La autora de “Economía feminista: cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour) sostiene que la brecha salarial es el problema económico más grave que enfrenta la Argentina desde una perspectiva de género.

Es doctora en economía, estudió en la Universidad de Buenos Aires, dirigió la carrera de economía en la Universidad de General Sarmiento y fue docente e investigadora en la Universidad de San Martín. Mercedes D’Alessandro es reconocida también por su libro Economía Feminista: cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour). Actualmente vive y trabaja en los Estados Unidos, lo que no le impide estar pendiente e intervenir activamente en los problemas de la Argentina, tanto en lo que hace a los temas de género como a los económicos.

–Desde una perspectiva de género, ¿cuál es el más grave problema económico que enfrenta hoy la Argentina?

–Creo que es el problema de la brecha salarial entre hombres y mujeres. Mauricio Macri, en su discurso de apertura de sesiones, habló de este tema, que es muy importante que entre en la agenda de debate público. Si uno recorre los foros internacionales, esto se plantea tanto en el FMI como en el G20. Este año en la Argentina se va a llevar a cabo la cumbre del G20. Dentro de él funciona el W20, que es el foro de las mujeres. Están empezando a tomar más relevancia estas cuestiones, y el gobierno venía un poco atrás con esto. De hecho el año pasado, en su discurso de apertura de sesiones, el único tema que mencionó Macri fue el de los femicidios. Este año se incluyeron en la agenda la brecha salarial, las licencias por paternidad, se habló del embarazo adolescente y se habló del aborto legal, lo que quiere decir que entró un poquito más la discusión al respecto en el eje de las políticas y las ideas del gobierno.

–¿Cuáles son los números de esa brecha salarial, cómo se manifiesta?

–En la Argentina las mujeres ganan un 27% menos que los varones; pero además en los trabajos precarizados esta brecha se amplía y llega casi al 40 por ciento. Lo importante es identificar qué es lo que genera esa brecha, porque si no entendemos esto es muy difícil de combatir. Lo único que yo vi después del discurso de Macri es una ley que pretende que las mujeres que están ganando menos que sus compañeros vayan y hagan una denuncia frente a su empresa y que esta tiene un tiempo equis para resolverlo. Me parece que eso pone otra vez el peso y la responsabilidad en las mujeres. Lo que genera la brecha salarial es una cuestión menos visible, que es la redistribución asimétrica de los trabajos domésticos no remunerados y de cuidados. Cuando hablo de trabajos domésticos y de cuidados no remunerados estoy hablando de lavar, planchar, cocinar, hacer las compras, ocuparse de los niños, de los adultos y de los enfermos del hogar; todas estas tareas caen asimétricamente sobre las mujeres. Según una encuesta del Indec, del 2013 –que es la única que se hizo sobre el uso del tiempo–, arroja que las mujeres ocupan el 76% de estas tareas, o sea, 3 veces más que los varones. Los datos te dicen que 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas, mientras 4 de cada 10 varones no hace ninguna de ellas y de hecho una mujer que trabaja full time le dedica más tiempo a estas labores que un varón que está desempleado.

–¿Qué inconvenientes genera esta distribución asimétrica?

–Esto hace que muchas mujeres tengan serias dificultades para conciliar su vida laboral con su vida familiar, lo que le genera una doble jornada laboral, porque la mujer cuando llega a la casa, después de 8 horas de trabajo, se le abre otro campo de trabajo no pago. Muchas mujeres deben aceptar trabajos precarios, para poder escaparse para llevar a los chicos a la escuela o porque tienen que hacerse cargo de una persona enferma de la familia, y eso no es compatible con un trabajo full time, muy rígido, con horarios que cumplir. Por ese mismo motivo es que las mujeres tienen mayores niveles de precarización que los hombres. Hay toda una parte de los trabajos que se realizan en la sociedad que son invisibles, porque no forman parte de cómo la economía entiende el proceso económico. La economía ve precios, y como esto no tiene precio entonces es invisible. Esto es lo que explica la brecha salarial, y explica por qué hay trabajos feminizados y otros trabajos más masculinizados. Explica también por qué a las mujeres les cuesta crecer en las jerarquías laborales.

