La verdadera contienda parece librarse en el plano económico, y más específicamente en el terreno monetario y financiero. El temor de Washington: que Moscú y Beijing echen a andar un esquema financiero que esquive al dólar. Para algunos, la posibilidad está en pañales. El ministro ruso de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia, Sergey Glazyev, lo considera un hecho inevitable y un paso hacia un nuevo ordenamiento. Aquí, la entrevista que le realizó el analista brasileño Pepe Escobar, publicada por The Cradle.
Sergey Glazyev vive en el ojo de nuestro actual huracán geopolítico y geoeconómico. Miembro de la Academia Rusa de Ciencias y asesor del Kremlin entre 2012 y 2019, durante los últimos tres años ha dirigido el estratégico Ministerio de la Integración y la Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia (EAEU). Su más reciente producción intelectual puede leerse en el ensayo “Sanciones y soberanía”. Esta es su primera entrevista con una publicación extranjera desde el inicio de la Operación Z.
The Cradle -Usted está a la vanguardia de un desarrollo geoeconómico que cambiará las reglas del juego: el diseño de un nuevo sistema monetario/financiero a través de una asociación entre la UEE y China, dejando de lado el dólar estadounidense. ¿Podría adelantar algunas de las características de este sistema, que ciertamente no es un Bretton Woods III, pero que parece ser una clara alternativa al consenso de Washington y muy cercana a las necesidades del Sur Global?
Glazyev – En un ataque de histeria rusofóbica, la élite gobernante de Estados Unidos jugó su último as de triunfo en la guerra híbrida contra Rusia. Tras haber congelado las reservas de divisas rusas en las cuentas de custodia de los bancos centrales occidentales, los reguladores financieros de Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido socavaron el estatus del dólar, el euro y la libra esterlina como monedas de reserva mundiales. Este paso aceleró bruscamente el desmantelamiento en curso del orden económico mundial basado en el dólar.
Hace más de una década, con mis colegas del Foro Económico de Astana propusimos la transición a un nuevo sistema económico mundial sustentado en una nueva moneda comercial sintética basada en un índice de monedas de los países participantes. Más tarde propusimos ampliar la cesta de monedas subyacente añadiendo una veintena de materias primas que cotizan en los mercados gobales. Una unidad monetaria basada en dicha cesta ampliada fue modelada matemáticamente y demostró un alto grado de resistencia y estabilidad.
Más o menos al mismo tiempo, propusimos crear una amplia coalición internacional de resistencia en la guerra híbrida por el dominio mundial, que la élite financiera y de poder de Estados Unidos desató sobre los países que quedaron fuera de su control. Mi libro “La última guerra mundial: los EE.UU. se mueven y pierden” (2016) explicaba científicamente la naturaleza de esta guerra venidera y argumentaba su inevitabilidad, una conclusión basada en las leyes objetivas del desarrollo económico a largo plazo. Basándose en las mismas leyes objetivas, el libro argumentaba la inevitabilidad de la derrota de la antigua potencia dominante.
En la actualidad, Estados Unidos lucha por mantener su dominio, pero al igual que Gran Bretaña anteriormente, que provocó dos guerras mundiales pero no pudo mantener su imperio y su posición central en el mundo debido a la obsolescencia de su sistema económico colonial, está destinada al fracaso. El sistema económico colonial británico, basado en el trabajo esclavo, fue superado por los sistemas económicos estructuralmente más eficientes de Estados Unidos y la Unión Soviética. Tanto Washington como Moscú eran más eficientes en la gestión del capital humano en sistemas integrados verticalmente, que dividían el mundo en sus zonas de influencia. Tras la desintegración de la Unión Soviética se inició una transición hacia un nuevo orden económico mundial. Esta transición está llegando a su conclusión con la inminente desintegración del sistema mundial basado en el dólar, que proporcionaba los cimientos del dominio mundial de Estados Unidos.
El nuevo sistema económico convergente surgido en la República Popular China y en la India es la siguiente etapa inevitable de desarrollo, que combina las ventajas tanto de la planificación estratégica centralizada como de la economía de mercado, y tanto del control estatal de la infraestructura monetaria y física como del espíritu empresarial. El nuevo sistema unió a varios estratos de sus sociedades en torno al objetivo de aumentar el bienestar común de una manera sustancialmente más fuerte que las alternativas anglosajonas y europeas. Esta es la principal razón por la que Washington no podrá ganar la guerra híbrida global que inició. También es la razón principal por la que el actual sistema financiero global centrado en el dólar será sustituido por uno nuevo, basado en el consenso de los países que se incorporen al nuevo orden económico mundial.
