Algunas de las ideas de Sun Tzu que, en plan de razonamiento local, sirven para explicar la movida de Cristina F.K. ante un adversario que, en términos de ajedrez, no supera una apertura de novato.

La jugada de Cristina Fernández K anunciando la fórmula F&F nos hizo acordar que, en la política, como en el fútbol, hay buenos, muy buenos, geniales y Maradona. Y, observo, que algunos viejos amigos, zurdos desde siempre, hoy se han enamorado de ella. ¿Se volvieron peronistas? No, pero son inteligentes y comparten, con quien firma esta nota, el convencimiento, extremo, de que son preferibles los enemigos inteligentes antes que los amigos idiotas. Con los primeros es posible entenderse, de los segundos solo es esperable desastres.

Cristina F.K. ha demostrado que está años luz del común denominador de los políticos nacionales y, me atrevo a decir, del sabalaje de medio Occidente. Con los chinos no me meto, porque recurriré a uno de ellos para explicar, explicarme, el alma de la jugada.

Perón, que en estos días es frecuentemente citado, reflejaba en sus lineamientos tácticos y estratégicos sus múltiples lecturas. Descarto que entre sus lecturas, aparte de “Vidas paralelas” de Plutarco y “De la guerra” de Claus von Clausewitz, estuvo “El arte de la guerra”, de un mitológico chino conocido como Sun Tzu.

Si alguno piensa que hablo de plagio o copia, les recuerdo que Borges alguna vez dijo que un hombre es culto cuando expone como propias palabras e ideas de libros que ya ha olvidado.

También el más moderno Liddell Hart, (octubre de 1885- enero de 1970) – a quien se han referido Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal en otras notas sobre este tema – en su genial “Estrategia de la aproximación indirecta” demuestra haber leído a Sun Tzu. Para más datos sobre este genio de la estrategia militar del siglo XX es recomendable recurrir a los buscadores de la red de redes. Alguna vez hemos escrito sobre este tipo, pero en esta nota nos quedamos con el chino.

Sun Tzu, nacido, probablemente, 500 años antes de Nuestra Era, es recordado y leído porque en “El arte de la guerra” resume en máximas los puntos centrales para no ser derrotado. ¿Hablamos de la guerra? No. Hablamos de actividades similares en su dinámica, como es una campaña política. En una campaña política la polarización es inevitable, incluso necesaria. No deja espacio para las medias tintas.

Agrego, para ampliar el escenario, que en los años 80 se publicó una versión de “El arte de la guerra” de Sun Tzu para ejecutivos de empresa. La disputa entre empresas, y aún dentro de las mismas, tiene la dinámica de las guerras.

Por eso, como un aporte a la máquina de pensar, comparto algunas de las ideas de Sun Tzu que, en plan de razonamiento local, me explican la movida de Cristina F.K. ante un adversario que, en términos de ajedrez, no supera una apertura de novato.

Recordando, siempre, que hablamos de política, muestra gratis de las máximas de Sun Tzu en “El arte de la guerra”:

-Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.

-Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

-Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza.

-Aparece en lugares críticos y ataca donde menos se lo esperen, haciendo que tengan que acudir al rescate.

 -Sé extremadamente sutil, discreto, hasta el punto de no tener forma. Sé completamente misterioso y confidencial, hasta el punto de ser silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios.

 -Hay rutas que no debes usar, ejércitos que no han de ser atacados, ciudades que no deben ser rodeadas, terrenos sobre los que no se debe combatir, y órdenes de gobernantes civiles que no deben ser obedecidas.

 -Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar.

 -Cuando las órdenes se dan de manera clara, sencilla y consecuente a las tropas, éstas las aceptan. Cuando las órdenes son confusas, contradictorias y cambiantes las tropas no las aceptan o no las entienden. Cuando las órdenes son razonables, justas, sencillas, claras y consecuentes, existe una satisfacción recíproca entre el líder y el grupo.

 -Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento cuáles son tus intenciones.

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