Gabriel Ruiz de los Llanos es escritor y tiene más de 45 libros editados. Se reconoce como de extrema derecha y antisemita. Formó parte de El Caudillo, la revista de la Triple A. Sus textos son citados y replicados en el submundo de las webs y redes sociales de simpatía nazi.                 

“Elemento del Mal/renovado objetivo de la bala de mi juicio./Agente del desquicio/Zurdo: mi dedo te señala/ Zurdo infame/de la Tradición y la Patria/enemigo;/Zurdo: mil veces y una vez/yo te maldigo”.

(“Al Zurdo”. Poesía).

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En las redes lo bautizaron como el papá de Micky Vainilla. Pero ni las mentes de Saborido y Capusotto, que dieron vida a ese nazi con conciencia social, hubieran imaginado un personaje como Gabriel Ruiz de los Llanos, el poeta nacionalsocialista de la Argentina. Rara avis en la literatura argentina, ultramontano, tradicionalista, de extrema derecha y al infinito y más allá: se reconoce como nazi y antisemita. “Tan sólo soy el que soy, nunca de Dios desvalido, argentino ayer y hoy. Ni hebreo ni dormido”, se lee en su perfil de Google+. Presume también de su apellido: “Mi sangre ha hecho la Patria, la ha defendido y la enaltece”. Se refiere a su tatarabuelo, Bonifacio Ruiz de los Llanos, que luchó a las órdenes de Pueyrredón, Díaz Vélez, Belgrano y Güemes, fue presidente de la Cámara de Diputados y condecorado por su participación en la guerra del Paraguay.

Micki Vainilla, por Capusotto.

“Si me presento como escritor es porque mi obra lo acredita”, escribió en un foro de internet a modo de presentación. Obra tiene, sí: más de 45 escritos, el primero de 1968. Gran parte editado en papel, la mayoría de poesía, algunos de narrativa, un par de cuentos, y muchos panfletos-ensayos de temas tan disímiles que pueden ir de San Martín a Gardel, de Ricardo Iorio a la Biblia y de Hitler a Trump. Hace unos años se transformó a la fe musulmana y “versificador del Sagrado Corán”. Es, desde hace casi medio siglo, maratonista y, hasta hace unos años, daba clases de yoga a domicilio, disciplina a la que le dedicó casi tres décadas. Una mezcla rara, sí.

Sus textos son más barrocos que el Palacio de Versalles. Los temas de interés, siempre los mismos: la identidad argentina (“Santos Vega es el primer argentino, aquel criollo en quien pudimos identificarnos por primera vez”), la tradición, la religión, el antisemitismo, el nazismo, el nacionalismo, también el tango. Hay que reconocer que los títulos de sus libros tienen punch: El mejor enemigo es el enemigo muerto es uno de los primeros, inspirado en el eslogan de la revista El Caudillo. Otros títulos: Avanza el enemigo, A paso redoblado, Dios es nazi, Adolf Hitler, El amigo de Hitler, El pensamiento es un atributo masculino, Padre nuestro que estás en la ESMA, La Biblia: ese libro que nunca existió. Y muchos otros.

Ruiz de los Llanos no es un loquito desbocado. Es usual ver las réplicas de sus panfletos en muchos sitios, blogs o redes sociales nacionalistas. Y en Mercadolibre una búsqueda sobre Ruiz de los Llanos tira no menos de 50 resultados de venta de sus libros. El que más aparece, El antisemita. En la Biblioteca Nacional de Maestros, que depende del Ministerio de Educación de la Nación, aparecen en catálogo 14 de sus títulos. ¿Qué uso le darán a esos textos?

Alejandro Biondini.

Es seguido y citado, además, por ilustres  referentes de la derecha local. Alejandro Biondini, el líder nacionalsocialista de cabotaje, citó hace poco en su Facebook un fragmento del poema más célebre de Ruiz de los Llanos, “Si te dicen que he muerto, desconfía”: “No hay lugar para la mediocridad” /No hay rincón para la cobardía./No lo olvides,/Si te dicen que he tranzado, es mentira./Si me dan por vencido, se equivocan./Si te dicen que he muerto, desconfía”. El cabecilla carapintada Mohamed Alí Seineldín, ya fallecido, prologó el libro El patriota, de 1998: “Este sabio poeta y pensador tiene el don de deslizarle calidez a las verdades”. Uno de sus últimos libros es Kafka. ¿Es el antisemitismo un humanismo?. Ahí el autor sostiene que Kafka “sentía una agobiante lástima de ser quién era”, y por eso se caracterizó como una cucaracha.

