El viaje de Alberto Fernández a Rusia y China no es uno más. Se da en plena continuación de la vieja Guerra Fría por otros medios. Moscú y Beijing desafían abiertamente a Washington. Taiwán, la nueva Ruta de la Seda y Ucrania son los puntos urgentes del tablero internacional. La agenda presidencial, lo que preocupa a Estados Unidos y un vistazo al comercio bilateral argentino con Moscú y Beijing.
Rusia, hasta no hace mucho tiempo socio estratégico de Washington en el acuerdo atómico iraní y en Medio Oriente, devino para el Departamento de Estado en un país totalitario que amenaza la paz mundial. Vladímir Putin en poco menos que en una dictador agresivo que se cierne sobre Europa. China, de socio confiable, pasó a adversario en los planos económico, tecnológico y militar.
Que Cristina Kirchner haya iniciado su actividad como vicepresidenta recibiendo en su despacho del Senado al enviado especial del presidente Xi Jinping y vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, Arken Imirbaki, es un dato que preocupó y preocupa a Washington. Tanto como su siguiente paso: reunirse con Konstantin Kosachev, el representante oficial de Putin y Presidente del Comité de los Asuntos Internacionales del Consejo Federal de la Asamblea Federal de Rusia.
En la práctica, luego del paréntesis del gobierno de Macri, ambas tenidas le dieron continuidad a la agenda internacional que caracterizó las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, y que Alberto Fernández hizo suya. Sobran ejemplos: el aprovechamiento hidroeléctrico del río Santa Cruz, la Estación del Espacio Lejano en Loncopué (Neuquén) y la proyectada cuarta central nuclear con tecnología Hualong [1]. Hay otros, como la China National Cereals, Oil & Foodstuffs (Cofco), el holding estatal chino que se posicionó en 2021 como el segundo exportador de granos, harinas y aceites detrás de la estadounidense Cargill, según la estadística actualizada de la Bolsa de Rosario.
Intereses tan concretos como haber sido la Argentina el primer país en adquirir vacunas Sputnik al laboratorio Gamaleya. Una posibilidad que la semana pasada retribuyó con un fuerte gesto diplomático Carla Vizzotti, cuando en Ginebra, ante el Comité Ejecutivo de la OMS, defendió la vacuna rusa y pidió que se la incluye entre las promovidas por el organismo en la lucha contra la pandemia. Un reclamo que incluyó a las producidas por CanSino Biologics Inc. del Instituto de Biotecnología de Pekín.
La agenda oficial
El viaje marca el regreso de Alberto Fernández a la arena internacional. La primera escala, Rusia. Un país clave durante la pandemia. Lo dicho: el primero en enviar vacunas a nuestro país. No es poco. En Moscú, se reunirá con Putin. El objetivo: “Relanzar la relación estratégica entre ambos países”, dicen en el Gobierno. En concreto: desplegar una agenda bilateral de desarrollo productivo y tecnológico. Una continuidad de la licencia que obtuvo el laboratorio Richmond para fabricar la Sputnik en Argentina.
La agenda la trabajó Santiago Cafiero en la Cumbre del G20 en Roma con su par ruso Serguéi Lavrov. Hoy, el comercio bilateral argentino-ruso es escaso. Apenas superó en 2021 los 1.300 millones de dólares. Las ventas argentinas se concentran en unos pocos rubros: carnes frescas, frutos, cítricos, lácteos, pescados y frutas secas. En síntesis: productos primarios y algunas manufacturas agropecuarias. Las compras se reducen a productos químicos: fosfatos y nitratos. No mucho más. Casi nada de cara a un mercado de 146 millones de personas y un PIB de 1,5 billones de dólares [2].
La agenda oficial seguirá en China. El punto central: la reunión con Xi Jinping en Beijing. Se concretará a poco días de cumplirse 50 años del inicio de las relaciones diplomáticas entre nuestro país y China. Y lo que es más importante: a 8 años del convenio de Asociación Estratégica Integral que suscribieron Cristina Kirchner y Xi Jinping durante la visita del mandatario a nuestro país. El acuerdo incluyó, entre otras cuestiones, el financiamiento por casi 5 mil millones de dólares del complejo hidroeléctrico sobre el río Santa Cruz, la renovación del swap de monedas vigente desde 2009 y el préstamo por 2 mil millones de dólares para las obras en el ferrocarril Belgrano Cargas; además de la mencionada central nuclear con tecnología Hualong.
La importancia que le asigna el Gobierno a las visitas a Rusia y China lo demuestra el nivel de la comitiva oficial. Serán de la partida, además de Santiago Cafiero, Martín Guzmán -solo en la etapa rusa-, Axel Kicillof y Cecilia Todesca; además de la asesora presidencial Cecilia Nicolini, pieza clave en los acuerdos cerrados para la provisión de las vacunas Sputnik y el licenciamiento a Richmond. La intención oficial es ampliar y profundizar los vínculos bilaterales. Lo que inquieta a Washington.
