Según fuentes oficiales y no tanto frente a las costas del Atlántico bonaerense hay petróleo, mucho petróleo. Cantidades que podrían duplicar las reservas argentinas actuales. O sea, una barbaridad. Extraer ese petróleo implicaría desafíos operativos enormes, cálculos de rentabilidad bien finos y riesgos ambientales serios que se deben discutir con información de altísima calidad.
En la audiencia pública convocada por el Ministerio de Ambiente y la Secretaría de Energía en Marpla se discutió duro sobre la exploración offshore en el Mar Argentino. El tema fue el pozo de exploración Argerich-1, 315 km. al Sudoeste de “La Feliz”. El bloque CAN-100, lugar de esta perforación indagatoria, se sitúa 320 km. frente al delta del Río Colorado. Gran pulseada marplatense, en el lugar equivocado.
Para empujar SU idea, el gobierno nacional anunció “otra Vaca Muerta en el mar”, aunque dicho así y en tan playera ciudad, suena a fatalidad pecuaria por descuido de guardavidas.Hubo ponencias apasionadas a favor y en contra. Hubo hasta un modelo computado de derrame armado por Greenpeace: predice cómo afectaría costas bonaerenses e incluso uruguayas una pérdida de casi 1000 barriles de un día de duración con el bloque CAN-100 puesto en producción. Aclaración: la sigla CAN va por Cuenca Argentina Norte, un sitio del fondo marino que podría volvernos un grosso jugador petrolero, como lo es Brasil con su Presal, un área de mar que va desde antes de San Pablo hasta mucho más allá de Río de Janeiro.
Este modelo de Greenpeace sitúa el derrame en condiciones meteorológicas ideales para el daño. Nadie dijo “irreales”, al menos en otoño o invierno: una sudestada clase 6 seguida por un pampero clase 4 (ver la animación aquí). Hay un promedio de 8,5 sudestadas/año con esa polenta. El escenario causó alto julepe desde Marpla a Punta del Este.
La revista pesquera Pescare, vocero que uno supondría opositor, se encoge de hombros: la meteorología y las corrientes habituales en la zona del talud continental, dice, dan más bien para la dispersión del petróleo hacia altamar. Hay pruebas de que esto es así… en general.
El Instituto Argentino del Petróleo y el Gas arguye la existencia de 187 pozos offshore en la Cuenca Austral, 36 de los cuales están en producción y proveen entre el 17 y el 20% del gas consumido en Argentina. Los bloques se muestran aquí abajo.
Los pozos de la Cuenca Austral están en aguas someras de la Plataforma Continental frente a Tierra del Fuego, meseta submarina cuya mayor profundidad araña los 200 metros. Se bancan una meteorología, unas corrientes de marea y un oleaje que te las cuento, potenciados por la baja latitud y el fondo cercano. Son condiciones de superficie sorprendentemente peores que las imperantes en la altamar bonaerense del bloque CAN 100.
Sin embargo, algunos pozos de la Cuenca Austral llevan dos décadas de explotación sin noticias de derrames de impacto costero. Si ahí abajo se te rompe un cabezal de pozo, la presión no supera las 20 atmósferas: la fuga te la arreglan buzos técnicos, esos que viven encerrados en cámaras hiperbáricas, cobran fortunas y si no palman en un accidente por descompresión, se jubilan ricos a los 40. Deben ser muy eficientes: si hubo derrames, por ahora en las costas patagónicas, no nos enteramos.
Obvio, noticias y hechos no son lo mismo en Planeta Clarín, y la falta de evidencia no es evidencia de falta. Pero un bruto derrame petrolero puntual, como el que sucedió en el pozo Macondo de British Petroleum en el Golfo de México en 2010, con la pérdida oficial de 5000 barriles diarios (otros dijeron 20 mil, otros 70 mil), todo eso a lo largo de 87 días, no tendría disimulo posible.
Uno hoy ve petróleo en las playas patagónicas y bonaerenses, en general manchas viejas, y al parecer, ajenas a las 36 plataformas fueguinas. Son cortesía de la flota que mueve el crudo desde Caleta Olivia y Comodoro hasta las refinerías de La Plata y el Gran Rosario. Los capitanes limpian rutinariamente sus sentinas en altamar, algo re-prohibido por ley. Pero la ley también prohíbe cañonear YPF, y sin embargo el almirante Rojas –que lo hizo justamente en Mar del Plata- murió en su cama.