En la primera fase de la transición, estos países vuelven a utilizar sus monedas nacionales y sus mecanismos de compensación, respaldados por intercambios bilaterales de monedas. En este momento, la formación de los precios sigue siendo mayoritariamente impulsada por los precios en las distintas bolsas, denominados en dólares. Esta fase está casi terminada: tras la congelación de las reservas de Rusia en dólares, euros, libras y yenes, es poco probable que algún país soberano siga acumulando reservas en estas monedas. Su reemplazo inmediato son las monedas nacionales y el oro.
La segunda etapa de la transición implicará nuevos mecanismos de fijación de precios que no hagan referencia al dólar. La formación de precios en las monedas nacionales implica importantes gastos generales, pero seguirá siendo más atractiva que la fijación de precios en monedas no ancladas y traicioneras como el dólar, la libra, el euro y el yen. El único candidato a moneda mundial que queda, el yuan, no ocupará su lugar debido a su inconvertibilidad y al restringido acceso externo a los mercados de capitales chinos. El uso del oro como referencia de precios está limitado por la inconveniencia de su uso para los pagos.
La tercera y última etapa de la transición hacia el nuevo orden consistirá en la creación de una nueva moneda digital de pago fundada en un acuerdo internacional basado en los principios de transparencia, equidad, buena voluntad y eficiencia. Espero que el modelo de tal unidad monetaria que hemos desarrollado desempeñe su papel en esta etapa. Una moneda de este tipo puede ser emitida por un conjunto de reservas de divisas de los países del BRICS, al que podrán adherirse todos los países interesados. El peso de cada moneda en la cesta podría ser proporcional al PIB de cada país, basado en la paridad del poder adquisitivo, por ejemplo, y en su participación en el comercio internacional, así como el tamaño poblacional y territorial.
Además, la cesta podría contener un índice de precios de las principales materias primas, como oro y otros metales preciosos, metales industriales clave, hidrocarburos, cereales, azúcar, así como agua y otros recursos naturales. Para respaldar la moneda y hacerla más resistente, pueden crearse en su momento reservas internacionales de recursos relevantes. Esta nueva moneda se utilizaría exclusivamente para los pagos transfronterizos y se emitiría para los países participantes según una fórmula predefinida. En cambio, los países participantes utilizarían sus monedas nacionales para la creación de créditos con el fin de financiar las inversiones y la industria local, así como para las reservas soberanas. Los flujos transfronterizos de la cuenta de capital seguirían rigiéndose por la normativa de las monedas nacionales.
The Cradle – ¿Este nuevo sistema permitiría a las naciones del sur global suspender los pagos de la deuda dolarizada? Por otro lado, ¿podrían las naciones del sur global accedera a créditos vinculados a materias primas o, en el caso de China, a la propiedad tangible de la infraestructura de capital financiada por el crédito extranjero no en dólares?
Glazyev – La transición irá probablemente acompañada de una negativa sistemática a cumplir las obligaciones en dólares, euros, libras y yenes. En este sentido, no será diferente del ejemplo dado por los países emisores de estas monedas que consideraron oportuno robar las reservas de divisas de Irak, Irán, Venezuela, Afganistán y Rusia por valor de billones de dólares. Dado que Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Europea y Japón se negaron a cumplir con sus obligaciones y confiscaron la riqueza de otras naciones que estaba depositada en sus monedas, ¿por qué los demás países deberían estar obligados a devolverles el dinero y a pagar sus préstamos?
En cualquier caso, la participación en el nuevo sistema económico no estará limitada por las obligaciones en el antiguo. Los países del sur global pueden participar plenamente en el nuevo sistema independientemente de sus deudas acumuladas en dólares, euros, libras y yenes. Incluso si dejaran de cumplir sus obligaciones en esas monedas, ello no influiría en su calificación crediticia en el nuevo sistema financiero.
La nacionalización de la industria extractiva, igualmente, no causaría un trastorno. Además, si estos países reservaran una parte de sus recursos naturales para respaldar el nuevo sistema económico, su peso respectivo en la cesta de monedas de la nueva unidad monetaria aumentaría en consecuencia, proporcionando a esa nación mayores reservas de divisas y capacidad de crédito. Además, las líneas de canje bilaterales con los países socios comerciales les proporcionarían una financiación adecuada para las coinversiones y la financiación del comercio.
