El jefe de la diplomacia estadounidense y exdirector de la CIA, Mike Pompeo, nombró a Elliott Abrams como emisario para “restaurar la democracia” en Venezuela. Abrams, un diplomático que trabajó con los presidentes republicanos Ronald Reagan y George W. Bush, es recordado por haber sido condenado el escándalo Irán–Contras.
Donald Trump, entrampado en su propia crisis política provocada por múltiples investigaciones por corrupción, colusión con intereses extranjeros y obstrucción de justicia que podría poner en duda su legitimidad, intervino en la crisis en Venezuela mediante un plan desarrollado en semanas recientes con gobiernos aliados y la oposición venezolana, coordinado a los más altos niveles en Washington.
Pero mientras la escalada golpista continúa y Trump debió abdicar de lograr 5.700 millones de dólares para construir “su” muro en la frontera sur con México para romper el cierre administrativo, Venezuela y EEUU establecerán una Oficina de Intereses en cada capital tras la ruptura de las relaciones bilaterales, que podrá atender trámites migratorios y otros temas de interés bilateral en apego al derecho internacional.
Con miras a este objetivo, Venezuela informó que se ha autorizado la permanencia de personal remanente de cada misión, quienes durante el plazo acordado (30 días) continuarán amparados por las prerrogativas diplomáticas.
Como un golpe de Estado han sido calificados dos hechos políticos que ocurrieron en forma casi simultánea -evidentemente estaban previamente acordados por sus factores determinantes- lo que no permite saber cuál pudo ser primero, si la autojuramentación de Guaidó o las garantías de reconocimiento inmediato ofrecidas por Estados Unidos.
“Sea un golpe de nuevo tipo que experimenta EE.UU. o un golpe en desarrollo, lo que también es cierto es que se trata de un golpe chucuto (mocho, incompleto), pues no lograron derrocar al gobierno legítimo y constitucional que presidirá Maduro hasta el 2025”, señala l director de Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.
En caso de no alcanzarse el acuerdo en el plazo perentorio de treinta días, ambas misiones cesarán actividades y ambos Estados procederán a designar el ente que cada cual escogerá para confiarle sus respectivos intereses, debiendo el personal remanente abandonar el territorio de cada país dentro de las siguientes setenta y dos horas posteriores al vencimiento del referido plazo.
Venezuela vive tiempos de incertidumbre pero también de indignación ante lo sucedido. A pesar de los llamados e intentos de diálogo, en el corto plazo luce derrotada esa estrategia. La realidad virtual mostrada por los grandes medios hegemónicos cartelizados (grandes marchas, resistencia activa al gobierno) dista mucho de la realidad-real. La confrontación parece haber saltado a una delicada fase de violencia (contenida aún), tanto por razones internas como por la injerencia externa.
En tan graves momentos, nadie puede ser indiferente, ni practicar la indignación pasiva desde una superioridad crítica, ni evadir o negar su responsabilidad política, al igual que las consecuencias de sus actos, señala la socióloga Maryclén Stelling. Es muy grave la estrategia de sectores políticos de oposición que se acogen a que «no hay alternativa», apostando irresponsablemente a salidas violentas promovidas desde el exterior; avalando un golpe de Estado, promoviendo una guerra civil, anhelando una invasión.
Pero también es igualmente peligroso cobijarse cómodamente en la cultura de la indiferencia en relación a lo público, y hacer de la banalización de la política una ley de vida o de sobrevivencia, basada en el desprecio al otro y a los supuestos “perdedores”. El enemigo no es necesariamente externo o se resume al adversario político. El enemigo también está en casa y ello ha producido un desgaste en la legitimidad, la credibilidad, la esperanza y en la confianza, añade la prestigiosa socióloga.
Ante la profunda crisis de carácter multidimensional, se ha impuesto la lógica económica y la muy invasiva lógica transmedia que ha colonizado el espacio público. La crisis traspasa pre-intencionalmente los límites nacionales y alcanza dimensiones geopolíticas, complejizando la situación interna y la solución, dejando la sensación de que quedó en manos de potencias extranjeras y no de los venezolanos.
El plan Pompeo-Abrams
Para continuar con ese plan contra el gobierno constitucional de Caracas, el secretario de Estado Mike Pompeo nombró como emisario para restaurar la democracia a un veterano del intervencionismo: Elliot Abrams, quien fue una de las figuras centrales del escándalo conocido como Irán-contra durante la presidencia de Ronald Reagan, y acusado de ocultar información al Congreso de esa iniciativa ilegal para trasladar fondos de ventas secretas de armas a los contra en Nicaragua (recibió un indulto presidencial).