Hubo una empetrolamiento masivo y letal en la pingüinera de Punta Tombo, en 1991. La huella química de aquel derrame coincidía 100%, según la pericia de la Prefectura Naval Argentina, con el de las sentinas de un tanquero contratado por una petrolera que en los ’70 te ponía un tigre en el tanque, y hace no mucho te puso un ministro de Energía en el gabinete. El expediente de Tombo juntó polvo en los tribunales federales de Comodoro hasta que se perdió. Ups, qué macana. Cosas que pasan.
Pingüinos y científicos
Lo crítico y lo crónico luego decrecieron juntos. Los biólogos de fauna costera más pingüineros del CONICET (los Dres. Patricia García, Esteban Frére, Pablo García Borboroglu o Victoria Lichtschein), coinciden en que la mortandad sistémica de pingüinos argentos hizo rampa con la exportación de crudo, y que entre 1981 y 1994 anduvo en 40.000 aves/año.
Bastó que el gobierno de Menem ordenara en 1994 que los tanqueros navegaran 100 km. más alejados de la costa para casi eliminar los impactos costeros. El problema para las aves más “off-shore” (los pingüinos magallánicos, los albatros y petreles) probablemente sigue, pero muy mar adentro, casi en aguas internacionales. No te enterás. La revista Pescare podría estar batiendo la justa. En fin, que hasta no contar con información científica y técnica inteligente y NACIONAL sobre la presunta vaca en el mar, (en cuyas tetas hay pavada de multinacionales prendidas), opté por no decir ni mu.
Aquí intervienen “La Grappa Contenidos”, un grupo de profesionales y tecnólogos de Bahía Blanca, nucleados por la UTN regional, peronchos deseosos de proyectos industriales para su ciudad. Me mandaron un podcast con una entrevista a Néstor Bolatti, geólogo cordobés y exgerente de exploración off-shore de YPF. Lo que dice se incluye en este artículo. Bolatti tiene kilometraje en aguas costeras de Indonesia y Libia, y antes de ello, estuvo en el hallazgo, evaluación y desarrollo del Presal brasileño.
Ése y otros campos que han ido entrando en producción frente a Santa Catarina terminarán desplegado al menos 300 plataformas flotantes, y centenares de millones de dólares en otras estructuras de transferencia: cabezales de pozo, “risers” (caños flexibles para llevar el petróleo desde las bocas submarinas de pozo hasta arriba), conectados en superficie a los SPFADS, estaciones semiflotantes de tránsito para llenar luego barcos tanqueros. Todo eso lo desarrolló Petrobrás a puro bolsillo brasuca.
El petróleo del Presal es del bueno: viene con gas a patadas, es liviano, lleno de “condensado” (casi nafta, por lo volátil), y de yapa es “dulce” (bajo en azufre y acidez). Pero está lejísimos de la superficie marina: en Tupí son primero 2.000 metros de agua y luego 5.000 metros más de sal, arena y rocas: 7 km. verticales desde las olas. Aquel fue “o poço mais profundo do mundo”, sin exageración.
Tanto así que la sal que funge de techo del reservorio, lejos de la rigidez pétrea esperable, está en estado líquido por temperatura y presión, y ni te digo cómo corroe los aceros.
El petróleo mismo sube hirviendo pero luego, al atravesar los 2 km. de agua de mar a 4º C, se congela y bloquea los caños. Operar en el Presal es menos quilombo que ir a la Luna. Pero no mucho menos. En la CAN argenta, el escenario podría ser parecido.
Con pozos tan extremos, las estructuras de fondo y de columna de agua hay que construirlas –y eventualmente repararlas- con robots telecomandados, porque la presión mínima en los cabezales del Presal anda por 200 atmósferas: haría implotar como un “black hole” a cualquier buzo técnico, sin importar qué blindaje vista por traje. Y que no se te manche una playa en Brasil porque te cae encima una industria turística centenaria y millonaria. Por ahora, sin novedad.
El precio del barril del Presal puesto en un tanquero bajó de impagable a U$ 35 a pura fuerza de escala, pero Brasil no tuvo maldita la opción: ya no le quedan más ríos represables y su desarrollo nuclear de los ’70 fue degollado en la cuna (ver aquí y aquí). En revancha, Presal mediante, el negocio Oil & Gas pasó del 3% del PBI en 2003 al 13% en 2015.