The Cradle – En su ensayo “La economía de la victoria rusa”, usted reclama “una formación acelerada de un nuevo paradigma tecnológico y la formación de instituciones de un nuevo orden económico mundial”. Propone específicamente la creación de “un sistema de pagos y liquidaciones en las monedas nacionales de los estados miembros de la EAEU” y el desarrollo e implementación de “un sistema independiente de liquidaciones internacionales en la EAEU, la OCS y los BRICS, que podría eliminar la dependencia crítica del sistema SWIFT, controlado por Estados Unidos”. ¿Es posible prever un impulso conjunto de la UEE y China para que el nuevo sistema sea adoptado por otros países, como los BRICS, o los miembros de la ASEAN y las naciones de Asia Occidental, África y América Latina? ¿No resultaría esto en una geoeconomía bipolar, Occidente contra el resto?
Glazyev – Esa es la dirección en la que vamos. Lamentablemente, las autoridades monetarias de Rusia siguen formando parte del paradigma de Washington y juegan con las reglas del sistema basado en el dólar, incluso después de que las reservas de divisas rusas fueran captadas por Occidente. Por otra parte, las recientes sanciones han provocado un amplio examen de conciencia en el resto de los países que no pertenecen al bloque del dólar. Los agentes de influencia occidentales siguen controlando los bancos centrales de la mayoría de los países, obligándolos a aplicar las políticas suicidas prescritas por el FMI. Sin embargo, estas políticas son en este momento tan obviamente contrarias a los intereses nacionales de estos países no occidentales que sus autoridades están mostrando una justificada preocupación por la seguridad financiera.
Usted destaca correctamente el papel potencialmente central de China y Rusia en la génesis del nuevo orden económico mundial. Desgraciadamente, la actual dirección del Banco Central de Rusia sigue atrapada en el callejón sin salida intelectual del paradigma de Washington y es incapaz de convertirse en un socio fundador en la creación de un nuevo marco económico y financiero mundial. Al mismo tiempo ha tenido que enfrentarse a la realidad y crear un sistema nacional de mensajería interbancaria que no dependa de SWIFT, y lo ha abierto también a los bancos extranjeros. Ya se han creado líneas de intercambio de divisas con los principales países participantes. La mayoría de las transacciones entre los países miembros de la EAEU ya están denominadas en monedas nacionales y la proporción de sus monedas en el comercio interno está creciendo a un ritmo rápido.
Se está produciendo una transición similar en el comercio con China, Irán y Turquía. India ha indicado que está dispuesta a pasar también a los pagos en moneda nacional. Se está haciendo un gran esfuerzo para desarrollar mecanismos de compensación. Paralelamente, se está trabajando en el desarrollo de un sistema de pago digital no bancario, que estaría vinculado al oro y a otras materias primas que cotizan en bolsa: las denominadas stablecoins.
Las recientes sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa a los canales bancarios han provocado un rápido aumento de estos esfuerzos. El grupo de países que trabaja en el nuevo sistema financiero solo necesita anunciar la finalización del marco y la preparación de la nueva moneda comercial y el proceso de formación del nuevo orden financiero mundial se acelerará aún más a partir de ahí. La mejor manera de llevarlo a cabo sería anunciarlo en las reuniones periódicas de la OCS o del BRICS. Estamos trabajando en ello.
The Cradle – Hay un tema absolutamente clave en las discusiones de los analistas independientes de todo Occidente. Me refiero a que el Banco Central de Rusia aconsejaba a los productores rusos de oro que lo vendieran en el mercado de Londres para obtener un precio más alto del que pagaría el gobierno ruso o el propio Banco Central. ¿No se previó en absoluto que la próxima alternativa al dólar estadounidense tendría que basarse en gran medida en el oro? ¿Cómo caracterizaría lo sucedido? ¿Cuánto daño práctico ha causado esto a la economía rusa a corto y medio plazo?
Glazyev – La política monetaria del Banco Central de Rusia, aplicada de acuerdo con las recomendaciones del FMI, ha sido devastadora para la economía rusa. Los desastres combinados de la congelación de unos 400 mil millones de dólares de reservas de divisas y más de un billón de dólares desviados de la economía por los oligarcas hacia destinos occidentales en el extranjero, se produjeron con el telón de fondo de unas políticas igualmente desastrosas de la entidad, que incluían tipos de interés reales excesivamente altos combinados con una flotación gestionada del tipo de cambio. Estimamos que esto provocó una subinversión de unos 20 billones de rublos y una infraproducción de bienes de unos 50 billones.
Siguiendo las recomendaciones de Washington, la entidad dejó de comprar oro en los dos últimos años, obligando de hecho a los mineros de oro nacionales a exportar volúmenes completos de producción, que sumaron 500 toneladas de oro. Hoy en día, el error y el daño que causó son muy evidentes. En la actualidad, el Banco Central de Rusia ha reanudado las compras de oro y, esperemos, continuará con políticas sólidas en interés de la economía nacional en lugar de apuntar a la inflación en beneficio de los especuladores internacionales, como había ocurrido durante la última década.