El último informe de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) reveló que durante el año pasado se registraron 351 denuncias por hechos antisemitas. Un tercio de esas amenazas reivindicaban el nazismo. Y la mayoría se registró en sitios web, en redes sociales y en foros. El documento advirtió que muchas denuncias son sobre “agrupaciones y publicaciones de raigambre nacionalista, antisemita y antidemocrática que residen en la Argentina”.

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“El mundo sólo recuerda lo brutal y lo grande./Seamos esa brutalidad y esa grandeza./Por cada usurero corriendo despavorido, existe un premio prometido./Fierros de todas clases, que no falten./Teas, manoplas, cadenas, estopa, caños, botellas e inflamables, tampoco/(…) /Subamos nuestro odio todo rojo./Ese odio magistral para sacar mercaderes de los templos./Para que no vuelvan a entrar más en ningún lado”.

(“Rompan todo”. Poesía.)

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Judíos somos todos

El zeitgeist macrista parece haber envalentonado a unos cuantos nostálgicos de la dictadura. A Ruiz de los Llanos, por ejemplo, se le dio hace unos meses por amenazar por Facebook. “Como portavoz ocasional del Espíritu Argentino hago llegar a Miguel Ángel Molfino, traidor a la Patria, parte de la canalla asesina que fuera abatida en los años 70 del siglo pasado en su intento de cambiar nuestra Bandera por el trapo rojo comunista, la evocación de la fecha de la Victoria contra la Subversión, 24 de Marzo de 1976 (sic)”, escribió, y firmó con su número de socio de la Sociedad Argentina de Escritores.

Ruiz de los Llanos.

Miguel Ángel Molfino Gianetti es un histórico ex militante del PRT-ERP y hoy un reconocido periodista y escritor. También es un sobreviviente: su familia fue arrasada por el terrorismo de Estado. Su madre Noemí, secuestrada en Perú y luego asesinada en España, en el marco del Plan Cóndor. Su hermana Marcela y su cuñado, Guillermo Amarilla, están desaparecidos. Abuelas identificó en 2009 a su sobrino Martín Amarilla, que había nacido en cautiverio. Otra hermana, Alejandra, estuvo un año detenida y, liberada, partió al exilio. También el hermano menor, Gustavo, que hoy es fotógrafo y persigue con su cámara a represores que violan la domiciliaria. Liliana y José Alberto, los otros hermanos, vivieron un duro exilio interior. Miguel Ángel no zafó: la Triple A intentó secuestrarlo y asesinarlo. Vivió clandestino entre el 74 y el 79. En mayo de ese año lo apresaron y estuvo detenido-desaparecido en varios centros clandestinos.

Tras la amenaza, Molfino dudó sobre qué hacer. “Llegué a la conclusión de que estos síntomas, por pequeños o alucinados que nos parezcan, no hay que dejarlos pasar. Hay que denunciarlos”, escribió. Y es lo que hizo: lo denunció en la Fiscalía Federal de Resistencia, donde vive. “Ni Horangel nos puede prevenir sobre la seriedad o no de una nota como la que recibí. Sólo hay que denunciar y estar alertas”, agregó.

Ruiz de los Llanos, consultado por Socompa, echó mano a una respuesta de manual para “explicar” su amenaza: “¿Qué puede decirse de alguien que sostiene que ha sido amenazado cuando nadie lo amenazó? En mi vida he amenazado a nadie, y aunque le parezca raro, no odio a mis enemigos. Nunca lo he hecho. Los desprecio con todo mi ser”.

¿Por qué lo eligió para descargar su odio? Molfino atribuyó la amenaza al estreno del documental “Extramuros”, de Liv Zaretzky. La película se centra en su literatura y militancia, y en la historia familiar. “Yo jamás negué mi pasado como militante del PRT-ERP y lo hago explícito en ese film. Creo que ése fue el detonante para que este individuo cargue con su amenaza. Si no, no me lo puedo explicar: somos centenares de ex presos y militantes que pertenecimos a las organizaciones armadas, y el tipo se la agarró conmigo”, dijo Molfino a Socompa.