El Presal va arrimándose a un palo de barriles/día y va sacando a Brasil, a principios de siglo el país más hidroeléctrico del mundo, de su condena a racionamiento eléctrico cuando estas rachas encadenadas de años secos de “La Niña”, las “Superniñas”. Sin Presal, Brasil seguiría como en 1998: dos años sin llover y los obreros paulistas y cariocas pierden el laburo, porque cierran dos turnos de cada tres en las fábricas. Desde 1950, hubo tres Superniñas bravas. En este 2022 venimos cursando la última. Y habrá más y serán peores.
Antecedentes y problemas a tener en cuenta
¿Estamos obligados al éxito geológico y técnico de Brasil? Bolatti apuesta a ello, pero es cautamente parcial: mostrame un gerente petrolero antipetrolero, que yo te muestro una cebra a cuadros. Empero, por científico, Bolatti viene libre de fábrica del optimismo Mary Poppins con que el gobierno enfrenta a los ecologistas más talibanes en la CAN.
Hay cuatro indicadores de hidrocarburos en aguas profundas, sobre el talud de la plataforma continental frente a las costas bonaerenses y rionegrinas, resume Bolatti. Son:
* Los años acumulados de estudios de sísmica desde 1957,
* la historia geológica del Atlántico Sur,
* el Presal, en Brasil, frente a Santa Catarina y Río, y al norte un campo gigantesco frente a Guyana, geológicamente similar,
* el último son los grandes hallazgos off-shore en Namibia, frente a las orillas africanas del Atlántico, hermanos geológicos del Presal.
¿Y cuánto petróleo, condensado y gas podría haber? Grosso modo, Bolatti dixit, cantidades que podrían duplicar las reservas argentinas actuales, sumando las continentales y las offshore fueguinas. Va de nuevo: si hay éxito, haríamos doblete en reservas.
¿Entonces la CAN es Vaca Muerta en el mar, como sostiene la Secretaría de Energía? ¡Achalay!, no se parece ni un poquito. ¿Cómo podrían asemejarse un yacimiento continental enorme, pero en rocas macizas y duras, que hay que triturar hidráulicamente para explotar, y otro bajo aguas profundas, pero en rocas porosas? En la CAN todo “fracking” sería no sólo prohibido sino prohibitivo, es decir al cuete.
La presunta vaca ahogada, animalito ‘e Dios, no es únicamente una similitud forzada, tipo la Biblia y el calefón. Cuantimás, patea en contra. La Secretaría de Energía vive vendiendo la imagen muy productiva de Vaca Muerta, pero disimula que desde 2014 funciona en base a que YPF explore y las multinacionales extraigan y se forren: de cada 20 pozos, 19 no sirven, pero todos NOS cuestan (para algo se renacionalizó YPF), Cuando los bloques explorados pintan buenos, entonces se concesionan como “de riesgo”. Truco viejo. No hay gobierno argento que no lo haya usado, algunos mucho.
Viejo pero empeorado. Ya no se trata del estado bobo argentino, sino de que las petroleras, definitivamente menos idiotas, hoy no quieren clavarse con “stranded assets”, activos varados. Vaca Muerta les resulta Vaca Atada, por lo lechera y dócil, y aun así desde 2014 se niegan a poner un mango para tirar un Gran Caño Gran desde Añelo a Bahía Blanca, para venderle GNL a la Unión Europea. O a la India. O a China.
¿Y por qué tan tacaños, los muchachos? Porque se la ven venir. Porque planifican. Cuando se inunden ciudades costeras en China y los USA (y ya empezaron) van a llover impuestos a las emisiones de carbono, sean negociados multilateralmente o salvajes, con COP 27 o sin ella, cuando suceda, los fierros petroleros caros se van a devaluar.
Vaca Muerta, que la Secretaría de Energía vende como modélica, es un ternero guacho criado a biberón por el estado argentino. Habría que ser muy contador de la AFIP para entender si nos hace ganar o perder. Mi percepción es que nos sostiene… como la cuerda al ahorcado. ¿Quién asegura que la CAN no termine siendo lo mismo, pero mucho más cara y mar adentro? Petróleo en las costas, probablemente hay. ¿Y moros? Ni te cuento.