The Cradle – La Reserva Federal de Estados Unidos, así como el Banco Central Europeo, no fueron consultados sobre la congelación de las reservas extranjeras rusas. En Nueva York y Frankfurt se dice que se habrían opuesto si se les hubiera preguntado. ¿Esperaba usted personalmente la congelación? ¿Y lo esperaban los dirigentes rusos?
Glazyev – En mi libro “La última guerra mundial” sostenía que la probabilidad de que esto ocurriera era muy alta. En esta guerra híbrida, la guerra económica y la guerra informativa/cognitiva son los escenarios claves del conflicto. En ambos frentes, Estados Unidos y los países de la OTAN tienen una superioridad abrumadora. No tenía ninguna duda de que sacarían el máximo provecho de ello a su debido tiempo.
Llevo mucho tiempo abogando por la sustitución de dólares, euros, libras y yenes en nuestras reservas de divisas por oro, que se produce en abundancia en Rusia. Lamentablemente, los agentes de influencia occidentales que ocupan puestos clave en los bancos centrales de la mayoría de los países, así como las agencias de calificación y las principales publicaciones, lograron silenciar mis ideas. Por poner un ejemplo, no me cabe duda de que altos funcionarios de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo participaron en la elaboración de las sanciones financieras antirrusas. Estas sanciones han ido aumentando constantemente y se están aplicando casi al instante, a pesar de las conocidas dificultades de la toma de decisiones burocráticas en la Unión Europea.
The Cradle: Elvira Nabiullina ha sido reconfirmada al frente del Banco Central de Rusia. ¿Qué haría de forma diferente, en comparación con sus anteriores actuaciones? ¿Cuál es el principal principio rector de sus diferentes enfoques?
Glazyev – La diferencia entre nuestros enfoques es muy sencilla. Sus políticas son una aplicación ortodoxa de las recomendaciones del FMI y de los dogmas del paradigma de Washington, mientras que mis recomendaciones se basan en el método científico y en las pruebas empíricas acumuladas durante los últimos cien años en los países líderes.
The Cradle – La asociación estratégica entre Rusia y China parece ser cada vez más férrea, como reafirman constantemente los propios presidentes Putin y Xi. Pero hay rumores en contra no solo en Occidente, sino también en algunos círculos políticos rusos. En esta coyuntura histórica tan delicada, ¿hasta qué punto es fiable China como aliado de Rusia?
Glazyev – La base de la asociación estratégica ruso-china es el sentido común, los intereses comunes y la experiencia de cooperación durante cientos de años. La élite gobernante estadounidense inició una guerra híbrida global destinada a defender su posición hegemónica en el mundo, apuntando a China como el principal competidor económico y a Rusia como la principal fuerza de contrapeso. Inicialmente, los esfuerzos geopolíticos de Estados Unidos tenían como objetivo crear un conflicto entre Rusia y China. Los agentes de la influencia occidental amplificaban las ideas xenófobas en nuestros medios de comunicación y bloqueaban cualquier intento de transición a los pagos en moneda nacional. En el lado chino, los agentes de la influencia occidental estaban presionando al gobierno para que se alineara con las exigencias de los intereses estadounidenses.
Sin embargo, los intereses soberanos de Rusia y China condujeron lógicamente a su creciente asociación estratégica y cooperación para hacer frente a las amenazas comunes que emanan de Washington. La guerra arancelaria de Estados Unidos contra China y la guerra de sanciones financieras contra Rusia validaron estas preocupaciones y demostraron el peligro claro y presente al que se enfrentan nuestros dos países. Los intereses comunes de supervivencia y resistencia unen a China y Rusia, y nuestros dos países son en gran medida simbióticos económicamente. Se complementan y aumentan las ventajas competitivas del otro. Estos intereses comunes persistirán a largo plazo.
El gobierno y el pueblo chinos recuerdan muy bien el papel de la Unión Soviética en la liberación de su país de la ocupación japonesa y en la industrialización de China en la posguerra. Nuestros dos países tienen una sólida base histórica de asociación estratégica y estamos destinados a cooperar estrechamente en nuestros intereses comunes. Espero que la asociación estratégica de Rusia y la República Popular China, reforzada por el acoplamiento del Cinturón Único y la Unión Económica Euroasiática, se convierta en la base del proyecto del presidente Putin de la Gran Asociación Euroasiática y en el núcleo del nuevo orden económico mundial.
Traducción desde el ingles: Martin Fischer. Fuente: TheCradle.