En su último libro de relatos, Una historia del fútbol (Planeta), Pedro Saborido demuestra que, como cuando se mete con  el rock o derecho viejo con  la realidad,  sabe cómo hacer de todo eso humor de los buenos. Con la originalidad de siempre, el compañero de aventuras de Capusotto inventa personajes inverosímiles y sorprendentes que viven a su manera  en el mundo de la pelota. (Ilustración : Martín Kovensky)

EL LOCUTOR DE TANDA MÁS RÁPIDO DEL MUNDO

El verdadero talento puede manifestarse en cualquier actividad. Ese toque de distinción hará que su poseedor brille por sobre la mediocridad de los que apenas cumplen con las expectativas en su hacer. E l doble de riesgo de Víctor Hugo Morales, que también sabe de radio, nos recuerda a un notable trabajador de las transmisiones deportivas: —De todos los que vi pasar por una cabina de transmisión, yo recuerdo a uno. Jorge del Marzo. El locutor de tandas de fútbol más rápido del mundo. Sorprendió a todos cuando hizo su debut, hace ya tiempo, en un Chicago-Morón. En una tanda, dijo: La entrepierna pica y pica, es un hongo, ¡así se explica! Fuerahong, se verifica, tu entrepierna, ¡lo suplica! ¡Fuerahong! ¡Pomada! ¡Pedila en tu farmacia! Locutó este texto en tan sólo «1,24» (o sea un segundo y veinticuatro centésimas. No sé si está bien escrito así pero tampoco me importa). Se convirtió entonces en el locutor de tanda estrella. Era capaz de meter tres avisos en el tiempo en que una pelota era impulsada desde el córner hasta que empezaba a caer en el área. Su rapidez fue aumentando partido tras partido. Aclamado y desafiado a seguir corriendo los límites de la velocidad oral, leyó en voz alta todo Crimen y Castigo, de Dostoievsky, durante un cambio de jugadores. Su habilidad siguió fascinando al público. Sigue trabajando, pero ya nadie se da cuenta: ha logrado que por su vertiginosa rapidez, sus locuciones sean inaudibles para el oído humano. Aunque su mensaje, en forma subliminal, logra llegar. Muchos dicen que constantemente, sin ser percibido, sus locuciones se emiten en todo tipo de transmisiones, deportivas o no. Esto se sospechó cuando, después de un Tedeum en la Catedral de Buenos Aires, los fieles salieron raudos hacia los kioscos de la zona y arrasaron con los stocks de alfajores Capitán del Espacio. Quizá ahora su voz nos esté llegando. Y sin darnos cuenta, nuestro próximo consumo lo haya decidido él. En una de ésas, es más parte de nuestra vida de lo que podamos suponer. Tengo más recuerdos de gente de radio. Pero no los voy a decir ahora.

EL EQUIPO DE MIS SUEÑOS (Parte 1)