Pero además, el vacuno réquiem es un pagadiós ambiental del carajo, en parte porque los pozos de “fracking” usan en promedio cien veces más agua que los convencionales, recurso que en la estepa patagónica no sobra. Y en otra parte por el infinito “laissez faire” provincial y federal en el manejo de aguas residuales, un caldo de brujas de hidrocarburos, metales pesados lavados del subsuelo y, de yapa, detergentes. Gestionado en todo Neuquén por Magoya Hnos., firma líder en externalidades.
Las trampas de Vaca Muerta y las del mar
Para que la CAN sea real se necesita que el petróleo y el gas formados en roca madre muy profunda hayan migrado verticalmente hasta rocas porosas areniscas, para quedar embebido en ellas como en una esponja. Además, tiene que haber existido una tapa impermeable de roca dura que evitara su dispersión. Sumando todo, la arenisca se vuelve lo que en la jerga se llama “una trampa”. Y necesita de esa carambola geológica a tres bandas.
En Vaca Muerta, pavada de diferencia, las únicas trampas son contractuales: se está explotando directamente roca madre, una capa sedimentaria muy profunda (más de 2200 metros) y bastante delgada (de 60 a 600 metros de espesor). Eso conlleva despelotes enteramente distintos.
Se llega a la roca madre por una perforación vertical que hace de eje. Ahí es donde los trépanos cambian de dirección para recorrerla con muchas perforaciones horizontales que se abren como las varillas de un paraguas.
La roca es entonces fracturada por choque hidráulico. Al agua de perforación, que actúa de ariete, se le mezcla arena redondita y fina traída de Entre Ríos para que se incruste y mantenga abiertas y permeables las redes de millones de grietas abiertas a golpazos de presión. Al agua se le mezclan surfactantes (en Barracas los llamamos “detergentes”) que lavan el petróleo más pastoso hasta el pozo vertical, de modo que el combo salga por él como un geyser, empujado por la descomunal presión subterránea.
Acabada esa presión (y raramente dura 7 años), murió el pozo, oremos hermanos. Gracias a la explotación secundaria y terciaria un pozo vertical y convencional tiene más vidas extras que Domingo Cavallo o Gustavo Béliz sumados, pero los de fracking son Lázaros que no resucitan.
Una buena animación computada, desarrollada para convencer a los británicos de las bondades del fracking, explica en un inglés de lo más claro y finolis ese proceso aquí. Los ingleses y escoceses no compraron y lo bocharon por ley. Pero como el gas offshore escocés se les termina, y todas sus centrales nucleares siempre dieron asco por inseguridad de diseño, y de yapa ya están chotas y para cierre, éste y los próximos inviernos de nuestro descontento los brits, entre oscuridad, frío y desempleo, la van a pasar mal.
La diferencia principal es existencial: Vaca Muerta existe y está en línea. Pero la CAN, andá a saber.
La gente que habla de la CAN como “fracking” en altamar está profiriendo gansadas. Generar cantidades siderales de desechos líquidos y sobrenadantes en una zona donde la Argentina posee sólo el fondo, pero no la columna de agua, sería no sólo ilegal ante la CONVEMAR, la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, sino carísimo, y además al pedo: el petróleo desde 1973 se volvió el más volátil de los “commodities”. En 2008 llegó a U$ 160 el barril, en 2020 estaba a precio negativo y hoy en rampa ascendente. Pero no da para frackearlo en altamar porque todavía no cotiza como el champagne.
Hasta que no se explore un poco la CAN, nadie puede contar con esa riqueza presunta, y menos aún ponerla en números: cuánto gas, cuanto petróleo, y de qué calidad, y a qué precio. Tampoco puede saberse cuáles serán los costos y tiempos de desarrollar la explotación de esta cuenca, con su babilónica ingeniería de fondo construida y mantenida a puro robot. El país no tiene info como para decir: “vai pra frente” o “violín en bolsa”.
Hoy los opositores al desarrollo de la CAN discuten sobre la seguridad técnica de explotar un yacimiento tan difícil y caro, o el fundamento ético de hacerlo en medio de la rampa de desastres climáticos causados por casi tres siglos de quema de combustibles fósiles, o la racionalidad económica de sostener una actividad tan salada cuando los precios de los hidrocarburos se han vuelto una montaña rusa cada vez más impredecible y brutal. Lo de las “stranded assets” ahora le congela la chequera a las petroleras. Que ya desde 2014 en Vaca Muerta nos viven diciendo: “Animémonos y vayan”.