–¿Qué políticas propugnarías desde el Estado para lograr la equidad de género?

–Entre las políticas que se pueden llevar a cabo está la provisión de sistemas de cuidado, es decir, mayor provisión de guarderías, de jardines materno paternales, geriátricos, clubes deportivos, escuelas de doble escolaridad, etcétera. Tambien la equiparación de las licencias de maternidad y de paternidad, y yo te diría más, las licencias de cuidado, porque hay muchas parejas de varón varón, mujer mujer, y también hay personas que comparten el cuidado con algún familiar. Por ejemplo, una mujer que es madre soltera el cuidado lo comparte con su madre o con algún otro familiar, y no con su pareja. En esto hay una legislación bastante interesante, que es la de Tierra del Fuego, en donde las licencias son compartidas con aquellas personas que comparten el cuidado, es decir no necesariamente la pareja, sino quienes comparten el cuidado, es decir, la abuela, la hermana, la prima o algún familiar que se haga cargo de esta responsabilidad.

–¿Le crees a Macri cuando dice que se compromete a lograr la igualdad salarial que establece la Constitución?

–Yo te diría que le voy a empezar a creer a Macri cuando esa equiparación, esa igualdad de la que habló el otro día, también se vea reflejada en la forma en la que organiza y coordina sus grupos de trabajo. Cuando uno mira el gabinete de ministros lo que ve es que sólo el 8% de sus ministros son mujeres: Carolina Stanley y Patricia Bullrich. Se suele hablar de que está María Eugenia Vidal. Pero resulta que la gobernadora de la provincia de Buenos Aires tiene conformado un gabinete en el que hay una sola mujer. Si uno mira los ministerios, el de Hacienda, el de Finanzas, incluso el Banco Central de la República Argentina, la primera línea de funcionarios son todos varones. Cuando miramos la foto de la reunión de funcionarios discutiendo la reforma laboral, lo que se ve a ambos lados de la mesa son todos varones, tanto los representantes sindicales como los funcionarios de gobierno. Lo cierto es que si las mujeres tenemos mayores niveles de desempleo, mayores niveles de precarización laboral, tenemos problemas para acceder a cargos altos y no estamos sentadas a la mesa de ningún tipo de negociación o discusión, es difícil pensar que esas palabras de Macri puedan tener efecto si no se condicen con las actitudes ni con la forma de llevar adelante estos trabajos.

–¿Cómo explicás estas desigualdades? ¿Podemos decir que el capitalismo es machista?

–Esto resultaría largo y engorroso de explicar, pero podemos decir, sólo como ejemplo, que allí está el libro de Federico Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. El dice que las mujeres para liberarse de esta  explotación dentro del seno familiar tendrían que liberarse también de las relaciones capitalistas de producción. Digamos que el machismo y la opresión de la mujer no se producen únicamente en el capitalismo. Cuando hablamos de patriarcado hablamos de un montón de sistemas en los cuales la mujer está un escalón por debajo del varón y que tiene determinadas cosas que la sujetan. En algunos casos son económicas, en otras son morales o religiosas, por eso digo que no es solamente el capitalismo (si bien lo intensifica) sino que es algo mucho más amplio.

 –¿Qué países han avanzado más en materia de conquista de derechos para las mujeres?

–En general respecto de esto se suele hablar de los países nórdicos. Islandia es el país más igualitario del mundo, y lo que se ha hecho allí es mucho hincapié en el tema de las licencias por paternidad y maternidad. En la Argentina la licencia por paternidad es de 2 días. Imaginate, la señal de mercado ya te está diciendo que tu lugar es estar con el chico un rato, inscribirlo, hacer el trámite para el DNI y borrarte. En Canadá hay muchos estudios que demuestran que cuando extendieron las licencias de paternidad, no sólo mejoraron los matrimonios, sino que los varones empiezan a trabajar más activamente en las cuestiones del hogar, y eso para las mujeres y para la sociedad en su conjunto es mucho mejor. Siempre vale la pena remarcar que estamos hablando de los cuidados, de los niños, de la familia, no son cosas que nos queremos sacar de encima, sino realizarlas de una manera que sea beneficiosa para todos.

