Las elecciones en Uruguay muestran un ascenso de la derecha, que obligará a realizar un balotaje entre Enrique Martínez candidato del Frente Amplio y Luis Lacalle Pou representante del Partido Nacional, quien ya recibió el apoyo de Ernesto Talvi del Partido Colorado y del ex comandante en jefe del ejército, el ultraderechista Guido Manini Ríos.
El 40.1% obtenido por la fórmula frenteamplista de Daniel Martínez y Graciela Villar en las últimas elecciones no le alcanzó para triunfar en primera vuelta aunque superó por más de 10 puntos al candidato neo liberal, Luis Lacalle Pou. El progresismo de izquierda se impuso en 9 intendencias departamentales, al mirar el mapa con la distribución electoral, cuatro de ellos están ubicados en la costa del río Uruguay, fronterizas con la realidad política argentina, los otros cinco departamentos, que incluyen a la capital, bordean las orillas del Río de la Plata y la ribera atlántica. No es un dato menor, reciben una influencia política e informativa de la capital montevideana y el sustento económico es industrial. En el interior, el Partido Nacional, conquistó el mismo número de intendencias y el Partido Colorado solo una, Rivera, que comparte su frontera con el Brasil evangélico militarista de Bolsonaro y la provincia argentina de Corrientes, donde gobierna la alianza de radicales y Cambiemos. Es además, el departamento de donde proviene el mayor número de integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
Cuquito
Luis Lacalle Pou, con su estirpe de jactancia patricia aristocrática, nunca piso la escuela pública, realizó sus estudios primarios y secundarios en el exclusivo The British School de Montevideo y se recibió de abogado en la Universidad Católica, la misma que cruzando el charco o las borgeanas aguas marrones del Río de la Plata, Mauricio Macri, se recibió de ingeniero y al igual que él, nunca ejerció su profesión. Es un enigma su programa de gobierno, y con el estilo del perteneciente a las familias fundantes y oligarcas orientalas, solo habla de un cambio necesario y de lo importante del mismo, sin decir engañosamente en qué consiste. Durán Barba, anduvo por ahí con su repertorio. Al igual que Macri, Lacalle no se sonroja cuando habla de respetar los derechos adquiridos y otorgados por el gobierno frenteamplista, incluso confiesa, que de volver atrás en el tiempo, votaría por la ley de matrimonio igualitario, a la cual se opuso con su voto cuando se sancionó en el parlamento; Aunque no le presta el mismo arrepentimiento a las 39 leyes restantes, las cuales otorgaron derechos sociales, individuales y colectivos. Sin olvidar su cruzada contra la que estipula una jornada de 8 horas a los trabajadores rurales y que terminó con el deshumano y loado trabajo de sol a sol.
Militares
Manini Ríos, ex comandante en jefe del ejército y procesado por la justicia, debido al ocultamiento de la confesión de un delito de lesa humanidad, cometido por el teniente coronel José Nino Gavazzo, quien además de los delitos propios de un ejecutor del terrorismo de estado, también fue hallado culpable de torturas a un imprentero, por negarse éste a imprimir cruzeiros falsos. Juzgado por un tribunal militar, Gavazzo fue exonerado de culpa alguna, ya que su accionar, no afectaba su buen nombre ni al honor del ejército. Exponente de la mano dura, como todo militar que se precie de bien plantado, católico del estilo lefevrista, homofóbico y justiciero, el generalísimo Manini, no tiene problemas en integrar a sus listas, a candidatos que cometieron actos aberrantes. En ese retorno hacía lo que se debe olvidar –la derecha es recurrente en el olvido- la justicia implacable del general es de mano dura y disciplina para los pobres y el recuerdo transitado en esa línea de tiempo, nos los muestra como el viejo integrante de la Juventud Uruguaya de Pie, la banda ultraderechista y paramilitar, que asesinó a militantes populares. Si el cambió tan pregonado por Lacalle Pou, recibe el apoyo del partido militar uruguayo, es que en el cambio propuesto el futuro se tiñe de terror y tiniebla.
Nombres
Cuquito, Lacallito, Luis Lacalle, Luis Lacalle Herrera Pou, hay un nombre para cada ocasión, un nombre para la exaltación y otros para denostar, aunque tanta representación convierten a todo en farsa y al personaje en farsante, en un careta peligroso. Macri, Mauricio es Macri, Mauricio Macri, Gato. Mauricio Macri Blanco Villegas, los nombres y el apodo de quien multiplicó los niveles de pobreza y miseria de un modo tan catastrófico, que el Congreso de la Nación Argentina debió sancionar una ley de emergencia alimentaria, en un país productor de alimentos para 400.000.000 de habitantes y con una población de 45.000.000. Nada es casual, en los modelos políticos a seguir por parte Luis Alberto Alejandro Aparicio Lacalle Pou o el Cuquito. Tanto él, como lo que devuelve el espejo, representan los intereses de los que se enriquecen generando pobreza, desguazando las políticas de estado que otorgan derechos y redistribución de la riqueza y la privatización de las empresas del estado y el sometimiento a las corporaciones y el capital financiero de las riquezas del país. Lacalle no es un cuquito, es un monstruo.
Elegir
No debiera ser tan difícil, si se tiene en cuenta el ascenso del poder adquisitivo, del consumo y de la estabilidad de la economía y de la comparación inevitable acerca de los modelos argentinos, y brasileños, ejemplos del quieren despegarse los representantes de la Coalición, sin embargo esa alianza se evidencia por sí sola, al está conformada por el poder financiero internacional, representado por el liberal Partido Colorado, el conservadurismo católico y estanciero del Partido Nacional y el brazo represor de Manini Ríos. Ya el planteo de arancelar los estudios universitarios por parte de Lacalle, hablan claramente de un gobierno para pocos y para los más ricos, cuando hoy el país tiene los mejores índices de distribución de la riqueza de América, por encima de Argentina, Brasil y Chile, este último integra la lista de los 10 países con peor política distributiva del mundo. Por encima de los blindajes mediáticos, del poder de los medios de comunicación hegemónicos y la consabida influencia de los mismos sobre los electores, también existe la calle, aquello que no se evapora en lo líquido y es lo real. En ese territorio diverso se encuentra la lucha, porque en la calle está, la construcción humana de la política.
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