El activismo más carapintada se olvida de que el pozo Argerich-1 es de exploración, no de explotación: busca información sobre recursos, no recursos. A los 60 días de perforado el buraco se sella con cemento, el barco perforador se pianta con otros rumbos, y la data generada decidirá políticas públicas.
Sobre políticas privadas, nadie –nos recuerda Bolatti- va a poner un centavo en plataformas y estructuras de fondo si no encuentra al menos 300 millones de barriles asegurados. Para vender la piel del oso, antes hay que cazar al oso.
En el Presal brasuca hubo que hacer 15 pozos exploratorios que costaron U$S 1000 millones, y sin resultados, hasta encontrar que pintó el primer petróleo real en 2006. Los osos saben ser elusivos, y si los encontrás, dan trabajo. O a veces, un zarpazo.
Entre críticas feroces, Petrobrás se exploró solita con su alma el Tupí, con Lula bancando como porrista y barrabrava. Obvio, cuando pintó crudo del bueno en cantidades de estrépito, la petromafia del Hemisferio Norte se amontonó sobre Brasil como hormigas sobre la miel. ¿Ley express de Michel Temer, el nuevo presidente golpista, a meses de derribar a Dilma Rousseff a fines de 2015? El Presal se privatizó.
Petrobrás/Brasil, que pagó la fiesta, a joderse. Pasen y sírvanse.
¿No calca demasiado la historia de Hipólito Yrigoyen con la Standard Oil? “El Peludo” quería que le pagaran a YPF el 30% de lo extraído de cualquier subsuelo nacional, con “radichas galeritas” y conservas ruidosamente en contra. La discusión la dirimió el golpe del general José E. Uriburu, en 1930. Canilla libre. Pasen y sírvanse.
Vendiendo naturaleza cruda
Ningún país pobre y atrasado sale de su cloaca deudora vendiendo naturaleza cruda, sea soja, minerales, petróleo, gas o el Full Monty. Y menos si esos commodities los manejan “traders” externos que te privatizan no sólo puertos y barcos sino ríos, y menos aún si el país se endeuda para vender cada vez más naturaleza, y cada vez más cruda, para pagar cada vez más deuda.
¿Cómo encarar esto de modo Rac & Pop, o Racional y Popular? Explorar y ver qué corno hay ahí abajo en el talud, eso es ciencia. Luego se sopesan pros y contras y se toman decisiones, buenas o malas, eso es política. Pero tomarlas sin ciencia, eso sería pelotudez.
Con 8 o 10 satélites como los 2 SAOCOM argentinos de la CONAE, y unos cuántos drones de superficie de INVAP, una plataforma que contamina queda escrachada en tiempo real. Pero no importa qué tecnología de monitoreo o qué leyes penales inventemos para mitigar daños, no servirán de nada si antes algún Hércules político (¿ven alguno?) no limpia los establos de Augías de la Justicia Federal, para que no pierda expedientes tan fácil. Lo veo tan difícil…
Tanta CAN y tanto bovino difunto me recuerdan que en 2016 NA-SA debió empezar a construirse, junto a las Atuchas I y II, una central nuclear de 700 MWe, tipo CANDÚ. La tecnología la tenemos comprada desde 1974 y la actualizamos solitos en 2018, al retubar Embalse, en Córdoba, sin discusión nuestra mejor máquina. La CANDÚ que se venía en 2016 la suspendió el mejor ministro de Energía de la Shell. Y el Alberto… bueno, no la resucitó. Ups.
Una CANDÚ de ésas cuesta U$ 6000 millones, usa combustible nacional, lleva un 85% de componentes argentinos, mueve al menos a 120 firmas metalmecánicas, electromecánicas e informáticas locales, genera 7000 puestos directos calificados en construcción, 500 fijos en operación, se paga con electricidad en 10 años pero dura 60 años en línea mínimo, no genera efecto invernadero, no te contamina playas ni te mata ningún pingüino magallánico. Pero sobre todo, te ahorra la combustión de 1120 millones de metros cúbicos de gas por año.