Durante el viaje a China, Alberto Fernández firmará el ingreso de Argentina a la Iniciativa la Franja y la Ruta en el marco de convenios con la Comisión Nacional China de Desarrollo y Reforma. Argentina será así la primera de las tres grandes economías latinoamericanas en hacerlo. México todavía no lo hizo y se espera que Brasil lo haga si Lula Da Silva gana las presidenciales. En el resto de la región, ya prácticamente todos ingresaron. No es un tema ideológico. Chile, Uruguay y Ecuador también lo concretaron.
El caso de Chile es paradigmático. El año pasado llegó al récord de intercambio con China. Unos 60 mil millones de dólares. Más del triple que Argentina. Santiago consiguió un superávit de unos 25 mil millones de dólares. ¿Producto de qué? Centralmente del cobre. Un superávit que también tienen Brasil y Perú por los minerales. Chile, por caso, exporta diez veces más vinos que Argentina; también cerezas, salmón y cerdo. Argentina, en cambio, registra un déficit crónico. De entre 6 y 7 mil millones anuales [3].
Del lado argentino destacan que mejorar la situación de la balanza bilateral es prioritario. El ingreso a la Iniciativa la Franja y la Ruta es un punto sobresaliente de la gira. Tanto como el marco del Diálogo Estratégico para la Coordinación y Cooperación Económica entre Buenos Aires y Beijing para avanzar en unos 16 proyectos de obras y acuerdos en minería -en especial litio-, turismo, transferencia de tecnología nuclear desde Argentina a China a través del INVAP, autos eléctricos -se podría anunciar una fábrica de Chery en Santa Fe-, defensa, y agronegocios, entre otros.
La visita tiene también un gesto simbólico de importancia de cara al boicot diplomático que impulsan Estados Unidos y sus aliados a los Juegos Olímpicos de Invierno que comenzarán este viernes. Además, Alberto Fernández llegará como presidente pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y volverá a encontrarse con Putin. Una oportunidad también para interactuar con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y varios presidentes, como los de Corea del Sur, Pakistán y otros países asiáticos, más un par de Europa y varios de África. En total, unos quince jefes de Estado y una treintena de ministros.
Aunque no está confirmado, se especula que los bancos centrales de Argentina y China podrían avanzar en un acuerdo financiero para llegado el caso activar el swap de monedas vigente. En su momento, el Gobierno lo barajó como una posibilidad para los pagos al FMI. La estrategia, sin embargo, no pasaría por ampliar el sawp que sirve para reforzar las reservas del BCRA, pero no como recursos líquidos. La idea: dejar abierta la posibilidad de convertir los yuanes en dólares. Pasarían a contabilizarse como un crédito por el que el Banco Popular de China cobra intereses. En torno al 7 por ciento anual. Hoy por hoy, y más allá de la devolución de los DEGs que haga el FMI, las reservas del BCRA son de unos 40 mil millones de dólares, de las cuales 18 mil son del swap con China.
A qué le teme Estados Unidos
Se dijo en este espacio en ocasión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional: no solo de ajuste fiscal vive el organismo. También de la geopolítica regional y mundial. Lo dejó entrever Martín Guzmán a principios de enero cuando expuso ante los gobernadores la marcha de la negociación. Dijo que esperaba que las negociaciones siguieran en el plano geopolítico. No es extraño. El FMI nació de los tratados de Breton Woods que reorganizaron el mundo post bélico. Allí mandan Washington y sus aliados. La OTAN, que le dicen.
Lo dicho: Alberto Fernández pisa terreno minado. En el arranque del Foro de Davos, Xi Jinping lanzó una dura advertencia sobre las “consecuencias catastróficas” de una confrontación global si otras potencias mantienen su “mentalidad de Guerra Fría”. Fue durante la apertura. En sintonía con el viaje presidencial y la mirada que impulsa Cristina Kirchner, Beijing valora el multilateralismo y un enfoque de ganancias compartidas. Por cierto que nada es gratis.
Mucho de la geopolítica global quedó velado por la pandemia. En septiembre pasado, por ejemplo, los cancilleres de Rusia y China anunciaron que ambos países están listos para trabajar en “futuras interacciones de alto nivel” y “elaborar planes para una mayor cooperación en diversas áreas”. Lo afirmaron en Moscú el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, y el canciller ruso, Serguéi Lavrov. Fue luego de las reuniones de cancilleres de los países de la Organización de Cooperación de Shanghai y de los ministros de Relaciones Exteriores chino, ruso e indio.
La ruptura sino-soviética que comenzó a finales de la década del ‘50 y se intensificó durante la siguiente quedó atrás. El deshielo, que comenzó cuando Mijaíl Gorbachov visitó Beijing en 1989 para concretar la primera cumbre chino-soviética en tres décadas, devino en alianza. Tras muchos años de mutuas desconfianza, ambos gobiernos destacan que “las relaciones bilaterales resistieron las pruebas de la pandemia” y “a la cambiante situación internacional”. Según Wang, “las actividades económicas y sociales (entre China y Rusia) están volviendo a la normalidad y los dos países “han defendido sus legítimos intereses y respondido efectivamente a los ataques y difamaciones provenientes de algunas fuerzas extremistas en Estados Unidos”.
