Pibes y pibas golpeados, abandonados, mal medicados o sin controles. El edificio que debía su Hogar, deteriorado y con olor a cloacas. Hasta que una intervención de la Comisión Provincial de la Memoria llevó al cierre del instituto, aunque no a la investigación sobre los responsables.

Nenas golpeadas que, con sus lesiones todavía sin sanar, son enviadas de nuevo con los “asistentes de minoridad” que las violentaron. Un niño de 11 años que fue retirado de la casa de convivencia para ser entregado, solo, a una institución donde sólo hay adolescentes mayores que él. Servicios sanitarios en crónico deterioro, que inundan de olor a excremento los dormitorios de los chicos. Estas y otras violencias fueron denunciadas por la Comisión Provincial de la Memoria en el Hogar Servente, de Villa Elisa, dependiente del Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia bonaerense. Pocos días después de efectuadas las denuncias, el organismo clausuró el Hogar Servente y quizá clausuró también la investigación, al no cuestionar a los responsables y retirar a los nenes en medio de la noche, en una evacuación improvisada y caótica.

Sergio Raimundo es titular del Programa de Promoción y Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Jóvenes de la Comisión Provincial por la Memoria: “Intervinimos a fines de febrero de 2022, cuando en el Hospital de Niños de La Plata verificaron que un niño había sido golpeado en el Hogar Convivencial María Luisa Servente, que depende del Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia bonaerense. Pudimos hablar con el niño, que tiene 10 años, y contó que quien le había pegado era un asistente de minoridad del Servente. Se hizo la denuncia ante la fiscalía de turno, la número 6, a cargo de Marcelo Romero, y visitamos el Servente. Allí verificamos tratos inhumanos. Por ejemplo: el encierro como medida de castigo; la disciplina se asemejaba a la de una unidad penal, siendo que ni siquiera se trata de chicos en conflicto con la ley penal sino que están allí a partir de situaciones de vulnerabilidad familiar, con edades que van de 5 a 13 años”.

“Revisando historias clínicas encontramos que había niños medicalizados, chicos con medicación psiquiátrica y sin controles periódicos, y también niños con indicación de asistencia psicológica que no la recibían; la queja principal de los chicos era que ellos no eran escuchados por las autoridades del Hogar. Y en el orden edilicio había un total deterioro: faltaban vidrios en las ventanas, el mobiliario en muy mal estado, del baño salía un olor a cloaca que llegaba a las habitaciones. En ese contexto presentamos un hábeas corpus que dio lugar a un pedido de amparo en el Juzgado 6 de La Plata”, continuó Raimundo.

La intervención judicial dio lugar a una audiencia, en la cual el Organismo de la Niñez y Adolescencia se comprometió a modificar los problemas edilicios, a capacitar al personal, a empezar a escuchar a los niños. Sin embargo, era la misma gestión que venía avalando aquellas prácticas. “Volvimos a ir dos o tres veces, no veíamos avances, y a principios de julio cambiaron a la directora del Hogar. Hablamos con la nueva directora y nos manifestó que carecía de recursos. Y nos enteramos de una situación gravísima producida el 2 de julio a la tarde: cuatro niñas se fueron del hogar, un par de horas después se las encontró en la calle y declararon haber sido golpeadas por al menos dos asistentes de minoridad, un hombre y otra mujer, para tratar de impedir que escaparan. Las lesiones fueron constatadas. No querían volver al Hogar porque allí estaban las personas que las habían golpeado. Finalmente volvieron, sin que personal experto las acompañara. En cualquier familia, si se constata violencia sobre un niño, se activan mecanismos para separar a los niños de los adultos que los violentaron. Pero en el caso de los servicios locales del Organismo de la Niñez y Adolescencia no es así: los servicios locales son dueños y señores de los niños”, resumió Raimundo.

De abandono en abandono

Tres días más tarde, el 5 de julio, personal del Organismo se presentó en el Servente: estaba decidido que los chicos se iban a ir, iban a ser separados, pero el Organismo no mencionó maltratos sino sólo que el edificio estaba viejo y había que repararlo. “El desalojo causó una crisis muy grande en los niños, que revivían la situación de haber sido retirados de sus familias. En Villa Elisa ellos iban a la escuela cercana, algunos a un club, estaban ligados a otros chicos del barrio. Cuando los vinieron a desalojar se desesperaron, empezaron a tirar sillas, hubo llantos, finalmente se los llevaron. Y los separaron, los mandaron a distintos lugares. Todo fue muy improvisado”, observa el representante de la Comisión Provincial por la Memoria.

Tres de los chicos fueron derivados a una “casa de abrigo” en Lomas de Zamora: salieron a las 6 de la tarde, llegaron a las 8 de la noche “pero no los recibieron, no sabemos por qué, y hasta las 11 de la noche estuvieron sentados en un auto hasta que los llevaron a Morón. Otro, de 11 años, que había denunciado los golpes en su momento, fue trasladado a un parador para adolescentes de más edad, un lugar no pensado para un chico de su edad. Todo el procedimiento fue una nueva vulneración a los derechos de los niños”, resume Raimundo.

La intervención de la Comisión Provincial de la Memoria, creada en 1999 por disposición del Poder Legislativo de la Provincia de Buenos Aires, se enmarca en su misión de inspeccionar los hogares dependientes del Organismo de la Niñez. “Hasta ahora venimos inspeccionando las instituciones oficiales, pero también lo haremos con las no gubernamentales que dependen del Organismo”, anticipa Raimundo. En 2021, un escándalo por abuso sexual en un hogar de las Hermanas Trinitarias de Boulogne condujo al arresto de una de las monjas.