No es la primera vez que Ruiz de los Llanos amenaza a un periodista. Hace tres años intimidó a Alfredo Leuco a través de un texto que llevaba un título muy sutil: “Carta al judío Lewcovich”. Ahí la verba del poeta estaba más cargada que un colectivo 60 a las seis de la tarde: “Hoy, desde esta tierra irrupta en el amanecer del Bien, fúlgida en el vértigo propicio de las tradiciones de su pueblo, tierra ubérrima de Voluntad para que hicieran pie en ella las botas de sus Héroes, tierra en cuyos arrecifes costeros  se quebraron una y otra vez las olas de la adversidad estallando contra las rocas de la Constancia, lo saluda Gabriel Ruiz de los Llanos”. La carta es larguísima. Principalmente, “acusa” a Leuco de presentarse como “argentino”. “Señor Lewcovich, usted es judío. Y nada judío, sea de orden racial, histórico, tradicional ni espiritual, integra la identidad argentina. No existen judíos argentinos. Nunca hubo judíos argentinos. Y nunca los habrá”.

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“Esa maldad judía insondable, capaz de las peores cosas, entendiendo por esto llegar a falsear la muerte de millones de personas, capaz de crear el mito de una muchacha inexistente y un Diario que nunca escribió con historias que nunca existieron, maldad, capaz de vender  un atentado que nunca se produjo a una embajada”.

(“Si sos judío, no cantés el Himno”, ensayo).

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Qué hiciste durante la dictadura

Dos hombres ocupan gran parte de su literatura: Adolf Hitler y Jorge Rafael Videla.

Hitler fue, a los ojos de Ruiz de los Llanos, la forma que tuvo Dios “de parar las hordas rojas, la marea roja del comunismo”. Al padre del nacionalsocialismo le dedicó “El águila cruza el fuego”: 80 páginas de Word centrado en los años de infancia y juventud del gestor de la Shoá. “Hitler era alérgico a los judíos. Cruzarse a los judíos como ocurría con frecuencia, tener que pensar forzosamente en ellos,  había sido siempre para él como para tantos gentiles meter el pie en un charco hediondo y enlodar su alma”, escribe Ruiz de los Llanos. Y aporta una mirada ¿médica?: “Hitler fue una suerte de oncólogo espiritual. A lo largo de su vida y de diferentes formas ocupó parte de su tiempo y de sus fuerzas con el objeto de dirigirlas a la detección, abordamiento y neutralización de aquellos tres tipo de cánceres: el cáncer judío, el cáncer democrático y el cáncer marxista”.

“Tengo tres cartas que me enviara en su momento, agradeciendo mis libros, el general Videla”, dice con orgullo. Hasta armó un blog solo para subir la foto que tiene autografiada por el dictador. Ese gesto lo retribuyó con un poema titulado “¡Dios te salve, oh Videla”! Dice: “Oh azote sacrosanto /que fuiste tajo y espanto /del zurdo en su cantinela, / de la subversión que apela / al crimen y vasallaje / vos le sacaste pasaje /sin regreso al más allá /para dejar limpio acá /el terreno de salvajes”.  Y termina así: “Fuiste la tumba del rojo  /que dios te salve, oh Videla!”. Excelso.

En el texto Padre nuestro, que estás en la ESMA, en el capítulo “Se hace la luz, caen los zurdos de la Santa Cruz” (sí, se llama así) garabatea: “Doce miembros de esa canalla, tejido de ese cáncer espiritual que todavía nos afecta, fueron capturados, llevados al Fortín ESMA, y pasados de inmediato a Cirugía, donde horas después eran extirpados del cuerpo social (…) Por aquel entonces el deber de todo argentino de ley fue terminar con la Subversión, obituar implacables a los subversivos. Degollarlos”.

También tiene su “aporte” sobre las cifras de desaparecidos. En la amenaza a Molfino dijo que “ni los 7.900 desaparecidos reconocidos por el Estado más los muertos en combate de las formaciones guerrilleras juntas llegan a equivaler la vida del teniente general Pedro Eugenio Aramburu”. Por si hiciera falta, aclara: “Hacer desaparecer a un asesino subversivo es tirar largamente la cadena del tanque del inodoro haciendo correr el agua para que desaparezca la inmundicia”.

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“Moría el judío Néstor Kirchner. Se iba una joya de la longeva e impresentable ramera de la Izquierda. Se iba un cáncer de la Tradición. Se iba el fundamento de un equívoco lingüístico, el que encerraba llamar a los represores de la Subversión ‘genocida’. Cuando en verdad se debía y debe decirse por razones obvias, ‘raticidas’. Moría Néstor Kirchner, medio pelo del medio pelo”.

