El protagonista, bajito de anteojos, tiene la cara de Germán Rozenmacher. Es una especie de detective que trata de desentrañar aquello que nadie ha logrado explicar, en medio de un episodio de espionaje industrial. Hay un personaje que se parece tanto a Borges, que confirma que lo que se cuenta es una parodia admirada al autor de Ficciones y escrito teniendo “La muerte y la brújula” en mente. Con jardines, misterios e ironías, como corresponde. Un destino de la mejor historieta.