Boicoteada por el gobierno alemán, la periodista Gaby Weber dio acceso libre a su investigación que revela los negocios y la relación cómplice que sucesivos gobiernos de la República Federal mantuvieron con el dictador paraguayo durante 35 años. Además, el documental completo.
Son apenas 19 minutos con reproducciones de documentos de la Cancillería alemana -muchos de ellos desconocidos hasta ahora – acompañados por voces en off. Con estos dos simples recursos, la periodista Gaby Weber construye un documental contundente y de rigor inapelable que desnuda la trama de protección, negocios y colaboración que los sucesivos gobiernos de la República Federal Alemana establecieron con la dictadura de Alfredo Stroessner en Paraguay entre 1954 y 1989.
Nacida en Stuttgart en 1954, Weber es bien conocida en los ámbitos relacionados con la defensa de los Derechos Humanos en la Argentina por su documental Milagros no hay, una investigación que estableció la responsabilidad de la filial argentina de la empresa automotriz alemana Mercedes Benz en la desaparición de 14 de sus obreros durante la última dictadura cívico-militar.
El dictador alemán en Paraguay -así se titula el nuevo documental de Weber – no es el trabajo que originalmente se propuso hacer, sino el resultado de un trabajo que, contratado en principio por una fundación controlada por el gobierno alemán terminó siendo censurado por sus propios productores. “El trabajo de revisar los archivos históricos de la Cancillería alemana por el caso Paraguay fue contratado en 2015 por la fundación Rosa Luxemburgo. Usa el nombre de una revolucionaria alemana, pero es financiada por el 100 por ciento por el gobierno alemán. La central de la fundación en Berlín no quería publicar el trabajo y no quería pagarme, usando el argumento neoliberal que sin contrato por escrito no hay contrato”, cuenta Weber.
Frente a esto, Weber inició un juicio laboral y lo ganó, pero no logró que su trabajo fuera publicado. “Aunque tienen ahora los derechos comprados, tampoco querían publicar el material. Por esta razón, para que se sepa, hice el documental, solo con los documentos, que para muchas personas es una historia desconocida”, explica.
La película recorre cronológicamente y en base a los documentos, las relaciones entre los sucesivos gobiernos alemanes -sin distinción de signo político – y la dictadura desde el principio hasta el fin, mostrando que por parte de los alemanes hubo una insólita tolerancia hacia el gobierno paraguayo a pesar de conocer a fondo las violaciones de los derechos humanos perpetradas por Stroessner.
Hijo de un alemán nacido en Baviera -de ahí el título del trabajo de Weber –. Alfredo Stroessner era general de división del Ejército paraguayo cuando en mayo de 1954 encabezó el golpe que derrocó al presidente Federico Chaves, iniciando una dictadura que se prolongaría durante tres décadas y media.
Durante sus primeros años, Paraguay se transformó también en un refugio dorado para decenas de criminales de guerra nazis, entre los cuales se contó Josef Mengele, que llegó en 1959 cuando, luego de la caída de Perón, su seguridad en la Argentina no estaba garantizada.
La investigación de Weber revela, a través de los documentos, que los gobiernos alemanes sabían de la presencia de Mengele y otros criminales en Paraguay sin que hicieran nada para extraditarlo. Y más aún: da cuenta de un viaje desde Paraguay a la República Federal Alemana del piloto, Hans Ulrich Rudel, una de las principales figuras del exilio nazi, invitado por la empresa Siemmens, como parte de las gestiones de la compañía alemana para construir un hospital público en Asunción.
A pesar de esta protección a importantes criminales de guerra y a las denuncias por violaciones de derechos humanos, el gobierno de la República Federal de Alemania no dejó de apoyar a Stroessner, al punto de brindarle -como demuestran los documentos de la Cancillería – entrenamiento para la policía y oficiales de las Fuerzas Armadas. La venta de armas alemanas a la dictadura fue prácticamente una constante durante más de treinta años.
“Los informes de la embajada alemana en Asunción enviados a la Cancillería en Bonn, el Ministerio de Relaciones Exteriores, hablaban de ‘olas de terror’, ‘tortura medieval´, presos políticos, saqueos y violaciones por parte de la Policía”, relata Weber. En este sentido, los sucesivos gobiernos alemanes se mostraron no sólo indiferentes sino cómplices al rechazar sin excepción todos los pedidos de asilo político por parte de exiliados paraguayos.
También resultan muy reveladoras las recomendaciones que el Ministerio de Relaciones alemán al canciller Konrad Adenauer con vistas a un viaje -luego frustrado – que planificaba hacer por América Latina. Los documentos muestran con la diplomacia de la República Federal le aconsejaba al canciller incluir a Paraguay -un destino que Adenauer prefería evitar – en la gira. “Paraguay es particularmente amigable con nosotros”, dice un documento para, trascartón, explicar que no visitarlo podría causar problemas en las buenas relaciones entre ambos países.
En otro documento, la diplomacia alemana le explica por qué es necesario dar apoyo al dictador. “La salida de Stroessner -dice – sería un desastre. Por el momento es el único hombre que podría mantener el gobierno intacto. Recomendamos seguir apoyándolo”. Detrás de las recomendaciones, claro, están los negocios de grandes empresas alemanas en Paraguay, la venta de armas y los convenios de entrenamiento de policías y militares en Alemania.
Sin adjetivos, con la contundencia de las pruebas documentales que ha obtenido, Gaby Weber aporta una investigación reveladora sobre una relación que deja mal parados a todos los gobiernos de la República Federal de Alemania entre 1954 y 1989. Quizás por eso, la Fundación Rosa Luxemburgo lo boicoteó hasta donde pudo y el actual gobierno alemán sigue negándole a la periodista el acceso a nuevos documentos. “Mientras la Cancillería alemana ha abierto sus archivos sobre Paraguay, la Presidencia de la República Alemana continúa negándose a abrir los archivos del Consejo de Seguridad Federal. Contra esta decisión he iniciado una demanda civil”, explica Weber.
Frente a esta conspiración de silencio, la periodista decidió finalmente dar libre acceso a su investigación subiendo el documental a youtube.