Desde fines del año pasado más de 120 mil trabajadoras de las grandes tecnológicas fueron despedidos. Siguiendo los pasos de Elon Musk –que echó al 70% del personal de Twitter- los despidos parecen una avanzada para amenazar, irrumpir y liquidar un proceso de incipiente sindicalización.

Un correo electrónico en mitad de la noche: eso es todo. Unos minutos después, te quedas sin poder acceder a tu bandeja de entrada. Tu tarjeta de acceso a la oficina ya no funciona. Estás despedido. Sin que tu jefe te explique por qué, sin posibilidad de decirle adiós a tus compañeros y sin la oportunidad siquiera de recoger tus objetos personales de la oficina.

Así funciona la nítida brutalidad de los despidos masivos que están golpeando a los trabajadores de las grandes empresas tecnológicas desde finales de 2022. Empresas como Alphabet (matriz de Google), Meta (matriz de Facebook) y Amazon han despedido hasta ahora a más de 120.000 trabajadores, suficientes para llenar una ciudad pequeña.

Estos despidos, y su crueldad en Estados Unidos (donde las leyes laborales son en general mucho más endebles que en Europa), han dejado tambaleándose a los trabajadores de las tecnológicas. En los últimos años habían disfrutado de cierta bonanza. Los elevados salarios, la posibilidad de trabajar desde casa y una serie de extras en el puesto de trabajo les permitían llevar una forma de vida envidiable, pese a que afloraban con frecuencia problemas como el estrés y el síndrome del “quemado”, relacionados con un entorno laboral con enormes presiones.

Los despidos también suponen una amenaza a la incipiente campaña de organización sindical en las grandes empresas tecnológicas. En los últimos años, grupos organizados como la Tech Workers Coalition (Coalición de Trabajadores de las Tecnológicas) y la Communication Workers of America’s Campaign to Organize Digital Employees (Campaña para Organizar a los Empleados Digitales de los Trabajadores de la Comunicación de los Estados Unidos) han logrado avances pequeños pero notables. Esos avances se produjeron paralelamente a movilizaciones más amplias entre los trabajadores de las tecnológicas contra problemas como el acoso sexual, la falta de diversidad en la tecnología y el desarrollo de tecnología militar.

Sin embargo, los despidos también podrían tener el efecto contrario. Podrían galvanizar la sindicación de los trabajadores del sector tecnológico en un sector notoriamente hostil a ella. Christy Hoffman, Secretaria General de UNI Global Union, cuyos afiliados han participado en la organización de los trabajadores del sector tecnológico, afirma: “Ahora está más claro que nunca que, independientemente de tu salario, si no tienes sindicato no tienes forma de resistirte a los despidos”.

Mucha incertidumbre

En Europa, los despidos han sido hasta ahora menos dramáticos que en los Estados Unidos. Una legislación laboral más estricta ha impedido a las empresas tecnológicas recurrir a lo peor, como es echar a los trabajadores de sus oficinas sin posibilidad de recurso. Sin embargo, la ola de despidos también está llegando a las oficinas tecnológicas de todo el continente, entre ellas las de Dublín, Berlín y Londres.

La ola de tecnodespidos parece una amenaza para liquidar el proceso de sindicalización de trabajadores “quemados” y precarizados.

En Suiza, los despidos desencadenaron una reacción organizativa. A mediados de febrero, 250 trabajadores de la oficina de Google en Zúrich abandonaron el trabajo en protesta por los recortes de plantilla que se están negociando actualmente en la oficina europea del gigante tecnológico norteamericano.

El paro estuvo impulsado por los propios trabajadores, pero, por miedo a represalias, el sindicato suizo Syndicom actúa como portavoz de los mismos. “El gran problema es la incertidumbre de los trabajadores”, afirma Dominik Fitze, miembro del sindicato. Al mismo tiempo, Alphabet sigue obteniendo beneficios sin precedentes. El último trimestre registró un beneficio de 17.000 millones de dólares. Es absurdo despedir al 6% de la plantilla [en estas circunstancias]”.

Esta incertidumbre no solo guarda relación con los ingresos, ha declarado Fitze. La oficina de Zúrich emplea a trabajadores ucranianos y rusos con visados de trabajo: los primeros corren el riesgo de que los manden de regreso a una zona de guerra activa, mientras que los segundos podrían verse reclutados debido a los despidos.

No hay presencia sindical oficial en la oficina de Google en Zúrich, pero la acción actual se basa en tandas anteriores de organización. Un paro similar tuvo lugar en 2018, cuando los trabajadores de Google de todo el mundo protestaron contra el acoso sexual en la empresa.