Abrams también fue clave en la política intervencionista de apoyo a los regímenes de El Salvador y Guatemala y sus escuadrones de muerte, justificando o negando las graves violaciones de derechos humanos. Años después ocupó altos puestos de relaciones exteriores como asesor de George W. Bush. Durante ese periodo él sabía y envió mensajes de apoyo al intento de golpe contra Hugo Chávez en 2002, reportó ese año The Observer.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, denunció que la política estadounidense con Venezuela, así como con otros países, es tan destructora que no necesita pruebas… Los llamamientos abiertos a un alzamiento están a la vista de todos. Son acciones inadmisibles y socavan los principios de la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
La agencia estadounidense de noticias AP narra la “epopeya” del cowboy Guaidó, quien viajó a mediados de diciembre “silenciosamente” a Washington, Colombia y Brasil –“se escabulló a través de la frontera sin ley con Colombia”- para informar a los funcionarios sobre la estrategia de la oposición de manifestaciones masivas para que coincidiera con el esperado juramento de Maduro para un segundo mandato el 10 de enero, según el exalcalde de Caracas (fugado y exiliado) Antonio Ledezma.
Las largas sesiones de mensajes de texto cifrados se convirtieron en la norma, dijo Ledesma, una rutina que era usada para comunicarse con el mentor político de Guaido y Leopoldo López (en arresto domiciliario, acusado de ser autor intelectual de varias personas en el terrorismo callejero de 2014).
“Esta es la primera vez en al menos cinco años que la oposición ha demostrado su capacidad para unirse de alguna manera significativa”, dijo un funcionario canadiense de alto rango a la AP, que obviamente no revela su fuente (de existir). La decisión de confrontar directamente a Maduro solo fue posible gracias al fuerte apoyo de la administración Trump, que dirigió a un coro de gobiernos latinoamericanos mayoritariamente conservadores que reconocieron de inmediato a Guaido.
“Trump personalmente ha provocado mucho de esto”, dijo Fernando Cutz, ex asesor sénior de seguridad nacional en América Latina tanto para el presidente Barack Obama como para Trump y ahora con Cohen Group, una firma consultora de Washington. “Literalmente, en cada interacción que ha tenido con los líderes latinoamericanos desde que asumió el cargo, menciona a Venezuela. Eso ha forzado muchas manos”.
El ministro para la Comunicación, Jorge Rodríguez, mostró este viernes 25 de enero un video como “prueba” de la reunión que sostuviera Juan Guaidó, quien se proclamó presidente encargado de Venezuela el pasado miércoles, con el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello y el coordinador de los Clap, Freddy Bernal, en la entrada del Hotel Lido. Aseguró que la oposición se encuentra realizando “falsos positivos” como parte de una guerra psicológica.
“Toda esta operación que han montado de falsos positivos, de guerra psicológica, de invisibilización no es más que una inmensa mentira (…) No pueden sostener el montaje que hicieron ante el país y el mundo”, apuntó.
Un condenado halcón mentiroso
El jefe de la diplomacia estadounidense y exdirector de la CIA, Mike Pompeo, nombró a Elliott Abrams como emisario para “restaurar la democracia” en Venezuela. Abrams, un diplomático que trabajó con los presidentes republicanos Ronald Reagan y George W. Bush, es recordado por haber sido condenado el escándalo Irán–Contras en 1985-86, mientras servía a Reagan, pero fue indultado por George H. W. Bush
El nombramiento de Abrams sorprendió a los analistas en Washington: Trump rechazó su candidatura en 2017 para ser subsecretario de Estado, no por sus antecedentes criminales, sino después de enterarse de que Abrams lo había criticado. Es ferozmente pro-israelí y como asesor adjunto de seguridad nacional en el gobierno de George W. Bush fue fundamental en la política de Washington para Medio Oriente, incluido el apoyo a la invasión de Estados Unidos a Irak.
Abrams es uno de los miembros del proyecto neoconservador del Think Tank para el nuevo siglo americano, adalid de la supremacía norteamericana y el planeamiento de la guerra en Irak. Y si le faltaba alguna mancha, es también director de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), financista de las operaciones de desestabilización de la oposición venezolana, pero también de la nicaragüense, la boliviana y la cubana.
Pompeo dijo que la primera tarea de Elliot será acompañarlo a la reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para intentar que el organismo reconozca la autoridad de Guaidó. “No me sorprendería que terminara viajando por la región”, amenazó el secretario de Estado.
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