Ya son cinco los colegios ocupados por los alumnos en la ciudad de Buenos Aires. Reclaman por la aparición de Santiago Maldonado, pero también por la violencia de género de la que son víctimas muchas chicas del secundario, contra la censura y por formar parte de una educación definitivamente democrática.

El Liceo 9, alias Santiago Derqui, muestra en su fachada un bonito mural, salpicado de cartulinas de colores que llevan diversas consignas escritas a mano. Todas tienen algo importante qué decir, pero dos llaman la atención: “La pasividad es cómplice del interés” y “Fomentemos el pensamiento crítico”. Aún se nota el trazo tembloroso de una mano demasiado joven, el orgullo oculto en la certeza. Otra más declara que “La educación pública NO es un negocio”. Sobre la puerta de entrada una tela consigna: “Aquí hay pibes luchando”. Desde hace dos días, el Liceo 9 es uno de los cinco colegios de la ciudad de Buenos Aires tomado por sus alumnos.

Un gordo de bigotes, cincuentón, camina abstraído por Conesa, se detiene, lee los carteles y sacude negativamente la cabeza. “¡Pero por favor! ¡Por favor!”, se aleja gritando para nadie en dirección a  La Pampa.

Terminó la Asamblea, se abre la puerta y se acercan chicos y chicas. Se los ve tranquilos, angelicales, seguros. Son todos hijos e hijas del milenio. Milenials. Pueden llamarse Nahuel, Laura, Alma, Ana, Facundo. Los nombres en este caso no importan. O sí, hay uno que sí importa y todos preguntan por él: “¿Dónde está Santiago?” Uno de los que pregunta es León, flaquito y menudo, con una camiseta negra de mangas cortas. León pertenece al Centro de Estudiantes y se lo ve distendido, aunque asume la gravedad del momento que están viviendo. Pero como si fuera una suerte de Roger Federer de la elocuencia, responde a todo lo que le tiran con una lucidez asombrosa. Y después sonríe.

“Las causas de la toma son varias. Una de las principales tiene que ver con la falta de respuestas del gobierno ante la violencia de género. Muere o desaparece una chica cada dieciocho horas y tenemos una necesidad imperiosa de estar contenidos por un marco jurídico en el que poder basarnos. Asimismo, reclamamos por la no aplicación de la ley de educación sexual integral, que tiene una aplicación transversal a todas las materias. Esto no ocurre. Ya reclamamos de todas las maneras: hicimos marchas, cortes de calles, pernoctazos, y no hay ninguna respuesta de las autoridades. De modo que no nos dejaron más salida que la toma, parece que de otra manera es imposible lograr algo”.

-¿La toma también tiene que ver con la reforma educativa que se está programando?

-Bueno, ese reclamo está en un segundo plano dado que la reforma se encuentra en un proceso de cambio permanente. De todos modos, nos mostramos abiertamente en contra dado que plantea una esclavización del estudiantado a partir del hecho que nos obligarían a hacer pasantías en algunas empresas que forman parte de corporaciones que despidieron a miles de trabajadores. El plan es reemplazarlos por mano de obra más joven y a costos ridículos.

¿El reclamo involucra también la desaparición forzada de Santiago Maldonado?

-Por supuesto. Santiago Maldonado es un desaparecido en democracia y nosotros, como estudiantes y ciudadanos de derecho, estamos obligados a exigir responsabilidades por su desaparición. Nosotros estamos aquí en la toma, ¿pero Santiago Maldonado dónde está? Lo mismo nos preguntamos los 700 pibes que decidimos esta toma en forma democrática. Una desaparición no es nada democrática, y por lo tanto no sólo pedimos la renuncia de la Ministra Bullrich, sino también su juicio político, que es lo que corresponde a un estado de derecho.

-Hoy se difundió a través de las redes y diarios oficialistas un número telefónico donde denunciar a los docentes que en sus clases mencionen o hagan cualquier referencia a la figura de Santiago, bajo la excusa de que “la educación debe ser laica y apolítica”. ¿Cuál es la posición de Uds. al respecto?

-Es algo absurdo el planteo y parte de una paradoja: si hablamos de educar, estamos hablando de política. Nadie puede ser tan puramente objetivo cuando se sabe desde hace siglos que el hombre es un animal político. De ser como dicen, ni siquiera tendríamos que aprender nada de historia. En segundo lugar, es tan necesario hablar de Santiago Maldonado por el simple hecho de que es un desaparecido en democracia. La escuela no sólo tiene que enseñarnos a sumar y restar, sino a ser ciudadanos. La secundaria tiene que darnos las herramientas necesarias para que a la hora de elegir lo hagamos libremente, pero de manera tal que no nos perjudiquemos a nosotros mismos. De lo contrario estaríamos generando un círculo vicioso.

-¿Cuál fue la respuesta de las autoridades del Colegio y docentes?

-Bueno, en principio tendría que decir que la respuesta fue ambigua. Hubo profesores que nos expresaron su total apoyo y se mostraron dispuestos a asistirnos a cualquier hora y ante cualquier problema. Pero hubo otros que nos amenazaron y nos dijeron que de continuar con la toma, íbamos a repetir el año. Esto no es cierto, nadie va a repetir por tomar el colegio una semana. Buscan asustarnos, pero seguiremos luchando.

Ayer y hoy estuvo la policía aquí. ¿Cómo interpretan esa presencia?

-Es claramente otro acto intimidatorio, aún cuando cumplió con el protocolo de manera correcta. Pero a partir del momento que ingresaron al establecimiento están cometiendo un ilícito, porque no está habilitada ni tiene derecho a hacerlo. Mucho menos con armas de fuego cargadas. Por eso recurrimos a la defensoría del alumno, aunque sabemos que están ocurriendo cosas terribles. Hoy, gendarmería ingresó en un colegio de Moreno provocando desmanes. Estos hechos protagonizados por organizaciones estatales hablan más de políticas propias de la dictadura que de un gobierno democrático.

-¿Hay otros colegios que se sumaron a la toma?

-En estos momentos en Capital Federal hay cuatro colegios tomados; el Liceo 9 fue el segundo y el que impulsó esta medida. El plan de lucha es que se vayan sumando otros y la CEB (Coordinadora del Centro de Estudiantes de Base) programó una gran marcha para el día 6 de septiembre que involucra a todos los secundarios.

León entiende que ha dicho lo que tenía por decir y vuelve a sonreír. Cuando se le pregunta la edad, parece sonrojarse. Entonces mira el piso y en un tono algo más bajo que el anterior contesta: “catorce”.

Sí, León tiene 14 años. Catorce años tiene León.