En una entrevista concedida a un medio alemán, el economista marxista venezolano Manuel Sutherland –opositor al gobierno- dice que Nicolás Maduro, sin poder superar la imagen de Hugo Chávez y con un núcleo duro de votantes de solo el 25% hoy gobierna un país empobrecido con relativa facilidad. Lo ayudan la enorme fragmentación opositora y la emigración y exilio de un 20% de la población, incluidos muchos opositores.

Nicolás Maduro, está más firmemente al mando que nunca. Estados Unidos acaba de realizar un intercambio de prisioneros con él, el nuevo presidente de izquierda de la vecina Colombia tiene una buena disposición hacia él, y Occidente quiere su petróleo. Sandra Weiss entrevista al economista marxista venezolano Manuel Sutherland para la revista alemana Tagesspiegel.

-¿Qué pasó con la oposición que seguía movilizando a las masas en 2019?

-La oposición está fragmentada y alejada de la realidad de la mayoría de los venezolanos. El líder opositor Juan Guaidó y su grupo tienen posturas sectarias y sólo se concentran en lo suyo. Tienen alrededor del doce por ciento de apoyo de la población. Luego está la llamada Alianza Democrática, que está representada en el Parlamento, ahí realiza críticas, pero forma alianzas con el gobierno para apoyar numerosas leyes y decretos, por lo que en realidad no parece dedicarse a hacer una política de oposición frontal. Los grupos independientes de la sociedad civil y los partidos más pequeños están presionando por un solo candidato de la oposición en las elecciones presidenciales de 2024, pero son débiles, no tienen una voz articulada. Y luego está la izquierda decepcionada. Muchos de ellos creen que el antecesor y padre adoptivo de Maduro, Hugo Chávez, hizo todo bien y Maduro todo mal. Sin embargo, esta idea no ha calado en la mayoría de la población.

-¿Cómo logró Maduro debilitar tanto al masivo frente opositor?

-Creó partidos paralelos, por lo que para cada partido de oposición creó (o intentó crear) un partido en la sombra similar, una facción. Dichas facciones fueron reconocidas inmediatamente por el Consejo Nacional Electoral. Muchos de esos partidos y candidatos son financiados por el gobierno o aupados por él. Entonces, en el tarjetón electoral, hay toneladas de candidatos “opositores” y los votantes se suelen confundir. Sus votos están divididos entre muchos candidatos y gracias a ello, los representantes del gobierno pueden ganar muchos más cargos políticos gracias a su núcleo duro de votantes de alrededor del 25 por ciento.

-Eso suena como errores estratégicos masivos por parte de la oposición…

-La oposición al gobierno excede al 70 % por ciento de la intención de voto, en casi todas las encuestas. Si estuvieran unidos, Maduro no tendría ninguna posibilidad de triunfo. Pero la oposición tiene varios problemas importantes. El empresariado fuerte venezolano es minúsculo, y con él, el financiamiento para la oposición se ha venido al piso, además que, por ley, los partidos no reciben financiamiento estatal para ninguna de sus actividades. La crisis económica también ha desangrado al aparato del partido debido a la emigración masiva de muchos de sus cuadros, y de muchos de sus votantes. Casi 7 millones de venezolanos han salido del país, más de un 20 % de su población total. También, obviamente, la extrema represión y persecución política debilitó a la dirigencia opositora, la empujó al exilio, a las sombras o a la sumisión. El aparato de seguridad está diseñado para reprimir a la oposición, para impedir su actividad más combativa. El informe de la ONU, sobre las masivas violaciones a los derechos humanos, es contundente.

-¿Cómo evalúa la estrategia de la comunidad internacional, que se ha puesto del lado de Guaidó, especialmente bajo el liderazgo de Estados Unidos?

-Estados Unidos y la comunidad internacional han causado estragos, muy severos problemas. Financiaron a la oposición sin ningún control, ni mecanismos de auditoría y transparencia. Casi todo el dinero parece haberse filtrado a los bolsillos de intermediarios corruptos, que ahora se ganan la vida en el exilio y creen que cumplen con su deber político con dos tuits diarios desde Miami, Madrid o Bogotá. La comunidad internacional se hundió con el estrepitoso fracaso de la mal llamada “presidencia interina”, y lamentablemente sigue aferrándose a esa tontería. La política de sanciones directamente impuestas al país, es aún más nociva y desastrosa, ataca a los más débiles y justifica las excusas de los más fuertes. Ni hablar que las sanciones exacerban a la corrupción y a la escasa transparencia administrativa, dificultan al extremo la recuperación y empobrece más al país. Ello depaupera más a la ciudadanía en general, debilita a la oposición e incentiva a la emigración masiva.

-Alianzas con Irán, Rusia, Cuba: Maduro parece haber jugado mejor sus cartas internacionales.

-Las alianzas con países como Irán, Rusia, India y Cuba en realidad lo han ayudado mucho a eludir algunas de las dificultades económicas y a sortear las sanciones a costa de menores ingresos en las exportaciones, y mayores egresos en la importación. Al mismo tiempo, el gobierno ha tenido la habilidad suficiente para abrir “un poco” la economía. Se suspendieron los controles de precios, se dolarizó la economía y se abolieron muchos aranceles e impuestos sobre la importación. La reversión de algunas de las peores políticas económicas, que impedían comercializar con normalidad, ha significado que hay mucho más abastecimiento. También se están abriendo nuevos negocios como restaurantes, bodegones, oficinas de alto nivel y tiendas de lujo, incluida la venta de Ferraris.

