El satélite SAOCOM 1B ya está en Cabo Cañaveral. Se trata de la segunda y última parte de la constelación SAOCOM, el proyecto satelital más complejo realizado en la Argentina. El lanzamiento al espacio está programado para fines de este mes y se concretará mediante un cohete de la empresa SpaceX.
En la madrugada del viernes 21 de febrero, un convoy de camiones de trescientos metros transportaba el satélite SAOCOM 1B, sus paneles solares y el equipamiento restante. Recorría los ocho kilómetros que separan el predio de la empresa INVAP del aeropuerto de la ciudad de Bariloche. Allí esperaba el avión Antonov AN 124, uno de los más grandes del mundo, con destino a Cabo Cañaveral, en Estados Unidos, donde será lanzado al espacio a fines de mes en un vehículo espacial de la compañía SpaceX.
El SAOCOM 1B es la segunda y última parte de la constelación SAOCOM, el proyecto satelital de mayor complejidad concretado en la Argentina. Este satélite es exactamente igual al SAOCOM 1A lanzado en octubre de 2018 y orbitará a unos 620 kilómetros de altura. Se trata de satélites pesados, de unos 3 mil kilos, cuyo equipo principal es una antena de radar de apertura sintética (SAR) de 35 metros cuadrados totalmente plana y que apunta a la Tierra.
Una vez que ambos satélites estén operación se logrará ver el mismo lugar de la Tierra cada ocho días -cada uno de ellos pasará por el mismo punto cada 16 días- de manera exactamente igual y cada cuatro días mediante la reconfiguración de su haz. La información que provean se combinará con la de otros cuatro satélites italianos Cosmo-SkyMed con radar de apertura sintética en banda X para formar la constelación denominada Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE).
A diferencia de los satélites con instrumentos ópticos, que captan el reflejo de la luz del sol sobre la superficie terrestre, la antena de radar de apertura sintética de los SAOCOM emite microondas hacia la Tierra que rebotan en su superficie y vuelven al satélite, lo que permite obtener registros tanto de noche como de día, incluso con nubosidad, además de mucha información, como la humedad del suelo hasta dos metros de profundidad. Una característica que, por ejemplo, lo hace útiles para detectar la presencia de napas, el riesgo de incendios, inundaciones, plagas que afectan a la agricultura o el momento ideal para hacer siembra o cosecha. Un cúmulo de información esencial para el agro. También permiten hacer mapas en tres dimensiones y conocer con exactitud las pendientes y alturas.
Si bien uno de los principales objetivos de los SAOCOM es recopilar datos sobre los niveles de humedad del suelo, también pueden responder a requerimientos específicos de diferentes organismos, tanto nacionales como internacionales. Un ejemplo reciente es la asistencia que se le realizó al rompehielos ARA Almirante Irizar para la navegación en la Antártida en febrero del año pasado y el monitoreo constante que se está realizando sobre el glaciar Perito Moreno. Además, pueden proveer datos a pedido de instituciones locales o extranjeras en casos de emergencias ambientales.
Único en el mundo
El radar de apertura sintética utilizado por los SAOCOM es único en el mundo. Solo existe en operación un satélite japonés que utiliza la misma banda. Sin embargo, no tiene las mismas prestaciones en términos de precisión con relación a los datos que recoge, ni se lo puede reconfigurar para responder a pedidos frente a emergencias.
“Para la Argentina y para la CONAE fue un desafío importantísimo porque es una tecnología nueva. Entonces, hubo que ir a los proveedores, como la CNEA, INVAP, VENG y la UNLP, y decirles que tenían que hacer algo que no conocían. Eso, entre otras cosas, permitió el surgimiento del área de radares de INVAP, que ya lleva producidos más de 20 para usos de meteorología, control aéreo y defensa”, explicó Josefina Peres, jefa del proyecto SAOCOM en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE).
Los módulos de los satélites fueron construidos en Bariloche, Buenos Aires y Córdoba e intervinieron, además de empresas e instituciones de la órbita estatal, unas ochebta firmas privadas. Al día de hoy, los principales usuarios locales de la información provista por el proyecto SAOCOM son el Instituto Nacional del Agua y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
“El procesamiento y análisis de los datos es muy complejo. Si uno ve una imagen sin análisis apenas se la baja del satélite es igual que el ruido de video, un conjunto de puntos blancos y negros sin sentido aparente. El procesamiento hace la física inversa y obtiene una imagen que podemos entender. Hubo mucho trabajo sobre procesamiento de imágenes, mucho desarrollo de software. Empresas argentinas como SpaceSUR y Ascentio desarrollaron mucho software para el proyecto SAOCOM”, señaló Peres.
Parte del conocimiento inicial para trabajar con el radar de apertura sintética comenzó a generarse en 2005 con el SARAT, un radar de apertura sintética montado en un avión de la Armada Argentina. “El SAR es una tecnología muy compleja, que está reflejada en muchos papers, pero dominarla es algo difícil”, dijo Peres. “Con el SARAT se avanzó muchísimo -agregó la especialista-. Nosotros, los ingenieros, pudimos entender lo que había que requerir en electrónica y funcionamiento. Eso ayudó mucho para darle seguimiento a lo que hacían INVAP y VENG, tanto en lo que estaban diseñando así como para validar los modelos de humedad y la obtención de imágenes”.
Las imágenes obtenidas por el SAOCOM se pueden ver en forma abierta en su catálogo, pero también se pueden solicitar imágenes específicas que se licencian de manera comercial. La empresa VENG es la encargada de comercializarlas. “Todos los países del mundo están desarrollando de manera más fuerte la técnica SAR porque ofrece grandes beneficios”, aseguró Peres, que viajará a Cabo Cañaveral para presenciar desde la sala de control el despegue del lanzador de SpaceX con el SACOM 1B.
“Es un hito más del desarrollo del plan espacial argentino que empezó allá a fines de los años noventa, a partir de una colaboración entre la Agencia Espacial Italiana y la CONAE. En 2005, Néstor Kirchner firmó un acuerdo para hacer este sistema satelital para gestión de emergencias, que involucraba a cuatro satélites italianos y dos argentinos. Es la concreción de un camino trazado por la Argentina y me parece que tiene muchísima importancia porque es volver a poner al país en el escenario latinoamericano como líder en materia espacial y satelital”, dijo Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Otros proyectos
Salvarezza, además, mencionó la continuidad de otros proyectos de la CONAE, como la misión SABIA-Mar -en conjunto con Brasil- y destacó que se retomó el desarrollo del ARSAT 3: “Hay que seguir con los satélites de comunicaciones, ya se anunció que ARSAT e INVAP van a comenzar a trabajar en el ARSAT 3 para lanzarlo en 2023. Es un satélite que ya debería estar en el espacio, pero el Gobierno anterior lo suspendió”.
El funcionario subrayó también que se está analizando una iniciativa que calificó como “interesante”. El desarrollo de un satélite meteorológico. La razón es que, generalmente, los satélites para usos en meteorología entregan mucha más información a los países del hemisferio norte, por lo que las previsiones para el hemisferio sur suelen ser menos precisas. Con relación a la reactivación del proyecto Tronador II. Una iniciativa que de concretarse dotaría a nuestro país con un lanzador satelital de órbita baja. “Habrá que trabajar sobre ese tema, pero hoy diría que habría que verlo a mediano y largo plazo. Hubo muchos desarrollos, pero es un proyecto que fue totalmente paralizado en estos últimos años”, concluyó.
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