de euros que podrían ser producto – con sus intereses e inversiones – del saqueo régimen nazi a las minorías perseguidas, lavado en la Argentina y luego enviado a Suiza.
“Creemos que es muy probable que estas cuentas inactivas contengan dinero saqueado de víctimas judías, bajo las leyes de arianización de Nuremberg de la década de 1930. Somos conscientes de que ya tiene demandantes como presuntos herederos de los nazis en la lista”, señaló el Centro el 2 de marzo de 2020 en un comunicado en el que anunciaba el pedido al Credit Suisse.
Las autoridades del Centro Wiesenthal no creen que esas 12.000 personas que figuran en la lista hayan participado en su totalidad en las maniobras de lavado del dinero expoliado, pero sí que allí están todos los que participaron de ellas.
Casi de inmediato, las autoridades del banco prometieron su colaboración pero hasta el momento –dicen extraoficialmente que por las dificultades que plantea la pandemia de Covid-19– no han suministrado la información.
El ministro argentino de Hitler
La lista que en 1997 el Centro Wiesenthal le entregó al gobierno argentino para que la investigara incluye, en el lugar número 51, a Richard Walther Darré, el ministro argentino de Hitler.
Darré nació en Buenos Aires el 14 de julio de 1895, hijo de alemán Richard Darré y la argentina Emilie Lagergrende, un matrimonio de buena posición económica que, poco después del nacimiento de Richard Walther se trasladó a la Patagonia, donde el niño pasó parte de su infancia.
Al llegar a la adolescencia, los padres decidieron que debía tener una educación europea, en Inglaterra y en Alemania. Estudió en Heidelberg y en Wimbledon. En 1914, cuando se inició la Primera Guerra Mundial, se incorporó como voluntario en el ejército alemán y fue herido en batalla. Al terminar esa guerra estudió Filosofía y Agricultura. También se empezó a interesar por la política y participó en Artamans, uno de los grupos que luego conformarían el Partido Nacional Socialista.
La combinación entre su ideología racista y su pasión por la agricultura lo llevaron a escribir en 1928 un libro El campesino como fuente de vida de la raza nórdica, que prefigura su incorporación al nazismo y luego, con la llegada de Hitler al poder, su participación en el régimen como ministro de Alimentación y Agricultura y como director de la Oficina de la Raza y Reasentamiento del Reich.
Para entonces, la persecución de judíos y el robo de sus bienes eran moneda corriente. También el vertiginoso incremento de las inversiones nazis en la Argentina a través de compañías fantasmas, creadas para mover el oro y el dinero robado.
Darré tenía muy buenas conexiones con su país natal, y el Centro Wiesenthal sospecha que hizo uso de ellas en las operaciones de triangulación de dinero.
Terminada la guerra, Richard Walther Darré fue capturado por las tropas aliadas y fue uno de los jerarcas nazis juzgados en Nuremberg. Del juicio no salió del todo mal parado. En 1949 fue absuelto de los cargos relacionados con el genocidio –lo que le hubiera valido una condena a muerte o, como mínimo, a perpetua-, pero recibió una pena de siete años por otros delitos. En 1950 fue dejado en libertad.
En su biografía del ministro de Alimentación y Agricultura del Reich, Carlos De Nápoli asegura: “Darré tuvo participación en la fuga de nazis hacia Sudamérica por orden expresa de Hitler. No es casual que a Córdoba y la Patagonia llegara la mayor cantidad de nazis prófugos”.
Richard Darré murió de cáncer el 5 de septiembre de 1953, en Munich. Si prospera la investigación sobre las cuentas “latentes” en Suiza, quizás pueda saberse con más precisión cuál fue su papel en la maniobra y cuánto le redituó personalmente.
¿Querés recibir las novedades semanales de Socompa?
¨