Detrás de la elección de la mítica cancha de Boca hay una complicada trama en la  que se cruzan la política nacional, el negocio de la reventa de entradas, las internas de la AFA y, cuando no, los barrabravas que siempre dan el presente. En ese escenario, la selección tiene que decidir el jueves si debe sacas o no pasajes para Rusia 2018.

En lo que pareció un mensaje más hacia adentro del mundo del fútbol que hacia la gente, fue el presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, quien asumió la maternidad del borrego: “El Argentina-Perú se juega en la Bombonera porque yo lo propuse”, en referencia al trascendental partido que marcará casi definitivamente si la selección nacional va al Mundial de Rusia 2018 o lo mira por TV.

Tapia, en todo caso, ayudó a poner paños fríos en un debate que se estaba espesando y que venía de un año atrás, cuando el director técnico anterior de una selección que ya va por el tercero en este mismo grupo clasificatorio, Edgardo Bauza, admitió que fueron los jugadores los que le pidieron un cambio de cancha para sentirse más respaldados porque la Bombonera suele ser una caja de resonancia por su incomparable forma y porque quienes han jugado en ella como visitantes suelen quedar impactados.

“No me venga con cuentos a mi edad”, le dijo un día de 1991 a este cronista nada menos que Junior, un crack de la selección brasileña de los ochenta que llegaba a Buenos Aires con el Flamengo para jugar ante Boca los cuartos de final de la Copa Libertadores, cuando fue consultado sobre si no temía jugar en un estadio que, según siempre se dijo, se movía por los saltos de los hinchas. “¡Se movió de verdad!”, reconoció luego, en el vestuario, al terminar el partido en el que los brasileños cayeron sin atenuantes.

Sin embargo, los jugadores de la selección argentina no hablan con la prensa desde noviembre de 2016, cuando tras vencer a Colombia en San Juan decidieron cortar todo vínculo por una versión que hizo rodar sobre Ezequiel Lavezzi un periodista de Radio Mitre.

De esta forma, no se sabe de boca de los protagonistas cuál es su idea, o el motivo de semejante cambio que, además, no favorece en nada en lo económico a las arcas de una AFA que está fundida, con decenas de juicios y con todo el presupuesto ya utilizado desde hace meses.  Se calcula que el pase del Monumental de River Plate a la Bombonera de Boca Juniors para el partido del próximo jueves ocasionará una pérdida de 12 mil lugares y,  acaso por eso, se busca compensarlo con los precios oficiales llegaron a niveles de locura (550 pesos la tribuna y desde los 1500 a los 4800 las plateas).

Si es por los jugadores o por el propio Jorge Sampaoli, el extravagante entrenador de la selección, que se encarga de elegir hasta la música que debe sonar en la previa de los partidos, espanta a los periodistas de los entrenamientos en el predio de Ezeiza o cerca de los vestuarios en los días de partido, el tema del cambio de estadio no cierra en absoluto.

Si el Monumental es frío por la distancia de las tribunas al césped y allí la selección argentina perdió en esta clasificación ante Ecuador en el debut o no pudo ganarle a la débil Venezuela en su último compromiso de local, no es menos cierto que  también perdió en Córdoba ante Paraguay, o con algunos jugadores que se repiten cayó ante Brasil en Rosario para ir a Sudáfrica 2010, o ante Uruguay en el estadio de Colón de Santa Fe por penales en cuartos de final de la Copa América 2011. No hay cancha que les venga bien.

Pero Tapia sabe que la idea de la mudanza a la Bombonera no fue suya. En todo caso, como buen hincha de Boca que es, más allá de que el club al que representa sea Barracas Central, puso la espalda para mostrar fortaleza ante la dirigencia del fútbol para empezar a hacer notar que respeta los códigos del “Padre” que se banca todo, sea o no su responsabilidad, pero el “Hombre Fuerte” del balompié argentino no es otro que Daniel Angelici, el presidente xeneize, y comisario político de Mauricio Macri en el fútbol nacional, quien movió los hilos para el traspaso de estadios.

Lo que se busca es que la Bombonera realmente amedrente a los peruanos, que se apichonen por jugar allí y entonces, todo ardid es válido con tal de obtener el pasaje a Rusia 2018.  “Mi única preocupación es que gane Argentina, no la barra brava de Boca”, dijo en los últimos días acerca de que un lote de 3 mil entradas se habrían estado vendiendo nada menos que en el Club Social y deportivo Leopardi, de uno de los jefes de “La Doce”, Mauro Martín, en Villa Luro, por fuera del circuito oficial de venta de la empresa oficial contratada por la AFA, Ticketek.

Si se calcula que a las 20,30 del 5 de octubre habrá en la Bombonera repleta unas 45.000 personas, se prevé que cada cabecera tendrá 8.000, que habrá 20.000 plateas y que otras 9.000 localidades serán para palcos, protocolo, familiares de jugadores y prensa, y que en la tercera bandeja habrá unos 1900 hinchas peruanos, 300 de ellos con entradas conseguidas por Ticketek y 1600, con  boletos comprados desde su país de origen.

Lo que es claro es que en una de las cabeceras es muy probable que aparezca un importante grupo de barras bravas colgados de los paravalanchas, por esa idea dirigencial desde los tiempos de Julio Grondona de que los violentos son “necesarios” para el aliento constante y acaso por eso, ya muchos tunean los bombos de celeste y blanco desde el original azul y amarillo porque,  por razones de  seguridad, no se permitirán camisetas ni símbolos de clubes. Todo deberá llevar los de la selección nacional.

Si las barras bravas viajaron con todo pago a los Mundiales desde España 1982 hasta la fecha, ¿cómo no van a estar presentes en un partido tan trascendental y en un estadio como la Bombonera, en el que siempre fueron protagonistas?

Al sistema no le importa que el viernes 22 de setiembre a las 12,23 del mediodía, cuando se pusieron en venta las entradas online, ya se hayan agotado después de que unas 120.000 personas intentaran quedarse con algún boleto y que apenas un rato más tarde, por arte de magia, ya varios sitios de internet como Mercado Libre, Viagogo.com o Stubhub pusieran en reventa las mismas entradas pero con populares a 5000 pesos, y plateas a más de 20.000.

Es bastante común, y sospechoso, lo rápido que se suelen agotar las entradas oficiales y la supersónica velocidad con que aparecen en el circuito privado, como para suponer que nadie de la organización sepa o tenga que ver con estos repentinos movimientos.

Acaso por eso el caso es investigado por la Fiscalía de la Ciudad a cargo de Cristian Lombardi, coordinador de la Unidad Fiscal Sur, debido a que ahora la reventa implica la infracción al artículo 93 del Código Contravencional.

Con o sin la barra brava, la selección argentina no puede darse el lujo ni de empatar porque muy probablemente no dependería ya de sí misma en la última fecha de la clasificación, el martes 10 de octubre cuando deba viajar a Quito para enfrentar a Ecuador y entonces, el pase al Mundial de Rusia puede tornarse en pesadilla.

La única vez que una selección argentina quedó eliminada de un Mundial en el césped fue en 1969, en la Bombonera y ante Perú, para México 1970.

¿Podrá la Bombonera, su ruido y su mito, acabar con este maleficio? Todo indica que hay que jugar y que más que los peruanos, el mayor enemigo de la selección argentina muchas veces es ella misma, y sus propios fantasmas. Es cuestión de superarlos con más fútbol.