Nada nuevo bajo el sol que les calcina los cerebros hace más de medio siglo a los políticos, a la milicada, a la CIA y otras agencias de inteligencia, a los medios y a las corporaciones que dominan la trama del poder imperial en Estados Unidos: a Cuba se la tienen jurada desde el 1 de enero de 1959 porque es un ejemplo intolerable para la hegemonía capitalista global.

Este texto no es imparcial, es de un veterano de Prensa Latina, de un periodista que fue y sigue siendo de la Revolución Cubana. Aclarado ello desde un principio, entonces. El domingo, es cierto, miles de cubanos salieron a las calles en son de protesta – ya volcaré aquí las explicaciones que algunas de la voces periodísticas e intelectuales más lúcidas de Cuba señalaron al respecto -, pues los efectos devastadores que la pandemia provocó sobre las economías de todo el mundo no tenían porque no registrarse en esa Isla gigante del Caribe; agravados por el bloqueo impuesto desde Washington y, por qué no decirlo, por los problemas que ofrece la propia estructura  productiva y socio económica del país, golpeada por la inflación y el desabastecimiento, entre otros inconvenientes severos.

La gusanera y compañía

Sobre ese estado de ánimo y la lógica desazón se encaramó nuevamente la trama de poder que componen la nunca mejor denominada gusanera de Miami y sus artefactos políticos y comunicacionales, entre ellos su capacidad de fuego en las Redes, el propio gobierno de Estados Unidos – sería largo abundar aquí en ejemplos, pero las administraciones demócratas siempre se manifestaron con especial agresividad contra La Habana – y el plexo corporativo empresarial, corporativo y fascistoide sobre el cual se sostiene el sistema capitalista estadounidense y global.

Todas las acciones físicas y simbólicas de ese poder, una vez más, pues desde el 1 de enero de 1959 vienen repitiéndose en las más diversas modalidades, apuntan a debilitar, desestabilizar y derrocar al gobierno de la Revolución, encarnado en su presidente Miguel Díaz Canel. Sin embargo, las horas próximas así lo confirmaran, también una vez más, será realidad lo que vaticinó en una nota publicada en Redes uno de los legendarios periodistas de Prensa Latina, José Dos Santos: “el que vive de ilusiones muere de desengaño”.

Biden, el presidente de los fondos buitres

La convicción de que detrás de los sucesos acaecidos en La Habana y otros puntos del país se encuentra la administración Biden quedó confirmada por un comunicado de la propia Casa Blanca, en la que el presidente Joe, ex representante de Delaware, más que un estado una cueva y paraíso fiscal para fondos buitres, manifiesta su claro apoyo a las protestas y se pone al borde de pedir la caída del gobierno revolucionario. En nuestro país, el diario Clarín, el canal TN y otros medios de la derecha más reaccionaria se hicieron eco desde temprano.

Antes, el propio domingo en las calles del barrio Little Habana, en Miami, y al frente de un grupo de manifestantes, la vicegobernadora del estado de La Florida e hija de cubanos, Jeanette Núñez, le pedía a Washington el envió de tropas invasoras a Cuba.

La maldita “intervención humanitaria”

El escudo sería, por supuesto, la llamada “intervención humanitaria”, promocionada, por ejemplo, desde la leyenda SOS Cuba.

El domingo mismo, desde Buenos Aires, la agencia de noticias en formato de Redes, Latinoamérica Avanza, encabezada por el argentino Santiago Masetti, nieto del fundador de Prensa Latina, recordaba por Twitter que  el concepto “intervención humanitaria” fue desarrollado por el ministro de Salud del gobierno francés de Francois Miterrand, el médico “socialista” auspiciado por el servicios de inteligencia de Israel, Bernard Kouchner, y que el mismo tantas veces fuera aplicado para ocupar y saquear a países como Haití y tantos de África, con el paraguas de la ONU y sus sistemas de corrupción, generalmente protegidos por el Consejo de Seguridad.

Esa misma agencia, y apenas comenzadas las manifestaciones callejeras en Cuba, daba cuenta de las operaciones desinformativas digitadas desde Miami.

Mientras se afirmaba que el gobierno de Díaz Canel había cortado los servicios de Internet en todo el país, desde La Habana y otras ciudades de la Isla, se multiplicaba la aparición de videos y proclamas en las Redes sociales.

