De tanto en tanto los cuentos brevísimos que publicaba Página/12 en los ‘90, en la portada de Verano/12, escritos a velocidad peligrosa como sucede en los diarios, eran postales fugaces de los tiempos menemistas. Rescatada de viejas carpetas, aquí va la semblanza corta de un vivillo del conurba consagrado en Punta del Este.
Horizontal sobre la arena, los ojitos semicerrados del gordo Fantuzzi recorren la línea de espuma conforme al itinerario de gacela de un minón de diecisiete por el que el gordo daría la fábrica de Gerli. Sigue el culito el gordo hasta que llega el momento en el que el culito y sus ojos forman una tangente que corta el mar. Solo que la masa abombada de su vientre –obstáculo- impide al gordo Fantuzzi perseguir al culito.
Fantuzzi no es de esos que inmediatamente se dicen mañana empiezo gimnasia. Echado bajo el sol de Punta del Este se diría que Fantuzzi es feliz. Se considera una suerte de Henry Ford hecho en el conurbano –Fuerza y Picardía es su lema- que pasó de la nada a lo mucho: taller, fabriquita, dos fábricas, exportación de motos a Hungría, Sumatra y Venezuela, franco ascenso en Boca Juniors donde su fortuna le hizo un lugar al lado de Heller y Alegre, casa en La Horqueta, relaciones mil, aspiraciones a la intendencia de San Martín.
Semejante sprint –Fantuzzi festejó los 54 en su crucero hace apenas tres semanas- justifica la panza, que tampoco es tan voluminosa. Fantuzzi está realmente feliz. Ayer vivió el momento cumbre de su carrera, compartió una cena con el Presidente, el Presidente le estrechó la mano, le habló, lo tocó.
-Me hablaron bien de usted.
-Señor Presidente, un honor.
No fueron las conexiones políticas sino las otras las que le abrieron la puerta. Baqueano mayor de la aduana, fana y conocedor del automovilismo, el gordo Fantuzzi quedó como un rey ante Carlitos Jr. cuando el nene acudió a él para destrabar la entrada de repuestos para su Lancia.
-Como se lo agradezco. ¿Necesita algo?
Fantuzzi repasa a velocidad Match 3. Minas, puestos, DGI y contesta:
-Algún día me encantaría conocer a tu padre.
Ahora Fantuzzi gira la cabeza. Sigue imantado por el culito de la pendeja. El culito y la edad. Podría ser tu hija, piensa Fantuzzi, y se responde: por eso me gusta. Recuerda el día en que entró en el baño y la nena, desnuda, lo miró sobradora y airada. Fantuzzi le puso la mano en la colita –nunca toleró que lo sobren- y la nena se desarmó. Gritos y llantos hasta la noche. Diálogo de la nena (16) con el nene (18):
-Es un monstruo, Diego.
-Pero nooo…
-Un lascivo y un corrupto.
-Flaca, qué va a ser corrupto si no sabe lo que es eso. Es un inocente.
Un mes antes del traslado a Punta del Este ya había hecho todo lo necesario para el mangazo. Cero aranceles, desgravaciones, promoción para la fábrica de triciclos en San Luis. Llega el día. Me hablaron bien de usted. Señor Presidente, es un honor. Etcétera. Y el momento estelar.
-Pensé que lo iba a encontrar llorando, señor Presidente.
-¿Por?
-Por River, señor, por River.
-Oíme, pedazo de pelotudo, andá metiéndote los triciclos y los aranceles en el culo.
Fantuzzi no es de los que piensan metí la pata. Estuvo con el Presidente y la vida sigue, horizontal en Punta, mirando pasar culitos.
Él diría que es feliz.