(“Los últimos momentos de Néstor Kirchner”. Ensayo)

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Porno-originario

En enero pasado Ruiz de los Llanos elaboró dos textos que subió a su perfil de FB, y que luego borró. Al análisis lo llamó “El fracaso de los golpes militares en Argentina ha sido responsabilidad nuestra, de los nacionalistas”. Una especie de mea culpa. En la primera parte reconoce que “no se trataba sólo de matar y encarcelar, que con toda justicia lo hicieron los militares de turno”. El error de los nacionalistas –dice- es no haber dados las respuestas a las preguntas para que “la gente entendiese por qué nuestra posición extremista era justa”. Y señala que es responsabilidad de los nacionalistas que “los héroes que vencieron a la subversión apátrida de una manera inobjetable, se encuentren hoy en prisión”.

En la segunda parte se le mezclan un poco los tantos y habla de la inutilidad de la democracia, de los inmigrantes y la identidad argentina, su tema recurrente.  En el ensayo “Ni San Martín ni Bergoglio son argentinos”, de 2014, le sale una explicación porno-originaria: “Hoy sabemos que, biológicamente, todo comenzó cuando el férvido miembro del conquistador se hundió consecutivo en las vaginas anhelantes y agradecidas de las salvajes, para volverse más tarde fecundación de carácter nacional”.

En ese texto dice que ninguno de los dos son “propiamente argentinos”. San Martín porque “todo su árbol genealógico era español”. Y Bergoglio porque se mostró al mundo “a los besos y los abrazos y las estampitas con los cómplices de los traidores a la patria desaparecidos en la Guerra contra la Subversión”. En definitiva, “José Francisco y Jorge Mario son dos Judas, dos extranjeros”. Amén.

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“INADI, cueva ominosa/cual porteño serpentario/donde un mal extraordinario/ entre nosotros reposa. / Si hasta los cortos de mira/lo tienen como falacia,/flor de la judeodemocracia,/que gangrena el señorío./Maricas, negros, judíos/en tus letrinas se sacian”.

(El INADI. Poesía “patriótica”)

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El mejor enemigo

Ruiz de los Llanos formó parte –él dice que de manera secundaria- de la historia de El Caudillo, la revista que “marcó” desde sus páginas a muchas personas que luego fueron asesinadas por la Triple A. Contó que un día dejó un poema y que, a partir de eso, empezó a publicar regularmente en la publicación que pensaron y dirigieron Felipe Romeo y, antes, el periodista Miguel Ángel Tarquini. Ruiz de los Llanos aparece en el documental “Parapolicial negro: apuntes para una prehistoria de la Triple A”: se lo ve leyendo uno de sus hits, “Rompan todo”.

Formado en la Guardia Restauradora Nacionalista, el Negro Tarquini fue el primer secretario de redacción, al tiempo que era funcionario en el Ministerio de Bienestar que comandaba López Rega. Montoneros lo asesinó poco antes del golpe. Romeo había militado en Tacuara antes de editar la revista. Le decían “La viuda de Hitler”.

—Yo he estado al lado del Ejército contra la subversión marxista internacional-respondió hace unos años Ruiz de los Llanos. Y agregó:

—Ideológicamente. No he sido combatiente.

Después de El Caudillo, Ruiz de los Llanos tuvo otra experiencia editorial. Tan pero tan nazi que a la dictadura le pareció mucho. Milicia, así se llamaba, llegó a publicar una colección de formación doctrinaria de 24 volúmenes. Entre otros, “La SS en acción”, “Los judíos”, “Cristo no es judío”, “La mentira de Auschwitz” y “Hitler o Lenin”. También difundía un pasquín antisemita denominado Plan Andinia, sobre la hipótesis –falsa- de que el sionismo conquistaría y levantaría un estado judío en la Patagonia. En septiembre de 1976 se prohibió y secuestró de los quioscos la mayoría de esas publicaciones. Al año siguiente la editorial fue clausurada. Al parecer, era posible estar más a la derecha que la dictadura.

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“¿Quién no ha escuchado decir que los nazis se llevan el mundo por delante? ¿Y no se lo lleva Dios al mundo por delante? No de mala manera, por supuesto, no es esa la idea. Que los nazis son racistas. Es cierto, diremos que orgullosamente racistas si se nos permite. Orgullosos de la raza que Dios les supo dar. ¿O acaso ser racista no es una forma de honrar a Dios?”

(“Dios es nazi”. Ensayo)