Es un libro pintón y precioso (La Fuga Ediciones), ilustrado por Elenio Pico, y resulta que hace de los sonetos de Shakespeare haikus. Se presenta en Argentina el muy guacho (ver abajo). El que no lo lee se va al caracho.

Shakespeare escribió haikus? Si lo hizo, o no se dio cuenta o le faltó rigor métrico.

O consideró que lo más parecido a un haiku en la Inglaterra isabelina era el soneto de pentámetros yámbicos. Sea cual fuere la respuesta, Shakespeare daba para eso y mucho más. El proceso creativo que llevó a esta serie se asemeja al del destilado de perfumes, tan caro al propio Shakespeare, pues los aromas más deliciosos provienen de las materias más dudosas y gozan de un equilibrio inestable y peligroso. El objeto del placer encierra tanto la promesa del goce como la certeza del fracaso: la rosa alberga el gusano que la marchitará. Así los sonetos, así los haikus. Llevar un poema de catorce endecasílabos, con sus rimas y ritmos internos, a otro de tres breves líneas de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente es menos una labor de miniaturistas que de jíbaros: alcanzado el soneto por el veneno paralizante, el reductor debe operar con la rapidez del rayo para que el cuerpo intervenido no se deforme ni pierda su sustancia y, sobre todo, su espíritu, su hálito vital. El soneto debería oler dentro de su nuevo envase tal como olía en el antiguo. Ni más ni menos, ni mejor ni peor. Lo esencial es encontrar el tono.

Lo que palpita en los haikus es la condensación de algo que atraviesa el corazoncito doméstico, mundano y popular de los Sonetos, una recóndita hospitalidad que los abre, desnuda y rearma, haciéndolos brutalmente comprensibles y cercanos, tanto que parecen presagiar en sus apretados versos letras de canzonetas, de fados, de boleros, de tangos… Nada más tanguero que la poesía de los barrocos, y nada más barroco que la jibarización de un perfume; de ahí el lenguaje a la vez acriollado y castellano viejo de los haikus, su esencia arrabalera: no había más que recogerla en el envase adecuado.

 

Nota del Editor: vamos primero con el soneto original, según traducción del autor de los haikus, y abajito, tras un espacio en blanco, con los haikus mismos.

 

18

 

¿Por qué igualarte a un día de verano

Si tú eres más hermoso y apacible?

El viento azota los capullos mayos

y el término estival no tarda en irse;

si a veces arde el óculo solar,

más veces su dorada faz se nubla

y es norma que, por obra natural

o del azar, lo bello al fin sucumba.

Mas no se nublará tu estío eterno

ni perderá la gracia que posee,

ni te tendrá la muerte por trofeo

si eternas son las líneas donde creces:

habiendo quien respire y pueda ver,

todo esto sigue vivo y tú también.

 

no te comparo

a un día de verano,

ni falta que hace.

 

22

No logrará mi espejo avejentarme

si tú y la juventud vais de la mano;

mas cuando el tiempo a ti también te marque

sabré que el tiempo a mí ya me ha alcanzado.

Pues toda esa belleza que te viste

es el ropaje de mi corazón:

si él vive en ti como en mi pecho vives,

¿por qué iba ser más viejo yo que vos?

Es esta la razón por la que ruego

que cuides de ti, amor, como yo cuido

tu dulce corazón que yo, en mi pecho,

atiendo de los males como a un niño.

Me diste el corazón: si lo reclamas

acabas con el mío y aún te ufanas.

 

mi corazón

es joven mientras tenga

el tuyo dentro.

 

 

37

Igual que la vital desenvoltura

del hijo es el placer del padre anciano,

a mí, que me ha lisiado la fortuna,

me bastan tu verdad y tus encantos.

Pues tanto si son cuna, genio, hacienda,

belleza o todas juntas u otras varias

las armas que blasonan tu nobleza,

yo engarzaré mi amor a tu abundancia.

En tanto la sustancia de tu sombra

me nutra, no soy pobre ni tullido

ni digno de desprecio, pues me colma

lo poco de tu gloria que hago mío.

Que tomes lo mejor yo te deseo

y me tendrás diez veces más contento.

 

yo soy tan pobre

que tu belleza me hace

diez veces rico.

 

42

No duele tanto que la hicieras tuya,

si bien es cierto que la quise mucho;

la pérdida es más íntima y aguda

sabiendo que además tú fuiste suyo.

Así os excusaré, falsos amantes:

la amaste sólo porque yo la amaba

y ella, porque me amaba, dio su parte,

buscando que, al tenerte, la aprobara.

Si yo te pierdo a ti, te gana ella,

y si la pierdo a ella, ganas tú;

y cuando os encontréis, seré el que pierda

y cargue, por mi bien, con vuestra cruz.

Mas yo y mi amigo somos uno; así,

aunque ella lo ame, me está amando a mí.

 

si fuiste suyo

y ella era mía, todo

se queda en casa.

 

54

 

¡Oh, cuánto más reluce la beldad

si la verdad con su dulzor la adorna!

La rosa es grata pero lo es aún más

por el aroma dulce que la colma.

El tinte intenso del escaramujo

es como el de la rosa perfumada,

presenta espinas y se mece al bufo

más tórrido, que lo desenmascara;

y ya sin más virtud que su envoltura,

no es festejado, languidece y muere

a solas. Mas las dulces rosas nunca:

se hacen aromas de su dulce muerte.

Así, cuando tu plenitud decrezca,

vendrá mi verso a destilar tu esencia.

 

en el perfume las rosas

siguen vivas.

