La nueva vertiente del tradicional género policial aborda principalmente temas relacionados con el crimen organizado a partir del desarrollo de modos de acumulación económica, como pueden ser el tráfico de personas, el narcotráfico o el lavado de activos.
Si las producciones cinematográficas o televisivas que se desarrollan en escenarios distópicos y posapocalípticos hoy son en el terreno de la ficción una muestra de algo que en verdad está sucediendo o podría suceder, se podría afirmar que su complemento natural viene a ser el actual género policial negro, que fue más allá del viejo thriller detectivesco para abordar la resolución de un tipo de crimen mucho más complejo, que ya no resulta una anomalía sino algo que funciona y se desarrolla en la sociedad misma casi con naturalidad, el crimen organizado.
Aunque resulte paradójico dentro del paradigma democrático liberal, hoy no es para nada fácil poder mostrar ciertas realidades en las que los más poderosos se encuentran metidos. Contra todo lo que se afirma bajo la bandera de la libertad de expresión, una tarea periodística de investigación seria que involucre a estamentos del poder tenderá a ser completamente silenciada. Lo paradójico es que todas esas realidades son materia prima efectiva para la realización de obras de ficción, ya sean literarias o cinematográficas. El género privilegiado es cierto policial negro que abarca una variedad de temas recurrentes. Principalmente todo lo referido al crimen organizado a partir del desarrollo de modos de acumulación económica como pueden ser el tráfico de personas, el narcotráfico o el lavado de activos.
En su cuento Variaciones en rojo, haciendo referencia al caso policial en cuestión que la prensa había denominado El misterio del cuarto escarlata, Rodolfo Walsh hace hincapié en que a pesar de la similitud nominal con la clásica historia de Gastón Leroux, el asesinato de Carla de Velde “para los que quisieron ver en él un halo de misterio, fue el exacto reverso de aquel problema clásico (del género policial); un cuarto cerrado por fuera”. En la introducción a Las pruebas de imprenta, Walsh señala que la literatura policial es el “único género que cuenta ya con dos –o quizá tres- situaciones o problemas específicos susceptibles de diferentes soluciones”. Uno de esos problemas es el de resolver un crimen realizado dentro de una habitación con la puerta cerrada por dentro. La actual novela negra y toda la producción fílmica proveniente de esos mismos textos fueron más allá de los problemas planteados a los que alude Walsh. Ya no se trata de un crimen aislado o de un asesino serial sino del crimen organizado enquistado en la sociedad y que paradójicamente cuenta en sus filas a personajes notables que nadie sospecharía que son parte, incluyendo la necesaria complicidad y connivencia institucional.
De C. Auguste Dupin de Edgar Allan Poe, Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle o Hércules Poirot de Agatha Christie al inspector Kurt Wallander de Henning Mankel o la periodista Annika Bengtzon de Liza Marklund lo que cambia es la modalidad del delito a resolver. En la introducción a su Biografía del crimen. De Agatha Christie a Stieg Larson (2014) el notable escritor chileno Camilo Marks hace referencia al hermetismo necesario que debe guardar el policial clásico, no anticipando la identificación del asesino ni el final de la obra. Si se supiera quién fue el hacedor del crimen una obra perdería todo su encanto y atención. Para el caso de la literatura y cinematografía “criminal” ya no se trata de no mostrar al culpable, sino que es probable que se encuentre identificado de manera bastante prematura. Lo interesante de la trama es cómo hacer para detenerlo ya que frecuentemente tiene mucho más poder que los que lo persiguen. Otro caso interesante de temática criminal es -principalmente en Europa- la investigación de asesinatos a inmigrantes casi siempre hechos por bandas neonazis. Esta problemática es bastante común en el thriller sueco. La primera entrega de la saga Wallander de Henning Mankel que lleva el nombre de Asesinos sin Rostro precisamente aborda este problema. De igual forma la imprescindible Millenium de Stieg Larson hace referencia a sobrevivientes nazis en el país nórdico.
