Cuando parecía que la vida del Edgardo “El Gato” Andrada quedaría marcada exclusivamente por haber sufrido el gol número 1.000 redondo de Edson Arantes Do Nascimento cuando defendía la valla del Vasco Da Gama, una denuncia de 2008 sacó a la luz su papel como personal civil de inteligencia del Ejército, que empezó cuando todavía era futbolista profesional. 

Durante casi  cuatro décadas se creyó que Edgardo “El Gato” Andrada quedaría en la historia por un hecho deportivo: haber sido el arquero argentino que “sufrió” el gol número 1.000 de Edson Arantes Do Nascimiento, “Pelé”, en el estadio Maracaná, de Rio de Janeiro, a las 23.11 de la noche del 19 de noviembre de 1969, cuando defendía el arco del equipo local, Vasco Da Gama, frente al Santos, el equipo de toda la vida de “O Rei”.

Corría el segundo tiempo y el partido estaba 1 a 1 cuando el árbitro sancionó un penal para el equipo visitante. Pelé acomodó la pelota, tomó una carrera corta y disparó al palo izquierdo del arquero, sin que el Gato Andrada pudiera detener la pelota.

El gol 1.000 de Pelé, de penal a Andrada.

-Por primera vez en mi carrera me sentí realmente nervioso (…) Nunca había sentido una presión igual; estaba temblando – diría Pelé esa misma noche, una vez terminado el partido, que estuvo casi media hora suspendido porque fotógrafos y público invadieron la cancha.

– Pelé pateó, toqué la pelota pero no logré pararlo. Con el tiempo las cosas cambiaron, me acostumbré a la realidad y ahora convivo muy bien con el milésimo gol – contaría muchos años después Andrada.

Una denuncia sorprendente

Hasta principios de 2008, el recuerdo del Gato Andrada fue casi un patrimonio futbolero. Se lo recordaba como un arquero elástico que había hecho casi toda su carrera en Rosario Central, que se destacaba por estirarse para atajar pelotas que parecían imposibles, siempre vestido de riguroso negro, como su admirado Lev Ivánovich Yashin, “La Araña Negra”, el legendario arquero del Dínamo de Moscú y la selección de la Unión Soviética.

También, y fundamentalmente, como el arquero argentino al que Pelé le había hecho su gol número 1.000.

Sin embargo, en febrero de 2008, la declaración de un integrante de los grupos de tareas dedicados a la represión ilegal durante la última dictadura argentina, puso por primera vez el nombre de Edgardo Andrada fuera de las páginas deportivas de los diarios.

-El Gato Andrada integró la patota que secuestraba gente en Rosario – le dijo el represor Eduardo Costanzo al juez Carlos Villafuerte Ruzo cuando estaba siendo juzgado por delitos de lesa humanidad.

Del fútbol a Inteligencia del Ejército

Edgardo Norberto Andrada nación en rosario el 2 de enero de 1939. Hincha de Rosario Central, empezó a jugar en las inferiores del club en 1957. Se destacaba por una agilidad fuera de lo común, que lo hacía ur arquero eficaz a pesar de tener poca estatura para un puesto reservado a los altos. Ya por entonces siempre salía a la cancha vestido negro en su afán de emular a Yashin.

Debutó en primera el 15 de mayor de 1960, jugando contra Racing en un partido que recibió dos goles. Desde entonces y durante 9 temporadas fue el arquero indiscutido del equipo canalla. Las estadísticas registran que jugó 284 partidos con Rosario Central, en los que le hicieron 208 goles.

Se lo comparaba con Lev Yasim, “La Araña Negra”.

En mayo de 1969, Rosario Central lo vendió al Vasco Da Gama, donde pocos meses después sufriría el milésimo gol de Pelé. Con el equipo brasileño logró ganar los dos títulos de su carrera: el Campeonato Carioca de 1970 y el Campeonato Brasileño de 1974. Dejó el equipo en 1975. Cuando se lo consideraba uno de los mejores arqueros de la historia del club.

