Para que Clarín publicara tres solicitadas, en septiembre de 1973 un comando del ERP-22 secuestró a Bernardo Sofovich, hombre clave del diario. Las peripecias para publicarlas, la liberación del directivo tras cumplir con el pedido de los captores y la picardía del tío de Gerardo y Hugo Sofovich para no dar a los periodistas datos que permitieran identificar a los guerrilleros, tal como había pactado con ellos. La reacción airada de Perón.

Qué consecuencias o derivaciones pueden tener las publicaciones de las solicitadas de hoy?- preguntaba el periodista de Canal 13.

-Considero que ninguna. Es evidente que las normas legales, ante un hecho de fuerza mayor, no pueden concluir en la imputación de ningún tipo de delito contra nadie… – respondía con voz calma el entrevistado.

-Nos acaban de avisar que hay disparos aquí en los alrededores del diario, ¿qué información tiene usted? – lo interrumpió el periodista.

-Ninguna.

-Existe la versión de que se estaría copando el diario en estos momentos…

-Me entero junto con usted…

-Pero usted escucha los disparos como nosotros…

-Los escucho.

Eran exactamente las 15.15 del martes 11 de septiembre de 1973. Mientras en todo el mundo se miraban con estupor las imágenes del bombardeo de la aviación chilena contra el Palacio de la Moneda, ordenado por Augusto Pinochet, en el diario Clarín pasaban cosas.

El abogado Bernardo Sofovich, apoderado general del matutino, ofrecía una conferencia de prensa en las oficinas del diario para relatar los pormenores de su secuestro por un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo “22 de Agosto” (ERP-22) cuando empezaron a escucharse tiros al tiempo que un denso humo ganaba terreno en el interior del edificio.

Los periodistas y camarógrafos salieron corriendo para registrar lo que estaba ocurriendo. Sofovich se quedó sentado, solo en la sala, quizás pensando que hasta dos días antes, a pesar de ser uno de los ejecutivos más importantes de uno de los diarios de mayor circulación en la Argentina, su apellido solo era conocido por la labor de sus dos sobrinos, Gerardo y Hugo, exitosos productores y directores de teatro, cine y televisión.

Dos días antes

Un equipo de inteligencia del ERP-22 había establecido que Bernardo Sofovich solía pasar los fines de semana en una casa de Tortuguitas y que retornaba a Buenos Aires en su auto los domingos a la noche, casi siempre a la misma hora.

El domingo 9, a las 21.30, cuando el apoderado de Clarín se aprestaba abrir la puerta del auto para volver a la Capital, fue reducido por una pareja de guerrilleros que lo obligó a subir en el asiento del acompañante de su propio vehículo. Uno de los secuestradores se puso al volante mientras que el restante lo encañonaba desde el asiento de atrás.

-Ahí pasó algo imprevisto. A nadie se le ocurrió que el auto tenía cambios automáticos, era una cosa rara en la Argentina de esa época. Quien tomaba el volante no sabía cómo manejarlo. Le tuvo que pedir a Sofovich las indicaciones y el abogado con toda calma se las dio – relata a los autores de esta crónica un ex integrante del ERP-22 que accedió a relatar los hechos con la condición de mantener su nombre en reserva.

El vehículo tomó por el camino pavimentado que unía la Ruta 8 con la Estación Tortuguitas, pero a menos de un kilómetro de la ruta, el conductor del auto de Sofovich dobló por un camino de tierra y a poco andar se detuvo. Allí los esperaba otro vehículo.

-Cuando paramos, había un coche adelante, un coche al lado y un coche atrás – diría después Sofovich -. Me subieron a un Peugeot blanco.

El abogado de Clarín no dijo la verdad sobre el auto. En realidad, el vehículo al que lo trasladaron era una combi. No sería este el único “error” que cometería en su declaración policial y al relatar los hechos en público.

-Lo llevaron a donde esperaba una combi y lo subieron para dejar rápidamente el auto, por si la policía ya estaba buscándolo. Y de ahí lo llevaron a un lugar donde se lo podía tener. No era una típica “cárcel del pueblo” sino una casa segura – precisa la fuente del ERP-22 a los cronistas.

Las solicitadas

El objetivo del secuestro de Sofovich era que Clarín publicara tres solicitadas de esa organización, que era un desprendimiento del PRT-ERP liderado por Mario Santucho. Días antes, el gobierno interino de Raúl Lastiri –yerno de José López Rega- había reflotado un antiguo decreto del dictador Alejandro Lanusse, quien había entregado a Héctor Cámpora el gobierno el 25 de mayo de ese 1973. La norma en cuestión establecía que los diarios no podían publicar solicitadas sin que quien comprara el espacio para el anuncio diera constancia de su nombre, su número de documento más un certificado de domicilio de la policía.