Esa tendencia fue ampliándose y las cadenas televisivas, a poco, comenzaron a repetir unas tras otras cada una de esas intervenciones digitales.

Resultaban llamativas las irrupciones en Twitter y Facebook que hacía alusión a la cantidad de contagios COVID que se había registrado en la provincia de Matanzas, cercana a La Habana. No sería esta la primera vez que Estados Unidos y la gusanera maimiense intentan atacar al desarrollo científico técnico cubano, esta vez puesto en evidencia por las mundialmente reconocidas vacunas de desarrollo local y producción propia.

Voces autorizadas

Ahora, los párrafos sobresalientes de dos textos autorizados, desde Cuba.

Ernesto Limia Díaz, vicepresidente primero de la Asociación de Escritores de Cuba:

Aprecio cierta tendencia a tergiversar la intervención de nuestro presidente, diciendo que incitó a la lucha entre cubanos. Primero es bueno aclarar, que Díaz-Canel definió bien tres grupos en las manifestaciones suscitadas en algunas localidades: revolucionarios afectados por una situación difícil, personas que se han creído los cuentos de camino que transmiten los medios mal intencionados de Miami y un núcleo provocador e incitador de contrarrevolucionarios. A diferencia de otras geografías muy cercanas, incluido Estados Unidos, no se vieron en las imágenes publicitadas escafandras ni palos; a nadie mataron como en Colombia ni le sacaron los ojos con balines como en Chile, ni le dieron golpes como en Estados Unidos a las protestas del movimiento por los derechos de los negros. El mundo pudo contemplar una imagen inusual: un presidente en el vórtice del huracán conversando, dialogando, explicando… Eso no se ve en ningún lugar de este Planeta. Su actitud resulta admirable, como admirable resulta el esfuerzo que está haciendo el país mientras su poderoso vecino se empeña en asfixiarlo para llegar después como salvador e imponer sus designios.

Díaz-Canel no llamó al desorden, a abusar de nadie; no llamó a linchamientos ni a la represión policial, que es lo común en este mundo hipócrita en el que se habla de libertad para imponer la dictadura de los poderosos. Díaz-Canel llamó a que no permitamos que progrese un golpe blando para justificar un pronunciamiento de la OEA pidiendo una intervención militar humanitaria, como han hecho en todos lares. Vale recordar lo que dijo Martí a Gonzalo de Quesada hace más de cien años: “Y una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los saca de ella?”. Nos toca a los revolucionarios y al pueblo cubano, patriota y soberano, evitarlo. No podemos ser ingenuos, desde hace rato está en curso una operación desestabilizadora contra nuestro país y dejarla correr nos costaría la sangre. Los ejemplos sobran.

En cuanto a la lucha entre cubanos, la hubo en el siglo XIX, entre patriotas y autonomistas; la hubo entre 1898 a 1902, entre independentistas y anexionistas; la hubo después de que naciera la República torcida por la Enmienda Platt, entre patriotas y plattistas; la hubo en la Revolución del 30, frustrada por nuestros ilustres vecinos; la hubo después del año del centenario del Apóstol, cuando los revolucionarios tiñeron de rojo las calles y serranías cubanas, para acabar con un tirano sanguinario que trajo el luto y la deshonra a nuestra patria. Hay y habrá lucha de clases, es la lucha entre la burguesía y sus fuerzas, contra una revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes.

Tenemos que conversar, enamorar, brindar argumentos, buscar soluciones entre todos, con los jóvenes en la vanguardia, en medio de un cerco que no va a ceder, por el contrario, se acrecentará. Pero a las actuales generaciones de revolucionarios no nos van a arrancar las conquistas que nuestros padres nos legaron de pie.

Y no somos intolerantes ni irresponsables. En medio del acoso exterior y las provocaciones, ha prevalecido la calma y la actuación ecuánime. Eso no es señal de debilidad; es señal de confianza y fuerza. Mas ténganlo por seguro: de ser necesario, estamos dispuestos a entregar nuestra propia vida por los ideales de justicia e igualdad social por los que tantos y tantas cayeron, desde que el Padre de la Patria dio el grito de ¡Independencia o muerte! en Demajagua, y le dio la libertad a sus esclavos, junto con un puesto en la vanguardia del Ejército Libertador.

