Un libro sobre una visita que excedió lo artístico y que involucró al general Viola y a Reagan. Un desastre económico y una trama oscura de traiciones, ninguneos y negocios contada en el libro Operación Sinatra, que acaba de editarse.

Un país sudamericano bajo una dictadura sangrienta, un cantante de fama internacional apodado “La Voz” cuya carrera tuvo altibajos que fueron superados por su talento natural y también por sus sólidos contactos con la mafia y con los partidos que se alternan en el gobierno de los EEUU, dos productores argentinos que se unen para traer al cantante pero que cumplen con la máxima que dice que donde hay dos argentinos aparecen tres internas, militares sudamericanos que compiten entre sí por quedarse con el legado de una dictadura y una economía a punto de colapsar. Los ingredientes de “Operación Sinatra” son perfectos y la combinación da como resultado un libro de investigación periodística que por momentos es como un thriller politico, de los cotilleos de farándula un poco clase B y de apuntes sociológicos necesarios para contar una época. Todo empezó con una nota homenaje

Diego Mancusi– Hice una nota sobre los 35 años de las presentaciones de Sinatra en la Argentina y escribiendo sobre eso la periodista Nora Lafont, que había sido la jefa de prensa de aquello me dio el dato de Roberto Finkel, ella no sabía ni siquiera si estaba vivo pero fue la que me dijo que tenía que hablar con él y me descubrió un personaje clave de la historia que hasta ahí no había aparecido en ningún lado.

Un personaje clave que quienes contaban la historia oficial ni siquiera nombraban y podría decirse que el primero en ignorarlo era Palito Ortega.

Mientras Diego Mancussi investigaba para esa nota le iba comentando a su amigo y colega en distintos trabajos Sebastián Grandi lo que iba descubriendo.

Sebastián Grandi– Una vez que se publicaron las dos partes de la nota nos quedó claro que había muchas historias para contar y otras que merecían ser ampliadas. Así que hicimos un punteo y lo hablamos con la editorial donde coincidieron en que había una historia que merecía ser investigada.

DM– Cuando le preguntas a Palito por Finkel dice que es “el hijo de un amigo”.  Pero fue Roberto Finkel quien estuvo diez años persiguiendo a Sinatra, acercándose a su entorno, regalándole artículos de cuero de grandes marcas pero de procedencia dudosa a los allegados del cantante. Roberto Finkel fue el que se enteró que un empresario brasileño estaba listo para traer a Sinatra a Sudamérica y Finkel le sacó el negocio a José Lata Liste y a sus socios, entre los que estaba Fernando Marin.

Los nombres y las situaciones se van acumulando así que vale la pena anotar datos: el empresario brasileño era Roberto Medina quien años más tarde crearía el Rock in Río, José Lata Liste era dueño de “Mau Mau” una boite que hizo historia en la noche porteña y Fernando Marín en aquellas épocas era un productor de radio y televisión con buenos contactos que había creado varios éxitos en esos años en que las radios y los canales pertenecían al Estado.

Los esfuerzos de Roberto Finkel buscando a Sinatra formaban parte de una especie de misión para cumplir con lo que a esa altura era una obsesión familiar ya que el amor por Sinatra de Finkel era un legado paterno.

Metidos a investigar la historia secreta del viaje de “La Voz” Grandi y Mancussi descubrieron una guerra nada fría, la de Ortega y Finkel. Un enfrentamiento surgido en aquellos días. Los vínculos de ambos productores con la dictadura que gobernaba en esos años  se fueron haciendo evidentes.

DM– Finkel tenía buena relación con el general Viola y con el hijo del general que había sido un factor importante en otra gran visita de aquella época, una visita de la que sacó provecho su padre aunque cuando se produjo cuando no había asumido como presidente. Ese otro evento fue la visita de Queen que produjo Alfredo Capalbo. Las fotos de Viola con Queen son muy conocidas.

