Un recorrido por el cine negro que va desde “El Halcón Maltés” o “M, el vampiro de Dusseldorf”, pasando por “Fargo, hasta las actuales series o unitarios nórdicos. La historia de un género que se renueva pero sin perder su esencia.

El término Film Noir, fue acuñado por el crítico italiano de origen suizo, Nino Frank, para denominar a las películas policiales de bajo presupuesto, creadas en Hollywood en la década de los años 40 del siglo pasado.

Algunos ubican como el primer film noir a El Halcón Maltés, basado en la novela Dashiell Hammett , como inaugurador del género y que cuenta con la participación de Humphrey Bogart, Mary Aston y Peter Lorre, con la dirección de John Huston.

El Halcón Maltés.

Sin embargo, otros difieren con esta apreciación y le adjudican a M, el vampiro de Dusseldorf de Fritz Lang, rodado en 1931, ser el inaugurador de la historia. El film tiene mucho de los ingredientes del policial negro, como la iluminación sombría para acentuar el drama de las acciones y la trama, desarrollada en un marco social, donde se muestra a una colectividad conmovida por un caso de criminalidad patológica y en la cual se expone la tragedia interior de un obseso sexual. También, está implícito en el argumento, una visión crítica de la sociedad alemana de la época. Resulta irónico ver cómo los hampones y la policía tienen los mismos objetivos, por lo que se ha señalado un atisbo del comportamiento criminal en el estado alemán, tal como sucedió a partir de 1933. Huyendo del ascenso del nazismo, Fritz Lang continuó su carrera en Hollywood, donde dirigió clásicos del policial negro, como: Solo se vive una vez (1937), La mujer del cuadro (1944), Perversidad (1945), Secreto tras la Puerta (1947), Más allá de la duda (1955) y Mientras la ciudad duerme (1957). Una filmografía que influenció, no solo a directores norteamericanos, sino también a franceses como Truffaut, que reverenciaron sus creaciones y al género.

Alemanes

El expresionismo alemán surge como una movida cultural en el periodo de entreguerras en Europa, trasladado al cine, las ambientaciones eran sombrías, con paisajes oscuros y climas sociales opresivos.

Directores como el ya nombrado, Fritz Lang y otros como Otto Preminger, William Willer, Robert Siodmak, pertenecieron a esa escuela, antes de migrar a los Estados Unidos y otros como Michael Curtiz, Edward Dmytrik y Edgard Ulmer, si bien eran centroeuropeos, eran claros exponentes de la misma, en sus países de origen. Sin esa influencia creadora y con un marco social signado por la salida de la depresión de la década del 30, a causa de la caída de la bolsa de Wall Street y la intervención en la Segunda Guerra Mundial, es posible que el Film Noir no hubiera ocurrido tal como ocurrió, con personajes siempre en los límites entre el bien y el mal y puestos en la disyuntiva del acto honesto o criminal. Hombres y mujeres, lanzados a un destino trágico, que por lo general termina en la muerte o en la cárcel, pero que debe ser vivido hasta sus últimas consecuencias.

El auge del cine negro se da precisamente en el marco de esa contingencia bélica y donde una vez finalizada la contienda, se instalan en la sociedad norteamericana los paradigmas del Self Made Men y el Sueño Americano, donde todo es válido para lograr un ascenso social que permita acceder a la supuesta felicidad de la clase media o la pertenencia a los círculos de poder, ya sean políticos o económicos.

Mujeres

El rol de la mujer tiene un estereotipo muy marcado, como el de la femme fatal, capaz de arrastrar a cualquier incauto o cautivo de esa sexualidad sugerida, en gestos nunca tomados en un primer plano frontal, sino en diagonal y en una luminosidad penumbrosa, en la cual, un cigarrillo es puesto en los labios de la protagonista con toda la carga de la simbolización fálica.

Ultraje.

No necesariamente, las actrices del film noir se destacaban por su gran belleza, tanto Bárbara Stanwyck, Ida Lupino y Lizabeth Scott –protagonistas de obras clásicas- desplegaban su poder de seducción más allá de la atracción física y el deseo corporal, gran parte de ese poder, en cierto punto, radicaba en la frialdad y templanza, necesarias para ir más allá de los límites en busca del fin trágico.

En tiempos, dónde la industria cinematográfica observaba una inexistente presencia femenina en la dirección, el Film Noir, sin embargo, rompía de algún modo esa hegemonía, con la hoy olvidada Ida Lupino, quien después de actuar en más de cincuenta películas, se convirtió de manera azarosa, en la primera mujer directora en Hollywood. En sus inicios, fueron las temáticas sociales y el abordaje de la cuestión feminista lo que primó en sus obras, una de sus mejores piezas es Outrage o Ultraje (1950), donde la trama argumental, gira en torno a la violación de la protagonista. Conocedora como actriz, de la dirección de un film, dirigió no más de siete películas policiales, pero hay dos que se destacan como clásicos del género: Hicht Hiker o El Autostopista y la otra The Bigamist o El Bígamo, ambas rodadas en el año 1953.

Ese tiempo de rodaje casi fabril, dos o tres películas de un mismo director en un año, es también otra de las características del cine negro. Se trataba de producciones de bajo presupuesto y exhibidas antes que la película de mayor producción y con estrellas estelares, o en las salas de barrios populares con entradas de menor precio. Este hecho, hizo que la prensa bautizara a la Ida Lupino actriz, como la Bette Davis de los pobres y a la Ida Lupino directora, como la Don Siegel de la clase trabajadora.