José Dos Santos, legendario periodista de Prensa Latina, ya retirado pero activo desde donde puede, en defensa de la Revolución:

Socialismo o Muerte: ANTE UNA NUEVA ESCARAMUZA CONTRA LA REVOLUCION

A los de siempre, resentidos, frustrados y captados por el enemigo y sus cantos, se suman hoy gente noble y hasta revolucionaria, molesta por problemas dilatados, dificultades pendientes, barreras burocráticas, limitaciones materiales y mentales que pululan y se hacen sentir más en un entorno agravado por el binomio bloque-pandemia, en circunstancias muy complejas –inflación y desabastecimiento– surgidas a raíz del ordenamiento monetario vigente desde inicios de este año.

Ese ajiaco se ha puesto nuevamente de manifiesto hoy en varios puntos de la geografía cubana, para alegría de quienes, en la mafia miamense, levantan sus jarras de cerveza –una vez más — por el “cercano fin del comunismo en Cuba”, sin recordar aquello que reza: “el que vive de ilusiones muere de desengaño”.

Hoy se ha producido una nueva escaramuzar entre los que desean el pasado para mi país y los que hemos luchado –y moriremos– por el futuro de una nación socialista, próspera y sustentable, frase que –aunque lo parezca– no es un slogan más: es voluntad soberana mayoritaria.

En estas líneas de respaldo a los que pueden salir a la calle en apoyo a Mi-Nuestra Revolución (pandemia, co-morbilidades y otras mataduras me lo impiden físicamente) quiero llamar la atención sobre los que, insatisfechos por lo ya apuntado, se montan en el tren halado por la locomotora contrarrevolucionaria, esa cúpula que sólo desea haya más muertos, contagios, colas en la farmacia (por escasez, indisciplina o acaparamiento), carencia de transporte y hasta tormentas como Elsa, que nos amarguen aún más el encierro y las limitaciones a los que los cubanos, desde hace muchas décadas nos hemos tenido que acostumbrar a vivir y ahora se han agravado.

Veo gente cercana que coloca bajo su foto de facebook SOS Cuba u otra expresión o contenido al parecer no contestatario pero que le hacen juego al mensaje enemigo, el mismo que dice que las autoridades de este país impiden la llegada de ayuda o niegan la solidaridad que se les brinda, o que los envíos que se reciben van a bolsillos diferentes a los realmente necesitados.

De todo hemos visto en estos años de lucha –directa o solapada– contra el poderoso que no nos acepta, al que le representamos la espina clavada en la avariciosa garganta geopolítica, y que no ceja en el empeño de aprovechar todo yipo de problema, muchos creados por él mismo, y agudizados por otros, como las más de 240 medidas de Trump, para terminar de serrucharle el piso al intento socialista en sus mismas narices.

Muchos de mi generación no podremos gritar ahora por las calles VIVA LA REVOLUCION, porque ya no tenemos la fuerza pulmonar de otros tiempos, como cuando le pedimos a Fidel DINOS QUE OTRA COSA TENEMOS QUE HACER, en 1961, al concluir la exitosa Campaña de Alfabetización.

Pero si podemos asegurar, que nuestro espíritu, nuestro aliento, nuestro ánimo, nuestra certeza estará en los que nos suceden y hacen camino al andar, en busca de un horizonte de mejor y más justa sociedad, de un mejor ser humano.

No es algo aislado

Por último, para reflexionar, solo algunos ejemplos de los que sucede en nuestra América:

En una misma semana, magnicidio en Haití con la participación de militares colombianos, entre otros.

Escalada de la derecha más reaccionaria, expresada en las poderosas patronales del agro y sus dirigentes políticos contra el gobierno argentino de Alberto Fernández.

En una decisión valiente, el gobierno de Bolivia denunció que el ex presidente Mauricio Macri envió material militar a las fuerzas golpistas que derrocaron a Evo Morales. La Justicia deberá investigar pero hay serios indicios sobre la ilegalidad del accionar de Bueno Aires, con toda probabilidad sometiéndose a las órdenes de Washington.

Finalmente, los sucesos en Cuba…Pero allí, la gusanera no pasará.

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