La alegría en las calles por el triunfo de López Obrador y la tristeza por una nueva eliminación del Mundial en el cuarto partido. Pero por sobre todas las cosas, la esperanza y el desafío e construir otro país, resumido por una militante en el Zócalo: “Ahora empiezan nuestros verdaderos problemas: reconstruir este cagadero que recibiremos”.

Lunes agridulce en México. El país se va del campeonato mundial de fútbol con su selección derrotada por Brasil. La gran alegría popular lograda el domingo con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que saca al gobierno neoliberal del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y abre un ancho camino de esperanzas para el pueblo, incluye la tristeza de haber vuelto a padecer la maldición del cuarto partido que acompaña al fútbol mexicano desde siempre.

Los festejos por el triunfo de López Obrador en el Zócalo.

La explosión de júbilo en la gran plaza del zócalo capitalino -los abrazos entre compañeros, el llanto emocionado, las risas y los gritos de alegría, los pasos de baile improvisados, el silencio expectante con que se escucha la palabra del candidato electo presidente que llega ronco, con la semi afonía que le ha dejado la participación activa en tres mitines diarios, la despedida a la una de la mañana cuando la gente sale ondeando banderas de MORENA y de México, las cornetas, matracas y bocinazos que parten la noche, las voces enormes que dicen sí se pudo y es un honor estar con Obrador- todo eso pasó y no es la flor de un día, y sí volverá mañana y acompañará la espera del 1 de diciembre, cuando el nuevo presidente asuma el cargo… Pasa sencillamente que los hombres y mujeres tienen diversos intereses y hoy se ven serios porque también querían que México siguiera en el mundial.

No robar, no mentir, no traicionar, no aprovechar el gobierno para enriquecerse sino ejercerlo y vivir austeramente, que lo primero siempre sean los pobres, son los mandamientos del que promete ser el cambio político más importante en la historia de México. Dieciocho años de paciencia y lucha se han invertido para llegar a este momento. Siglos de historia atraviesan la memoria y la sangre de un pueblo oprimido que aspira a dejar de serlo. Las derrotas rotundas del PRI y el PAN, los herederos indignos de la Revolución Mexicana y la derecha clerical que tradicionalmente han tenido el poder y se han repartido el ejercicio del gobierno, auguran hoy que la hora ha llegado. El pueblo lo sabe. Así como festeja el triunfo, así exigirá que le cumplan.

MORENA gana la elección con más del 50 % de los votos y más de 30 puntos de ventaja sobre el segundo. Gana en la capital del país y en 30 de los 32 Estados políticos mexicanos. Gobernará con mayoría en las dos cámaras del congreso. Todo parece estar a su favor y permitirle encarar la tarea titánica de mejorar la vida de casi 120 millones de habitantes.

Crudamente, la opinión de un militante lo dice de esta manera: “Ahora empiezan nuestros verdaderos problemas: reconstruir este cagadero que recibiremos”.

Porque los gobiernos provinciales seguirán en su mayoría -al menos hasta que haya nuevas elecciones en ellos- en poder de mandatarios que responden a otros partidos.

La caída de la selección mexicana ante Brasil ensombreció la alegría.

Porque el poder paralelo del narcotráfico y la delincuencia organizada, que ya han votado a su manera asesinando a más de 130 candidatos a puestos electorales de distintos partidos,  y a los que las llamadas guerras contra ellos no han logrado controlar, no parecen tener intenciones de abandonar sus “negocios”. La propuesta de amnistía a narcos hecha por López Obrador no ha sido bien recibida por nadie. La ola de críticas recibida ha obligado al electo y alguna de su gente a tratar de explicar su alcance, pero lo han hecho de manera tan poco clara que hoy nadie sabe a quiénes beneficiaría esa posible amnistía.

Porque hay 10 millones de indígenas, de más de 50 etnias, esperando que los gobiernos de blancos y mestizos se acuerden de que son sus hermanos y hagan algo por ellos.

Porque López Obrador, en gala de pragmatismo, ha hecho acuerdos que desconciertan tanto a la línea dura de MORENA como a sus opositores, y se ha aliado con partidos religiosos como el PES (Partido del Encuentro Social), con sindicalistas considerados corruptos como Napoleón Gómez Urrutia y Elba Ester Gordillo, que han aportado votos, y ha aceptado y les ha dado candidaturas a personajes políticos que de la derecha saltaron a su partido. La explicación   de que el arrepentimiento los redime de culpas pasadas mantiene las decisiones del líder en áreas de polémica.

Hay grandes expectaciones, entonces. Y también hay dudas sobre la clase de izquierda que trae MORENA. En su mensaje de felicitación, Evo Morales recomienda a México que mire al sur, cosa que hace décadas que ha dejado de hacer para mantener sus ojos puestos en el norte.

El consejo es sabio y coincide con las esperanzas de todos los que creyeron en la posibilidad de la patria grande de América Latina. El tiempo y los mexicanos dirán hasta dónde puede llegar esta nueva etapa que comenzará con el gobierno de Morena.