Música

Con presupuestos escasos, en los inicios las bandas sonoras o no están presentes o su presencia es escueta, sí, hay una recurrencia a la música diegética, es decir, al sonido natural que surge de aquello que escuchan los protagonistas, en el mismo momento en el cual se desarrollan las acciones y generalmente proviene de radios, aparatos de televisión, tocadiscos o rockolas.

Mientras la ciudad duerme.

Este modo de musicalización, permitió acercar al público oberturas o finales de obras de Beethoven, Mozart y Wagner y el incluir las actuaciones en vivo de músicos de jazz, trajo como resultado que, muchos de los temas interpretados se convirtieran en clásicos y en standars, tal como sucedió con The Blue Gardenia de Bob Russell y Lester Lee, interpretada por Nat King Cole en el film homónimo de Fritz Lang. (1953), algo que sucedió también con el tema Laura de David Raskin compuesto para el film del mismo nombre, con dirección de Otto Preminger en 1944.

Cuando la popularidad y el consumo del género en la posguerra aumentó, los presupuestos crecieron, esto hizo que las bandas sonoras estuvieran a cargo de grandes compositores y músicos como Duke Ellington, Chico Hamilton, Elmer Bernstein, John Lewis y Henry Mancini. Aunque nunca fueron abandonados los sonidos naturales, como el de la lluvia, el viento y el oleaje,  para dramatizar una escena.

Neo noir

El film noir como tal, tuvo su auge y un final que llegó a fines de la década de los años 50, los cambios sociales producidos una vez terminada la Segunda Guerra, marcaron otros requerimientos tanto en los directores, como en los espectadores. Hablamos de tiempos signados por la Guerra Fría y la entronización de las utopías.

Sin embargo, con el tiempo se materializó un resurgimiento, una reformulación y aggionarmiento, iniciado a partir de Fargo (1986) de los hermanos Joel y Etan Cohen. En la extensa filmografía del binomio fraterno, muchas de las tramas argumentales no solo rinden un inobjetable tributo al género, como, The Man Who Wasn’t There o El hombre que nunca estuvo allí, (2001) con el músico y actor Billy Bob Thornton y  Frances Mc Dormand, como protagonistas de la historia filmada en blanco y negro, sino que también van más allá de la criminalidad, al evidenciar sutilmente una crítica ligada al ascenso social, en este caso, de la clase media pueblerina de los Estados Unidos y con sus vidas grisáceas y anodinas, vividas como parodias de los sueños individuales e imposibles, creados por el capitalismo.

The Killing.

Pero no todo se circunscribe a los Cohen, otra formulación se avino de la mano de las series policiales nórdicas. Una comunidad integrada por países, cuya historia cinematográfica, muestra una adherencia inequívoca, a las puntuaciones del viejo expresionismo alemán y por lo cual, esa recurrencia no es para nada extraña. Las mejores series exponentes de este fenómeno -esto por supuesto, será siempre subjetivo- se encuentran en la miniserie danesa DNA o The Killing, dirigida por Henrik Ruben Genz y Kasper Gaardsoe, también de Dinamarca, Forbrydelsen/The Crime, con una trama argumental que gira en torno a la detective Sarah Lund, interpretada por Sofie Grabol; Karppi/Deadwind –de una Finlandia que no es la de Kaurismaki-, dirigida y creada por Rike Jokela y protagonizada por Pihla Viitala.

También de este país proviene Sorjonen/ Bordertown, un drama criminal interpretado por el actor Ville Virtanen, en el rol del excéntrico detective Kari Sorjonen, quien suele resolver los casos, en encierros solitarios en el sótano de su casa, donde en transe, experimenta visiones resolutorias.

El Noir Nordic, surgió a principio de los 90, con las novelas de Henning Mankell, sobre las aventuras policiacas del inspector Kurt Wallander, que se convirtieron en un fenómeno de masas. En el Noir Nordic, al igual que en el Film Noir, encontramos diálogos escuetos sin palabras innecesarias, paisajes desolados y penumbrosos, intimidades plenas de claroscuros y personajes muy ajustados, lanzados a sus destinos ineludibles y cuando el humor aparece, al igual que en el noir, es corrosivo, irónico y sarcástico.

La sexualidad tampoco escapa a esa rigidez, no está presente como un arma de seducción, porque los intercambios sexuales, cuando se presentan, son vividos como una descarga emocional y no suelen ir más allá de ningún otro compromiso amoroso. En esa correspondencia, no puede soslayarse, un hecho cultural arraigado por la identidad de género, pues suele suceder ver en alguna trama, a policías de un mismo sexo, entregarse a una aventura sexual con su compañero o compañera, sin que vivan un acto discriminatorio o tengan que ocultar la relación.

Otra peculiaridad destacable del Noir Nordic, es la relativa a las problemáticas de integración de los migrantes, en su mayoría provenientes de los países árabes, africanos y eslavos, con contingencias devenidas de la práctica de las mafias, dedicadas a la trata y el tráfico de personas y la presencia fuerte del estado para resolver los conflictos originados por esa situación. Por estas y otras razones, se debe reverenciar al aire fresco del Noir Nordic, el cual, como un fantasma recorre la pantalla de Neflix y otras plataformas virtuales, como cinefiliamalversablogspot.com. ¡Salute!

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