–¿Cómo puede el Estado coadyuvar a ese cambio cultural que debemos hacer los hombres?

–Respecto de esto hay datos que pueden ayudar. En los años 60, sólo 2 mujeres de cada 10 trabajaban fuera del hogar. El resto era ama de casa. Hoy son 7 de cada 10 las que trabajan fuera del hogar, pero ellas también trabajan adentro del hogar. Entonces ahí hay que ver cómo redestribuimos las tareas al interior.

–¿Y cuáles son las países más retrasados respecto de este tema?

–Hay un ranking, que elabora el World Economic Forum, que lo que hace es tomar indicadores como educación, participación política, acceso a la salud, etcétera, y en función de eso elabora un ranking. Allí se ve a países como Siria, Arabia Saudita, Marruecos, Líbano, donde hay cuestiones religiosas que son muy fuertes. Yo no soy experta en ese tema, pero evidentemente la discusión que debemos dar en la Argentina, por ejemplo, respecto de la brecha salarial, es muy diferente a la discusión que debe darse en Siria, por tomar un caso, que están disputando todavía su posibilidad de votar, de ir a ver un partido de fútbol o de salir a la calle sin la burka.

–¿Y cómo se manifiesta esto en la región?

–En América latina la religión cristiana tiene un fuerte peso en lo que hace a los derechos reproductivos. Yo acabo de escribir una nota en la página de Economía Feminista que es un estudio que hicimos contando los votos posibles de los diputados y senadores de la Argentina y lo que encontramos, cruzando por religión, es que todos los que se dicen agnósticos votan a favor de la despenalización del aborto, y entre los cristianos la mayoría se opone. El hecho de que el papa Francisco sea argentino también ha debilitado algunas posiciones. En Uruguay, en Ciudad de México y en Bolivia hay aborto legal, en Chile recién el año pasado se aprobó el causal, es decir que puede abortar cuando fue violada o corre riesgo su vida, algo que en la Argentina existe hace mucho tiempo. Es decir, evidentemente la religión cumple un rol muy fuerte.

–¿Cómo repartís tu tiempo de trabajo, teniendo en cuenta que se te ve intervenir mucho respecto de los problemas de la Argentina, tanto en lo que hace a cuestiones de la lucha feminista como a temas de economía?

–Bueno, soy una trabajadora free lance, y con Internet se hace bastante fácil repartir ese tiempo, porque gran parte de mi trabajo lo puedo hacer desde casa. Viajo, sí, a dar conferencias o charlas, que tienen que ver más con lo que yo hago, que es asesoramiento sobre impacto de políticas públicas, no exclusivamente de género. Economìa feminista, que es mi proyecto personal de alguna manera, es una asociación civil que la iniciamos con algunas compañeras. Pero es un trabajo más tipo hobby, más que algo que dé dinero. Es más bien activismo y no un trabajo en sí.

–¿Qué opinás de la coyuntura y de las medidas económicas que toma el equipo económico de Cambiemos?

–Creo que, si bien algunos indicadores económicos muestran mejoría, hay dos cosas que me preocupan. En principio, que no haya un plan productivo. Este año, por ejemplo, hay previsiones muy males con respecto al campo y no se sabe qué va a pasar con las cosechas. Hace dos semanas se publicó un informe de comercio internacional que muestra que la Argentina está bastante deficitaria. Hay un problema con la industria automotriz que se viene acarreando hace varios años. Y frente a eso hay un vacío de respuestas. Fijate que en la apertura de sesiones, en el discurso de Macri la palabra industria estuvo completamente ausente. El equipo económico que armó el Presidente viene más del sector financiero, más tirado a todo este proceso que han hecho de gran endeudamiento. Pero falta un eje más fuerte en lo productivo. El único funcionario que está haciendo algùn esfuerzo y coordinando acciones es Rogelio Frigerio, por eso creo que falta una referencia de cuál es el plan para desarrollar una estructura productiva. Porque cuando hay niveles de endeudamiento tan altos, hay que ver cómo se repaga eso, qué es lo que va a producir la Argentina para repagar. En qué productos y servicios se va a orientar. Eso no me queda claro del plan económico de Cambiemos.

