La poca politización y por ende comprensión de los procesos histórico-sociales de la llamada “clase media argentina” hace que los sectores que la componen sean sectores altamente manipulables, al punto que, a veces, es posible ganarlos y sacarlos de la modorra ideológica característica de la denominada “mayoría silenciosa”.

Tras el resultado de las PASO se dijo que el macrismo perdió en gran número el voto de la clase media. También desde fuentes cercanas al oficialismo y fundamentalmente los grandes medios señalaron que para revertir esos guarismos necesitarán recuperar el voto de ese sector de la sociedad.

La denominación clase media carece de cualquier cientificidad ya que se trata de un término más bien descriptivo en el que se engloba a diferentes sectores de la sociedad. Confluyen en ese abanico desde pequeños y medianos empresarios y comerciantes, profesiones liberales, sectores agrarios, trabajadores en relación de dependencia y sindicalizados. Un abanico bastante heterogéneo que tiene como denominador común la capacidad de consumo.

Son principalmente los sectores sociales que emiten su voto de acuerdo con el “bolsillo”. Pero al respecto tampoco hay que generalizar ya que las diferentes opciones político- ideológicas existentes se nutren principalmente de esa parte de la sociedad. En eso no difieren demasiado los costados de la supuesta “grieta”.

Los sectores que el kirchnerismo pudo atraer a sus filas no identificados con el Partido Justicialista, ni tampoco integrantes de movimientos sociales son principalmente de las franjas medias. Los denominados autoconvocados que emergieron tras la asunción de Cambiemos en 2015 son una muestra de ello. Los diferentes partidos de izquierda aunque pretendan representar a la clase obrera se nutren principalmente de sectores medios (estudiantes, profesionales). Por su parte los movimientos caceroleros que salieron a defender al gobierno y despotricar contra el retorno del populismo son pertenecientes a ese mismo sector de la sociedad. Existen variaciones etarias pero lo más destacado es la falta de homogeneidad con respecto a lo que se denomina clase media.

Es común escuchar que la “Grieta” se metió dentro de las familias que obviamente no son las de las capas más postergadas. De todas maneras vale decir que la politización de ese sector es mucho menor de lo que se cree. En verdad ninguna fuerza política podría arrogarse ser la representación del hombre medio.

El macrismo tuvo una suposición falaz, la de creer que la mayoría de los sectores medios le eran afines en contraposición de los más empobrecidos supuestamente más cercanos al peronismo. En un país con una alta tasa de pobreza y desempleo pero con larga tradición de luchas populares, los gobiernos posteriores al menemismo intentaron evitar cualquier tentativa de estallido social a través de la ayuda social que a lo largo de los años fue ampliándose y diversificándose.

Se supone que los sectores medios son los que trabajan y aportan al Estado con sus impuestos para mantener “vagos”. Los medios se cansaron de decirlo y el macrismo intentó siempre mostrar esa faceta como propia del peronismo aunque durante la gestión de Cambiemos la ayuda social y los diversos planes se incrementaron considerablemente.

Otro supuesto del macrismo es creer que los sectores medios más bien individualistas son proclives a admirar a empresarios “exitosos” como los de la familia presidencial, ya que de hecho quisieran ser como ellos. De ahí viene toda la sanata pro emprendedurismo y meritocracia. Si bien algo de eso es verdad en el imaginario de la clase media también es verdad que a esos sectores les tocaron el bolsillo y saben bien que ellos se encuentran muy lejos de fugar divisas a paraísos fiscales y jugar a la timba financiera.

El macrismo no desarrolló políticas económicas dirigidas a los sectores medios, creyó simplemente que incrementando el odio antipopular le daban de comer espiritualmente y con eso alcanzaba. Sin dudas existe una franja como la de los que marchan a favor de Macri y contra el populismo que se alimentan de ello, pero son una minoría. Además, la clase media argentina no es muy proclive ni a la austeridad ni a los sacrificios del estilo “hay que pasar el invierno” y eso seguramente porque su memoria histórica le impide sujetarse a esas premisas que siempre estuvieron emparentadas con el fraude.

Si partimos de la poca politización y por ende comprensión de los procesos histórico sociales de la clase media argentina hay que señalar que son sectores proclives a ganarlos y sacarlos de la modorra ideológica característica de la denominada “mayoría silenciosa”. Convengamos que los diferentes sectores del campo popular y particularmente el kirchnerismo siempre tuvieron cierta percepción peyorativa del denominado “medio pelo”. A lo largo de los años de gobierno macrista no dejó de endilgársele a los sectores medios su responsabilidad por haberlos votado.  Si la política es una práctica colectiva habría que desprenderse de un cierto sentido común propio a la militancia de considerar que las posiciones son producto de una ascesis individual producida por tener cierta “moral” y sensibilidad por el otro. De esa manera la acción colectiva se impregna de religiosidad.

A los sectores medios si es que hay que ganarlos no va a ser a través de la ética. Será por interpretar sus reivindicaciones materiales más sentidas y que al plasmarlas esto no sea contradictorio ni estorbe la resolución de los diversos problemas que afectan a la sociedad en su conjunto.

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