Una editorial que comenzó intentando lo que parecía imposible, hablar de la vida y la música en relación con lo que pasa fuera de ella. Gourmet Musical, creada por Leandro Donozo, muestra que no hay por qué resignarse a hacer lo de siempre.

Leandro Donozo abre la puerta, y el departamento  de Palermo  rebalsa de discos, libros y cajones. Los libros son todos de música, y en los cajones que fungen de archiveros están todas las revistas de música editadas en la Argentina. Buena parte del pasado y el presente de la literatura musical argentina están contenidos en ese departamento, a pocos metros del Parque Las Heras. Y del futuro, porque allí se siguen generando ideas para nuevos proyectos. Es el lugar donde nacen los libros de Gourmet Musical, una editorial dedicada a la música con el particular enfoque que le dio Donozo hace doce años.

Leandro Donozo y sus libros

Donozo y sus libros Gourmet. Foto: Horacio Paone

Ya van casi cuarenta títulos desde que Gourmet Musical vio la luz. Salvo un par de traducciones, casi todo el fondo editorial es de autores locales y abarca varios géneros: rock, tango, folklore, jazz, blues, música clásica. Entre sus títulos figuran la historia de la revista Expreso Imaginario, la del blues en la Argentina, la influencia musical en Xul Solar, el desarrollo del rock sinfónico, hasta llegar hoy a su más reciente producción: La música de Sandro, un exhaustivo análisis de la discografía del Gitano, de más de 700 páginas, a cargo de Pablo Alonso.

Donozo se acomoda entre los libros surgidos a pulmón estos años y se dispone a contar la historia de una experiencia editorial que no registra antecedentes. Y que tiene entre sus autores a Miguel Grinberg, Pablo Kohan, Esteban Buch, Sergio Pujol y Pipo Lernoud, entre otros.

“Yo estudié Artes en Filosofía y Letras, orientado a la música. Trabajé años con mucha documentación y armé un diccionario bibliográfico de la música argentina. Es un libro que me llevó diez años terminar , de 600 páginas, para el cual relevé 50 publicaciones de acá y de afuera. Nadie me lo quería publicar. Decidí editarlo por mi cuenta. Fue el primer libro del sello”, cuenta con un tono que se parece al orgullo..

-¿Cómo surgió el nombre?

-Yo tenía una web con ese nombre, con una base de datos sobre música latinoamericana. Pasé el nombre de la web a la editorial con el mismo espíritu con que bauticé al sitio. Mi idea era combinar información con distribución. Por entonces no había streaming para los discos online. Las dos palabras, gourmet y musical, son casi universales, significan lo mismo en prácticamente todos los idiomas. Al gourmet no le da lo mismo comer cualquier cosa, quiere saber el origen, tiene marcas preferidas y ejerce su conciencia sobre eso.  Lo mismo vale para la música. Tenía discos de rock, de tango, de folklore, y no pienso en música buena o mala, es un razonamiento falaz. La idea de gourmet servía para explicar eso, por qué se elige algo, el sentido de la degustación. Hoy no tengo más esa barrera, hoy me interesa la música que un gourmet descartaría.

-¿Por qué no se publicaban libros sobre música en forma sistemática como hace Gourmet Musical ahora?

-Es algo que me llamaba la atención cuando estudiaba Artes. Había un montón de estudios escritos por profesores de primer nivel, que  ni siquiera consideraban la posibilidad de recogerlos en un libro. Con la editorial me di el gusto de poder publicar a algunos de ellos.

-¿Cómo fue el desarrollo hasta tener el catálogo actual?

-Fue paulatino. Desde que salió la editorial sacamos dos o tres libros por año, a veces cuatro, hasta 2015. Hace dos años que venimos apostando a editar cinco o siete títulos por año. Es un trabajo a pulmón. Lo que nosotros hicimos desde 2005 equivale a las novedades que saca una editorial grande por mes.

-¿Vos proponés temas o se te acercan con ideas?

-Las dos cosas. En este momento tengo infinidad de mails para leer con un montón de proyectos. Lo que me sorprende gratamente es que muchos se acercan citando en sus bibliografías trabajos previos de Gourmet Musical. Los libros son de largo aliento, llevan mucho tiempo de elaboración y de trabajo codo a codo con los autores, propongo fuentes y tengo un archivo a disposición.

-¿Cuál sería la marca distintiva de los libros?

-Busco la originalidad. Que sea algo que no se haya hecho antes. Y que los libros publicados sirvan como artefactos, algo permanente, que sean útiles más allá del momento de la lectura. Por eso siempre hacemos índices de nombres. Me gusta combinar rigor con entretenimiento, que el libro terminado sea novedoso y riguroso,  y que se pueda leer fácil.

