Sin el apoyo del capital financiero, Macri juega en tiempo de descuento. No puede enderezar ni volver atrás. El sendero del ajuste anuncia un severo y seguro repudio popular. ¿Elecciones anticipadas…? El fantasma de Juárez Celman y algunas claves para entender la encerrona de Cambiemos. (Foto de portada: Nicolás Núñez).

El contraste es notorio. En un país de cuarenta millones de habitantes con capacidad para alimentar a cuatrocientos millones de personas, barriadas enteras protestan en las puertas de los supermercados para pedir comida. Al mismo tiempo, los exportadores granos, uno de los sectores beneficiados con la quita y rebaja de las retenciones, no ingresan divisas, o lo hacen con cuentagotas bajo la condición de que los derechos de exportación sigan el derrotero descendente del 0,5 por ciento mensual hasta alcanzar el 18 por ciento en diciembre de 2019. Está claro: el granero del mundo es la góndola de unos pocos.

La economía, mientras tanto, hace agua por los cuatro lados. Se quiebran las cadenas de pagos, avanzan los telegramas de despidos y se multiplican los cheques rechazados, que suman unos 550 mil por 21 mil millones de pesos solo en lo que va de este año. Los signos de la catástrofe son evidentes. La moneda nacional, arrastrada por la restricción externa provocada por Cambiemos, acumula una devaluación 50 por ciento desde enero pasado y del 75 por ciento en los últimos doce meses.

Es el fin del principio en el camino del default. Los vencimientos de capital e intereses de la deuda pública hasta fin del mandato de Macri superan los 50 mil millones de dólares prometidos por el FMI. Una suma apenas superior a los casi 46 mil millones fugados entre enero de 2016 y mayo de 2018, según el Balance Cambiario del BCRA y la formación de activos externos por parte de residentes argentinos. Una ayuda financiera que carece todavía de la aprobación plena del directorio del organismo y que solo llegará si el gobierno aprueba las revisiones trimestrales que exige el ajuste que impuso Lagarde.

El saqueo, sin límites

La estrategia diseñada por el trader Caputo para desarmar la insensata proliferación de Lebac generada por Sturzenegger al frente del BCRA no augura buenos resultados. Todo lo contrario. Incentivar el cambio de las Lebac emitidas en pesos por Letras del Tesoro Nacional que se deberán pagar en dólares implica, además de dolarizar el déficit cuasi fiscal del BCRA, que esa deuda será asumida por el Estado nacional. En otras palabras: que se sumará a los 85 mil millones de dólares contraídos por Cambiemos en dos años y medio de gestión. Un desatino más, que se suma a otros, como la dolarizaron de las tarifas y los combustibles.

Se sabe. Los capitales financieros que ingresaron por medio de bancos extranjeros como el JP Morgan, el Merril Lynch, el Deustche Bank, el HSBC y el Stanley Morgan, por citar los más notorios, hicieron un negocio redondo. Compraron los dólares baratos que les vendió el BCRA antes de que estallara la corrida cambiaria con las ganancias acumuladas que les dejaron las Lebac y el mercadeo de acciones. Según los registros oficiales, el 25 de abril pasado, adquirieron 1.472 millones de dólares a un precio de oferta: 20 pesos con 20 centavos la unidad. La bicicleta a full. Ningún otro interés los motivó.

Sin el apoyo del capital financiero, Macri hace lo que el círculo rojo le manda. Allí están los Bulgheroni, los Rocca, los Pagani, los Eurnekián y los Ratazzi, que seguramente se beneficiaron con la compra de divisas baratas para fugarlas del país sin límites ni restricciones. Los mismos que sacaron provecho con la devaluación y que hoy pueden pagar salarios que medidos en dólares son inferiores a los que pagan sus equivalentes brasileños. Revaluación del dólar que, adicionalmente, redujo sus costos en pesos y los protege de las importaciones. Son los que nunca pierden.

Ahora, el círculo rojo irá por las acciones de sus propias compañías. Las que quedaron en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad luego de la nacionalización de los fondos de las AFJPs. Es cuestión de tiempo. El gobierno les abrió la puerta. El argumento oficial será la imposibilidad de afrontar las jubilaciones y pensiones. ¿La razón…? La rebaja de los aportes previsionales y la reducción de la recaudado por el Impuesto al Valor Agregado; además de la caída del Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios por los cheques rechazados y la menor percepción del Impuesto a los Combustibles por el menor nivel de actividad. Son los impuestos de los que se nutre la Anses. Un panorama que se agravará y que remite a la desfinanciación que sufrió el Estado nacional en los ’90.

Un plan sin financiamiento

Macri y se equipo de CEOs intenta que la situación no desborde. Sabe que la suba del dólar afecta directamente a los productos de la canasta familiar. Sabe también que su tiempo se habrá agotado cuando la inmensa mayoría de los habitantes de los grandes conurbanos no puedan adquirir lo más indispensable. Macri no puede enderezar, ni volver atrás. Macri está solo. Los bancos extranjeros que hicieron fuertes ganancias ya se fueron o lo están haciendo. Solo resta que el círculo rojo termine de abandonarlo tras conseguir unas últimas concesiones.

Lo único a lo que puede aspirar Cambiemos es a concretar el ajuste al que se comprometió con el FMI. Un camino cuyos principales hitos son la baja del gasto público y la reducción de las transferencias a las provincias, a las que aprieta para que achiquen el empleo público y congelen salarios. Los grandes empresarios, bien gracias. No está en sus planes poner un peso. Cambiemos los consiente. El Estado se hará cargo.

Los caminos de Macri

Hace unos días, el Frente Renovador propuso un paquete económico de catorce puntos. Se trata de medidas a ejecutar por un nuevo gobierno. Básicamente propone un régimen cambiario de flotación administrada por el BCRA para contener la escalada del dólar. El mismo modelo que Pignanelli y Redrado ejecutaron cuando presidieron el organismo. Las medidas incluyen un régimen de comercio exterior administrado y una ley de emergencia aduanera por 180 días para revisar las importaciones y evaluar qué productos son necesarios y cuáles no.

El paquete impulsa además un sistema de estacionamiento de capitales a la chilena, que limitaría la especulación y la bicicleta, pero no la remisión de utilidades. Algo que implementó en su momento Lavagna. Lo consensuado por el equipo de Massa, pero que no se animó a publicar, es lo más importante: el cobro de impuestos por los bienes declarados en el blanqueo y el control de los capitales. Dos puntos básicos sin los cuales el plan queda desfinanciado.

El problema es que Macri no puede virar el rumbo. Echó la llave por la ventada cuando firmó con el FMI. Hoy, tiene dos caminos. Hacer el ajuste y ser repudiados por la población, o llamar a elecciones anticipadas ante el reconocimiento que no puede gobernar. Deberá admitirlo o no, pero todo se resolverá en cuestión días. Su tiempo se agota. El ejemplo histórico de la dimisión de Juárez Celman recorre como un fantasma la Casa Rosada. Probablemente, Macri y sus traders nada sepan de esa historia. Sus socios del radicalismo la conocen. Debería consultarlos.

Juárez Celman