-Sin embargo, la situación económica sigue siendo dramática, la ola de refugiados de Venezuela continúa, la inflación sigue siendo la más alta de América Latina. ¿Eso no le duele a Maduro?

-Si, la inflación aún es la tercera más alta del mundo, y se proyecta como 80 veces más alta, que la de países como Bolivia, por ejemplo. La debilidad de la oposición es expresión de la fuerza del gobierno. En la base de apoyo al proceso al bolivariano, que consiste principalmente en empleados estatales. Muchos se quejan porque los salarios en el Estado son muy bajos, quizás, en promedio son cinco veces más bajos que en el sector privado. Hay voces dentro del chavismo que quisieran reemplazar a Maduro por otro líder, pero apenas se escuchan y temen la represión. Perder puestos de poder dentro del gobierno, significa perder muchos privilegios que serían imposibles de ganar de manera honesta.

-¿Todavía se puede hablar de socialismo en Venezuela?

-Para mí, jamás ha habido socialismo en Venezuela, ni una revolución socialista. Políticamente, este es un gobierno militar con un rostro civil en la parte más elevada. Los estudios muestran que se ha ido desarrollando una élite militar/policial que gana una cantidad increíble de dinero y proporciona un espíritu empresarial en el país muy diferente a lo tradicional. Pero eso no se aplica a los rangos inferiores, que no ven nada de eso. Sin embargo, el gobierno permite que estos escalones inferiores ganen dinero requisando mercancías o extorsionando en operaciones de “revisión” donde se chantajea a transeúntes, productores y comercializadores. El gobierno permite el desarrollo libre de esta actividad, a pesar de infinidad de denuncias y vídeos probatorios.

-Eres economista. ¿Cómo caracterizaría económicamente al régimen?

-En mi opinión esto podría catalogarse como un lumpen capitalismo despótico, una economía mafiosa que se ha descompuesto en muchos subsistemas. Todavía hay empresarios honestos y aún sobreviven algunas empresas de larga tradición, como el fabricante de alimentos Polar. Pero muchas actividades importantes tienen lugar en la economía subterránea, es decir: el contrabando, el lavado de dinero, la extorsión, el peculado y la malversación de ingresos estatales etc. Tomemos la extracción de oro: el 95 por ciento del oro extraído se extrae ilegalmente y elude las autoridades fiscales y aduaneras, según estudios independientes. Diversas estimaciones, hablan que es probable que un 40 por ciento de la riqueza generada en Venezuela, proviene de fuentes ilegales.

-¿Qué pasa con el petróleo?

-Sigue siendo un factor económico determinante, pero es una especie de enclave en manos de empresas extranjeras, sin mayor imbricación en el resto de la economía. La petrolera estatal de Venezuela, PDVSA, ya no tiene dinero ni para realizar las inversiones más pequeñas. Por lo tanto, los socios extranjeros de empresas mixtas gestionan el sector. Increíblemente, PDVSA recibió por exportaciones casi un millón de millones de dólares, antes y durante el apogeo del auge petrolero entre 1999 y 2015. Son diez Planes Marshall, a precios de paridad del año 2000. El dinero fue dilapidado, no queda nada excepto una empresa estatal destruida, un país petrolero importando gasolina y petróleo.

-Entonces, ¿el país está económicamente muerto?

-No, simplemente está muy mal administrado. La política económica destruye el aparato productivo nacional y favorece a las importaciones, a través de un tipo de cambio enormemente sobrevaluado y la exención de derechos de importación, mientras la economía nacional se ve abrumada por los impuestos legales, ilegales (extorsión) y municipales. Esto sirve para asegurar que la élite involucrada en las importaciones pueda enriquecerse más rápidamente a través de la privatización de los dólares baratos que el gobierno “asigna” en mesas de cambio. Además, al gobierno apenas le quedan personal técnico formado, por los bajísimos salarios que ofrece. Las sanciones también tienen impacto muy negativo, tanto en privados como públicos, porque el país está prácticamente aislado de todo préstamo internacional y de la capacidad de vender su petróleo libremente. Aun así, Venezuela todavía tiene infinitos recursos para recuperarse rápidamente si hubiera un cambio político, o incluso, si hubiera un cambio económico seguido de una apertura política drástica.

En teoría, el calendario está claro. Si el gobierno bolivariano quiere el reconocimiento internacional y el levantamiento de las sanciones, la libre venta de petróleo en el mercado mundial y la reestructuración de la deuda, entonces tiene que hacer concesiones políticas, democráticas y de derechos humanos y derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Las demandas están sobre la mesa: la liberación de todos los presos políticos, el respeto a los derechos humanos, garantías para prohibir la tortura y las ejecuciones, libertad de prensa, garantías para la realización de elecciones justas (sin ventajismos ni “inhabilitaciones” a opositores) y ponerles fin a las masivas políticas represivas en contra de la sociedad civil. Un consejo electoral balanceado y observación electoral internacional, son medidas también importantes.

A mediano plazo, esto conduciría a una transición democrática, porque casi todas las encuestas muestran que Maduro perdería elecciones libres ante una oposición unida y libre de coacción represiva. Y este es el problema. El único objetivo del gobierno es mantenerse en el poder a toda costa. Incluso ha considerado adelantar las elecciones de 2024 porque se siente fuerte en este momento. La situación es confusa.

Entrevista publicada por Taagesspiegel a través de sinpermiso.info.