El paso del tiempo otorga una ventaja. Aunque no siempre sea justicia, la memoria rescatará algunas cosas por sobre otras. Seguramente tendrán algún mérito, quizá desconocido, para que esto ocurra. O quizá sean rescatadas simplemente por la tiranía del azar. Serguei Ivanov Ricardo Enzo Fanfarria es un notable periodista del conurbano bonaerense (más de la zona Sur) de quien se dijo que posee «el ojete que más tablones lustró en el ascenso». El dudoso gusto de esta mención se contrapone a la gallardía de su figura. Alto, rubio, de un exquisitamente prolijo corte de pelo (hace algunos años se supo que lo consiguió yendo a las peluquerías con una foto de David Bowie para que le copiaran el corte. A una no volvió más porque un tipo se lo quiso coger). Sigue siendo elegante saltando alambrados para entrar a los estadios. Es que hasta el día de hoy nunca fue acreditado por algún medio. Es el más antiguo periodista gráfico que jamás escribió una nota. Fanfarria es, de todos modos, un verdadero tesoro oral del ascenso. Y así recuerda a cuatro grandes jugadores de su historia. Sergio Sinatra Garcete Ejemplo de joven promesa con manija del periodismo para subirle la cotización. Siendo jugador de Los Andes, y sin llegar a la Primera, fue vendido después de una gran campaña de prensa al Atlético Maravilla de Ecuador en 300 mil dólares, en 1984. Era tal el entusiasmo que Sinatra Garcete despertaba en los comentaristas que a los 8 minutos del primer tiempo de su partido debut, dejó la cancha porque los ecuatorianos lo volvieron a vender, esta vez en 2 millones de dólares, al Stalin de Bélgica. Mientras estaba en vuelo hacia su nuevo club, éste ya lo estaba vendiendo por 3 millones de dólares y seis jugadores al Sportivo Señor Barriga de México, quien a su vez, antes de que Sinatra Garcete llegara al aeropuerto, ya lo había vendido al Villa Dálmine de Stuttgart, Alemania que, cuatro minutos después, lo vendió al Ohio de Oklahoma, por 48 millones de dólares, siete jugadores, tres bailarines de tap y un mecánico dental. Desde allí se le pierde la pista por sus múltiples ventas. Se sabe que estuvo en un club de Singapur, que alguien lo confundió y lo compró como jugador de waterpolo, hasta que apareció en oferta en una vidriera de la calle Libertad, junto a un montón de autoestéreos y equipos de audio usados. Atilio Mano Única González Velocísimo número 7, incorporado a Victoriano Arenas después de ganarle, en ojotas, una carrera a una moto Gilera 550. Mano Única González podía atravesar la cancha por su carril en segundos, pero su velocidad y su categórico dominio de la pelota se deslucían por su incapacidad para doblar, darse vuelta y poder volver. Después de cada pique debía regresar caminando de espaldas, casi siempre asistido por algún compañero. Jamás jugó un segundo tiempo. Nunca pudo entender que, después del entretiempo, había que correr y patear para el otro lado. Ernesto El psicópata existencialista del área Campodonomesio Eficaz defensor de El Porvenir que marcaba a través de la palabra. Cada vez que algún 9 guapo encaraba el área, Campodonomesio lo corría de atrás diciéndole cosas como «Por ahí hacés el gol, pero será un efímero festejo, nimio frente al absurdo de la muerte, esa antesala de la nada eterna». Por supuesto, los jugadores llegaban angustiados deprimidos al área, y dejaban la jugada. Algunos, incluso, abandonaron el fútbol en esa misma tarde. También fue conocido como El Bilardo que leyó una solapa de un libro de Sartre o de uno de ésos. Esto se debía a que, en una oportunidad, deprimió a un delantero diciéndole: «¿Sabés con quien está tu mujer ahora? Con nadie. Porque no sos cornudo. Pero eso no evita que la circunstancia de tu existencia esté marcada por el abandono de un Dios que hoy, sólo, es ausencia.» Esteban Williamjolden Todo el mundo lo creyó un número 9 increíble, ya que jugó una sola temporada para el Deportivo Paulo Freire de Gerli y logró llevar a su equipo al ascenso, con un invicto impresionante de 39 partidos, todos ganados. Arrancó con un promedio de dos goles por jornada y, luego, ya en la mitad del torneo, hizo hasta siete tantos por encuentro. Williamjolden era visto como un delantero de cierta bravía al que, por su estampa, los jugadores dudaban en marcar en sus avances. Lo mismo ocurría con los arqueros que, ante su presencia, quedaban inmóviles. En la anteúltima fecha, un número 4 de Honestidad y Puntualidad de Wilde se animó y declaró que la habilidad de Williamjolden se debía a que se desplazaba en la cancha con una pistola 38 corta, mientras amenazaba con un sutil «abrite o te perforo el riñón». Obvio que, asustados, árbitros y jueces de línea, tampoco contaban lo que ocurría. Hoy tiene una escuela de yoga en la que todo concurrente logra estados de profunda meditación bajo amenaza de represalias. (Seguiremos más adelante con otros jugadores evocados por este tipo.)