La situación política en 1980 era bastante extraña. La dictadura agotaba etapas más rápidamente de lo que sus ideólogos esperaban y muchos se encontraron con la sorpresa de que Videla llegaba al momento clave de entregar el poder. Las columnas políticas de esos días explicaban que  Viola, su reemplazo, era una cara más política y la dictadura planeaba una nueva etapa que muchos soñaban más abierta y con más presencia civil. Una parte de la dictadura no parecía muy convencida y “Operación Sinatra” cuenta situaciones poco conocidas de aquel traspaso de poder

SG– Claramente los dos socios tenían vínculos diferentes. Ortega por esos días tenía vínculos con sectores militares. Eso estaba claro por sus trabajos en cine, por ejemplo. Hay imágenes de Palito Ortega poniendo su cara para campañas de la época y al momento en que Roberto Finkel trata de ubicarlo para contarle que tenía la posibilidad de traer a Sinatra a la Argentina Palito estaba filmando algo para la dictadura en un cuartel del interior del país.

Una de las grandes cuestiones que les llamaba la atención a los dos autores de este rompecabezas sobre la visita de Sinatra es la historia de las pérdidas económicas de Palito Ortega que fue el responsable de poner los dólares necesarios para esa visita y fue sorprendido por una devaluación del 400 por ciento.

SG– ¿Cómo puede perder plata una personalidad como Palito? Era la principal pregunta que nos hacíamos ¿Nadie le avisó lo que podía pasar? Y la verdad es que no, al menos eso es lo que nos quedó claro. Todo lo que se dijo sobre esa pérdida económica fue cierto. Palito perdió dos millones de dólares. Después los recuperó con esfuerzo, con apoyo de empresarios y la ayuda de Sinatra cuando Palito decide viajar a Miami.

¿Y Finkel? ¿El hombre que invirtió diez años de vida en traer a esa gran estrella ganó plata?

DM- Finkel ganó pero eso no hay que verlo desde lo económico. Él no deja de resaltar el vínculo que lo unió a Sinatra. Pensemos esto, Sinatra en ese viaje ofreció una conferencia de prensa, cuando nunca lo hacía, y en esa conferencia dice que lo hace por su amigo Finkel. Para Finkel , la ganancia estaba más allá de lo económico. Y además está el gran tema del mensaje a Viola, eso que guarda y que nunca a va contar y que para nosotros es el centro de la investigación ¿Qué fue lo que Sinatra tenía que decirle a Viola y para lo cual usó a Finkel?

Sinatra había estado afiliado al partido demócrata, había hecho campaña en distintos momentos de la historia pero aquellos vínculos se rompieron en los años de JFK básicamente por culpa de Robert Kennedy que fue nombrado Procurador por su hermano y desde ese cargo  atacó a todos los amigos mafiosos del cantante. El colmo fue cuando el presidente suspendió un viaje programado a Las Vegas. Sinatra había hecho construir una pista en su residencia para recibir al Air Force One. Al enterarse del desaire del president, e el cantante de los ojos azules destruyó a martillazos la pista hecha con tanto amor. Pero 1980 fue el año de la gran sorpresa: el creador del “Rat Pack” anunció que apoyaría a su amigo Reagan. El demócrata se había vuelto conservador y abrazaba la candidatura de alguien a quien alguna vez había atacado por considerarlo peligroso.

En 1981 el gobierno de Reagan estaba  ganando velocidad, su influencia se sentía el todo continente y la visita de Frank Sinatra era un buen momento para utilizar los encantos de la estrella para alcanzarle un mensaje al dictador que se encontraba al mando de un país amigo. Sinatra fue le portador pero quien lo entregaría el mensaje sería Roberto Finkel.

SG– Para llenar los huecos buscamos en archivos, hablamos con especialistas sobre política internacional, vinculamos los hechos de la época. Reagan era el final de una etapa. Estados Unidos volvió a intervenir continentalmente. Galtieri a su vez tenía un plan propio. Palito apostaba a Galtieri, mientras su socio jugaba con Viola. Cada pieza del rompecabezas  que lográbamos encajar era un triunfo.

