Sin enmienda constitucional y sin la posibilidad de reelección para el presidente Horacio Cartes, éste apuesta a imponer un “gerente joven” del Partido Colorado, en la oficialista Asociación Nacional Republicana. En el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) pisa fuerte la precandidatura del ex senador Efraín Alegre Sasiain.
El contexto primario se torna prudente, pues las comparaciones lineales en nuestra extensa América Latina puede llevarnos a equívocos. Igualmente en nuestra cancha chica, el cono sur latinoamericano. El Paraguay desde siglo XX nunca vivió en democracia liberal formal, siquiera simulacros “a la latinoamericana”. Sí, un modelo cuartelero y policial fascistizante, al servicio de oligarquías ligadas a la tenencia fraudulenta de la tierra, la extracción extensiva de ella y su comercio en carácter subordinado a otros bloques dominantes regionales, especialmente del Brasil, y más concretamente, la gran burguesía agroexportadora paulista en constante proceso de transformación. Este modelo alcanzó su cima con la larga dictadura totalitarizante desde 1954 a 1989.
Con el final de la guerra fría, más por necesidades geopolíticas regionales e internacionales, que por esfuerzo interno (a pesar de los genuinos y heroicos actos antidictatoriales), se abrió un sinuoso proceso de transición a la democracia tutelada, cruzado de golpes e intentos de golpes de estado, cruentos e incruentos, asesinatos políticos, de líderes sociales, sindicales, periodistas, campesinos (casi doscientas ejecuciones extrajudiciales en “democracia”), y hasta un magnicidio. De un régimen de partido casi único de control totalitarizante de la sociedad, luego de 1989, pasaron a ser un partido hegemónico (Asociación Nacional Republicana, ANR, más conocido como Partido Colorado), reteniendo el poder formal y real, con libertades restringidas, con mucho papel escrito, pero muy pocas nueces. Las crisis internas del poder hegemónico transitan, desde entonces, un proceso ondulante entre la resolución de los diferendos a los tiros y cuartelazos, a elecciones amañadas y manejadas con rienda corta por el comisario de turno o el bloque emergente con más dinero sobre la mesa, generalmente dentro del partido. Por fuera, los demás actores esperan el resultado. Fin del contexto.
Hoy, el Paraguay camina hacia elecciones internas de cara a las generales presidenciales del 22 de abril de 2018. No habrá enmienda, por tanto no habrá reelección presidencial.
Mientras, el proceso de fusión de la economía paraguaya a la dinámica de las economías de los estados brasileños de Paraná y Matto Grosso do Sul, ha desatado una enorme burbuja inmobiliaria rural y urbana, que conlleva fricciones entre sectores de diversos rubros agrícolas, (ganaderos extensivos, pequeñas economías campesinas de autoconsumo y productores de alimentos con tierra o sin ella, versus agroexportadores modernizantes) con un desplazamiento violento, rápido y forzado de comunidades agrarias hacia centros urbanos dentro y fuera del país. El proceso de urbanización y agroindustrialización es regional, sus consecuencias Ídem. Ningún estado tiene una solución, más que la represión y el sojuzgamiento.
El estado paraguayo, está manejado con firmeza por los bloques concentrados de la agroexportación y la especulación inmobiliaria. Ningún otro sector o fuerza política tiene proyectos reales de cambio al actual status quo.
Por tanto, la lucha electoral está subordinada a este proceso de rápida transformación. La Asociación Nacional Repúblicana (ANR), Partido Colorado, en el poder, está manejada por un gerente joven, Pedro Alliana, que responde absolutamente al Presidente de la República Horacio Cartes. Éste, al tener prohibición constitucional a la reelección presidencial, y no darse los votos para una enmienda “forzada” proreeleccionista, se dió a la tarea de transformar en candidato hegemónico a otro de sus jóvenes gerentes, Santiago Peña, hasta sólo unos días, su ministro de Hacienda. La creación del “cartismo” dentro del partido colorado lleva el nombre de Honor Colorado, y tiene las mejores posibilidades de sortear tanto las internas de la ANR, frente a su seguro contrincante interno Mario Abdo Benítez (hijo), así como de largar primero para las generales, sin adversarios de seriedad, por ahora, por fuera del partido-estado.
Pero ¿Y la oposición? En términos políticos electorales, existe. ¿Con posibilidades de triunfo? No. ¿Tienen proyectos de cambio al modelo actual? No.
El principal partido tradicional no colorado, ubicado en la derecha liberal, Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), quien lanza la precandidatura a la presidencia del ex senador Efrain Alegre Sasiain, a horas de culminar la fecha tope para presentación de alianzas electorales, acaba de ofrecer la precandidatura a la vicepresidencia a varios bloques, entre ellos el centro izquierdista Frente Guazú (FG). Quien prontamente aceptó integrar la chapa, y en una Mesa de Presidentes de partidos integrantes del mismo, eligieron velozmente como su precandidato a la vicepresidencia al hijo de una familia de empresarios de medios comunicación, Leo Rubín. Todos conocidos, antes y después del golpe parlamentario de junio de 2012. Antes estaban juntos, luego desunidos, hoy vueltos a juntar. Mañana, no sabe no responde, mientras en el movimiento feminista ya se preguntan por qué no hay mujeres en la primera fila.
El resto del arco político fuera de la ANR, está muy fraccionado, y cada sector, a la vez que funge como opositor, se acerca pragmáticamente al “cartismo” (el poder real que tiene la sartén por el mango… y el mango también), para acuerdos puntuales a la vuelta de la esquina. Esta realidad, lleva a pensar, de acuerdo a diversos observadores, que las partes de la posible revivida Alianza que buscará arrebatar el ejecutivo a la ANR en el 2018, se juntará para las fotos, llevará algunos votos a la chapa presidencial opositora, pero se dedicará con más ahínco a pujar por sus propias listas al parlamento.
Así el panorama hasta hoy, el bloque conservador modernizante, si no comete errores graves, tendría casi asegurada una autopista de cuatro carriles con la ANR como cabeza y árbitro, para sostenerse en el poder hasta el 2023. Año impar en que se renegociará el Tratado de la Represa de Itaipú, que ilumina el polo industrial paulista. Un tema no menor para un gran vecino que crece y se expande. Itamaraty, con seguridad trabaja, con antelación y pericia, en tener el mejor amigo y socio como interlocutor, al otro lado de la mesa, siempre.