La seguridad cibernética y de la información es uno de los temas recurrentes en la agenda sino-soviética. Desde la óptica de Beijing, “algunos países están utilizando sus ventajas tecnológicas para vigilar descaradamente a otros países y robar su información”. La respuesta china ha sido la reciente “Iniciativa Global sobre Seguridad de Datos”. Las declaraciones conjuntas apuntan a Estados Unidos, al que acusan “de tomar medidas destructivas” y de seguir en una “estrategia en el Indo-Pacífico al estilo de la Guerra Fría”, además de sembrar “discordia entre los países de la región, lo cual ha causado tensiones e incluso confrontaciones”, según Lavrov.
“Rusia está lista para reforzar la coordinación estratégica con la parte china, para otorgar importancia al papel central de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en la cooperación regional y para mantener de forma conjunta la paz y estabilidad regionales”, señaló Lavrov tras la reunión de septiembre en Moscú. La región también es clave para nuestro país. Apenas un dato: en 2021, el comercio con este bloque arrojó un superávit de 3 mil 500 millones de dólares. Fue el de mayor magnitud entre los registrados con los diferentes países y bloques económicos. Entre los países del ASEAN se destacó Viet Nam, que absorbió el 43 por ciento de los despachos nacionales al bloque. En conjunto, la región explicó el año pasado el 9,6 por ciento de las exportaciones argentinas y el 6 por ciento de las importaciones totales. En síntesis, apenas un vistazo de lo mucho que está en juego en una gira que hicieron posible Nèstor Kirchner y Cristina Kirchner.
Notas
[1] Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC) firmaron el contrato para la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III. Contempla un reactor de 1.200 megavatios eléctricos que se instalará en el Complejo Nuclear Atucha de la localidad bonaerense de Lima. El proyecto forma parte del Plan de Acción de Nucleoeléctrica Argentina y supone una inversión superior a los US$ 8.000 millones. El contrato prevé la provisión de la ingeniería, construcción, adquisición, puesta en marcha y entrega de una central del tipo HPR-1000, que utilizará uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante y moderador. Atucha III tendrá una vida útil inicial de 60 años y permitirá ampliar las capacidades nucleares nacionales gracias a la transferencia de tecnología para la fabricación de elementos combustibles. De acuerdo con los cronogramas previstos, las obras comenzarán a fines del corriente año, requerirán la creación de más de 7.000 empleos y una integración aproximada del 40% de proveedores nacionales. A la firma del contrato le seguirá el cumplimiento de las correspondientes autorizaciones de las autoridades competentes de ambos países, así como los acuerdos financieros y de transferencia de tecnología.
[2] Un análisis de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios muestra que, durante 2021, el intercambio comercial entre Argentina y Rusia fue de 1.331 millones de dólares, una mejora del 71% interanual. De esta manera, luego de la fuerte caída durante 2019 y un menor retroceso en 2020, el comercio bilateral se recompuso, destacándose la compra de vacunas para realizar un programa de vacunación masivo contra Covid-19. En 2021, el intercambio comercial se ubicó en valores semejantes a 2018 y 2015, pero bastante por debajo de los años récord 2013 y 2014. En 2021, las exportaciones de Argentina hacia Rusia fueron de 680 millones de dólares, que marcaron un incremento del 11% interanual. Entre los principales productos exportados se encontraron la manteca (8% del total) y maníes sin cáscara, incluso quebrantados (7,7%). Por otro lado, las importaciones argentinas desde Rusia alcanzaron los 651 millones de dólares, implicando una expansión del 292% interanual. Los principales productos importados fueron Vacunas para medicina humana acondicionada para la venta por menor con el 26,4% del total de las compras desde aquel destino, y el fosfato monoamónico, con el 16,3%. El saldo de la balanza comercial registró un superávit de 29 millones de dólares a favor de Argentina, lo que reflejó una caída del 93% en comparación a 2020. Este resultado se debe principalmente al fuerte incremento de las importaciones, pese al pequeño aumento de las exportaciones argentinas.
[3] Un análisis de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios muestra que durante 2021, el intercambio comercial entre Argentina y China fue de 19.685 millones de dólares, una mejora del 41,6% interanual. Luego de la baja registrada en los últimos tres años, el comercio bilateral se recompuso y alcanzó el récord histórico (superior a los casi 17.000 millones de dólares en 2015), destacándose la compra de parte de Argentina de máquinas automáticas y vacunas. En 2021, las exportaciones de Argentina hacia China fueron de 6.160 millones de dólares, un incremento del 17% interanual. Entre los principales productos exportados se encontraron los porotos de soja (31,6% del total) y carne bovina deshuesada (23,7%). Por otro lado, las importaciones argentinas desde China alcanzaron los 13.525 millones de dólares, implicando una expansión del 56% interanual. Los principales productos importados fueron máquinas automáticas para procesamiento de datos, digitales, portátiles con el 2,8% del total de las compras desde aquel destino y vacunas para medicina humana, con el 2,8%.