Al siguiente jugó un campeonato para el Esporte Clube Vitória de Brasil y en 1977 volvió a la Argentina para atajar en Colón de Santa Fe, donde jugó hasta 1979.

Jugó tres años más, ahora en el Renato Cesarini, equipo con el que jugó el Campeonato de 1982. Al terminar el torneo decidió colgar los botines. Tenía 43 años y una trayectoria deportiva de la que enorgullecerse.

Volvió a su querido Rosario Central para trabajar con las divisiones inferiores del club. Para entonces ya tenía otro “trabajo”, como personal civil de Inteligencia (PCI) del Ejército, que permaneció en las sombras durante mucho tiempo.

El “Agente S”

-¿Formó parte del Ejército? – le preguntó el periodista Nicolás Lovaisa en febrero de 2008.

-Sí, yo estuve en el Ejército, pero no así. Hay cosas de las que no se pueden hablar, es así – respondió Andrada.

El “no así” del ex arquero se refería a la acusación de haber formado parte de un grupo de tareas que actuó en Rosario y de haber participado en el secuestro de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983, cuando la ya dictadura estaba llegando a su fin.

Según el legajo del Ejército, Edgardo Andrada se incorporó como personal civil de inteligencia el 25 de agosto de 1981 – cuando todavía jugaba el fútbol en el Renato Cesarini – y recibió el alías de Eduardo Néstor Antelo. En los informes también se señalaba su cargo: Agente “S”.

Ahí se consigna que formó parte del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército como personal civil entre 1981 y el año 2000. Llegó allí por recomendación del teniente coronel Jorge Roberto Diab.

Documentos reveladores

En el legajo de Andrada puede leerse: “Lo presentó el Teniente Coronel Jorge Roberto Diab del Servicio de Inteligencia del Ejército el 25 de agosto de 1981. Lo conoce desde el año 1975 por tener amistad. Andrada jura guardar lealtad y fidelidad a la patria y guardar el secreto más absoluto en el desempeño de sus funciones y tareas ante Luis Américo Muñoz en fecha 1 de marzo de 1982”.

Antes de su ingreso definitivo se evaluaron sus capacidades. En las “Conclusiones” del informe, fechado el 27 de octubre de 1981, el teniente coronel César Ariel Volpe destaca: “Con predisposición natural y/o adquirida para fuente de investigaciones y/o agente reunión ámbito político”.

Otro informe interno, donde el capitán Víctor Hugo Rodríguez califica su desempeño entre mayo y octubre de 2003, señala:

“Su figura de ex arquero de Rosario Central, concita adhesiones y confianza especialmente en los barrios de trabajadores lo cual facilita su penetración al objetivo impuesto. Si bien su edad supera el límite establecido, su potencialidad de penetración y capacidades personales, hacen sumamente beneficiosa su integración a esta unidad, viéndose justificada la proposición de su nombramiento (…) Posee una variada red de informantes. Trabaja con dedicación exclusiva”.

El secuestro de Cambiaso y Pereyra Rossi

En su declaración de febrero de 2008 ante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, represor Eduardo Costanzo no sólo señaló que Andrada era Personal Civil de Inteligencia del ejército sino que sostuvo que participó del operativo que terminó con la desaparición y la muerte de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el 14 de mayo de 1983.

Tapa de “El Gráfico”.

Ese día, Cambiaso y Pereyra Rossi se encontraron en el Bar Magnum, en la esquina de las calles Córdoba y Ovidio Lagos, en Rosario. Llevaban pocos minutos ahí cuando entró una patota parapolicial al local y se los llevó a punta de pistola. Sus cuerpos aparecieron tres días después en la ciudad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires.

Cambiaso y Pereyra conversaban en el bar Magnum, ubicado en la esquina de Córdoba y Ovidio Lagos, en Rosario cuando fueron secuestrados por un grupo parapolicial y tres días después sus cuerpos aparecieron baleados en la localidad bonaerense de Zárate.

Un día después de la aparición de los cuerpos, el Ministerio del Interior y la Policía de la Provincia de Buenos Aires informaron en dos comunicados casi calcados que Pereyra Rossi y Cambiaso había sido “abatidos en un enfrentamiento” con policías del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional de Tigre.

