De disfrutes y partos difíciles de la canción, sabe mucho Fernando Cabrera. De las calles de Montevideo y la consecuencia universal de nombrarlas, también. Acaba de estrenar nuevo disco, 432, empieza su gira patagónica mientras sigue pensando que hacer música en el Uruguay es como tirarse al agua.

Se va montevideando la tarde del jueves. Desde la orilla del río mar tan lejana de la Patagonia, Fernando Cabrera charla con En estos días y Socompa, pocos días antes de llegar al sur argentino.

-¿Se van montevideando o universalizando sus canciones? La calle Llupes -que cruza Nuevo París y llega al barrio Belvedere- se repite como mantra poético en Buenos Aires, Distrito Federal, Barcelona. Y por supuesto Montevideo. Lo local y lo universal como “utopía”.

: Ser local y a la vez universal, para empezar es el mejor elogio que me podés hacer porque creo que todo artista, sea del área que sea, se propone casi como utopía lograr eso. Ser de su lugar, representar su origen y al mismo tiempo ser entendido por gente de otras partes, para mí es una belleza que me digas eso y me siento sumamente feliz que así pase, es una gran aspiración.

Cabrera orilla los 60, poco más poco menos. Su trascendencia más allá de los límites del pequeño mercado uruguayo comenzó hace unos 20 años. Poco más poco menos.

-¿Y entonces? Esa trascendencia, ¿cambió tu forma de escribir?, ¿dónde queda lo local ante esa realidad?

Si el hecho de ser más conocido ahora, que tengo más público y en varios países, eso pudiera modificar mi manera de componer, de hacer las cosas, te confieso que no. No es una cosa que me modifique ni me influya para nada porque más bien a la hora de componer toda la vida me pasó lo mismo, uno depende de lo que le sale, se maneja con sus propias debilidades, no solamente con sus virtudes. Eso siempre es igual para mí, es por un lado hermoso y un proceso de enorme felicidad, pero también es un parto difícil y tiene sus dificultades. Y uno se maneja con lo que tiene. No puedo incorporar ahora el hecho de ser ahora más conocido como un elemento que pueda modificar algo en el proceso creativo.

Sus canciones evolucionan, aunque nunca olvidan su origen. Hay un ¿deseado? clima de barrio, de Ciudad Vieja, del Cordón, de carnaval de final apresurado, de melancolía… aunque esa palabra no le guste tanto. Sus canciones crecen y por eso ya llegará el momento de hablar de “432”, su último disco. Mientras tanto… “sigo siendo el mismo y me siento así. Hoy a la hora de componer siento lo mismo que sentía al componer mi primera canción a los 13 años, cuando hice otras canciones un poco mejores a los 20, cuando hice otras a los 30. El proceso para mí es exactamente el mismo”.

-Un proceso que, se transmite, sufre a veces el “dominio de los domingos”, poesías-canciones que son “como adelantos de navidad”. Se le va montevideando la poesía a Cabrera, poesías que albañilean y otras de derrumbamientos (gracias, Darnauchans, gracias); y que terminan por universalizarse, desde la pequeña ciudad del paisito, donde el mercado no ofrece muchas posibilidades, y sin embargo sus músicos y poetas arriesgan y arriesgan…

Lo que decís respecto al pequeño mercado uruguayo es muy cierto. Es muy pequeño. Uruguay es más chico que muchas provincias argentinas y la cantidad de gente que somos acá apenas sobrepasa los 3 millones de habitantes. Entonces por un lado te respondo diciéndote que tenemos una herencia, la generación anterior a la mía, que empezó a trabajar a mediados y fines de la década del ’50, allí ya hay una cantidad de maestros de la canción uruguaya que tenían precisamente esa característica, todos eran diferentes, todos eran innovadores, por consiguiente,  manifestaban un gran coraje, una gran valentía a la hora de componer e interpretar. No les importaba para nada el hecho de que les fuera a ir bien o mal, que fueran a tener éxito o no. Lo que ellos pretendía era hacer buena música y con mucha personalidad. Eso, queriendo o sin querer, los que vinimos después lo heredamos, porque fueron nuestros maestros. Me estoy refiriendo a gente como Daniel Viglietti, Anbal Sampayo, Zitarrosa, Eduardo Mateo, Los Olimareños, Rubén Rada.

– Y entonces…

-Ahora, reflexionando un poco más sobre tu pregunta, yo te diría que precisamente el hecho de ser un mercado tan pequeño determina que todos sepamos desde un comienzo que no vamos a enriquecernos con la música, al contrario, que vamos a vivir una vida de penurias, de dificultades. Entonces, como sabemos eso desde un comienzo y de hecho nadie se hace rico con la música, no hay ninguna riqueza que cuidar, entonces pareciera que todos dijéramos, sin decirlo, esta consigna: ‘si total no me voy a hacer rico y voy a tener una vida llena de dificultades, por lo menos me voy a sacar todos los gustos musicales y voy a hacer la música que se me antoje, sin tener nada que cuidar’. Así es como sale gente como vos nombrabas como Lazaroff, o Darnauchans o como tantos otros que son tan originales, y tan valientes en su propuesta, y eso ha enriquecido mucho al Uruguay como país, porque no deja de ser un aporte esa característica de tirarse al agua y hacer una música novedosa y valiente.

“Hay quien quisiera tirarse al agua, sin que siquiera se le moje el pantalón”.. canta Cabrera, seguramente para otras realidades, para otras gentes, contadores y escribanos de la vida. Porque esos artistas-cantantes que enumeró, y es también Cabrera, saben que inevitablemente se van a mojar… se van a empapar, perderán pertenencias materiales en la correntada, se arrastrarán hasta la costa del río mar, y así mojados, desprendidos, se sentarán a escribir y a cantar.

-O a callar, porque sus canciones están plagadas de silencios, de acordes no dichos, de guitarra apagada, que terminan por decir poesía, que completan una larga trayectoria que acaba de parir “con dificultades”, 432 su último disco…

Mi disco anterior “Viva la Patria”, ya que lo nombrás, para mí, y me doy cuenta ahora, con el tiempo, era un disco mucho más experimental, muy jugado, muy raro. Con canciones muy extrañas. Este último disco “432” lo siento muy pero muy mío, muy mío, me refleja muy bien al músico que soy hoy, pero también al músico que fui, y también creo que al músico que seré… están muy bien representados en este disco. Las canciones fluyen, son muy distintas entre sí, muy cambiantes, pero fluyen. Me parece que fluyen con una personalidad clara, que no pretende demostrar nada. Yo lo veo… me siento muy feliz con este disco, como no me ha pasado con otros. Estoy muy satisfecho. Fijate que yo soy una persona que nunca en mi vida hubiera recomendado un disco mío, nunca le dije a alguien ‘no sabés que disco que hice, quedó buenísimo, tenés que comprarlo’, nunca hice eso. Y con éste muchas veces siento el deseo sincero de decirle a la gente ‘escuchalo, escuchalo, mirá que es lo mejor que puedo dar’.