Los migrantes mexicanos y centroamericanos son usados como carne de cañón: sobre-explotados cuando el mercado interno estadounidense lo requiere o rechazados con lujo de desprecio cuando así lo consideran conveniente las empresas y gobiernos.

I

Muros, balas y jaulas son la lógica del imperio, la bota sedienta de sangre busca aplastar cualquier forma diferente a su hegemonía y poder, hoy las imágenes de niños inmigrantes separados de sus familias y enjaulados (en la llamada “perrera”) como animales y criminales causan la indignación mundial, pero desde hace décadas la realidad en la frontera es inhumana, violenta y excluyente. El racismo se ha hecho política, la soberbia se convirtió en acción de gobierno, los inmigrantes mexicanos y centroamericanos son usados como carne de cañón: sobre-explotados cuando el mercado interno estadounidense lo requiere o rechazados con lujo de desprecio cuando así lo consideran conveniente las empresas y gobiernos. El derecho humano es un gran ausente, la violencia sistémica se expresa al por mayor; mientras exista el capitalismo la exclusión continuará, mientras exista el imperio yanqui la inhumanidad rondará las fronteras del mundo.

Ningún ser humano es ilegal, nada ni nadie puede estar por encima de los derechos de la humanidad.

II

“Señor Presidente, ¿No tiene hijos?” fue el grito de Juan Vargas, Diputado de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en el momento en que Donald Trump salía de una reunión con su camarilla republicana, la indignación por la expulsión de cientos de niños cala en lo profundo de la humanidad. En su seno, los Estados Unidos vive momentos cruciales que definirán en muchos sentidos la política interna e internacional, en varios Estados los gobernantes se oponen a la militarización fronteriza, han decidido por el momento no enviar a la Guardia Nacional, rebelándose en contra de los deseos del presidente Trump, quien además, hace gala de la sinrazón que lo caracteriza forzando la salida de Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Al grito de “cloaca” el mandatario imperialista se apunta una nueva barbaridad, garantizando la impunidad de sus actos sin la vigilancia de las leyes internacionales en materia de derechos humanos. El Imperio excluye para garantizar su poder. Sólo la solidaridad internacional puede poner fin a la inhumanidad imperialista.

III

El incremento de la migración mexicana y centroamericana a los Estados Unidos y las diferentes posturas tomadas por las políticas migratorias, junto a las heterogéneas interpretaciones dadas por los estudiosos de los fenómenos sociales han puesto durante muchos años en debate la importancia de las medidas que habrán de tomar los diferentes gobiernos y actores sociales. Las opiniones van desde las más álgidas expresiones de racismo y odio, hasta las voces que pugnan por una relación armónica y tolerante. Lo cierto es que las condiciones de vida de millones de seres humanos arrojados a la extrema pobreza, son la semilla para que el flujo migratorio aumente, pues quien migra lo hace buscando una mejor situación de vida.

La migración seguirá en aumento mientras las condiciones de vida no cambien, mientras no se creen empleos con salarios justos, seguridad y servicios básicos por parte de los gobiernos. Las comunidades de migrantes son una realidad en los Estados Unidos, las agendas diplomáticas deben tenerlo en cuenta y no seguir ignorando la necesidad de un verdadero trabajo conjunto que consiga solucionar uno de los principales problemas entre las naciones. Por nuestra parte, los mexicanos debemos reconocer nuestro papel en la transformación de la realidad que vivimos; revolucionar a México es urgente.

IV

No importa dónde se encuentre la sinrazón, ante las medidas de corte fascista, como la militarización de la frontera, la construcción de muros para dividir a las naciones, la criminalización de los inmigrantes, la separación de familias y el encierro de niños en la llamada “perrera”, debemos combatir desde nuestras trincheras de ideas a quienes buscan perpetuar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de un mundo mejor, sin racismos, muros, ni explotación.