A cambio de la liberación de Sofovich, sus secuestradores esperaban que Clarín las publicara de todos modos las tres solicitadas.

La organización guerrillera tenía experiencia en ese tipo de acciones. Unos meses antes, el 8 de marzo de 1973, había secuestrado al director de Crónica, Héctor Ricardo García, y lo había liberado cuando ese diario publicó una solicitada en la tapa.

-Nosotros teníamos la experiencia con lo de Crónica. Nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado cortos, que podíamos pedir mucho más. Entonces, esta vez, decidimos que fueran tres. Unos compañeros que trabajaban en publicidad nos dijeron que pidiéramos que una fuera en la tapa y las otras dos en páginas impares del diario, que eran las más visibles para el lector – recuerda el ex integrante del ERP-22s.

Nada sabía de esos planes Bernardo Sofovich aquella noche del domingo, encerrado en una habitación de la casa segura, y custodiado por dos jóvenes guerrilleros que se alternaban para ir a verlo sin decirle una palabra sobre cuál era el motivo del secuestro.

Esa noche comió zapallitos rellenos con arroz.

-En la cena había un plato confeccionado con arroz y no sé cuánto, en el que se veía la mano femenina – relataría Sofovich en la conferencia de prensa.

También decía algo erróneo: el plato lo había preparado un guerrillero con inclinaciones culinarias, cuya práctica de la buena cocina conserva hasta el presente.

La negociación

Recién el lunes 10 a la mañana, Sofovich supo de qué se trataba todo el asunto. Se lo dijo el número 1 del ERP-22, el médico Jorge Bellomo – muerto dos años más tarde, secuestrado y asesinado por la Triple A-, quien lideraba la organización que había formado junto al “Gallego” Víctor Fernández Palmeiro, muerto el 30 de abril de ese 1973 tras atentar contra la vida de Hermes Quijada, un alto oficial naval sindicado como uno de los máximos responsables de los fusilamientos de Trelew de agosto de 1972.

Al enterarse de las exigencias del grupo guerrillero, el apoderado de Clarín le dio a Bellomo un número de teléfono y el nombre de la persona con la que debía hablar.

-Se hizo el contacto un rato después. A esa altura, los compañeros que trabajaban en publicidad ya habían redactado las tres solicitadas y definido en qué páginas debían publicarlas para que se vieran mejor. Me acuerdo que una iba dirigida directamente al presidente Lastiri y que era irónica. Además, para burlarse del decreto sobre cómo debían firmarse las solicitadas, entre los supuestos firmantes habían puesto a “Mongo Aurelio” – cuenta la fuente del ERP 22 que habló con estos cronistas.

En Clarín, el encargado de la publicación fue el secretario general de Redacción, Eduardo Durruty, quien debió elaborar un cuidadoso plan para que no se filtrara la información, ya que el gobierno –apelando al decreto en cuestión- podía impedir la salida del diario.

Un cuarto de siglo después, en una entrevista de 1998, Durruty recordaría así el episodio:

“Ellos pedían exactamente la mitad de la tapa con un texto, la página 17 entera con otro texto, y en la central, que era la página fuerte de política en esa época, otro texto. Eran tres documentos. Pero estaba prohibido publicar esas cosas. No se hizo la denuncia del secuestro a la policía y decidimos publicarlo. A las 20 horas del lunes recibí todo de un enviado del ERP y fui haciendo armar de a párrafos -en esa época se armaba en plomo, en linotipo- y en ramas diferentes para que los (obreros) gráficos no se dieran cuenta qué se estaba publicando. Claro, la tapa que les estaba proponiendo era un disparate; yo lo único que necesitaba era sacar 10 ejemplares, levantar eso y que saliera el diario normal. Con eso era suficiente. A las 12 de la noche se cerraron las puertas del diario, se cortaron los teléfonos y toda comunicación externa. Cambié el diario, lo hice imprimir y salió. Es un cuento muy divertido…”, explicó.

La solicitada a media tapa se tituló “El ERP-22 de agosto al pueblo”, en la que se respaldaba la candidatura de Juan Domingo Perón para las elecciones del 23 de septiembre pero se cuestionaba la presencia de María Estela Martínez de Perón como segunda de la fórmula. La segunda solicitada, “Al Señor Yerno Lastiri”, era una dura burla al presidente provisional. La tercera, un homenaje a “Los héroes de Trelew”, los dieciséis guerrilleros asesinados en la base Almirante Zar en agosto del año anterior.

El ERP-22 se había distanciado de la organización liderada por Santucho precisamente por discrepancias respecto del peronismo. Mientras el PRT-ERP mantenía una oposición abierta –y ya comenzaba con operaciones guerrilleras- el ERP-22 daba su apoyo crítico al retorno de Perón al gobierno, tal como lo había hecho con Héctor Cámpora quien ganó las elecciones del 11 de marzo de ese 1973.

