La ofensiva que sostiene el macrismo contra el pueblo mapuche se relaciona íntimamente con una profundización del extractivismo. El caso de la represa La Elena y la comunidad Pillan Mawiza.

Como los otros espacios que proliferan en el territorio mapuche, la mawiza alberga vida. No sólo a los bosques que se despliegan sobre sus laderas, a los animales salvajes que encuentran refugio en sus penumbras o a los humanos que se asientan en los estrechos llanos… En la mawiza habitan los ngen y newen que resguardan su integridad territorial. Para la manera mapuche de entender su mundo, un ecosistema es “un conjunto de vidas” pero incluye tanto a las tangibles como a las intangibles.

Mawiza se suele traducir como montaña pero esa versión será correcta si la elevación presenta bosque o monte. Desde ya, nativos… En cambio, la voz wingkul se utiliza para designar a los cerros menos elevados pero carentes de vegetación sustantiva o frondosa. Entonces, en la cordillera neuquina, rionegrina o chubutense, será más propio hablar de mawiza que de wingkul ante la presencia de infinidad de cipreses, coihues, alerces, ñires, lengas y demás.

Apenas llegaron al territorio mapuche ancestral, los sacerdotes europeos construyeron confusiones alrededor del vocablo pillan. Lisa y llanamente, equipararon el concepto al de Diablo o Demonio, quizá porque advirtieron que en las ceremonias mapuches abundaban las referencias al pillan. Problema suyo, claro: en la espiritualidad mapuche no existen figuras similares al Dios o Diablo de los cristianos… Más bien, pillan es el newen o energía del volcán. En Puelmapu “se mantiene una relación muy estrecha con el Pillan así como con el elemento simbólico relacionado a él: el fuego llamado Pillan kütral. Así, la anciana que conduce la ceremonia representa al newen del volcán”.

La comunidad Pillan Mawiza queda a ocho kilómetros de Corcovado, en el extremo occidental de la provincia de Chubut. Su espacio territorial se extiende por algo más de 100 hectáreas y es consecuencia de una recuperación que principió 18 años atrás, cuando Mauricio Macri todavía se preocupaba más por los destinos de Boca Juniors que por la presidencia de la Argentina. Como por entonces los grandes medios de Buenos Aires no recibían instrucciones para operar en desmedro del pueblo mapuche, la acción sólo irritó al poder político de la provincia e inquietó a algunos vecinos poderosos, entre ellos, la estancia que pertenece al grupo Pérez Companc.

Por el territorio recuperado transcurre un tramo del río Corcovado o Carrenleufú: bello, poderoso, ruidoso, cautivante… En partes de su recorrido sinuoso, se convierte en traytrayko, es decir, predomina el “sonido fuerte” que produce el agua “al avanzar y golpear las rocas de su lecho”. Para los mapuche, un inmenso newen. Para los operadores turísticos de Esquel, una gran chance de comercializar excursiones de rafting. Para los aficionados a la pesca, el atractivo de hacerse con algún salmón del Pacífico. Para la lógica del extractivismo, un inmejorable generador de energía hidroeléctrica.

Usos ancestrales

Ilustración que acompaña el libro de Musters y refleja las alternativas de la caza en el valle del río Palena.

En los relatos más difundidos, el área de Corcovado ingresó a la historia cuando en 1885 llegaron hasta los valles cordilleranos cercanos los rifleros galeses que seguían las órdenes del coronel Jorge Fontana. Aquel escuadrón paramilitar tomó posesión en nombre de la Argentina de un espacio que mapuches, gününa küna y aonik enk conocían como la palma de su mano y utilizaban con lógicas propias. El inglés George Musters llamó a estos parajes “El país del ganado salvaje” cuando tuvo la oportunidad de internarse en sus honduras, al integrar una partida que orientaba el jefe aonik enk Orkeke. Con el afán de hacerse de carne vacuna, los jinetes se pusieron en marcha el 23 de noviembre de 1869. “Al día siguiente al amanecer se tomaron y ensillaron los caballos; y después de recibir los votos de felicidad de las mujeres, que nos rogaron encarecidamente que trajéramos carne gorda de vaca, partimos justamente cuando asomaba el sol detrás de las colinas del este”, anotó el marino. Raúl Rey Balmaceda, geógrafo que comentó la edición que consultamos, ubicó la trayectoria que realizaran los cazadores “por un valle situado a la misma latitud que la de Palena”, es decir, la localidad chilena que se levanta apenas del otro lado del límite entre la Argentina y Chile, después de la población argentina de Carrenleufú.

La presencia de ganado salvaje en esos confines provocaba la afluencia periódica no sólo de los aonik enk sino también de los günuna küna. El propio Musters escribió que semanas antes de su expedición, había pasado por el mismo sitio la gente de Hinchel, autoridad gününa küna que mantenía vínculos familiares con los mapuche. Por su parte, Francisco Moreno comprobaría que idéntica práctica desarrollaban los kona de Inakayal y Foyel, no sólo para satisfacer apetitos sino también para engrosar sus respectivos arreos, ya que a diferencia de los compañeros de andanzas de Musters, entre los grupos mapuche que residían en la antigua Gobernación Indígena de Las Manzanas la faceta ganadera era de importancia.