Sebastián Grandi aprovechó sus conocimientos de licenciado en Ciencias políticas para el análisis de la época, la combinación con Mancussi da un resultado más que atractivo.

DM– Traer a Sinatra era un proyecto muy complicado para la Argentina en esa época, no se parecía a nada de lo que se había hecho hasta ahí. Se convocó a distintos especialistas para que participaran porque con uno por cada área no se podía hacer. Pensá que Quaranta, el iluminador de los shows de Serú Girán tuvo que conseguir más equipos que los que solía usar. Lo mismo pasó con Peter Deantoni y con otros rubros. Había que sumar gente y equipos. Y si no alcanzaban inventar cosas.

SG- Fue la combinación de lo más importante del mundo en materia de espectáculos y la típica viveza criolla.

Un cruce improbable que salió bien pero pudo salir muy mal, tanto que llegado al punto álgido la mano derecha de Sinatra, un italiano llamado Jilly le puso un revolver en la cabeza a Tito Lectoure el dueño del Luna Park.

DM- El que armó todo eso fue Finkel, Palito no opinó mucho y si lo hizo no tuvo mucho efecto. El stage manager de Sinatra era un genio y vino varios meses antes para ver el Luna Park y eso lo sorprendió a Lectoure que se preguntaba que hacía ese tipo mirando el estadio con tanta anticipación. Hubo momentos muy tensos como cuando la gente de Sinatra le dijo a Lectoure que había que desarmar lo que había armado el Circo de Moscú, que fue el evento anterior a que llegara Sinatra. Lectoure no se lo tomó muy en serio y ahí fue que le pusieron el revolver en la cabeza y le dijeron que tenían diez minutos para desarmar el circo y no sé si en diez minutos se desarmó todo porque suena imposible pero en veinte pongamos que se logró.

Si había una parte técnica a cubrir también había una parte artística porque el show de Sinatra duraba una hora y a Palito le parecía que si les iban a cobrar mil dólares a quienes lo iban a ver en el Sheraton se necesitaba algo más y así se convocó a Don Costa, un viejo colaborador de Sinatra, pero no todos los músicos de Sinatra querían tocar con Don Costa así que hubo que convocar algunos músicos argentinos que fueron reclutados por Horacio Malvicino. Los convocados recuerdan esa experiencia como algo único no solamente por lo que significó tocar con ese artista enorme, al que vieron de lejos y solo les dedicó un par de gestos, sino porque no tuvieron muchos ensayos y si varias complicaciones que se cuentan en el libro.

Así que Operación Sinatra,  además de contar esa experiencia única,  busca desentrañar distintos mitos y no vamos a revelar acá más datos que los que ya contamos pero digamos que desde Sinatra viendo a Maradona jugar para Boca juniors hasta las negociaciones que Palito Ortega niega pero que están comprobadas por buscar alguna forma de conseguir ventajas impositivas que le correspondían por la legislación vigente, pasando por la supuesta pertenencia de “La voz” a la CIA hasta la existencia de parientes lejanos del cantante que en ese momento vivían en Morón y se vinieron a la capital para tratar de hablar con su pariente, un loco delivery policial que hizo llegar a la habitación de Sinatra la mejor pizza de Buenos Aires hasta  la realización de un show con importantes exponentes de la música argentina como una especie  boicot a un evento que para la época era como la consagración de lo careta organizado por el boliche La trastienda y la por entonces exitosa revista Humor. Hubo además una reunión entre Sinatra, Finkel y el presidente Viola que Pallto Ortega niega.

Operación Sinatra junta en sus páginas cosas que no se sabían y la  descripción del  clima de época y de lo que fue el paso de una de las estrellas más importantes del SXX por una Argentina que lo vio pasar y trató de estar a la altura de las circunstancias. Una investigación rigurosa que va del glamour al disparate cómo la Argentina misma.