Mientras tanto

La tarde del lunes 10 de septiembre, cuando Clarín ya había aceptado las condiciones de ERP-22, Bellomo fue a conversar nuevamente con Sofovich.

-Me manifestaron que lo fundamental de la solicitada era el apoyo al FREJULI, que consideraban, aun siendo marxistas, y teniendo en cuenta que para ellos el desarrollo de estos momentos críticos por los que pasa el país solo puede resolverse por la vía del socialismo, insisten en que ese movimiento tiene que pasar inevitablemente por el camino del Frente (Justicialista de Liberación, Frejuli)– relató Sofovich al día siguiente en la conferencia de prensa.

El ex integrante del ERP-22 consultado por estos cronistas dice que no asistió a la conversación de Bellomo con Sofovich, pero que luego supo parte de su contenido.

-Sofovich le planteó a Bellomo que le interesaba mantener un contacto político con la organización. Le dijo: “Yo soy desarrollista, vengo de una formación marxista, nos podemos entender”. Y le dio su número de teléfono particular para que lo llamara.  Por lo que sé, ese contacto nunca se hizo – dice.

Lo que sí hizo Sofovich fue acceder a un pedido del líder de sus secuestradores. Bellomo le sugirió que no le diera a la policía información que les permitiera identificarlos.

-El tipo cumplió. Dio descripciones de los secuestradores que no tenían nada que ver con las personas que había visto, y también cambió la marca del auto en el que lo habían llevado a la casa segura. Dijo que era un Peugeot y era una combi – detalla el ex integrante del ERP 22.

La liberación

El plan ideado por el secretario general de Redacción Durruty para mantener en secreto la publicación de las solicitadas dio resultado. El diario llegó a los kioscos como todos los días, pero con contenido prohibido por el gobierno.

La madrugada del martes 11, ni bien comprobaron que Clarín había cumplido con lo pactado, dos guerrilleros sacaron a Sofovich de la casa donde lo tenían alojado y lo liberaron en la localidad bonaerense de San Martín.

-¿Cuánto tiempo duró el cautiverio? – le preguntaron esa misma tarde en la conferencia de prensa.

-Desde las nueve y media de la noche del domingo hasta las seis y cuarto de la mañana de hoy – respondió

-¿Dónde fue liberado?

-En el pueblo de San Martín.

El enojo de Perón

Cuando los directivos del diario Clarín decidieron aceptar las exigencias del ERP 22 para liberar a Sofovich calcularon también que no les cabría ninguna acción penal por la publicación de las tres solicitadas violatorias del decreto, debido a que lo habían hecho bajo amenaza de asesinar al secuestrado.

Con lo que no contaron fue con el enojo de Juan Domingo Perón, quién a través del ministro de Interior, Benito Llambí, le hizo llegar a un mensaje – que se hizo público – al vicepresidente del diario, Horacio Rioja:

-De aquí en más, Clarín tendrá que ajustarse los pantalones.

La respuesta violenta a la publicación de las solicitadas llegó la tarde de ese mismo 11 de septiembre, a las 15.15. En el momento que Sofovich brindaba su conferencia de prensa, un grupo de unas cuarenta personas – la mayoría de ellas guardaespaldas y “culatas” de la Unión Obrera Metalúrgica que lideraba Lorenzo Miguel –, armadas con armas largas, tomó por asalto la sede del diario, ametralló sus cristales, hirió a dos empleados, intentó incendiar el edificio con bombas molotov, y dejó activados explosivos de alto poder en las rotativas, que afortunadamente pudieron ser desactivadas.

Hubo varios detenidos, pero la causa judicial terminó cajoneada.

La tapa del día después

Pasado el ataque y desactivadas las bombas, al retomar sus tareas, los editores del diario se encontraron con una disyuntiva. El secuestro y la liberación de Sofovich, la publicación de las solicitadas y el ataque a las instalaciones de Clarín eran noticias que indudablemente calificaban para ser titulares de tapa. Sin embargo, el sangriento derrocamiento y la muerte del presidente constitucional Salvador Allende y la autoproclamación de Pinochet al frente del Palacio de la Moneda, dejaban esta historia para cuarto título, precedido del brutal ataque a la sede del diario.

La tapa quedó dividida en dos partes iguales. En la superior decía “Golpe militar en Chile” y “Se mató Allende”. En la mitad inferior también había dos títulos: “Atentado contra Clarín” y “El ERP-22 liberó a Sofovich”.

“Finalmente le dimos prioridad a la caída de Allende, que fue una honestidad periodística”, recordaría el secretario general de Redacción Eduardo Durruty 25 años después.

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