Por ahora, los trabajadores de Zúrich tendrán que esperar. Según la legislación suiza, la dirección de Google tiene que consultar al consejo de empleados. Después se anunciarán los despidos. Sin embargo, puede que este no sea el fin de la organización en Google Zúrich. “Estamos creando una red -afirma Fitze-. Los trabajadores saben que tienen un sindicato con el que pueden contar. No creo que esto se vaya a olvidar pronto”.

Despidos rentables

Lo que está provocando una sensación de agravio es que la mayoría de las grandes empresas tecnológicas siguen obteniendo grandes beneficios. El hecho de que estas empresas se estén embarcando en despidos masivos ha disparado las especulaciones sobre las posibles causas.

“Es sorprendente que empresas que ganan tanto dinero como Alphabet lleven a cabo estos despidos”, afirma Hoffman. “Esto no es algo motivado por el dinero. Ni siquiera se han considerado alternativas a los despidos. Las empresas tecnológicas se imitan las unas a las otras”.

Según un informe de The Verge, los despidos en las grandes empresas tecnológicas podrían estar motivados por las presiones de los inversores para racionalizar el número de trabajadores tras las contrataciones del Covid-19. Puede que sus beneficios sigan siendo elevados, pero los ingresos por trabajador de las empresas tecnológicas se han reducido. Esto, unido a las predicciones de recesión, podría haber impulsado la idea de que los despidos son necesarios, lo que ha provocado que todo el mundo empiece a copiar a los demás.

Fuente: iproup.com

Pero podría haber otra razón que va más allá de las finanzas y la economía: acabar con una mano de obra inquieta. En los últimos años, se han disparado los salarios de algunos trabajadores del sector tecnológico (sobre todo de los programadores). Al mismo tiempo, la sindicalización se ha generalizado. Es posible que los directivos utilicen estos despidos para infundir miedo y restablecer la disciplina en sus lugares de trabajo.

“Me parece que estos despidos son, en parte, un intento de contrarrestar los avances salariales y sindicales”, afirma Brian Merchant, escritor especializado en tecnología y autor del libro Blood in the Machine: The Origins of the Rebellion Against Big Tech, [“Sangre en la máquina: Los orígenes de la rebelión contra las grandes tecnológicas”], que está siguiendo de cerca los despidos. El poder de los trabajadores ha logrado algunos progresos pequeños pero reales en las grandes tecnológicas, que se han mostrado hostiles a los sindicatos. Estos despidos tienen el efecto de perturbar esa capacidad de organizarse”.

Merchant señala que, según las conversaciones mantenidas con los trabajadores del sector tecnológico, los despidos parecen a menudo aleatorios y deliberadamente desestabilizadores. Los trabajadores no consiguen encontrarles una lógica. Los despidos se producen al azar y no dejan departamentos sin tocar, sin tener en cuenta las operaciones. Trabajadores de alto rendimiento que acababan de ser ascendidos se ven despedidos de repente. Es una forma de que la dirección diga: “Somos nosotros los que mandamos”, es lo que afirma Merchant.

El efecto Musk

Una empresa que podría haber servido de ejemplo para estos despidos es Twitter. Cuando Elon Musk adquirió la empresa en octubre de 2022, inició despidos masivos, anticipándose a los de otras empresas tecnológicas. Según el último recuento, Musk -que saltó a los titulares hace una semana por burlarse públicamente de un empleado discapacitado de Twitter que no sabía si había sido despedido o no- ha despedido al menos al 70% de la plantilla de Twitter. Las tácticas empleadas, como los despidos por correo electrónico y bloquear el acceso de los trabajadores a sus oficinas, son similares a las utilizadas en otras empresas tecnológicas.

Para la mayoría de la opinión pública, la adquisición de Twitter por Elon Musk parece un desastre”, afirma Merchant. Pero en Silicon Valley, Musk sigue teniendo fama de visionario. Ha habido casos en los que algunos fundadores e inversores han recurrido a los métodos de Musk como inspiración”.

La gran pregunta que se plantean ahora los sindicatos es si los despidos reprimirán la capacidad de organización de los trabajadores o la impulsarán. Muchos esperan que prevalezca la segunda opción. Los despidos motivarán a muchos más trabajadores para afiliarse a los sindicatos”, afirma Hoffman. Es un momento en el que los trabajadores quieren tener voz. Quieren saber por qué están solos y utilizar su poder para exigir mejores condiciones”.

“Queda por ver si esto se materializa. Lo que es seguro, sin embargo, es que la cuestión de la organización de los trabajadores tecnológicos no ha quedado enterrada bajo los despidos. Preveo un panorama más conflictivo entre los trabajadores y la dirección en el futuro”, afirma Merchant, “lo cual será interesante, porque tendrán que pagarles mucho a estos trabajadores. Aun con los despidos, siguen siendo muy buscados. Tendrán capacidad de maniobra”.

Fuente: Social Europe, a través de sinpermiso.com.

Traducción: Lucas Antón