Para ejemplificar un poco lo que se viene señalando es preciso dar algunos ejemplos. McMafia es una excelente miniserie británica de ocho episodios que se desarrolló entre enero y febrero de este año. Basada en una obra literaria del periodista inglés Misha Glenny que lleva el nombre de McMafia: A Journey Through the Global Criminal Underworld (2008). En dicha serie el protagonista Alex Godman es un joven banquero dueño de un poderoso fondo de inversión. Nadie podría sospechar que Godman con su capital se encuentre involucrado en diferentes negocios ilegales a nivel trasnacional y por su parte enfrentado a otros poderosos intereses que compiten en el mismo rubro. Queda bastante evidenciado que un capitalista si pretende hacer que su dinero se multiplique lo va a hacer por cualquier medio y hoy toda pareciera mostrar que esos negocios no son para nada santos. Precisamente son las inversiones más redituables. En la misma serie el businessman israelí Semiyon Kleiman sorprende con la manera efectiva para secuestrar chicas rusas para prostituirlas en Egipto. Con la oferta de un trabajo de mediana reputación, las mujeres son captadas en Moscú y cuando llegan a destino son raptadas de una forma de la que es muy difícil escapar. Kleiman se siente orgulloso de practicar dicho método aunque su principal forma de ganar dinero es siendo el propietario de una flota de carga que entre otras cosas transporta estupefacientes por el Mediterráneo.
Queen of the South es una entretenida serie estadounidense que ya lleva en pantalla dos temporadas (2016- 2017) de 13 capítulos cada una. Está inspirada en la telenovela La reina del sur que se difundió en España, México y Colombia y a su vez en la novela de igual nombre del escritor español Arturo Pérez Reverte. En la serie se muestra de forma bastante explícita el modus operandi de los carteles mexicanos para ingresar cocaína en los Estados Unidos. También sobre la comercialización en dicho país. La principal protagonista Teresa Mendoza es una joven que debe huir de su país México hacia EEUU perseguida por el cartel del poderoso narcotraficante Epifanio Vargas quien además se convierte en gobernador de su distrito proponiendo una lucha sin cuartel contra los grupos narcos. El doble rasero en todo su esplendor de un adinerado capo mafia con excelentes contactos con la DEA. Camila Vargas su ex esposa para proseguir con el negocio se afinca en los Estados Unidos y asegura que los cargamentos de estupefacientes pasen la frontera y puedan ser comprados por algún poderoso magnate que luego derivará todo hacia una red de comercialización. Increíblemente cuando se habla de narcotráfico casi nunca se hace referencia a ese capitalista que necesariamente debe comprar una cantidad considerable de una mercancía sumamente preciada que además debe ser abonada indefectiblemente en efectivo ya que ahí no corren ni créditos ni cuotas. En el caso de no pagar se paga con la muerte.
The Whistleblower es una película de 2010 escrita y dirigida por la guionista y directora canadiense Larysa Kondracki. Tras finalizar la guerra de los Balcanes, una agente de la policía de Nebraska viaja a Bosnia como observadora de las Naciones Unidas. Allí irá a denunciar ante la ONU a una multinacional por haber encubierto varios casos de tráfico sexual. El guión se basa en la historia real de Kathryn Bolkovac, que fue a Bosnia en 1999 como miembro del comité de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz y descubrió cómo esclavizaban mujeres.
En los últimos años tanto en la literatura, como en el cine y las series televisivas estos son temas recurrentes que de alguna manera denuncian una realidad existente mostrándose como ficción. La realidad de diferentes modelos de economías sumergidas (trata, narcotráfico, lavado, etc.) al igual que lo que el geógrafo marxista británico David Harvey denomina acumulación por desposesión (basado en la acumulación originaria de Marx) pareciera que van mostrando la faz más cruda de un capitalismo que para sobrevivir no tiene otra ética que la de la ganancia a cualquier costo.