Las declaraciones del ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, a pocas horas del hallazgo de un cadáver que todavía es NN, diciendo que “da la impresión de que es” Facundo Astudillo Castro, el joven desaparecido el 30 de abril, abre una serie de interrogantes.

La Justicia estima en una semana el tiempo que demorarán los peritajes que permitirán saber con certeza si el cuero esqueletizado, sin brazos, encontrado por dos pescadores el sábado a la noche en el Canal Cola de Ballena pertenece a Facundo Astudillo Castro, el pibe de 22 años visto por última vez el 30 de abril pasado sobre la Ruta 3, a la altura de Teniente Origone, cuando subía a un patrullero de la Policía Bonaerense.

En la identificación del cuerpo trabajarán cuatro integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense junto a peritos científicos de la Policía Federal Argentina, una de las fuerzas que trabaja en la investigación desde el 8 de julio, cuando la Justicia apartó a la Policía Bonaerense de la investigación, que quedó en manos de la jueza federal María Gabriela Marrón y el fiscal Santiago Ulpiano Martínez. La medida se debió a las crecientes sospechas de que la policía provincial estaba relacionada con la desaparición de Facundo y trataba de entorpecer la pesquisa.

En este contexto, ayer – pocas horas después del hallazgo del cuerpo aún no identificado – llamaron poderosamente la atención las declaraciones del ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, cuando dijo que “por la estructura física del cuerpo y la mochila semienterrada da la impresión de que es él”.

Las preguntas surgen de inmediato: ¿Cómo Berni conoce la “estructura física del cuerpo”? ¿Quién le informó del hallazgo del cadáver, de la supuesta existencia de una mochila (que no fue encontrada) y se los describió? ¿Por qué se informó a Berni si la policía bajo su órbita, la Bonaerense, no sólo fue apartada de la investigación sino que se sospecha de su participación en el hecho.

La madre de Facundo denunció que escuchó al fiscal Martínez hablando por teléfono con el ministro. “En un momento le pasan el teléfono al fiscal y hablaba con Sergio Berni. Además, mal informaron al decir que había un cuerpo flotando. Son restos óseos de un esqueleto que está semienterrado”, dijo Cristina Castro.

Berni trató de desmentirla: “Es mentira que hablé con el fiscal, estoy aislado hace días”, se defendió, como si el aislamiento le impidiera hablar por teléfono. Tampoco dijo cómo había obtenido entonces la información que le había permitido especular que el cuerpo, “por su estructura física”, podía ser el de Facundo Astudillo Castro.

No se trata solamente de la sospecha de un indebido contacto con la Justicia sino también de su utilización. Sergio Berni es un funcionario público, con una alta responsabilidad en la gestión. Es de una irresponsabilidad flagrante que desde ese haga suposiciones en un caso de desaparición. Tiene la obligación de manejarse con hechos comprobados.

Es cierto que Sergio Berni está en campaña, aún en medio de la pandemia. Sin ir más lejos, ayer – el mismo día en que especuló de manera irresponsable sobre la identidad del cadáver encontrado – publicó una columna de opinión en Infobae donde sentó las bases de su proyecto político. “Creo que asumir la responsabilidad de estar al frente de áreas de decisión colectiva genera un compromiso inexcusable que exige darlo todo. No se puede interpelar a una nación si no es con el ejemplo intachable que supone darlo todo sin pedir nada a cambio”, la remató con la habitual pomposidad hueca de su discurso de impronta castrense.

Es cierto también que su afán de protagonismo lo ha llevado a construir(se) un personaje que lo pone muchas veces al borde del ridículo. Un ridículo que incluye disfraces de ocasión y que sería gracioso si no se tratara del hombre a cargo de la seguridad de la provincia más poblada y conflictiva de la Argentina.

Es ahí donde lo bizarro se torna peligroso.

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