El hecho conmocionó a la opinión público, porque reflotaba, en las postrimerías de la dictadura, la vieja metodología de secuestros y asesinatos disfrazados de enfrentamientos con los que el plan sistemático de desaparición de personas pretendió encubrir la política de aniquilamiento de la represión ilegal.

Los peritajes que se hicieron sobre los cuerpos demostraron que los dos militantes peronistas habían sido golpeados y torturados con picana eléctrica antes de ser asesinados con disparos a quemarropa.

En el caso quedaron implicados el entonces oficial principal de la Bonaerense Luis Abelardo Patti y los suboficiales Juan Amadeo Spataro y Rodolfo Diégez.

El 17 de mayo el ministerio de Interior de la Nación y la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires informaron que habían sido “abatidos en un enfrentamiento” con efectivos del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional de Tigre. Los policías involucrados eran los suboficiales Rodolfo Diéguez, Juan Amadeo Spataro y el oficial principal Luis Abelardo Patti.

Juicio y condenas

Debieron pasar 33 años, hasta mayo de 2016, para que el Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario, condenara a prisión perpetua a Patty y Spataro como coautores materiales de los delitos de privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio, en todos los casos con agravantes. A igual pena condenó a Pascual Guerriere, que era en la época jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército en Rosario, y su segundo, Luis Américo Muñoz, como coautores mediatos de esos mismos delitos.

En el juicio fueron absueltos varios compañeros de Andrada en el Destacamento 121 de Inteligencia rosarino, los agentes civiles Juan Andrés Cabrera, Ariel Antonio López, Walter Dionisio Salvador Pagano y Carlos Antonio Sfulcini.

“No quiero hablar más, pibe”

Después de la denuncia del represor Costanzo, Edgardo “El Gato” Andrada demoró tres años en declarar frente al juez Villafuerte Ruzo. En su declaración sostuvo que que venía sosteniendo desde el principio: que había revistado en el Departamento 121 de Inteligencia del Ejército como agente civil, pero que nunca había participado de la represión ilegal.

Nunca quiso hablar públicamente del tema, salvo alguna declaración esporádica cuando lo sorprendían con una pregunta. La única vez que se explayó fue ante el periodista Nicolás Lovaisa, poco después de que se conociera la denuncia.

Detrás de la red del arco, a las rejas las esquivó.

El diálogo fue reproducido por Diario Uno y Lovaisa lo recuperó después en su libro “Tiempo recuperado”:

-No quiero hablar, es una cosa (la denuncia de Costanzo) que no tiene ni ton ni son. Sería muy bueno si vos no dijeras esto, que no es verdad – empezó Andrada.

-Yo le estoy dando la posibilidad de que usted me diga lo que quiera – insistió el periodista.

-Pero es que no quiero hablar, porque lo que él dice no es verdad.

-¿Usted se jubiló como integrante del servicio de inteligencia?

-No.

-¿Formó parte del Ejército?

-Sí, yo estuve en el Ejército, pero no así. Hay cosas de las que no se pueden hablar, es así.

-¿Por qué no puede?

-Porque no puedo seguir haciéndole el caldo gordo a este tipo. Si la justicia me llama a declarar iré, pero Costanzo miente. Involucró a todo el mundo. Antes dijo que se tiraba la gente al mar, después que no…

-¿Conoce a Costanzo de esa época?

-No, y no quiero hablar más pibe. De fútbol no tengo problemas, pero de esto no quiero charlar.

-¿Fue funcionario en democracia?

-¿Quién, yo? No pibe, olvidate, está todo bien, está todo bien.

Edgardo “El Gato” Andrada nunca fue sometido a juicio por su participación en el Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército.

Murió el 3 de septiembre de 2019, a los 80 años. En las necrológicas se lo recordó como el arquero que al que Pelé le hizo su gol número mil, pero también por su oscuro pasado como “El Agente S” de inteligencia durante la dictadura.

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