–¿Ves alguna contradicción en el modelo económico?

–Creo que sí, que hay contradicciones fuertes, que el plan de metas de inflación que se planteó el Banco Central al mando de Sturzenegger no está dando ningún resultado. Están muy cerrados, sin posibilidades de cambiar el rumbo. Ya llevan dos años y la inflación estuvo muy por encima de los niveles que se plantearon como meta. Macri dice que la inflación está bajando pero el año pasado cerró por arriba del 25 por ciento. Están casados con una visión monetarista del problema de la inflación. Eso es bastante perjudicial, porque además se lleva de patadas con los tarifazos, las discusiones de las paritarias y también con las capacidades de refinanciar deudas, que en el futuro van a ser un tema más que importante y que hoy no se le está prestando la debida atención.

–¿En qué economistas te referencias? ¿Qué tipo de corriente económica te identifica?

–Cuando daba clases en la universidad dirigí dos proyectos de investigación sobre autores latinoamericanos, el estructuralismo, las corrientes de la dependencia, etcétera. En ese sentido todavía deben darse varios debates en la teoría económica. El keynesianismo está quedando viejo. Si bien tiene muchas herramientas y elementos que nos permiten intervenir sobre la realidad, tiene otros que hay que actualizar.

–¿Cuáles, por ejemplo?

–Las salidas vía consumo, por tomar uno. ¿Qué queremos? ¿Ser un país como Estados Unidos, con un nivel de consumo altísimo? Hay que preguntarse también qué consumimos, para qué consumimos. Eso implica repensar también qué producimos y de qué manera. Creo que la economía anula las discusiones en torno de los problemas ambientales, que hoy son centrales y que hay que poner sobre la mesa porque tenemos recursos escasos y hay que administrarlos de una manera más racional y no dejarlos en manos del mercado. Además, en toda Latinoamérica ha habido modelos extractivos que han tenido un peso muy fuerte. En la Argentina, durante la última década, fue suerte y soja como decían algunos. Pero más allá de eso, un crecimiento extractivo basado en el monocultivo tiene consecuencias para la geografía, para la urbe, para las personas, para los pueblos fumigados. Hay cosas que realmente tenemos que plantearnos en torno de una mejor relación entre el capital y el trabajo; pero también entre el capital y la naturaleza. En ese sentido yo me considero marxista, pero creo que el marxismo también necesita actualizarse. Estamos a veces tapados por la coyuntura, pero tenemos que parar la pelota y pensar un poquito mejor todas discusiones que venimos teniendo hace siglos. Y trabajar en nuevas respuestas porque repetir las recetas del pasado nos lleva a tener los mismos problemas. Hay un texto muy lindo, de Marcelo Diamand, que era ingeniero (ni siquiera era economista), que habla de un péndulo. Es decir hemos alternado gobiernos populistas con gobiernos conservadores y que los ciclos, si vos los mirás, son idénticos. Es decir, hay un péndulo económico que para poder romperlo tenemos que empezar a analizar nuevas formas de pensar cómo producimos, cómo consumimos, cómo distribuimos y cómo nos apropiamos de la riqueza social. Creo que hay un gran desafío teórico en la economía y ahí hay que apostar a poner más energía.

Los últimos mensajes escritos de whatsapp entre el periodista y la entrevistada prometen otra charla sobre otros temas de teoría económica. “Dale, me encanta la idea. Hablemos de Diamand la próxima”. Así será.