Que grupos mapuche, aonik enk y gününa küna concretaran expediciones hacia el valle del río Palena demuestra una vez más que las concepciones territoriales de los pueblos indígenas nada tenían que ver con las estatales del presente, ya que compartían el uso de ese territorio sin mayores conflictos. Por otro lado, que los aonik enk y gününa küna cruzaran sin problemas la divisoria de aguas pone en aprietos la ridícula idea de adjudicarles argentinidad, ya que está claro que tenían por costumbre desplazarse por la jurisdicción chilena de hoy. Además, los mapuches que hacían otro tanto provenían desde el este y no de la Araucanía, para seguro embrollo del andamiaje mediático que procura colgarles chilenidad. Según Rey Balmaceda, la frustrada partida de caza –no logró su cometido- se adentró 25 kilómetros más allá del límite entre ambos países, es decir, decidió retornar cuando estaba a 130 kilómetros del Pacífico. Recién en 1894 una expedición chilena reconoció el valle del río Palena y como queda de manifiesto al leer el diario de Musters, la región estaba vacía también de presencia argentina. Pero hasta un corral hecho con troncos de ciprés habían levantado los vaqueros de los tres pueblos preexistentes.

Once mil hectáreas bajo el agua

Es de noche y hay ambiente festivo en la comunidad Pillan Mawiza. Al día siguiente se celebrará un mafün o casamiento mapuche, entonces la gente que se apiña alrededor de los dos fogones es más de la que reside habitualmente. A una distancia prudencial del humo, Mauro Millán enhebra relatos en los que habitan el witranalwe o el Anchimallen, dos de las manifestaciones que pueden adoptar los newen de determinados lugares si no se respetan algunas reglas. Es cuestión de aprender a convivir con ellas. “Acá hay de todo”, nos dice. “En esa ventana se paró un chonchón”, señala. “Pero venía a espiar nomás, venía a saber… Yo le hablé en mapuzungun, le expliqué qué estaba haciendo, se quedó un rato y se fue”, remata. No son las dimensiones que para la cultura dominante serían esotéricas las que preocupan a los integrantes de Pillan Mawiza.

Como las comunidades de Neuquén que sufren explotaciones petroleras, aquí también entendieron rápidamente a qué obedecía y obedece el ensañamiento que el gobierno nacional, los provinciales, el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad desataron hace más de un año hacia el pueblo mapuche. A comienzos de enero, deliberó un trawün en el “territorio recuperado” para poner en común y articular la resistencia “a partir del resurgimiento del proyecto hidroeléctrico La Elena sobre el río Corcovado-Carrenleufú”, según puede leerse en el pronunciamiento que se dio a conocer su término.

Traytrayko en el Carrenleufú.

El texto tomó la información que los medios regionales se encargaron de difundir cuando todavía (algo menos de) medio país estaba en vilo ante la desaparición de Santiago Maldonado. “El proyecto amenaza con inundar 11.000 hectáreas de bosque nativo generosísimo que alberga una gran diversidad de flora y fauna donde además de esta lof habitan y se sustentan varias otras familias. Las únicas orillas desalambradas de acceso libre al río son los que protege la Lof Pillán Mahuiza en el territorio recuperado hace ya 18 años. La Lof Pillán Mahuiza, decidida a defender la vida del territorio y el resguardo del río, realiza este trawün”.

Vidas posibles

La ofensiva estatal también hizo mella entre los miembros de la comunidad. “En la primavera de 2017, Moira Millán, integrante de la lof, recibió amenazas de muerte y un mensaje mafioso en la forma de una zorra torturada y muerta que apareció en la puerta de su casa. Por último –decía el pronunciamiento a comienzos de enero- el informe delirante y peligroso que acaba de presentar el Ministerio de Seguridad de la Nación, señalándola a Moira Millán como vocera de una supuesta organización llamada Resistencia Ancestral Mapuche”. Casi dos décadas atrás, Moira fue quien impulsó la recuperación del territorio que abriga al río Corcovado – Carrenleufú. No sólo no integra la RAM, además supo cuestionar públicamente su accionar.

Moira Millán.

Pero la confusión no es inocente: “es indicador del nuevo discurso que tiñe al mapuche como terrorista o enemigo interno y sirve como justificación para la aplicación de políticas represivas selectivas. Estas políticas pretenden frenar la resistencia activa contra el extractivismo y los latifundios en la Patagonia, que en la alianza estratégica entre la nación mapuche y la sociedad no mapuche ha logrado importantes victorias en esas luchas. Esto demuestra que el consenso a favor de la vida entre los pueblos es posible”. Además de los anfitriones, participaron de aquel trawün otras tres comunidades mapuches, junto a organizaciones ecologistas.

Más o menos al mismo tiempo que en Pillan Mawiza se desarrollaba el mafün, comenzaba a deliberar en Costa del Lepá la 18° Unión de Asambleas Patagónicas (UAP), la que en su pronunciamiento final advirtió sobre los riesgos que entrañan el proyecto La Elena y otros similares: “la posibilidad de alterar el nivel de agua tiene consecuencias ecológicas imprevisibles en todo el ecosistema lacustre y glaciar”. Además, destacó que “estas represas pretenden ser construidas para alimentar energéticamente la explotación minera”.

Para los mapuches, un ecosistema es “un conjunto de vidas” que incluye las intangibles. De prosperar la represa, no sólo terminará con miles de árboles nativos, con el hábitat de animales y con el río. También sesgará la existencia de las mawiza y de los pillan, de sus ngen y de infinidad de newen. En la comunidad Pillan Mawiza saben a qué propósitos obedece la arremetida que llega desde Buenos Aires y ya tomaron su decisión. El chonchón ya está al tanto. “Se quedó un rato y se fue”.

(fuente: https://www.enestosdias.com.ar/1875-cuando-disparan-contra-mapuches-apuntan-contra-todas-las-vidas )