-Llama mucho la atención que, justamente, sea una editorial sobre música y abarque tantos géneros y tantos enfoques.

– La música que más me interesa es la que no sé cómo se llama. Te doy un ejemplo. Ahora salió el libro sobre Sandro, que analiza su discografía. Ocuparse de Sandro implica hablar de la industria del disco en general; de los músicos de jazz, dado que muchos tocaban con él; de los músicos que tuvo en común con Piazzolla, como Malvicino, Giacobbe, Ziegler, los López Ruiz; de los orígenes del rock. Sandro conecta muchos temas. Yo busco eso en cada libro. Todos los libros conectan con otros de la colección, son capítulos de un gran libro cuyo primer lector soy yo, aunque el catálogo y la biblioteca no se deberían mezclar.

-¿Cuál fue el libro que vendió más?

-El de Miguel Grinberg, Cómo vino la mano, que narra el origen del rock argentino. Junto a Cemento, el semillero del rock de Nicolás Igarzábal, y a Charly en el país de las alegorías, de Mara Favoretto, que analiza las letras de Charly, son los tres que más han vendido. El de Grinberg fue el tercero que edité, no sé cómo se jugó conmigo. Él, como  otros autores, se dio cuenta de que podría publicar aquí lo que no considerarían las demás editoriales.

-Siendo una editorial tan chica, ¿cómo fue encarar la distribución?

-Arranqué yo con la mochila y mi primer libro –más dos talonarios de remitos-, una locura. Luego se ocupó otra persona y más tarde me pasé a una distribuidora. Eso fue un gran salto, no podía con las dos cosas, y tuve que resignar la ganancia pero funcionó. Hoy estamos en todo el país y en algunos países de América Latina.

-¿Qué cantidad de ejemplares suelen imprimir?

Son tiradas chicas. Mil ejemplares, a veces dos mil cuando la expectativa es mayor. La cuestión financiera limita todo. Estos últimos meses han sido complicados. Por suerte algunos títulos vendieron muy bien y se pudieron reimprimir, como el de Grinberg, que ya va por la cuarta edición.

-¿Cómo es el lector de estos libros?

-Son variados los lectores, los voy conociendo en ferias y presentaciones. Algunos leen de manera global y otros van al título específico. La gente nos conoce, se palpa en la Feria del Libro y en ferias más chicas. Y además hay títulos que ya forman parte de la bibliografía de varias cátedras universitarias. Hay gente que me dice que ya leyó varios libros, es el lector que me dicen que no existe.

¿Los músicos leen?

Algunos, no todos. Son medio desconfiados con el público. Hay lectores que desconfían, que creen que no son libros para ellos. Un tipo que estudia historia argentina no puede no leer sobre música. Libros sobre los años 20 hay muchos, pero no hay música en ellos o por ahí se limitan al tango. Gente que cree que no sabe de música no se aproxima. La gente va al Bafici o al Malba o a la cosa más experimental, pero con la música no hay vanguardia. Ahí se permiten un retraso que no se permiten en otras áreas.

¿De qué forma se encara el trabajo con los autores?

Las fuentes y los datos son importantes, pero está bueno el aporte del autor, que conozca bibliografía y discografía El punto de vista puede ser original conociendo bien los materiales. Hacer un libro sobre John Lennon es fácil, pero hay que buscarle la vuelta.

¿Qué hay en carpeta, entre tantos proyectos?

Ahora sale la historia de la industria discográfica argentina, un análisis de las letras de Spinetta desde la mitología, un paneo de Charly García en vivo y con el uso de grabaciones piratas. Charly está tan pirateado como Frank Zappa o los Grateful Dead a nivel mundial. Vamos a reeditar el libro sobre Xul Solar, publicaremos uno sobre música colonial latinoamericana y uno acerca de Él Mató A Un Policía Motorizado.

-Hay sellos grandes que tienen colecciones de música, vos te orientaste sólo a ese tema, abarcando distintos géneros y enfoques, lo cual ya pone a la editorial en un lugar único.

-Corregidor tiene muchos más libros que nosotros, la mayoría sobre tango, pero no se dedica sólo a la música. La idea de Gourmet Musical es salir del ghetto. Un libro de música no tiene que hablar sólo de música. Te tiene que interesar como un libro de cine o de historia. Hay que incorporar la música  al pensamiento. Recién en los últimos años hay secciones de libros de música en las librerías y se incorporan títulos en las editoriales. Yo quiero profundizar, que estos libros dialoguen con gente que piensa el resto del mundo.