Vos, en mis versos.

 

 

74

 

Mas no te abatas cuando al fin el cruel

arresto inapelable me reclame,

pues si algo hubo en mi vida de interés

te ayudará esta línea a recordarme.

Y cuando la repases, busca en ella

la parte que te ha sido consagrada:

la tierra que se quede con la tierra

y tú, con lo mejor de mí, con mi alma.

Tú sólo habrás perdido mi cadáver,

el poso, lo que apuran los gusanos,

la vil conquista de un cuchillo infame,

indigno de que debas recordarlo.

Lo bueno de eso es eso que contiene,

que es esto, y que contigo permanece.

 

si muerdo el polvo

buscate en esta línea

que encierra mi alma.

 

75

De ti mi pensamiento se alimenta

igual que la llovizna nutre el suelo;

sentir tu paz me turba y me deleita

así como el dinero al usurero.

Ni bien se enorgullece de su gozo

ya teme que le roben la fortuna,

y duda entre tenerte para él solo

o proclamar al mundo su ventura;

a veces está ahíto de extasiarse

o siente hambre voraz de una mirada,

sin otra posesión más que esa parte

que tú le das o que él a ti te saca.

Y así, hambriento y harto cada día,

o me lo como todo o no hay comida.

 

mi pensamiento

no sabe si comerte

o pasar hambre.

83

A ti pintura nunca te hizo falta,

por tanto no me he puesto a retocarte,

pues siempre presumí que sobrepasas

la oferta ineficaz que adeuda un vate.

Por eso me dormí con tu pintura,

pensando que está en ti la prueba viva

de que se queda corta cualquier pluma

que trate de añadir donde ya había.

Tú crees que es pecado mi silencio

y yo me vanaglorio de ser mudo:

callando, ni malogro lo que es bello

ni, en vez de darte vida, te sepulto.

Un ojo tuyo encierra más viveza

que los elogios de tus dos poetas.

 

mejor ser mudo.

ni enchastro tu belleza

ni la exagero.

 

96

Te tildan de ser joven, descarriado,

o por ser joven y vital te adulan,

y todos –ricos, pobres– te aman algo:

tus vicios son tus gracias, y las usas.

Así como en el dedo de una reina

la joya más vulgar parece cara,

tus faltas se traducen en certezas

y todos las encuentran atinadas.

¿A cuántos corderitos sangraría

el lobo que en cordero se traduce?

¿A cuántos llevarías tú a la ruina

si usaras todo el nervio de tu empuje?

No lo hagas, pues mi amor es tan enorme

que, si eres mío, mío es tu renombre.

 

como una reina,

con vos cualquier biyuta

ya es una joya.

 

108

 

¿Qué hay en la mente digno de ir a imprenta

que yo con el espíritu callase?

¿Qué modo de decir, qué forma nueva

para expresar mi amor y tus bondades?

No hay nada, dulce niño, pero a diario

repito, cual plegaria, que eres mío

y tuyo soy, igual que como cuando

santifiqué tu nombre en nuestro inicio.

Así, el amor eterno, en esa piel,

al polvo de la edad le quita peso

y mira a las arrugas con desdén

pues hace de lo antiguo un texto nuevo,

y encuentra allí el retoño de amor puro

que tiempo y forma quieren ver difunto.

 

lo puse todo.

por cada arruga vieja,

un texto nuevo.

 

 

110

Pues, sí, es verdad, he estado aquí y allá

y fui un bufón en muchas ocasiones,

me traicioné, vendí barato y mal

mi bien, y eché a perder nuevos amores.

A la verdad, es cierto, le presté

poca atención; pero, válgame el cielo,

ir y venir me hizo reverdecer,

y errar, ver que tu amor era el más bueno.

Eso acabó pero esto no se acaba:

no volveré a aguzar mis apetitos

ni someter a prueba en nuevas catas

el imperioso amor de un viejo amigo.

Tú que eres mi paraíso, dame amparo

en tu pecho tan puro y tan amado.

 

sí, me vendí

barato y mal, por eso

te quiero tanto.

 

119

 

¡Qué llanto de sirenas he bebido,

filtrado en alambiques sulfurosos,

mezclando lo que temo y lo que aspiro,

perdiendo aunque creí ganar en todo!

¡Qué malos tumbos dio mi corazón,

creyéndose más plácido que nunca!

¡Qué fiebre enloquecida me dejó

sin ojos en las órbitas y a oscuras!

¡O, utilidad del mal! Ahora veo claro

que el bien, gracias al mal, mejora mucho

y que el amor en ruinas, renovado,

vuelve a crecer más fuerte, grande y puro.

Regreso escarmentado a mi redil:

gané, con mal, tres veces lo que di.

 

rodé y volví.

el bien, gracias al mal,

mejora mucho.

 

 

 

 

141

 

Doy fe de que no te amo con mis ojos

pues ellos ven en ti mil y una lacras;

no así mi corazón, que ignora todo

lo que ellos miran mal, y te idolatra.

Tu voz tampoco arrulla mis oídos

ni me estremecerás con tus mohines,

ni tienen sed mi olfato o mi apetito

de disfrutar contigo de un convite.

Pero un corazón loco no hace caso

de sus cinco sentidos y saberes;

prefiere ser esclavo y ruin vasallo

del orgulloso corazón que tienes.

Lo poco que he ganado es esta plaga:

por ella peco y con dolor me paga.

 

vos sos tan fiera

que adora el corazón

lo que odia el ojo.

 

 El libro se presentará en la Feria el 29 de abril y en el Instituto Goethe el día 30.

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