Los despidos en la agencia oficial son solo una de las caras de las estrategias de desinformación que ha puesto en marcha Cambiemos. .Cada vez es más difícil editar libros, las librerías empiezan a cerrar, hay rumores constantes de despidos en la Biblioteca Nacional, un panorama ante el cual varios sectores de la cultura empiezan a armar estrategias para defender el derecho al pensamiento crítico.
La convocatoria circuló por las redes: “Escritorxs, periodistxs culturales, editorxs y librerxs nos juntamos a pensar una actividad en reacción a los despidos en Telam. Sabemos que el problema no termina ahí. El cambio de dirección en la Biblioteca Nacional ya abrió rumores sobre nuevos despidos. Queremos organizar intervenciones que pongan en discusión la situación de precarización de lxs trabajadorxs de la cultura en su conjunto. El aumento del precio del papel, el vaciamiento de medios de comunicación y la caída en las ventas de libros son problemas que nos afectan a todxs”.
El lugar del encuentro fue la Mutual Sentimiento, en Chacarita. Allí, al anochecer del 9 de julio, una treintena de personas debatieron qué hacer ante un panorama desolador, en el que primer punto en la agenda es la lucha contra el desguace de Télam y tratar de retrotraer los 357 despidos que se consumaron hace dos semanas.
Hasta allí llegaron representantes de la Unión de Escritoras y Escritores, de la filial argentina del PEN Club y de colectivos como la revista digital Sonámbula. Algunas caras visibles: los escritores Selva Almada, Félix Bruzzone, Julián López. María Inés Krimer y Pía Bouzas.
Juan Rapacioli, uno de los despedidos de la agencia de noticias, fue quien describió el panorama que se vive en Télam. De momento, para visibilizar la lucha, se armó la web Somos Télam para recopilar el material audiovisual generado al pedido de reincorporación de los despedidos. Un primer punto de coincidencia fue la necesidad de articular desde las redes y poder tener así una participación en la realidad. O, como graficó la escritora Bibiana Ricciardi: “Poner la problemática en el espacio público”. Por caso: señalar la flagrante contradicción de los despidos por ajuste cuando antes ingresaron funcionarios con sueldos altísimos y varios contratos bajo el brazo.
Los representantes del PEN remarcaron que entre el 25 y el 28 de julio habrá un encuentro latinoamericano de autores en Buenos Aires. No sólo habrá invitados del continente, sino de otras partes del mundo. Ya avisaron lo que sucede en la Argentina de Cambiemos con los medios públicos. Tres escritoras de la talla de Margo Glantz, Gioconda Belli y Elena Poniatowska ya adhirieron con su solidaridad.
“Lo importante es pararse contra el silenciamiento”, apuntó Rapacioli. Ahí se llegó a un punto clave: cómo llegar al ciudadano para que comprenda que esto no les es ajeno y que en cualquier momento puede sufrir en su estabilidad laboral las consecuencias del modelo. Ejemplos hay de sobra y exceden el caso de Télam, como el proyecto de Unicaba en la ciudad de Buenos Aires, que pretende liquidar de un plumazo 29 profesorados. O, algo menos conocido, según un relato oído en la reunión: el cierre de una sede del ministerio de Educación en la calle Lavalle. Se trata de la única sede por fuera del Palacio Pizzurno, y la cartera educativa la desarmó sin que hubiera rebote mediático. O la situación que se vive en la Biblioteca Nacional, donde los empleados están expuestos hace meses al rumor permanente de decenas o centenas de despidos: básicamente, un juego de desgaste por parte de las autoridades.
¿Cómo seguir y romper el cerco mediático tras la intervención en La Noche de la Filosofía el fin de semana anterior, un evento donde se quiso dar visibilidad a los despidos, pese a que les cortaron el micrófono en el CCK? En principio, el puntapié inicial, en una reunión que promete extender en futuros encuentros, es preparar un documento que denuncie el vaciamiento de Télam. “Hay que explicarle a la sociedad lo que pasa, recuperar consignas del periodismo como el qué, el cómo, y, sobre todo, el por qué, que es la mayor ausencia”, dijeron desde el PEN.
“Esto tiene que trascender la lógica del gobierno”, estimó María Inés Krimer. “Pensar en interlocutores que se muevan a partir de una acción, que se entienda que no trabajamos para nosotros mismos”, agregó.
En un aparte, Julián López le contó a Socompa que el objetivo de la movida “es empezar a decir basta. Acá está la resistencia de escritores, editores y libreros. Télam es el disparador, pero es toda la situación lo que nos preocupa”. El autor de Una muchacha muy bella afirmó que “esto pasa en todas las áreas: educación, ciencia y tecnología”. López pintó un panorama de tierra arrasada: “La industria del libro está viviendo su peor crisis, las editoriales grandes redujeron sus planes de publicación y las chicas están al borde de la quiebra. Es algo que excede la baja en la demanda, el precio del dólar incide en la producción”. Por si fuera poco, el rol del Estado en la era Macri no es exactamente alentador. “El Estado se retiró por completo de la cultura argentina, no participa en los planes de lectura ni de las compras para bibliotecas, todo quedó al arbitrio del mercado. El panorama es durísimo y sólo queda salir de la atomización y exigir políticas públicas para salir de las demandas del FMI”.
Sueltas de libros y acción de performance aparecen en el horizonte como formas de ir hilvanando la acción, mientras se coordina cómo seguir. Alguien recordó que el macrismo llegó al poder “con el discurso de la autoayuda”. Se trata de romper eso.